*Capítulo 9: Supremacía Frágil
– ¡Baja de ahí ladrón! – Me siento muy tonto por no contestar nada y, como un sumiso, hacerle caso. Su perrito no para de ladrar. – ¿Qué haces? ¿Quién eres? – no se como contestar sus preguntas. – Responde por que podría matarte.
Me duele muchísimo la cabeza, y mucho más en las zonas de los golpes.
– No me siento bien. – Le digo.
– No es de mi interés. Ahora mismo me darás explicaciones de todo esto o llamaré a las autoridades.
– ¡No, no! Por favor no lo hagas, yo… – Mientras bajo del árbol pienso la respuesta, santo cielo, no tengo idea de que decir –Estoy escapando de mi familia, y… – No es suficiente, piensa algo rápido. – No quiero volver con ellos, por que… – Piensa, piensa – En realidad tuvimos una fuerte discusión con mi padre y me escapé de casa. Por favor, no quiero volver. – Termino de decirle ya estando frente a ella.
– Claro, y ¿Por qué robaste la ropa de mi abuelo?
– Es que… para escapar tuve que meterme a la alcantarilla y ensucié demasiado mi vestimenta y necesitaba quitarme de encima el olor putrefacto, disculpa.
Se que algo ocasioné en ella por que su cara de imponente y enojada cambió a comprensiva y relajada.
– ¿No crees que si van en busca de ti a la central te encontrarán?, todos los habitantes tenemos un seguimiento computarizado. Además ¿Cuántos años tienes? – dijo algo confusa, supongo que me esta dando información que debería de saber si supuestamente soy un habitante de aquí.
– Veinte.
– Por su puesto, si piden tu nombre en la central de militancia te encontrarán en cuanto nos convoquen para ir a luchar. ¿No crees que sea algo absurdo e inútil escapar de tu familia y quedarte en la ciudad? – Me encuentro sin palabras y luego me achispo al decir…
– Es que creo que ellos también querían que me valla, o eso me dieron a entender.
– ¿Sabes que? Quédate esa vestimenta, yo luego veré que le diré a mi abuelo. – Me dijo, y luego agregó – Ahora vete.
Su enfermizo perro no dejaba de ladrar.
– Disculpa y gracias.
Empecé a retirarme y mientras lo hacia en el suelo veo el uniforme de Atore arrojado en el suelo. Lo tomé deprisa y seguí caminando hacia el cerco por donde ingresé al patio de la vivienda con detalles de cristal. Que torpe fui anoche, el cerco tenia una pequeña portilla. Cuando casi llego a la vereda, por la puerta de frente de la casa sale una señora mayor, una anciana. Con aspecto de unos sesenticinco años.
– Óigame, yo conozco esas ropas que llevas puesta – me dice la anciana. Y veo a la chica que se acerca corriendo y le dice a la anciana:
– Abuela, El… es un indigente, y le obsequié esa ropa del abuelo por que tenia algunas imperfecciones, luego iré al centro a comprar algunos pantalones y camisas para el abuelo ¿Qué te parece? – Nos quedamos todos unos segundos en silencio y luego la chica sigue con lo que estaba diciendo – ¿Recuerdas que tu siempre dices “Haz un bien por los que no gozan de tus bienes”? ¿Qué dices?
Mintió por mí.
– Claro mi niña, solo estaba procesando la información – Y suelta una risita – Por su puesto que tenemos que hacer un bien por los que no gozan de nuestros bienes y este muchachito tiene cara de hambre. ¿Cómo es tu nombre, jovencito?
Por si a caso inventaré un nombre.
– Locke – dije lacónico.
– Bien Locke, almorzarás con nosotros. – Siguió la anciana.
ESTÁS LEYENDO
El Reloj de Heden
Aventura¿Podrá un muchacho, un simple ciudadano, terminar con el coas del mundo en el que vive? Cole Heselb es un chico de veinte años que, a raíz de la misteriosa muerte de su padre, es enviado a la armada de su nación, donde descubre que esta está en guer...