Capitulo 1

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ALEXANDRA

Solo hay dos cosas que odio en este mundo: mi nombre (Alexandra), ya que todo el mundo me llama Alex que es mi diminutivo. Todos se ríen ya que es nombre de chico o eso dicen, yo ya estoy candada de decir que Alex era un nombre unisex pero parece que oyeran llover. Por otro lado también odio a los chicos. Lo Último tiene gracia ya que estoy saliendo con uno, pero para mi defensa diré que perdí­ una apuesta muy tonta, y como la hice con el mayor capullo que había conocido, y ahora tenía que salir con el durante todo un año. Eso se me iba hacer eterno. O eso creía...

Nada mas perder la apuesta Adrián, que es así­ como se llama ese cerebro de mosquito, se me acerco y me planto un beso en los labios, ante mi sorpresa no me aparte y le seguí­ el beso, dos segundos más tarde volví­ en si­. Me había quedado completamente aturdida con aquel beso. Maldita sea ese chico si sabía besar, pensé para mí­.

-¿Qué pasa princesa te ha comido la lengua el gato?- me pregunto con una sonrisa picara en los labios.

En todo caso me la has comido tu. En ese momento decidí­ que eso no sería una respuesta de lo más adecuada así­ que solamente me mordí­ el labio inferior y le conteste con un no súper tajante. En ese instante él se echo a reír con una sonrisa de lo más dulce.

-Te has puesto roja princesita, parece que no te esperabas que besara tan bien, ¿no?- me dijo rodeando mi cintura con su brazo derecho acercándome más a él. En ese momento solo me pude fijar en lo sudada que tenía su camiseta, ya que cada uno de sus músculos se le marcaba de lo pegada que la tenía.

Yo no era muy alta solo media un metro sesenta y cinco y el por lo menos me sacaba una cabeza y media, era normal ya que él era el mejor jugador de baloncesto de nuestro instituto, en ese momento no sabía que contestar así­ que le aguante la mirada y le dije lo primero que se me pasara por la cabeza.

-La verdad, me han dado mejores besos.- mentí­, ese había sido sin duda el mejor beso que me habían dado en toda mi vida. Por cómo me miro parecía que no se la había tragado, a si­ que rece para que no me preguntara quien me había dado un beso mejor.

En ese instante me agarro fuerte por la cadera y me subió al capo de se 4x4 rojo sangre como si pesara como una pluma, me cogió tan por sorpresa que se me escapo un gritito de niña pequeña de entre los labios.

-En ese caso debería repetir mi beso para ver si cambias de opinión- tenía la mirada fija en mis labios mientras decía poco a poco cada palabra, cuando su cara estaba frente a la mía pude ver un atisbo de deseo en sus ojos pero no me dio tiempo a mirarle mejor ya que estampo sus labios contra los míos muy fuerte y brusco, pero poco a poco el beso dejo de ser brusco y devorador a lento y apasionado. Entreabrí un poco los labios, cuando nuestras lenguas se encontraron todo mi mundo se paró de golpe, sin darme cuenta mis manos estaban en su nuca acariciando su pelo, mientras el no paraba de subir y bajar las manos por mi espalda. En ese momento me di cuenta de que me había enamorado locamente de aquel estúpido chico.

En cuanto nos separamos Adrián pegó su frente junto a la mía sin poder parar de jadear, al igual que yo.

-Retiro lo de antes, nadie me ha dado ningún beso mejor que el de ahora- dije escondiendo mi rostro en el hombro de Adrián. Mi cabeza no paraba de dar vueltas por la excitación del momento y mis piernas no paraban de temblar en las caderas de él, si me hubiera soltado seguro que mis piernas no podrían aguantar mi propio peso y me caería de bruces al suelo.

-Lo ves nadie besa mejor que yo mi querida Alex. ¿Quieres que te cuente un secreto?- me pregunto con sus ojos llenos de emoción y misterio.

No pude contener una pequeña sonrisa tímida, al verle de esa manera, por desgracia se dio cuenta y se acerco a mí­, no me lo esperaba así­ que me quede sin respiración durante un momento. Luego se agacho y me susurró al oído.

-Estaba deseando que llegara este momento, llevo enamorado de ti desde el año pasado y estoy dispuesto a enamorarte en menos de lo que te imaginas.- en ese momento se enderezo un poco y yo me estire lo máximo que pude hasta llegar a su oído y susurrarle unas palabras que le dejaron con los ojos abiertos como platos. El solo pudo articular una palabra.

Alex, ¿Por qué tenías que ser tú?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora