Carta 61.

9 0 0
                                    

Recuerdo perfectamente aquella tarde, no hablo de la que te conocí, pues según tú, nos conociamos ya de tiempo atrás. El día que recuerdo fue cuando nuestras mirada se volvieron a cruzar en aquella cafetería, tu mirada me era familiar pero lo pasé por alto y simplemente le dije a mi amiga: "aquél chico es mi novio" ella se sorprendió porque en ningún momento te hablé y me preguntó al respecto, yo respondí que me habías atraído pero lo de "novio" era juego.

Seguimos en la espera de nuestra comida y tú volteaste e hiciste que nuestras miradas se cruzaran, noté el brillo en tus ojos y vi tu mano subir mientras la sacudías a manera de saludo, ¡me estabas saludando a mí! Al principio no lo creí posible, ese tipo de cosas jamás pasan fuera de la ficción, pero, al percatarme que detrás mío solo había una pared deduje que aquél saludo era para mí, te lo devolví, nos entregaron nuestros alimentos y nos fuimos.

Qué chico tan misterioso, me dije y te quedaste en mi mente, intentaba recordar quién eras... Ojalá jamás te hubiera dado tanta importancia.

Resultó que sí, eras amigo de un chico que me gustó en la preparatoria, mejor amigo, para hacer más dramática esta historia corta.

De un día a otro comenzamos a mandarnos textos, buscamos la manera de coincidir y no nos era posible hasta que un día frío fui a la misma vieja cafetería y ahí estabas, en medio de una llamasa pero estabas. Me viste y me pediste ser paciente, tu llamada era importante, supongo. Nos fuimos, confieso que mi amiga te odió cuando me dijiste eso y la tranquilicé, eras tú. Regresamos y seguías con tu llamada y la terminaste, me abrazaste, un largo y cálido abrazo, de los pocos que he recibido y que más me han gustado, como los que necesito ahora.

Hubo tantas charlas, peleas, risas, todo...

Aquella noche en la que llegamos de una fiesta a casa, después de estar con mi amiga, en ese entonces ya tu amiga también porque he de confesar que siempre le gustaste para mí, como a todos.

Me he dado cuenta que siempre arruino lo mejor que me sucede, llegaste y te arruiné. Nunca me ha gustado tener un amor, me da miedo y tengo inseguridad, tú siempre lo supiste y fuiste paciente hasta que un mal día fuimos claros, más sinceros y claros de lo que normalmente solíamos ser y se terminó, lo que teníamos acabó y sé muy bien que mi culpa fue, jamás te lo reprocharé y sé también que una "amistad" después de lo que tuvimos no sería fácil pero realmente yo solo quería un poco más de tiempo, no busco justificarme pero no quería perderte, sin embargo, te perdí.

Meses después te volví a ver, yo estaba en busca de tu mirada y sé que me viste pero hiciste como si fuera un fantasma. He de confesar que me dolió pero lo soporté, soporté porque me puse en tu lugar, mil veces intenté comprenderte hasta el día en que te busqué, por última vez, al parecer. Donde te mostraste completamente sin sentimientos, donde me dijiste que no querías saber más de mí y que te parecía incómodo el volver a hablar, negaste las veces que me viste pese a que estabamos frente a frente, dejaste claro que mi presencia no la querías seguido de una despedida, claro que lo entendí como el final y de alguna forma lo comprendo, sigo intentando comprenderte, pero... A veces es tan difícil.

Y más aún con las torturas que uno típicamente se pone al terminar cierta relación. Así es, escuchaba las canciones que me dedicaste alguna vez seguidas de canciones bastante tristes, te recordaba a cada momento, te buscaba a cada paso, releía los mensajes que nos enviamos alguna vez y finalmente, una lágrima escapaba de mis ojos, éstos que alguna vez te vieron con tanto entusiasmo y felicidad.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Aug 09, 2017 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Las Cartas Que Nunca Nos Dimos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora