Capítulo 5

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Marcelo

— ¿sucede algo?— me giré molestó hacia Adán.

— ¿por qué preguntas?— segui recogiendo el heno del ganado.

— has pasado furioso toda la mañana y sólo te escuchó murmurar — seque el sudor de mi frente y miré a Adán.

— ¿por qué enviaste a Lalita a mi habitación?— Adán bajo la mirada y se quitó el sombrero.

— la trajiste a la fuerza, sólo fue una pequeña broma — resoplé molestó.

— ¿una pequeña broma?— pateó el suelo con furia — el hecho que seamos familia no te da derecho.

Sonrió con burla y se me acercó.

— actúas como un hombre de las cavernas Marcelo, se que ella estaba en peligro pero hay otras maneras— me acercó a Adán y lo sujetó del cuello de su camisa.

— agradece que por que llevas mi sangre no eres hombre muerto — Adán enarcó una ceja.

— ahora te ha dado por recordar nuestro parentesco, espero no te dé por invitarme a beber el té y ha chismear, hoy actúas como una niña— apreté fuerte los dientes.

— ojalá la maldita maldición fuera para ti también — Adán se encoge de hombros y se suelta.

— ¿es para los Areválos no?— asiento — estoy a salvo, aunque mi hermana es una Arévalo, todo es para ella.

— Eza debe saber que eres su hermano— me encogó de hombros.

— ¿para qué? Ni siquiera mi padre sabe de mi existencia.

— Juan, se pondrá feliz al saber que tiene un hijo varón y creo que Eza estará más tranquila al saber que la carga del rancho no será  sólo suya.

— no, mi madre sólo fue una aventura para Juan Santos, él se casó y jamás volvió a buscar a mi madre — ¿tiene algo que ver tú enojo con que seamos primos?

Negué

— no — caminé hacia la entrada del establo — debó revisar las cercas.

— Marcelo— me giré y lo miré — para mi esa maldición sería lo mejor que me pudiera pasar, tener a alguien que te ame sólo a ti debe ser maravilloso.

Solté una carcajada llena de amargura total.

— ¿maravilloso? Viste a papá como se fue consumiendo por ese maldito amor hacia mi madre. Eso no es maravilloso.

— no, para mi que el amor que mi tío le tenía a tu madre no era sano, un alma gemela es igual a ti, ama con la misma intensidad.

— Adán, si se pudiera esa maldición sería toda tuya — avance pero me detuve un momento — creo que no hemos pensado bien las cosas.

— ¿de qué hablas?— Adán caminó hacia mi.

— somos familia por que los Santos y los Areválos están emparentados...— Adán frunció el ceño sin entender — nuestra familia se mezcló con el hijo de Tobias y la hija de Zulema.

— ¿y?— lo miré.

— tú eres parte de la maldición Adán — él sonrió con burla.

— he tocado la mano de muchas mujeres y no ha pasado nada— apreté la mandíbula.

— quizás no ha llegado tu alma gemela — quise morderme la lengua pero ya era tarde.

— ¿es ella?— Adán me miraba con incredulidad — así que ya le tocó a Marcelo Arévalo recorrer el camino del amor, pero no tocó tu mano...— sonreí con ironía, años de salir con mujeres, poseer sus cuerpos pero no permitía que me tocarán la mano, y no era sólo la mano...

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