No me sueltes, por favor... ¡Zoeeee!
La chica despertó de manera sobresaltada, otra vez había tenido ese sueño, aquel en donde Danny estaba por caer al vacío. Se quedó tirada en el suelo, con la mirada perdida en el techo de esa viejo almacen, hasta que escuchó un fuerte ruido que la hizo ponerse alerta.
Volteó rápidamente hacia atrás, solo para darse cuenta de que una de esas cosas se hallaba a escasos centímetros de ella, con cuidado tomo su arma, y apuntó. Pero no contaba con que aquella cosa se abalanzaría sobre ella, rodaron por el piso hasta que su cabeza chocó con la pata de un mueble, se aturdió unos segundos en los cuales la bestia aprovechó para lanzar el mordisco, sin embargo ella antepuso su brazo, el cual previamente había forrado con cinta adhesiva improvisando una malla de Kevlar. En el momento en el que el monstruo intentaba morder su brazo, Zoé tomó su pistola y le voló los sesos. Con cuidado se quitó el cuerpo de encima, esto no era normal, aquellas cosas no debían ser tan rápidas, generalmente daban un paso a cada hora.
Se levantó rápidamente del suelo, tomó su mochila la cual había llenado previamente con algunas latas de comida que había conseguido en ese almacén. Debía salir rápido del lugar, el disparo atraería a más monstruos.
-No, mentalizate Zoé, esas estúpidas cosas no son monstruos son zombies, aunque sea difícil, no, no éstas loca, bueno estas hablando sola pero...
Un movimiento brusco la sacó de su ensimismamiento, a su izquierda se había volcado un gran bote de aceite. Cuando giró en la dirección de la que provenía el ruido alcanzó a divisar a dos de ellos. Estos no daban señal de ser tan rápidos, así que optó por ignorarlos y salir rápidamente. Pero por su lado derecho también se encontraban 4 de esos seres. Comenzó a correr en dirección a la salida, pero no contaba con que esta también estaría repleta.
–Mierda, Zoé, piensa. Me acorralaron, no debiste disparar, no, no debiste hacerlo.
De entre la multitud de zombies que comenzaban a acercarse uno sobresalió, y se abalanzó sobre la chica. Rodaron por el piso, hasta llegar a una pequeña masa de 10 zombies aproximadamente. Tenía que salir de ahí con urgencia, pero no hallaba una salida segura, le quedaban solamente 3 balas y tenía dos cuchillos, a su lado izquierdo divisó una pequeña puerta que al parecer daba a un cuarto de escobas. Aventó al zombie raptor con todas sus fuerzas y corrió hacia allí esquivando a los zombies más lentos. Justo al llegar pensó en la posibilidad de que la puerta estuviese cerrada, se arriesgó en un último intento para descubrir que no tenía seguro, entro e inmediatamente cerró la puerta tras de sí. Debía de pensar en algo rápido, esa puerta no resistiría mucho. Había escobas ahí dentro, y una cuerda; podría hacer una lanza improvisada con alguno de sus cuchillos, o romper los palos por la mitad y encajarlos en cada uno de esas cosas. Pero siendo realistas nada de eso funcionaría, al principio mataría a algunos despistados, pero cómo podría matar a más de 30 de esas cosas. Buscó alguna ventana o abertura en el cuarto pero nada, desesperada miro al techo, y vio un pequeño conducto de ventilación. Habían varias cajas ahí dentro, así que las apiló y consiguió subir, pero cuando estaba quitando la rejilla la puerta crujió, los zombies habías conseguido entrar. Se impulsó con las piernas con fuerza y logró introducir la mitad de su cuerpo, pero un zombie logró agarrar uno de sus pies, impulsada por la desesperación le dio una patada justo en la cara y éste cayó hacia atrás haciendo caer a dos más.
Rápidamente Zoé se metió dentro del conducto de ventilación, era bastante pequeño pero suficiente para poder arrastrarse e a través de él. Siguió un pequeño laberinto que fue a desembocar a una oficina grande. Quito la rejilla, y se asomó, al parecer no había peligro, bajó dando un pequeño salto y cayó sobre el escritorio. Al caer, provocó un pequeño temblor en el mueble haciendo que de este cayera un bote lleno de lápices, los cuales se desperdigaron por el suelo.
–Ay, Zoé. ¿Por qué eres tan estúpida?–Se agachó y comenzó a recogerlos. Al leventar la vista vió un cajón del escritorio, el cual estaba semiabierto; con cuidado se acercó y lo abrió. No podía creer lo que veía.
–¡Dios santo! Pero si es mi día de suerte.
Dentro había una Glock 35, revisó el cartucho y tenía las balas completas. No lo podía creer. Esto era un golpe de suerte, o al menos... Un golpe.
–¡Vaya, hermosa! Creo que la suerte hoy anda al tope. También es mi día.
Fue lo último que escuchó antes de desvanecerse a causa del golpe que el tipo le había dado en la nuca.
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Alexandría
Science Fiction-Que lindo color morado, ¿son lentes de contacto? Zoé despierta en medio del apocalipsis, no puede recordar nada sobre el día oscuro. Solía ser una chica normal, pero de un día a otro las cosas cambian, el destino ha comenzado a tomar su curso y ah...