La entrada triunfal

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La vida es un engaño. 

Caminé por la calle en modo "Estoy distraída y tengo sueño pero tengo que ir al trabajo" mientras que las personas en modo "Estoy tan distraído, no tengo tiempo para sortear a la gente" me chocaba con sus hombros. El gentío era grande, pero como siempre, no tan grande para intimidarme a preferir el colectivo a mis piernas.

Caminar siempre es lo mejor.

Pero lo mejor es llegar temprano a tu trabajo y decir: ¡Lo logré! ¡Pasé la ola de personas sin que mi pelo no parezca una maraña de lana de gato!

Pero eso nunca me pasaba, obvio.

Me delineé de nuevo los labios y los pinté de rojo como al jefe le gustaba. Mientras que subía el ascensor arreglé mi cabello lo mejor que pude. Siempre tenía a mano cualquier cosmético y producto importante para que no me miren como a un bicho raro en el trabajo. Todos los gerentes tenían que estar pulcros, excelentemente bien vestidos de marca y maquillados profesionalmente. LITERALMENTE eso aparecía en el contrato de empleado empleador. Todavía no sé cómo conseguí el puesto de gerente de la sección de Seguridad y Sistemas pero tenía que agradecer a Dios por todo lo que me daba. 

Sin embargo, admito que la mayor parte del tiempo no hacía nada como un gerente "de verdad". Como mujer en un puesto de autoridad en el trabajo, costaba dejar una marca. Los hombres solían considerarte una secretaria si no tenías un cartel que decía: "Gerente de Seguridad y Sistemas".

Una vez, ¡en serio! Me dieron una bandeja con todas las tazas y servilletas usadas con café. Cuando le aclaré al subdirector que en realidad era GERENTE después de media hora de discusión y de mostrarle todos los papeles que certificaban que no era una secretaria más, finalmente pude volver al trabajo pero me quedé hasta la una de la madrugada terminando lo que no pude hacer en el día.

Desde ese entonces, el subdirector de la empresa Motors and Co. no dejó de observarme. 

Subí al piso 16 y caminé por el pasillo de la muerte. Sentí cómo todas las miradas se fijaban en mi ropa y en cómo estaba vestida. Hay una encuesta a fin de mes que completan todo los empleados donde dicen si estuviste presentable en el mes. Si llegas a juntar tres meses de "Mal vestida" te despiden. A mi amiga, Rosie le pasó eso. Fue horrible.

Ahora trabaja vendiendo esculturas de segunda calidad.

A veces la visito cuando no estoy ocupada el fin de semana armando carpeta y llenando informes. Sí, me levo la tarea a la casa, porque en vez de Gerente soy secretaria de mi subgerente. El subdirector le das las tareas a él y el muy genio me da la tarea a mí. ¡Nadie me habla! ¡Es horrible!

El golpe que le di a la mesa resonó por el pasillo de la muerte. Me escondí debajo del escritorio para que nadie viera que fui yo. Respiré suavemente y me calmé. Tenía que estar concentrada. Era la mejor formateando y revisando daños en los sistemas, tenía que conservar mi puesto y manejar mi estrés.

Tomé una leche chocolatada (porque el café me hace mal, tengo algo en el estómago que no lo tolera, no sé. Mi vida es difícil) y continué con la programación del nuevo software. Tenía algunos defectos pero había que contrarrestarlos con cortafuegos. Teníamos que conseguir que fuera impenetrable. Tony Stark (nuestro cliente) esperaba que lo entregáramos ésta tarde. Pero me parecía imposible.

Sí, además de fabricar motores, éramos una empresa privada que por la "noche" vendía software. Mi sección era fantasma en los registros de la empresa. Literalmente no existía como empleada de Motors and Co. Mi vida era un espejo de seguridad nacional.

A veces, la CIA venía y nos pedía algunas "cosas importantes". 

Mejor no especifico.

De repente, escuché unas voces que no conocía. Una voz bien grave y otra más o menos británica. Se acercaban a mi despacho. Continué en modo "Estoy trabajando, no tengo tiempo para prestar atención a ruidos externos" y sentí la mirada penetrante del subdirector y levanté la vista, pero en vez de eso, me encontré con otra figura.

Loki, a tus serviciosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora