El día era gris, nublado, veía todo en blanco y negro. La habitación estaba fría, destrozada y con aroma a alcohol. Me giré hacia el balcón, mi vista se dirigió a la pequeña mesa de noche, ahí se encontraba una fotografía mía y de Hoseok, el sonreía ampliamente junto a mi, el mar en el fondo no podía verse más azúl, el cielo no podía estar más despejado, no podíamos estar más felices. Tragué el nudo que se formó en mi garganta, aguanté las lágrimas que estaban por escapar de mis ojos y tambaleándo me dirigí al balcón.
Pisando algunos trozos de botellas rotas llegué a este, deslizando el cristal que me separaba de la salida, ya en el barandal, me senté.
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Mirando el cielo, las lágrimas volvieron a picar en mis ojos mientras el ardor de las heridas en mis pies dejaba el tibio liquido rojizo salir de estas.
- Lo lamento tanto HoSeok. -Comencé a hablarle a ese montón de nubes que oscurecían el día. -Si hubiese sabido que todo acabaría de esta manera, jamás me hubiera fijado en alguien más. -las lágrimas corrían por mis mejillas y caían al vacío. Después de unas cuantas palabras al cielo, me giré ahora dejando mis pies en el aire.
- ¿Dónde te encuentras HoSeok? - comencé a mirar la caída. No se comparaba con lo que vivió y se llevo la vida de mi novio. Me deslice un poco más, acercándome a la orilla. Volví a mirar el cielo. - ¿Debería hacerlo? Me lo merezco de todos modos. -Volví a bajar mi vista dispuesto a lanzarme cuando mi celular vibró en mi lado izquierdo del pecho, exaltandome.
»¿Vamos poruncafé? «
Lancé mi celular lo más lejos posible, haciéndolo añicos.
- ¡Hijo de puta! ¡Espero me estés escuchando! -Gritaba a la nada. - ¡Maldito el día en que te cruzaste en mi vida!
- ¿Así recibes a tus amigos? - Giré rápidamente encontrandome con JiMin detrás de mi, sonriendo nostálgico, tenía ojeras bajo sus ojos y una bolsa de Starbucks en su mano derecha, él había llorado y ahora quería llorar conmigo como los viejos tiempos.
[***]
-Fuiste un malparido. - Jimin me miraba con frustración y tristeza, él no era de decir palabras ofensivas, pero estaba en todo su derecho, por mi culpa uno de sus amigos ya no está. - Dime, ¿qué harás con todo esto? -Junto conmigo miramos todo el recibidor, estaba desordenado y sucio. Desde que HoSeok falleció yo no ordenaba, no quería hacer nada, la culpa me comía vivo.
-Vendí esta casa, en una semana debo salir de aquí. - La voz salía quebrada y áspera - Y donaré todo lo que pueda. - Me levanté y dirigí al baño, me miré al espejo y comprendí las miradas de Jimin, estaba destruido. Las bolsas llenaban mis ojos hinchados, mis labios estaban resecos y la barba que nunca dejaba ver había aparecido como una mancha verdosa. No sabía cuando había comenzado a llorar, últimamente era lo único que hacía, mis brazos temblaban afirmados en el lavado.
Sentí unos brazos abrazarme y un sollozo en mi espalda, Jimin lloraba junto a mi en el baño, como antes.
- Podremos superarlo, sólo ha pasado una semana, es imposible superarlo tan rápido.
-Todo es mi culpa, todo es mi culpa. - Repetía mirando mi reflejo. - Él se fue pensando que era su culpa. ¡Pero no es así! - Mi pecho subía y bajaba rápidamente mientras las venas se marcaban en mis brazos. - ¡Todo es mi maldita culpa! - Mi puño se dirigió al espejo, dejando un hueco en el centro y mandando a volar pedazos de este. Sentí el cuerpo de Jimin apretar el mío cuando lo hice y pude relajarme de golpe, la sangre bajó de mi cabeza a una rapidez olímpica.
- No te culpes, no te hagas daño. - Me sentó en el retrete y buscó con qué curarme cuidando no cortarse. - Él no lo hubiese querido. - Esto último lo susurró pero logré escucharlo.
