Capítulo 2: "Llevo una máscara y no logro que mires detrás de ella."

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Me levanté cojeando de la camilla hasta llegar a la de Remus, en algún momento de la madrugada James, Sirius y Peter lo habían traído hacia la enfermería. Estaba pálido, con algunos cortes en el rostro y cuello, Pomfrey había vendado algunos sectores, realmente estaba destrozado. 

-Hola.- le dije sonriendo de lado, él se sentó en la cama e hizo un lugar para que me sentara también.-Te ves...terrible.- añadí en voz baja.- Lo lamento.

-No es culpa tuya.- respondió riendo, podía notar que hasta sonreír le dolía.- Quizás yo te deba una disculpa, anoche casi...

-Remus no paso nada, estoy bien.- lo interrumpí de pronto, no quería que se sintiera culpable.- No puedo negarte que si me asuste, lo bueno es que descubrí que puedo correr muy rápido.- bromeé.- ¿Hace cuánto que...lo eres?- hice una pausa para formular bien la pregunta y abrí los ojos ligeramente para que notará a que me refería.

-Desde los cuatro años.- respondió intentando disimular la tristeza.- Fui mordido por un hombre lobo, Greyback.- asentí al reconocer el nombre.- Cada luna llena vamos hasta el Sauce Boxeador, allí hay un pasadizo secreto que te dirige a la casa de los gritos. 

-Oh ya veo, y ¿los chicos?- pregunté aún confundida.

-Me descubrieron en segundo año.- respondió sonriendo, supongo que debía estar recordando el momento.- No querían dejarme solo, así que se transforman en animales para que no les hiciera daño. 

-Son animagos, que brillante idea.- dije asombrada.

-Fue de Sirius, se negaba rotundamente a que pasara la transformación encerrado, sin compañía. Los demás no se negaron, al contrario, estaban encantados.- volvió a sonreír.- Estan dementes.

-Oye, amigo, no me hagas quedar mal frente a mi chica.- le recriminó Sirius a mi espalda, al voltearme los tres muchachos se estaban acercando. 

-Solo digo la verdad.- respondió Remus encogiéndose de hombros, ambos se sonrieron. 

-¿Cómo está tu tobillo?- me preguntó Peter.

-Por como duele, supongo que debe estar sanando aunque Pomfrey dijo que debo quedarme una noche más.- respondi negando con la cabeza.

-¿Ya sabe toda la verdad?- le preguntó James a Remus.

-Ya sabe toda a verdad.- respondió asintiendo y los cuatro me miraron con una amplia sonrisa. 

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La cabeza me daba mil vueltas, apenas sentía las extremidades, era algo extraño. Estaba recostada mirando el techo de la Enfermería pero todo a mi alrededor se movía. Se suponía que la poción debía dormirme pero allí estaba, como si me hubiese subido a un bote y navegara por el mar dejando que las olas me arrastraran.

Cerré los ojos y respiré profundo varias veces, deseaba ya que la poción surgiera efecto. Según Pomfrey hoy sería el peor momento de la curación y prefería que descansara sin interrupciones para que apenas lo sintiera. 

Aún en ese estado pude percibir como alguien se acercaba, intenté sin resultado voltearme a ver quién era pero apenas pude abrir los ojos y observar. No era Pomfrey, eso podía notarlo, en la oscuridad y por el mareo no definía quién era, si se notaba que era un hombre, quizás un muchacho por el tamaño de su cuerpo. 

Se agachó junto a la camilla, a mis pies y levantó algo del suelo. Hice memoria, las chicas habían venido esta tarde a visitarme y Lily había traído mi mochila con los libros por si quería adelantar los deberes, la había dejado a los pies de la cama y de allí no la había movido.

Quise hablar pero ya sentía como me pesaban los párpados, apenas podía mantener los ojos abiertos. El muchacho sacó uno de los libros y lo abrió por la mitad, sacó algo del bolsillo y luego volvió a cerrarlo. Sabía que cuando dejara la mochila en su lugar la luz de la luna que entraba por el ventanal le reflejaría en el rostro, debía aguantar un minuto más pero parecía una eternidad.

Sentí como la oscuridad me invadía estaba relajada cuando algo hizo que me alertara, me estaba quedando dormida. Abrí ligeramente los ojos en el momento justo en que se le iluminaba el rostro y de pronto, todo se puso negro.

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-Espero que hayas aprendido que no debes saltar en los sillones.- me retó Pomfrey antes de dejarme libre por la mañana. 

-Si, no lo haré nunca más.-negué con la cabeza. Tomé la mochila, saludé a Remus y luego salí.- Me muero de hambre.- le dije a Matzu al cruzarla en el pasillo.

-Vamos al Gran Comedor, señora inválida.- respondió ella con una sonrisa en el rostro, le dí un golpe en el brazo. Al entrar distinguí sólo a Sirius, concentrado en algo mientras desayunaba. Me acerqué cautelosamente por detrás hasta quedar muy cerca de él.

-¿Qué estás escribiendo?- susurré en su oído. 

-¡POR MERLÍN!- exclamó sobresaltado, puso su mano sobre el cuaderno y se volteó a mí, cuando lo hizo tuve un terrible dejavu.-¡Camille! No me asustes así.- comencé a reír al ver su rostro temeroso.

-No lo pude resistir.- comenté encogiéndome de hombros. 

-¿Estás admitiendo que soy irresistible?- me enseñó sus dientes en una gran sonrisa y lo miré a los ojos con desaprobación, cuando de repente lo recordé todo. La poción hizo que me durmiera por unos segundos pero había logrado abrir los ojos para verlo, para ver como Sirius me observada desde los pies de la cama, con la mochila en la mano y luego fue como si me desmayara.-¿Estás bien?- preguntó al ver mi rostro, me había quedado pasmada, inmovilizada en el lugar. - ¿Es el tobillo?- me tomó del brazo como si me fuese a caer y reaccione al sentir el contacto con su piel.

-Si, estoy bien es sólo que tengo hambre.- respondí, le sonreí rápidamente y me dirigí a la mesa de las águilas a desayunar. 

-¿Podrías comer más despacio?- Matzuri veía como me estaba atragantando con comida. A pesar de estar hambrienta, necesitaba salir de la sala y comprobar lo que se me había ocurrido a los segundos de recordar lo de la noche pasada, no podía esperar.

-Listo, debo ir al baño.- tomé la mochila del asiento en donde la había dejado y corrí hacia uno de los baños. Me encerré en el primero y abrí la mochila.

Saqué uno a uno todos los libros, revisando prácticamente página por página cuando lo encontré, era otra nota del anónimo enamorado dentro del libro de Pociones. El corazón me latía con rapidez y las manos me temblaban ligeramente.

"Sólo tu sonrisa puede llenar el vacío que siento dentro, sólo tus ojos me hacen sentir algo verdadero aunque en lo profundo de mí sé que nunca llegaré a besar tus labios, ni a despertar junto a ti por la mañana, nunca llegarás a quererme como yo lo hago porque llevo una máscara en mi rostro y no encuentro la manera de que me mires detrás de ella."

Por muy extraño que pareciera, todo tenía sentido si pensaba que Sirius habia escrito esas cartas todo excepto el hecho de que era mujeriego, arrogante e irritante. Volví a leer la nota y allí lo decía: llevo una máscara en mi rostro. Recordé las cosas que le había dicho en clase y cómo se había puesto, recordé sus ojos mirándome con preocupación cuando estaba en la enfermería, como se había sobresaltado al encontrarlo escribiendo. ¿Sirius Black estaba enamorado de mi? Por un segundo, necesite que la posibilidad de que él fuera el anónimo sea cierta porque cada vez estaba más segura de que yo si estaba enamorada de Sirius, a pesar de negarlo por mucho tiempo, de que me costará aceptarlo. Todo cambiaría si así fuera y quería que cambiará.

A ESCONDIDAS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora