15: Dolor.

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- ¿Draco? - El nombrado observó como Harry parecía ligeramente confundido, pero no asustado. Eso era bueno, porque sería malo si ambos estaban asustados.

- ¿Uhmm?

- ¿Estamos en el bosque prohibido? - tan predecible.

- Si. - Draco estaba tratando de aumentar en Harry la curiosidad. Era demasiado fácil.

- Draco... - volvió a llamarlo y Draco oculto una sonrisa por la impaciencia del moreno. Sus manos estaban entrelazadas, mientras ambos cruzaban las oscuras sombras y los pasajes del bosque prohibido, a plena noche. El calor de sus cuerpos parecía fusionarse y ayudarlos a mantenerse serenos, a pesar de los peligros que podrían estar acechandolos.

- ¿Uhmm?

- ¿Por qué estamos en el bosque prohibido? - Draco sonrió ante la duda en los ojos verdes.

- Ahí... Esa si fue la pregunta correcta. - Draco apretó más entre sus dedos los de Harry, tratando de calmarse y calmarlo. - Se supone que tengo que mostrarte algo. - murmuró, los nervios comenzando a subir por su piel. Trato de sacudir el ligero temor en él y sin darle tiempo a Harry de preguntar algo más, Draco rodeó el cuerpo del moreno con el suyo, un abrazo protector y acogedor mientras se aparecieron juntos. 

¿La sensación? Fue horrible. La aparición en conjunto siempre era desagradable y muy peligrosa, impredecible, pero era necesario.

Harry intento abrir los ojos, su piel hormigueando por la curiosidad del calor que lo rodeaba, pero Draco puso su mano sobre los orbes verdes imposibilitando la acción.

El ambiente había cambiado drásticamente, de un frío a una agradable brisa fresca que contrarrestaba con el calor. Quería ver, quería saber donde le había llevado. Confiaba plenamente en Draco, pero la curiosidad era grande.

- ¿Que harás con Grimmauld Place? - pregunto sin quitar su mano de sus ojos. El año estaba por acabar. A prácticamente dos meses del final, Draco no podía evitar temer la separación de Harry de su vida. Lo necesitaba.

- No lo se. Tal vez viva ahí o tal vez simplemente la deje donde esta. Tal vez la venda. - Harry quería ver...  Era demasiado curioso y no estaba pensando demasiado en lo que aquellas palabras podrían significar. -Draco, quita tu mano. - Pidió con una sonrisa. Pero pudo sentir el respirar de Draco sobre su piel. Irregular y muy leve. Nerviosa.

- Te gustaría... Ya sabes... - su mano se quitó y Harry pudo apreciar una hermosa casa de dos pisos. Sencilla, hecha de piedra, grandes bloques pintados con un suave azul cielo y rodeada de árboles de manzanas y naranjas. Había cierto encanto en la casa, con los campos que la rodeaban, parecían pintar el paisaje y un lago no muy lejos daba un toque precioso. Más allá, habían pequeños grupos de otras casas al sur, y al norte se veían en mayor cantidad y tamaño.

Se veía hermosa, incluso por la noche. Casi parecía una obra de arte, rodeada de paz y de naturaleza.

- Es mía... Al menos va a ser la cuando acabe Hogwarts... - había cierta hurgencia en la voz de Draco y sus brazos no se habían apartado de su cuerpo. Aun lo envolvía. - Ven conmigo aquí, cuando acabemos Hogwarts. Podrás ir a la academia de Medimagia todos los días y volver o al menos podrás venir durante las fiestas o los descansos.  - Pidió en voz baja, casi como un ruego.

Harry dejo que su mirada recorriera cada ventana y cada ejemplar de las hermosas plantas.

Era.... hermoso.

Dejo que su cuerpo se recostar a por completo en el pecho de Draco, soltando un suspiro y un asentimiento como respuesta...

Era todo lo que ambos necesitaban.

Como sólo un Malfoy Donde viven las historias. Descúbrelo ahora