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Guillermo salió del desierto sin problemas, ya que como se habían muerto sus otros compañeros todos pensarían que él también.

Y así fue, los militares comenzaron a hacer grupos de búsqueda para encontrar el cuerpo de Guillermo, sin resultados.

Cuando pasaron varios años de aquella guerra, Guillermo ya no tenía que esconderse, ahora se dedicaba a conseguir todos los materiales necesarios para hacer una creación que para él es lo más importante.

Consiguió ganarse el respeto y cariño de todas las personas del pueblo, ya que vendía muñecas y todo tipo de juguetes a los niños, además usaba un carisma muy amable para así esconder el gran secreto que tenían esas muñecas.

La noche del sábado comenzó a trabajar en una nueva creación, una muñeca la cual estaría destinada a la hija menor de la familia del primer ministro.

Comenzó el ritual, hizo en el suelo una estrella con sal encerrando esta con un círculo. Prendió una vela en cada punta de la estrella y posicionó la muñeca en el centro.

Dijo algunas palabras y luego se cortó ligeramente el dedo, haciendo que su sangre cayera sobre la boca de aquella muñeca de trapo que tanto esfuerzo le había costado.
La muñeca comenzó a mover sus ojos, luego sus dedos, hasta que fue capaz de levantarse, ahí fue cuando Guillermo se puso a reír, orgulloso de su trabajo.

Ahora sólo tendría que esperar para venderle esa muñeca a la pequeña Teresa, la hija del ministro.

Esta sin duda alguna era su mejor creación, para su mejor cliente.

Esta sin duda alguna era su mejor creación, para su mejor cliente

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Guillermo: " El creador de muñecas"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora