Prologo

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El fuego de la chimenea alumbraba a la habitación y el viento chocaba con fuerza en las dos grandes ventanas que estaban a ambos lados, a través de ellas se podía observar el mar de estrellas en las pasadas noches, pero en esta noche, unas oscuras nubes ocultaban la belleza de aquellas luces.

"Se acerca una gran tormenta" dijo para sí mismo el anciano, de prominente calva y galante mostacho, que se encontraba sentado y leyendo varios informes a unos escasos metros del cálido fuego de la chimenea "Tal vez... ¿los dioses se encuentran intranquilos?"

Aquel anciano siguió leyendo los informes por algún buen rato, hasta que se escucharon por fin los truenos en todo el lugar y esto encendió la llama de curiosidad en aquel anciano. El anciano sabía que aquello no era normal, pues estaban en pleno verano y ni el más capaz de los hechiceros podría haber prevenido la llegada de tal tormenta.

"¿Maestro?" llamo alguien desde la entrada de la habitación "¿esta durmiendo?"

Aunque era altas horas de la noche, aquel anciano aún no se volvía uno con su almohada, pues aquella pila de informes y la peculiar tormenta que se aproximaba, lo intranquilizaba hasta cierto punto.

"No, pequeña, aun no" le respondió el anciano "entra Mildarys y dime que te inquieta."

La pequeña, llamada Mildarys, entro a la habitación y se sentó en el suelo, justo al frente del anciano.

"No me inquieta nada, Maestro" le hizo saber la muchacha "más vengo a informarle que acaba de llegar el señor Dartas."

"Ya veo, voy a ir a verle" el anciano dejo el informe que tenía en la mano en una mesa que había a su lado, luego vio a la pequeña que le veía fijamente "¿Qué pasa, Mildarys?"

El anciano sabía que por el brillo en sus ojos, la pequeña Mildarys ansiaba el poder acompañarle a recibir a Dartas; pero lo que no entendía era justamente eso, pues Mildarys nunca le ha interesado Dartas. Aunque rápidamente, el anciano pensó y se dio cuenta de algo: Ella nunca se interesa en nada.

"¿Quieres acompañarme, Mildarys?" le pregunto el anciano

"Si" respondió ella casi al instante

El anciano asintió y salió de la habitación. Camino, con Mildarys atrás de él, por los pasillos del gremio y pudo observar a los demás pequeños en sus habitaciones, algunos estudiaban grandes tomos en sus escritorios, otros practicaban conjuros sencillos, algunos jugaban cartas y otros simplemente dormían. Pasando la Sala de Habitaciones, llegaron a la Sala Principal, la cual era una amplia habitación con cuatro grandes columnas en el centro de esta, la cuales se encontraban separadas entre sí por varios metros. En la parte central de la sala había un gran mapa del continente y a su alrededor se encontraba Dartas con un pequeño a su lado.

"Bienvenido seas, Dartas" lo saludo el anciano

"¡Maestro!" dijo Dartas "¿Cómo han estado las cosas en el gremio?"

Dartas era un tipo alto de piel morena, cabellera rula y castaña, que vestía una armadura de color beige y anaranjado.

"No ha sucedido nada importante, ¿Cómo os ha ido en vuestro encargo?" le pregunto el anciano

"¡Esas putas brujas!, fueron más difíciles de lo que pensé" dijo Dartas con una expresión de enfado en su rostro "al final necesite de la ayuda de Milfawed."

"Tal parece, ella me mando ya su informe. Espero con ansias el vuestro."

Dartas se echó a reír.

Descendants: Gremio De HéroesWhere stories live. Discover now