Todo empezó un domingo por la tarde en el Parque de Shinjuku, mi familia, había salido de día de campo. Mi madre había hecho mucha comida deliciosa con mi ayuda y la de mi hermana.
Teníamos planeado todo el día, con jugos y como dije, mucha comida. Pero todo se arruino cuando mi padre recibió una llamada del trabajo y tuvo que irse. Mi madre decidió que no tenía caso quedarnos en el parque si mi padre no estaba con nosotros, y mi hermana apoyo esa decisión.
Yo por mi parte decidí que sería buena idea quedarme en el parque, había tardado mucho haciendo tanta comida y ya tenía planes al saber que veníamos aquí, quería hacer un bonito dibujo del rio.
Así que cuando mi madre y mi hermana se fueron, llevando consigo dos de las tres canastas con comida que habíamos traído, me acomode bajo un árbol, primero que nada, comería algo.
Saque de la canasta, una manta color marrón y la extendí sobre el pasto. Después me senté sobre ella, para sacar la comida de la canasta.
Mientras comía, un pequeño perro se acercó a mí moviendo la colita, era pequeño de color café y una pequeña mancha blanca en su ojo izquierdo.
-¡Hola pequeño! – hable saludándolo, él se acercó a mí para que lo acariciara.
Se subió a mis piernas, y no dejaba de mover su colita.
-¿Estás perdido? – pregunte, tomando su collar, para ver si tenía su dirección escrita.
Su nombre es...
-Maru.- hablo un chico, corriendo hacia nosotros, el perrito movió la cola con más energía.
El chico era muy atractivo, tenía unos enormes ojos color negro al igual que su cabello, y su piel era pálida, sus pequeños labios tenían un ligero color rosado. Cuando llego a donde estábamos, su respiración era agitada. Se dejó caer en el pasto, respirando pesadamente.
El perrito brinco a sus piernas.
-¡Maru! – volvió a pronunciar el, ya menos agotado.
-Gracias por cuidar de Maru. – el chico al fin levanto la vista, observándome.
Sentí mis mejillas enrojecer así solo baje la vista.
-No es nada, el me hizo compañía un ratito. – respondí. Y escuche su risa, así que levante mi rostro confundida.
-Es una niña. – respondió una vez que vio mi rostro confundido.
Mi boca formo una perfecta "o".
-Lo siento. – fue lo único que pude responder, sonrojándome de nuevo.
-No te preocupes. – respondió el sonriendo.
-Mi nombre es Sasuke. – volvió a hablar tomándome por sorpresa.
-Yo... yo soy Hinata...Hinata Hyuga. – hable en respuesta.
-Es un gusto Hinata. – hablo el chico, mientras Maru volvía a saltar a mis piernas.
-Veo que le agradaste a Maru, por lo general suele ser muy amargada. –
-¿Enserio? – pregunte sorprendida.
-Sí, suele ladrarle a todos los que se le acercan, o que si quiera la ven. –
-Buena chica. – hable ahora para la pequeña perrita, asiéndole cosquillas. Ella se dejó caer en mis piernas y se retorcía para que siguiera rascando su pancita.
-¿Y que hace una chica tan linda sola en el parque? –
-Bueno, mis padres tuvieron que regresar a trabajar, así que me quede sola. – respondí, ignorando el hecho de que me hubiera llamado linda.
