La Fiesta

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En multimedia la mansión de Caleb Sokolov

Sujeto con fuerza las caderas de Rose mientras la penetro con violencia. Cada embestida que doy siento que estoy descargando toda la tensión acumulada por culpa de la jodida niñata. Le propinó una fuerte palmada en su trasero y Rose me mira con sus ojos negros para luego cerrarlos mientras se muerde el labio inferior, haciéndome saber que está disfrutando tanto como yo. Sus uñas se clavan en la piel  mi espalda mientras escucho sus gemidos en mi oído. La follo con violencia, hundiendo mis manos en sus caderas para poder seguir con el rápido y brusco movimiento. Un gruñido ronco sale de mis labios mientras dejo la cabeza reposar en su hombro, intentado recobrar la fuerza y el oxígeno cuando llegamos al orgasmo. Me retiro de su interior y tiro el preservativo a la papelera viendo como Rose se acomoda el vestido mientras sale del despacho. Rose es una de las putas que trabajan en mi club y que hoy a venido a mi mansión para asistir a la fiesta que se celebrará dentro de una hora. Su trabajo será tener contentos a mis anfitriones. Salgo del despacho con la idea de bajar para ir recibiendo a los invitados pero decido ir a echar un vistazo a la niñata. Abro la puerta de la habitación donde está retenida y veo como su cuerpo se tensa ante mi presencia. Esta de pie en frente mía. Su cuerpo cubierto con el uniforme escolar se ve de una forma bastante tentadora.

— Hoy tengo una fiesta así que se buena niña y no me toques los cojones — tendré que estar pendiente de mis invitados y no quiero que la niñata aproveche para intentar escapar o hacerse la valiente enfrentándose a mis hombres.

Una risa chulesca es la contestación que obtengo por su parte. Me sujeto el puente de mi nariz con frustración y mi manos están echan puños ante su comportamiento altanero el cual despierta la rabia y furia en mi. Acortó la distancia que nos separa para después agarrar con brusquedad su pelo entre mis dedos. Ella en un acto de estupidez intenta deshacerse de mi agarre con su mano, luchando de una forma diferente a lo que yo había visto hasta ahora. Clava con fuerza sus uñas en mi piel, sintiendo el ardor que está provocando en esa zona. Doy unos cortos pasos hasta que su cuerpo topa con la mesa de madera y mientras que intensificó el agarre en su pelo le hago inclinarse, teniendo su espalda frente a mis ojos. Se remueve entre mis manos en un intento de salir victoriosa de esta situación pero por más que luche no podrá conmigo. Inconscientemente en sus movimientos la niñata refriega su trasero contra mi polla, la cual reacciona al movimiento rápidamente. Un calor abrasador devora con rapidez mi piel y la locura se está adueñado de mi. Con las yemas de mi dedos acaricio la curvatura de su espalda para terminar agarrando su cintura y pegarla más hacia mi cuerpo, no dejando ni un mínimo espacio entre los dos. Ahora mismo lo único que deseo es poder arrancarle esas bragas que están siendo un jodido obstáculo y follarla hasta que sus gritos de placer se escuchan en toda la maldita ciudad. Es una niña. Me alejo de su cuerpo como si quemase para después pasarme mis manos por mi pelo en un intento de mantener la compostura frente a sus ojos y para mi mismo. No puedo tener esos pensamiento, es solo una cría. Ella se da la vuelta y me encara mirándome con desdén. Incluso con la cara hinchada por los golpes sigue siendo guapa. Me dirijo hacia mis hombres.

— Está noche solo la vigilará uno, y serás tú Marcus — es mi hombre con más edad. Fue uno de los mejores hombre cuando mi padre estaba con vida, pero ya no. Por eso le he puesto una misión sencilla, vigilar a una niña de dieciséis años — a vosotros dos os necesito abajo vigilando — hoy habrá mucha familias de mafias reunidas y necesito a todos mis hombres pendiente de lo que pueda suceder.

Antes de salir por la puerta junto con mis dos hombre me dirijo a Marcus.

— Queda prohibido tocarla. Si le pones un dedo encima estas muerto — Marcus asiente mientras la niñata me dedica una mirada déspota.

Cierro la puerta de un portazo ante su mirada chulesca la cual solo despierta en mi el deseo de acabar con ella.

La fiesta a comenzado. Mafias, putas, drogas y alcohol son los reyes de esta noche. Me encuentro en una mesa redonda hablando de negocios con otros miembros de otras mafias aliadas. Agarro mi copa de vodka de la mesa, la cual se encuentra con rayas de cocaína esperando ser esnifada. Los minutos transcurren en calma, yendo la fiesta mejor de lo que imaginaba y esperaba. La droga y el alcohol está haciendo estragos en mi cuerpo. Estoy más sociable y simpático que de costumbre. Río a carcajadas por la historia que está contando uno de los miembro de la mafia más letal, después de la mía, Michael. Él es mi mejor y único amigo, la única    persona que conoce todos mis sucios y turbios secretos. Jamás me ha juzgado ya que él es igual que yo de depravado, la única diferencia es que lo sabe ocultar mejor que yo. Después de escuchar historias, hablar de negocios y observar a mi presa de esta noche, la cual es una pelirroja exuberante, decido apartarme de la fiesta y tener un momento de calma. Me encuentro apoyado en la barra de las escaleras del primer piso, contemplando la fiesta con una copa en mi mano. Miro hacia la pelirroja, hacia sus remarcadas curvas, a sus grandes pechos y mi mano va hacia mi bragueta cuando noto que se me ha puesto dura observadola. Baila con sensualidad, moviendo sus caderas al ritmo de la música mientras lanza miradas fugaces en mi dirección y no puedo evitar sonreír con egocentrismo por que se que esta noche ella acabará en mi cama. Una palmada en mi hombro me hace ponerme en alerta y llevarme mi mano hacia mi costado, donde descansa mi pistola, pero cuando veo de quien se trata todos los músculos de mi cuerpo se relajan. Retiro la mano de mi costado para dejarla apoyada en la barra de las escaleras mientras siento la mirada de mi fiel amigo Michael puesta sobre mi.

— Tus fiestas son las mejores amigo — se posiciona a un extremo mio mientras mira hacia abajo, hacia el gran salón donde hay gente bailando al ritmo de las canciones que pincha un conocido y famoso Dj.

— Lo se — lo miro con una sonrisa egocéntrica por que se que no hay fiestas en la ciudad que sean mejores que las mías .

— He escuchado que los Smirnov han vuelto a vender en tu zona — una mueca de desagrado se me forma cuando escucho el apellido de la rata cobarde de Carlos Smirnov,líder de esa mafia.

— Si, y les advertí que si volvían hacerlo sería hombre muerto — Michael me mira sorprendido mientras que se le dibuja una sonrisa triunfal en su cara.

— ¿No sabía que habías matado a Carlos Smirnov? — Le da un trago a su copa mientras me mira — que se joda, se lo merecía por traidor — aprieto entre mis dedos el puente de mi nariz con fastidio.

— No está muerto — mascullo molesto — mis hombres asaltaron su mansión, pero huyo como la rata que es — Michael me mira sorprendido y serio.

Es la primera vez que alguien se me escapa y eso me está torturando por que se que pronto toda la ciudad sabrá de lo ocurrido y perderé parte del respeto que me había ganado.

— Pero tengo un as debajo de la manga — Le doy un trago a mi copa de vodka bajo la atenta mirada de mi amigo.

— ¿ Cuál? — mientras le sonrió a la pelirroja la cual no me a quitado ojo en toda la noche le contesto.

— Tengo a la hija de Carlos Smirnov. Su princesita está encerrada en una de mis habitaciones. Ella me dirá donde está su padre y sino, el vendrá a por ella, lo tengo cogido por los huevos — Michael ríe mientras yo observo el baile sexy de la pelirroja, la cual me está poniendo cachondo.

— ¿ Y como es ella?  He escuchado hablar sobre su belleza, dicen que incluso es superior a la de su madre — conocí a la mujer de Carlos Smirnov, era realmente guapa, una mujer que tenía a todos los hombres locos por ella, incluido mi padre. Murió un año antes que mi padre. Pero la belleza de la niñata la supera con creces.

— Es guapa, encima tiene carácter — sonrió recordando su mirada altanera.

— Vamos que te la follabas — me desabrocho los primeros botones de mi camisa blanca.

La pelirroja me esta poniendo duro y solo pienso en follarla contra la pared de mi despacho.

— Es una niñata, solo tiene dieciséis años — Michael me mira con una ceja alzada.

— Yo no te he preguntado cuantos años tiene, sino... ¿ Si te la follabas? — pienso en la niñata, en sus grandes ojos azules , sus carnosos labios, su piernas, su perfecto trasero... Claro que la follaba. Nada me gustaría más que ponerla a cuatro patas y follarla mientras la escucho gemir y gritar mi nombre. Veo a Michael reír mientras niega con la cabeza.

— Por la cara que has puesto no hace falta que me conteste. Estas deseando follar a esa cría — le doy una sonrisa torcida mientras observo a la pelirroja. Es hora de ir a por ella y que me quite el puto calentón que tengo.

— Lo que quiera da igual, es una niñata y no me la follare — dejo atrás mio a Michael mientras me encaminó en busca de la pelirroja.

— Eso ya lo veremos — sigo mi camino sin pensar en las palabras de Michael.

La pelirroja resultó ser más fácil de lo que pensaba, sólo me faltó unas miradas para tenerla a un extremo mío caminando hacia mi habitación. Entrelazo mi mano en la cintura de la pelirroja, mientras que su amiga me da caricias por mi cuerpo. Hoy será una buena noche, dos mujeres para mi solo. Estoy abriendo la puerta de mi habitación, la cual se encuentra cerrada con llave y notando como una mano acaricia la bragueta de mi pantalón con maestría cuando un grito desgarrador me hace desconectar de las caricias, el tacto, los besos de ellas para girar mi cabeza hacia el final del pasillo. No es por escuchar gritar a una persona, lo cual es habitual escucharlo en esta mansión, sino de donde procede esos gritos y llantos. Me encaminó a paso veloz, dejando atrás mi noche de sexo con dos mujeres espectaculares. Cada paso que estoy más cerca de la habitación donde está retenida la niñata sus gritos pidiendo auxilio se hacen más notorios. Mis manos están echas puños, mi mandíbula contraída y mi monstruo interior con ganas de salir. Marcus eres hombre muerto.

Mi Debilidad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora