1- Aquí empieza todo.

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1.1- Mañana caótica.

El despertador de la mesilla de noche estaba tocando como un loco desesperado, no paraba de emitir un horrendo pitido, pero no le di importancia, y decidí continuar con mi maravilloso sueño. No tardó ni quince segundos que el maldito aparato volvió a dar la lata. Así que le di una buena puntada de pie que salió volando hasta chocar con el espejo de mi tocador.

-¡Mierda! -Grité. No me podía creer que mi primer día en el que iría al instituto, empezara así. Consecuencia de mí mal acto, el puto espejo se rompió y se hizo añicos, con lo cual cada parte de él se esparció por toda la habitación. Me levanté de la cama como pude e intenté buscar mis alpargatas, pero no las encontré. Me puse de puntillas para evitar clavarme algún cristal del espejo, pero...

-¡Joder!-me clavé un cristal en el dedo índice del pie izquierdo -¿Por qué rayos siempre tiene que sucederme las desgracias a mí? ¡Joder ya!- empecé a chillar al unísono sollozaba.

-¿Charlotte va todo bien por allí arriba?- dijo una voz femenina que me resultaba familiar, era mi tía Sabrina.

-Si tía, va todo bien...eso supongo yo. Enseguida bajo a desayunar- le dije mientras intentaba recoger los cristales rotos. Era un poco difícil... Aunque, después de 10 minutos de reloj, recogí todo el alboroto. Enseguida me vestí, me cepillé la gran melena desenmarañada de color gris y me retoqué un poco el cutis. Quería ir arreglada para mi nuevo día al instituto, quería dar una buena impresión a la gente de allá. En cuanto terminé de arreglarme cogí la mochila nueva de "Eastpak" que la tía me regaló por mi anterior cumpleaños, y bajé por la escalera hasta al comedor.

Allí estaba, doña presumida con un espantoso aspecto, almorzando leche con cereales. Se parecía a Sara Montiel, en sus peores momentos.

-Buenos días- me dijo algo molesta, con una rara expresión en la cara.

-Buenos días- le conteste -¿Sucede alguna cosa?- Pregunté inquieta.

-No...no sucede nada....O eso creo yo- entonces me di cuenta que a medida que pronunciaba cada palabra le vibraba la voz. Sus ojos no tardaron en humedecerse y....

-¿Tía estas bien? ¿Te sucede alguna cosa? Puedo ayudarte si me lo cuentas. Sabes que puedo y lo haré...- Le dije alterada pero, me interrumpió con un inesperado y dulce abrazo. Me estrujaba contra ella, apretándome entre sus brazos, dificultando la respiración, pero ella seguía con su drama.

-Charlotte... estoy bien... Pero... es que... no sé como contarte esto.- Me dijo sollozando, su voz resultaba difícil de entender.

-Tía cualquier cosa es fácil de explicar. Solo tienes que contármelo y ya está. Ya lo verás, no es tan difícil, ¿no?- La intenté convencer, para que me dijera lo sucedido.

-No, no es difícil, es solo que estoy muy orgullosa de ti, y de seguro creo que tu madre también lo estaría. Tu madre le hubiera gustado mucho verte cómo estás ahora, de seguro que sí. Te quiero mucho cariño-

-Lo sé, y yo también te quiero mucho y te estoy muy agradecida por todo lo que haces por mí, pero, ¿podrías dejarme ir, por favor?- Le dije nerviosa, por la falta de oxígeno. Al final, después de 10 minutos de charla sobre el tema, conseguí relajarla un poco y poder desayunar, ya que me rugían las tripas de hambre.

-¿Y bien cariño, que era todo ese alboroto que provenía de tu habitación?- Me pregunto frunciendo las cejas, haciéndole arrugas a la frente, mientras ojeaba un catálogo de belleza y cosmética.

LOLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora