--Y aquí estamos de nuevo, preguntándonos por qué llegamos a esto... por qué...
--¡Pues por qué va a ser, ttebasa!
--¡Cállate Boruto, no interrumpas las reflexiones de papá!
--¿No estaban haciendo una descripción de la historia?
--Si, Menma, per...
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MI BEBÉ
-Entonces...
-Espera, espera, estoy leyendo... -ambos pegaron su rostro a las hojas, uno confundido completamente, el otro intentando leer con media cabeza rubia cubriendo las palabras. –Joder...
-¡¿No?!
-Sí.
-¡¿Si de si o si de no?!
-... ¿tú qué crees? –la sonrisa de lado no le bastó al rubio que tuvo que pegar las manos al vientre contrariado.
-¡Oh, por Dios! ¡Oh, por Dios! ¡Sasuke!
-¡No me abraces! –negó el contacto porque ya era el tercero que le daba en esos cinco minutos que tardaron en abrir el documento que Sakura les había enviado con unos ninjas. –Naruto...
-¡Te amo, te amo, te amo, te amo! ¡GRACIAS!
-Naruto... ya... -a él solo le gustaba restregarse con ese cuerpo cuando estaban desnudos en la cama. –Basta, mi ropa.
-¿No estás feliz?
-Claro, claro...
-No pareces, tteba... -bajó la voz con un mohín preocupante.
-Vas a ser padre, trata de verte más serio.
-¡SI! –se puso recto en posición de soldado. –Me dejaré la barba, así me veré más varonil.
-Y ridículo. –completó mientras lo veía saltar por el pasillo directo al sanitario posiblemente para ver su escaso vello facial crecer.
Lo escuchaba canturrear algo, rodó los ojos denotando una sufrida paciencia mientras caminaba él a su habitación con las hojas en sus manos frías, frías por el nerviosismo que aun estaba sufriendo con mayor ímpetu. Naruto estaba feliz, claro... él no lo tenía en el estómago.
Se sentó en la orilla de la cama mientras miraba hacia el frente, a la nada.
Lo vio tan lejano y falso antes de esos papeles, ahora unas palabras en tinta le aseguraban que su cuerpo ya no le pertenecía.
Naruto entró a la habitación como normalmente lo hace, abriendo la puerta con dramatismo y sonriendo de oreja a oreja; esta vez, Sasuke no le miró reprobatoriamente, es más, ni siquiera se dio cuenta de su interrupción. La sonrisa se redujo (e incluso se extinguió unos segundos antes de crecer) mientras sus pasos lentos lo llevaban a ese con quien había decidido jugarse la vida entera.
Por unos momentos creyó que Sasuke odiaba eso y le aterró.
Luego sonrió cuando las manos pálidas apretujaron el vientre plano, primero con miedo luego añorando hacer algo más, tocarlo más. Sasuke no tardó en darse cuenta de la presencia del que le veía ensimismado.
