Muy pocas veces conocemos a una persona que nunca nos abandona en los momentos difíciles, que entiende todo lo que nos pasa y se encarga de no dejarnos caer cuando todo se está derrumbando encima de nosotras, cuando ése día parece ser el último que quieres vivir y ya no le encuentras sentido a las cosas, que no te juzga -sin importar qué tan grave sea tu error-, que te alentará siempre hacia tus sueños y empujará contigo el coche para que salgas adelante.
No importa cuántas veces peleen, discutan o cuánto tiempo pase entre ustedes. El día que se vean todo será tan igual como a aquellas épocas en las que la mayor preocupación que tenían era no reprobar el examen de mate.
No puedo estar más agradecida por haber tenido el honor de compartir contigo tantos años de mi vida y lo cagado de risa que ha sido, sinceramente estoy en deuda contigo. Si no fuera por ti estoy segura de que no sería la misma de hoy. Me enseñaste a no llorar por un imbécil y aún así, m tomó tiempo aprender la lección, pero en todo este tiempo ahí estabas tú y te lo agradezco.
Agradezco tu apoyo y compañía, tu cariño y hermandad. Admiro tu fortaleza y amistad.
Es con mucha alegría que te escribo esto por todo lo que hemos vivido juntas.