Jamás había deseado asesinar a alguien con la misma intensidad con la que en esos momentos deseaba asesinar al chico delante suyo, pero sería mentira tratar de negar que así era. Karma gastó toda su energía en frenarse a sí mismo y no saltarle encima y arrancarle la cabeza a ese tal Masaki o "Koro", como él se había llamado a sí mismo.
En todo caso, ¿qué clase de nombre era ese? Sonaba tan irritante como el mismísimo dueño, quien se encontraba sentado en el asiento del piloto conduciendo un Toyota Corolla plateado del año en camino hacia el centro de Tokyo, y quien no dejaba de atosigarlo con preguntas, cada una más ridícula que la anterior: desde qué opinaba de los gatitos hasta qué marca de ropa interior usaba. Las preguntas salían y salían sin detenerse. A Karma le latía la cabeza, la sentía a punto de explotar, y aquel tipo no se callaba.
Nagisa por su parte permanecía sentado en el asiento del copiloto, riéndose de las estupideces que salían de la boca de Koro como si fuesen la cosa más graciosa del jodido universo. Lo cual agravaba en demasía su malestar, y sus impulsos asesinos.
Una vez se hicieron las presentaciones correspondientes, Koro propuso ir a "celebrar" el retorno de un viejo amigo y la adición de uno para sí mismo. «Sí, claro. Como si yo pudiese ser tu amigo.», pensó el pelirrojo en respuesta. Karma deseaba tanto ir a compartir una comida con el pelinegro tanto como deseaba lanzarse a sí mismo en una piscina con pirañas y tiburones hambrientos. Aunque, debía admitir que lo segundo resultaba bastante tentador si era Koro quien terminaba nadando con ellos. Sin embargo, allí estaba él, sentado en el asiento trasero del auto, escuchando las idioteces del pelinegro y siendo sometido a una tortura que a penas estaba comenzado debido únicamente al pequeño ojizarco sentado en el asiento del acompañante. Le daba mucha envidia que Nagisa riera más con Koro que con él. El ojiceleste parecía mucho más feliz de lo que fue con Karma hace años, y eso lo hacía sentirse como una basura innecesaria.
Karma por supuesto no lo admitiría. No se daría por vencido tan pronto. Regresó a Japón con un sólo propósito y ese era el de hacer suyo a Nagisa, y esta vez sería para siempre. Nada ni nadie lo apartaría de nuevo de su pequeño peliceleste, y si ese pelinegro idiota se metía en su camino, se las vería con el mismísimo demonio.
—Y así fue como terminé desnudo y sin dinero a medianoche en medio del campo de minigolf. ¿A que no es divertido, Karma?
El pelirrojo estaba tan perdido en sus pensamientos que no escuchó ni una sóla palabra de lo que salía de la boca del pelinegro. No fue hasta que Nagisa se giró hacia él con rostro preocupado que cayó en la cuenta que le habían hecho una pregunta.
—Karma, ¿qué sucede? ¿Te sientes mal? ¿Estas cansado por el viaje?
La voz de Nagisa llegó hasta él y actuó como un bálsamo relajante en sus músculos tensos, haciéndolo volver al presente. Una parte de él se sintió culpable por preocupar al pequeño, y la otra, aquella parte suya sumamente egoísta y desenfrenada que clama por más y más de Nagisa, se regocijaba por el placer de saber que su amado Nagisa se preocupaba por él.
Era tonto pensar que no lo haría, pero uno de los muchos temores de Karma había sido que a Nagisa dejara de importarle, que se olvidase de él y ya no quisiese ser su amigo. Se atormentaba a sí mismo con estos pensamientos, lastimándose y menospreciándose por ser un maldito chiquillo impotente, incapaz de mandar señales de vida a la persona que más amaba en el mundo. Lo que hizo en realidad era imperdonable. O al menos, para Karma lo era. No se perdonaría jamás por haber dejado a Nagisa a su suerte cuando más lo necesitaba, por no haberlo protegido como le dijo, por abandonarlo. Claro que Karma no tenía toda la culpa por ello, de hecho, vivía con el peso de pecados ajenos, echándose sobre los hombros una carga que no le pertenecía, pero que para él eran tan propios como el hecho que su vida no era suya. Él tenía dueño desde hace más de seis años pues vivía entera y únicamente para Shiota Nagisa.
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Quédate Conmigo
ФанфикNagisa y Karma estaban enamorados el uno del otro. Sin embargo, por azares del destino se ven obligados a separarse por varios años, durante los cuales ninguno pudo superar el gran amor que le tenía al otro. Es por ello que Karma decide volver a Ja...