The Savior.
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Prólogo.
-¿Volveré a verte? –Le pregunté mientras mi cabello escurría las gotas de agua sobre mi rostro.
-Eso es imposible-se rio él y soltó mi mano-. Te he pedido que no me presionaras.
-¿Cómo me has pedido eso, después de la forma que me trataste todo este verano?
-Fue pasajero, Agnes.
-Mi nombre es Brooke. ¿Por qué diablos me llamas así? Llevo un mes corrigiéndote-le espeté. Estaba comenzando a alterar mis nervios.
Por más que lo miraba, menos podía enojarme con él.
Empapado gracias a la lluvia se veía todavía más irresistible, atractivo. La playera de manga corta se adhería a la perfección sobre la piel de su pecho y el cabello ni siquiera parecía estar mojado. Sus labios húmedos me daban la tentación de besarlo.
Me acerqué a él, pero me evitó.
-Nos vemos después, Agnes.
-No quiero verte después. Quiero verte lo que queda de hoy, mañana, después de mañana. Quiero verte todos los días de mi vida a partir de ahora.
-Odio las cursilerías, y lo sabes. Ya te he dicho que lo nuestro es imposible. No soy para ti, y no podemos estar juntos.
-Sí podemos. Tú no lo quieres intentar y ése es el problema.
Rodó los ojos y me agarró de los hombros con rapidez.
Sus ojos penetraron los míos. Sus labios se volvieron una fina línea y evité sonreír.
-¿Qué es gracioso? Estoy rompiendo contigo-dijo él firmemente.
-Ya entendí que no puedes terminar algo que nunca, nunca empezó, Justin. Tu jueguito de verano termina hoy mismo.
-Eso era exactamente a lo que venía.
-¡Bien! Entonces, lárgate de aquí.
-Con mucho gusto-me guiñó el ojo.
Giró sobre sus talones y me dejó sola en el porche de la casa. Esta era rentada, por supuesto.
Era Miami. Un lugar en el que siempre había deseado vivir, pero al cual sólo iba en mis vacaciones.
Sí, iba. Dejé de ir en cuanto Justin desapareció de mi vida. Si él lo quería así, estaba bien. Yo estaría bien. Tampoco volvería a buscarlo.
Lo vi entrar en su Beatle negro con agilidad y aceleró de inmediato. Se perdió unos segundos después entre la bruma y la neblina.
Todo iba a estar bien.
No era mi primer chico, y tampoco sería el último.
Me decidí a olvidarlo tan pronto como entré a la casa.
No había nadie. Mamá había aprovechado que yo me había ido con Justin para que ella pudiera irse con mi hermano de compras.
Me senté en el sofá sin importarme estar más que mojada. E inesperadamente, las lágrimas brotaron de mis ojos. ¿Por qué? Tal vez me dolía un poco lo de Justin, pero entendí que todo pasa por algo.
Y él salió de mi vida por algún motivo.
Pero ese motivo se esfumó, desapareció, y volvió a mí dos años después.
De la manera más inesperada reencarnado en mi salvador.
