Capítulo I.

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Salí de la ducha y me coloqué primero, como era costumbre, la blusa de mangas largas que debía usar bajo el uniforme-pijama de estrellas azules, para que cubriera los tatuajes de mis brazos y luego mis zapatos de goma blancos.

Peiné mi castaña melena y la recogí en una cola de caballo alta, me maquillé un poco y fui directamente a la cocina.

Ed era puro esmero preparándome el desayuno. Había puesto música e iba de un lado a otro ocupado, mientras tarareaba lo que sonaba en la radio.

—Su desayuno, madame— dijo en cuanto me senté en la barra del desayuno.

Frente a mi colocó un plato con huevos revueltos, tostadas y beicon crocante.

—Ummm— murmuré, olisqueando mi plato— ya sabía yo que por esto te extrañaba.

Rió y me extendió un tenedor que le quité enseguida.

—¿Algún plan para hoy? — preguntó mientras se sentó frente a mí con su plato y rellenó dos vasos con zumo de naranja.

—Pues, nada extraordinario, iré al trabajo y luego almorzaré con unos compañeros de trabajo— contesté mientras masticaba.

—¿Solo eso? — preguntó como si estuviese esperando a que diga algo más.

—Pues sí, solo eso— dije imitando su tonito.

—¿Dónde está mi Tess? —gritó, buscando a su alrededor —¡Pero si se ha vuelto una aburrida! — afirmó sacudiendo la cabeza.

—Me has dejado sola mucho tiempo ¿Qué esperabas? — le acusé señalándolo con el tenedor y él rió.

—Bueno, para compensarte, iré por ti cuando termines ese almuerzo con tus compañeros y te llevaré de compras para resarcir mi abandono ¿te parece?

Miré de reojo mi celular que había dejado a un lado del plato, ni un mensaje de Enrique, mi flamante novio. Ya me lo imaginaba inventando excusas para que le perdonara esto.

—Oh, pues... Es que Enrique...

—¿Enrique? — gritó como si le nombrara al mismísimo demonio —Ese gilipollas ni siquiera se ha tomado la molestia de llamarte para saber si estás viva y tú aún le consideras...

—Está bien— le interrumpí levantando las manos, antes de que se extendiera con la perorata que ya me sabía de memoria—tienes razón, vamos de compras después del almuerzo.

—¡Esa es mi Tess! — exclamó victorioso, levantándose para besarme la frente.

—Pero déjame terminar mi comida que se me hace tarde— me quejé riéndome.

* * *

Entré al cuarto de enfermeras y firmé mi asistencia.

—¡Feliz cumpleaños Tess! — exclamó mi compañera Sara que venía de hacer su ronda en el área de maternidad y se lanzó a abrazarme.

—Gracias Sara— agradecí aceptando el abrazo.

Luego aparecieron Gema, mi jefa de enfermeras y Rubén un médico residente con el que había hecho muy buena amistad, ambos me felicitaron con sus respectivos besos y continuaron con sus labores.

—¿Y qué harás hoy? — me preguntó Sara mientras revisábamos los historiales clínicos.

—Almorzaré con Rubén, Alba, Ale, Adela y Charlie ¿Quieres venir con nosotros? — le pregunté.

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⏰ Última actualización: Aug 16, 2017 ⏰

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