5: Las pesadillas de Somnus.

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Luna Lovegood caminaba tranquilamente, tan encantadora y exótica como siempre y miraba a todos lados con los extraños lentes cubriendo sus ojos, como si buscase algo en especial entre las multitudes de alumnos. Muchas chicas y chicos la miraban de diferentes formas, sin saber que pensar de la chica que tenía pequeños rábanos colgando de sus orejas.

Sin embargo, ella estaba de lo más feliz, y se le notaba por cada poro de la piel y por la enorme sonrisa que adornaba su rostro.

- Oh, aquí estas, Somnus. Estoy segura que tu dueño te está buscando, desesperado. - la dulce voz fue dirigida al pequeño animal que estaba siendo arrinconado por unos chicos, que parecían de lo más molestos con el pequeño felino.

Sin embargo, la chica se abrió paso entre ellos, sin importarles los comentarios poco amables, - por no decir groseros y blasfemos - que soltaban cuando ella los empujaba, sin preocupación alguna. El pequeño gato maulló, encantado, cuando la chica lo recogió y lo acuno en su pecho, tarareando una linda melodía, mientras rascaba la cabeza del minino.

- Gato travieso, mira que escaparte de tu dueño. - los chicos solo miraban como aquel gato endemoniado se acurrucaba contra la mano de la chica con total calma, mientras que a ellos casi y les saca un ojo. No, no metafóricamente, literalmente.

La chica comenzó a caminar con tranquilidad, meciendo al pequeño animal, que actuando perfectamente, comenzó a ronronear. Sin embargo, había algo completamente mal en aquello y a Harry le preocupo, ¿acaso Luna sabía su secreto? ¿Que tan probable era aquello? Hasta que Harry o... Ahora Somnus, - al parecer - recordó que la chica siempre había tenido habilidades fuera de lo común. Él juraría que ella era una adivina, o simplemente poseía algún tipo de don que nadie más poseía.

- ¿Lovegood? ¿Que estas haciendo aquí? - una ceñuda Pansy miraba a la Ravenclaw, que estaba prácticamente fuera de la sala común de Slytherin. ¿Que hacia la niña allí? Hasta que sus ojos cayeron en el hermoso gato que tenia en sus manos. - Ese es el gato de...

- Draco, lo se. - la chica no dejo de sonreír, incluso cuando recibió la mirada llena de veneno por parte de la Slytherin. - Unos chicos de cuarto lo estaba molestando, así que decidí traerlo. ¿No es hermoso? - el pequeño gato maulló cuando Luna le acarició la cabeza, tratando de concentrarse, pero le estaba resultando algo difícil, y a Pansy le pareció la cosa más adorable por existir.

- Está bien. Espera aquí. - y con eso, murmuró un hechizo y un pequeño Colibrí apareció, revoloteando y brillando, en un hermoso azul, como solo un Patronus podía ser.

- Tu patronus es muy hermoso, Pansy. - la chica miraba embelesada al producto de aquel espléndido hechizo. Y, extrañamente, la Slytherin se sintió eufórica por aquel comentario.

Quitando a Draco, Theo, a Blaise, y por supuesto, al profesor Snape, nadie era amable con ella, ni las chicas de primer año. Y que aquella chica le dijese aquello, con esa expresión que dejaba muy en claro que no mentía, le hacía preguntarse si encontraría a las personas correctas en otras casas, o debía seguir confinándose en las paredes del laboratorio de pociones.

- Gracias, Luna. - las palabras fueron un susurro, pero fue más que suficiente, fue completa y totalmente sincera. Y cuando el pequeño gato ronroneo por las caricias de la rubia, logró romper el contacto visual que ambas chicas habían establecido. - Ajam, yo... espera un momento, por favor. - no quería ser brusca con la Ravenclaw, ella no se lo merecía, entre todos los alumnos ella jamás fue cruel o despiadada o siquiera fue desagradable. No, siempre fue amable. - Ve por Draco, dile que Luna trajo su gatito. - las palabras fueron susurradas al Patronus, que rápidamente desapareció en unos hilos de humo de un azul brillante y hermoso.

Como sólo un Malfoy Donde viven las historias. Descúbrelo ahora