Único.

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Era de mañana, Slytherin y Gryffindor asistían a la clase de pociones con el profesor Severus, apenas iban unos diez minutos de la materia y los Leones ya habían perdido cincuenta puntos, algo ya normal con el profesor de melena azabache medio grasienta.

Ese día la poción consistía en hacer salir los deseos más profundos de la gente, algo así como para poner en ridículo a enemigos, de una manera graciosa y sencilla.

Como de costumbre, Malfoy junior intentaría arruinar la pócima de su némesis; San Potter o Cara-rajada, como le decía él. Viendo hacia todos lados y sabiendo de ante mano que tenía el apoyo de su padrino, echó algunos ingredientes a la mezcla, intentando que el niño dorado se pusiera en ridículo el mismo, pero al parecer ese día, no iba a pasar el clásico –Agradézcanle al señor Potter, Gryffindor tiene veinte puntos menos- después de que Harry hiciese mal la pócima.

Por esta vez, Finnigan no fue el responsable de que hubiese una explosión, sino que tal estruendoso acontecimiento, había sido maquinado por el príncipe de Slytherin; Draco, quien estaba cubierto de un extraño liquido amarillento y yacía semi inconsciente, sentado en el suelo.


Snape como castigo, pues esos dos sólo sabían discutir y pelear, ordenó al oji verde de Gryffindor que se llevara a la enfermería a su ahijado, ya estando ahí, en un lugar aparte, se limpió el Dragón plateado, para después volver donde Potter e intentar regresar a clases.

—Man...

—¿Man? —Cuestionó el azabache.

—Oh preciosa y dulce manzana, ven a mí. —Mencionó el rubio, quien miraba la cara de Potter como si la fuera a morder en cualquier momento.

El oji verde lo miró con un poco de miedo, ya que su cara denotaba locura y pues también sus ojos habían dejado de ser grises, demostrando ahora un color oscuro y algo siniestro que heló un rato al elegido, y sin pensarlo más, porque, un Gryffindor es valiente, pero claro no es tonto, Harry se echó a correr y para su desgracia Malfoy lo seguía con cara de maníaco.


—¡Profesor! —Entró rápido el hijo de merodeadores. —Los efectos secundarios de la poción volvieron loco a Malfoy. —Comentó mientras tomaba un poco de aire, mientras Draco entraba campante y despeinado al sitio. Y enseguida las miradas se quedaron en el chico rubio.

¿Draco... despeinado, corriendo y además sin su porte neutro?,  ¿qué clase de poción era capaz de hacer perder la dignidad del único heredero del señor Lucius y de Narcisa?


—Por favor... —Soltó el Dragón platinado al tiempo que unas lágrimas desbocaban de sus ojos. —Denme esa jugosa y enorme manzana verde, y haré lo que pidan. —Decía como hipnotizado al momento que se acercaba a donde Hermione y le abrazaba. —¿Me darás la manzana? —La castaña, estaba temblando, no sabía si de miedo o por el odio que le tenía, simplemente le dio un puñetazo y fue a donde Harry.

—¡Señor Malfoy!, si sigue con ese comportamiento inusual, se le restarán la mitad de los puntos a Slytherin. —Mencionó el profesor, intentando que Draco recuperara compostura y acabase el efecto de la pócima.

Y ahí, tirado en el suelo, el joven Malfoy de sólo quince años, seguía llorando e implorando por su manzana. Hastiado el profesor se lo llevó y lo retuvo en enfermería, ya luego que estuviera mejor, podría presentarse a las clases.


Dos días después, Draco fue dado de alta y justo se dirigía a su sala común, en el trayecto tanto Gryffindors como Slytherins se burlaban de él y no entendía el porqué, sólo los ignoró y siguió con paso firme.

—Demonios, Crabbe, ¿qué es tan cómico?, ¿descubriste que tu cerebro sólo consta de una neurona?

—Manzanas. —Respondió Zabini, quien iba entrando a la sala.

—¿Cuáles manzanas?

—No lo sé, pregúntale a tu amiga, Sangre-sucia-Granger. —Musitó un poco seria la joven Parkinson.

El rubio la observó con sorna, ¿él... amigo de esa sangre sucia?, qué estupidez, no, más que estupidez, una falta de respeto. —Escúchame Pansy, donde vuelvas a decir algo tan desagradable como eso, esto se termina.


Un silencio sepulcral se hizo presente y sin darle importancia, se retiró al comedor principal, pues tenía hambre, ya ahí, se le ocurrió leer noticias de lo que sea que se hubiera perdido, atragantándose fuertemente con unas uvas, después de leer el artículo principal de la semana; Pócima fallida, Draco amante compulsivos de las manzanas, hará lo que sea por una de ellas. Posteriormente una foto de él abrazando a Hermione. Su cara entonces, pasó a ser de morada a pálida y enseguida pudo tragar bien.


—¡Aaah! —Gritó levemente un rubio de ojos grises, recién despertándose, traía puesto, un pijama verde de seda y estaba envuelto en sabanas. —Oh, sólo fue un sueño. —Pensó él, luego se estiró y se fue a las duchas para así ir a las clases.



Una vez más, tocaba Pociones con los Gryffindor, sólo que ésta vez, Malfoy había tomado la firme decisión de no asistir, en vez de eso, fue a donde las mazmorras y cuidando que nadie lo viera, comenzó a degustar una perfecta y dulce manzana verde. —Mi jugosa y querida amiga, debo dejarte, un día de estos me meterás en problemas. —Finalizó el, al tiempo de terminaba de ingerirla.

Manzanas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora