Prólogo

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- ¿Alguna vez habías observado algo así? - Me pregunta una voz infantil que distingo es de niña, aunque no puedo verla. Todo lo que se expande ante mi es un halo de luz.

Estoy en una especie de lugar iluminado por lo que parece luz solar, ya que no veo lámparas ni velas por ningún lado, pero extrañamente no hace calor. El clima es fresco como una tarde en primavera y puedo distinguir cierto olor a rosas. Siento que mis pies no tocan un suelo fijo, es como si flotara pero soy consiente de que camino porque no tengo alas. Debe ser un extraño efecto de este sitio...

Me dirijo hacia adelante, esperando ver algo mas allá de la luz que me rodea.

- No... - me oigo responder. Mi voz suena carrasposa, como si no la hubiera usado en horas, así que aclaro mi garganta antes de proseguir.- En realidad no enfoco nada, solo distingo el resplandor del atardecer. - le respondo confundido. ¿Quien es ella? ¿Por qué estoy aquí?

- Eso es porque solo estás mirando - me responde, como si fuera lo mas obvio del mundo. - Tienes que observar de verdad.

Intento agudizar la vista hasta que distingo algo, un punto blanco a lo lejos que cada vez se hace mayor conforme pasan los segundos...

- ¿Qué es eso que se acerca? - por más que intento disimularlo, el miedo en mi voz es evidente. Ella lo percibe porque parece hacerle gracia.

- paciente, ya casi está aquí - me responde.

En efecto, el punto blanco ya no es un punto lejano, se ha vuelto más nítido y toma una forma animal... Yo la conozco... Es... Es un...

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