Capítulo 1: La Sombra

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  • Dedicado a Augus Corti
                                    

*Capítulo 1: La Sombra

Al despertar comprobé que todavía no me encontraba en mi hogar y ese absurdo sueño de volar hasta allí había terminado, junto a mí, sobre la mesita de noche se encontraban esos horribles lentes que mi madre me había enviado, no pensaba usarlos. Aún era de madrugada, y el resto de mis compañeros de cuarto seguían dormidos. Aquel lugar solo se encontraba iluminado por un tenue reflejo proveniente del pasillo que se asomaba débilmente por debajo de la puerta. Las diversas sombras que se generaban, causaban en mi un estremecimiento que solo magnificaba mi deseo de volver a casa.

A menudo pienso en Joly y Mark, siempre me hacían sentir como su adorado hermano mayor pero también me hacían enfadar, Joly siempre fue algo caprichosa y chillona, y Mark… bueno, nunca tuve una gran relación con el, a veces pensaba que me tenia miedo o algo así. También extraño mucho a papá, recuerdo que cuando yo era niño siempre que el venia de la oficina se sentaba en el aterciopelado sillón frente al fogón, que nos ayudaba a sobrellevar los crueles inviernos de Gretta, el me llamaba con su gruesa pero alegre voz.

– ¡Cole!

Y yo enseguida entendía que debía ir a sentarme junto a el y abrir mi mente para oír las extraordinarias aventuras que aparentemente había vivido a lo largo de su vida. A veces eran como por ejemplo: “…yo derrote aquella criatura, con dientes filosos y piel dura, era feroz y un peligro para mi…” Nunca le creí nada, pero yo fingía que si.

Mi padre siempre estuvo para mi, al menos siempre que lo necesité, si el no estaba en su trabajo estaba conmigo. Ahora que lo pienso, no recuerdo haber ido o visto alguna vez a esa oficina donde el trabajaba.

Las cosas se ponen difíciles cuando sabes que nada será así otra vez. Obviamente este no es mi hogar, es muy difícil pensar que no puedo irme de Atore a menos que este gravemente herido, o algo así. Lo considero uno de los peores lugares del mundo. Las cosas cambiaron mucho desde la muerte de papa. No saber como fue que murió me mata por dentro, duele y mucho, ni siquiera mamá sabe exactamente que le paso. El día en que la llamaron para decir que tuvo un ataque al corazón, ella retuvo todos sus sentimientos.

– Eso es mentira – dijo de una manera muy frívola y cortó el teléfono. Se que después de eso llego una carta que decía "Confidencial", mamá no quiso mostrármela.

 El funeral de papá fue el día más triste de mi vida, un soleado día de verano, Joly y Mark jugaban, eran inocentes de no saber que es lo que había pasado pero eran pequeños, creo que mamá hizo mal en no haberles dicho nada, se dieron cuenta con el tiempo.

– Mamá ¿Dónde esta papá? – a menudo alguno preguntaba

– Aún no regresa de su empleo – por meses esa fue la respuesta de mamá

Un día le dije que no podía creer que les diga eso a los niños, y se enfado… bueno yo también. En el funeral el ataúd se mantuvo cerrado, así que la última vez que había visto a papá el me daba el beso de las buenas noches. A la mañana siguiente cuando desperté, ya se había ido a la oficina. Unos días después sucedió lo de la llamada.

Aún así no nos costo mucho acostumbrarnos a su ausencia, ya que a veces se iba por semanas sin regresar ni llamar, pero mamá sufrió mucho todo esto, ella se encargo de que Joly, Mark y yo no lo notáramos. Tal vez pensaba que así nos sentiríamos mejor, pero para mi no, yo sabia que no estaban las cosas nada bien, bueno… que mamá no estaba nada bien.

Ella siempre me dijo que me parecía mucho a papá, por la nariz y la forma de mirar, también podría ser por los ojos, ya que de los tres, el único que nació con ojos color ceniza fui yo, por lo tanto yo le recordaba a el, le hacia mal verme, yo lo sabia, lo sentía. Cuando papá murió yo tenia 15 años, pocos meses después cumplí al fin los 16 y mamá no dudo en enviarme a Atore. Ella no me obligo, me lo sugirió y yo acepté, por que en los comerciales de la televisión hacían parecer que era divertido y entretenido, y además que a mamá le haría bien que esto fuera así que yo me alejara de ella por un tiempo. Me di cuenta que esos comerciales se convirtieron en una farsa unos años después de entrar a Atore, cuando las batallas repentinamente se volvieron reales.

Frecuentemente las sombras crean en mi un estremecimiento que solo magnificaba mi deseo de volver a casa, me hacen recordar lo mucho que extraño a cada una de las personas que dejé en Gretta. Día a día despierto, compruebo que no me encuentro en mi hogar, y que ese absurdo sueño de volar hasta allí había terminado.

El Reloj de HedenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora