Dos meses antes, puerto de Génova, Italia
La noche es fría y un viento helado nos llega desde el mar. Yo no hago más que removerme en mí asiento, llevamos aquí más de dos horas y no ha aparecido nadie.
-Esto me da mala espina, Bruno- le comento a mi compañero mientras miro por la ventanilla asegurándome por decimo tercera vez de que nadie se nos aproxime por la espalda y como antes, nada. La calle sigue vacía, a estas horas de la noche y en esta parte de los polígonos del puerto no suele haber mucho movimiento, lo cual me llamo la atención cuando recibimos el chivatazo que nos enviaba a esta dirección.
Miro a mi compañero, que no hace más que rascarse la barbilla con la barba de tres días.
- Lose, a mí tampoco me gusta, pero conozco al chivato desde hace años y nunca ha faltado a una cita – dice sacándose de un bolsillo de la chaqueta una caja de cigarrillos para después ofrecerme uno.
- No gracias, no fumo- digo volviendo a fijar mi vista en la carretera.
- Yo tampoco –dice guiñándome un ojo – pero en ocasiones como estas un caladita de nicotina no viene mal – dice encendiendo el cigarrillo, para después abrir un poco el cristal.
Esto permite entrar el aire frio que trae consigo el olor a sal y dejo que mis pulmones se llenen de ese olor puro relajándome, hasta que al cabo de unas caladas el humo del tabaco se mescla con la brisa del mar , y yo sin comerlo ni beberlo termino fumando sin haber encendido ningún cigarrillo .
- ¿De qué conoces al chivato?- pregunto para distraerme del sabor del tabaco en la boca.
- Digamos que es un muchacho que desde pequeño estuvo rodeado las personas equivocadas en los momentos menos oportunos y que termino desarrollando "ciertas manías" que le han llevado a pasar un par de noches en el calabozo... a pesar de todo es un chico listo, se dio cuenta de a qué bando le convenía pertenecer...aun que si en media hora no aparece nadie nos largamos – dice lo ultimo mientras mira su reloj.
Para después agregar- esta parte del puerto nunca me ha dado mucha confianza.
Comenta siguiendo la dirección de mi mirada hasta las sombras de las naves.
-No sabía que el gran Bruno tuviera miedo a unas cuantas sombras – digo con guasa, conozco desde hace poco a este hombre pero sé que no es de los que se asustan fácilmente.
Su risa es pesada y gutural, vamos lo que se espera de un fumador empedernido, me da que Bruno a tenido "muchos momentos como este".
- Muchacho nadie tiene miedo a las sombras... a las sombras no se les teme .La sombra solo indica que un cuerpo es opaco – dice divertido.
- ¿en serio? Pues yo diría que....
- No peques de prepotente – dice mirándome – yo no le temo a las sombras a lo que yo le temo son a aquellas personas que viven en ellas, alguien que no necesite la luz o que carezca de ella en su alma tarde o temprano se volverá un monstruo. ¿no crees?
- Cierto, pero muy metafórico o espiritual para mi gusto – digo sin tomarme su comentario muy enserio.
- Ay muchacho, pronto te darás cuantas que las criaturas de las sombras no son metafóricas.
Estoy a punto de contestarle cuando una figura sale corriendo de la oscuridad que nos rodea. Bruno de inmediato se tensa enciende el coche y pone las luces, la figura se detiene y queda iluminada, el sujeto se tapa la cara con las manos deslumbrado, de repente Bruno sale del coche.
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La Anatomia de las Sombras
AcciónJuguemos a un juego mortal Juguemos con el bien y el mal Juguemos con la sombra y la luz Juguemos a ver la verdad ¿te atreverías a continuar? ¿te atreverías a terminar de jugar? Después de que la luz se disipe en la sombra Después de que el mal s...