- Hace tiempo que no te notaba tan sería y con la mirada perdida, ¿está todo bien? - me pregunta mi madre. Estamos en un restaurante, como me había dicho hace rato.
- Todo bien - contesto con la mirada sobre mi comida, la verdad es que no tengo nada de hambre. Me siento mal, incómoda, adolorida, enojada y triste.
- Sabes? Siempre me he preguntado porqué me tocó una hija tan rara como tú - dice rodando los ojos.
Bien, eso dolió.
Pero ojalá a mi me hubiera tocado una mamá atenta y cariñosa.
- ¿Qué ibas a decirme? -
- Me dijo tu padre que Samantha viene en dos días, quiero que la recibas bien y que no le provoques problemas, es la única hija de tu padre y la consentida, no quiero que él se moleste conmigo por tu forma de tratar a sami - dice seria
Genial, lo que me faltaba: Samantha, la señorita odiosa en casa.
- Ariel, no es mi padre - digo seria
- Lo es, él te ha criado desde que eras una mocosa de 3 años - dice orgullosamente
- No lo es - digo una vez más.
- No quiero una sola queja tuya de parte de Samantha - dice, solo asiento con la mirada fija al plato que tengo frente a mi.
- ¿Terminaste? Debo irme, tengo una junta en media hora y ya voy retrasada. - dice buscando algo en su bolso
- Aún no - digo dudosamente
- Ok, te dejo dinero y paga cuando termines, te vas en metro, en colectivo, taxi, caminando o en lo que quieras. - se levanta apuradamente - me voy - dice y se da media vuelta sin dejar que dijera algo. Alzo la mirada y la observo alejarse entre las mesas.
A veces siento que ya no podre seguir con esto. Mi madre para nada me pone atención, se maldice a si misma por tenerme como hija, prefiere a Samantha, la hija de Ariel, mi padrastro que a mi, los abusos de Ariel y todos los miedos que tengo encima, no es fácil de llevar una vida así.
Sin darme cuenta comencé a llorar, siento una que otra lágrima caer sobre mi mano. Me limpio rápidamente, nunca me ha gustado llorar cuando hay personas.
Creo que estoy comenzando a llegar al límite, antes creía poder con esto y más pero ahora pienso que en cualquier momento voy a explotar y voy a decir todo sin importar a quien lastime la verdad.
Sé que esa pregunta en su mente esta ahí desde lo anterior y la respuesta es que, no puedo decir nada, si mi madre se entera seguro me echa de casa, me quita el apellido y Ariel seguirá haciendo de las suyas, si lo denuncio o le digo algo de lo que él me hace a alguien más seguro mamá se enfadará el triple conmigo, por inventar cosas que manchen el apellido, es obvio que ella jamás me creerá a mi, todos estan primero que yo, Ariel, Samantha, su trabajo, sus amigas, sus clientes, el gato, el perro, su coche, la ropa, los zapatos y por último estoy yo.
Creo que ya lo notaron.
Me termino mi jugo y llamo al mesero para pedirle la cuenta, este se me acerca y me deja la cuenta, tomo el dinero que me dio madre y lo dejo sobre la mesa.
Me levanto y cruzo por las mesas del lugar con los brazos cruzados y con la cabeza a bajo, al salir una leve brisa choca contra mi cara.
Cruzo las calles, camino por la acera con la mente completamente hecha un desastre, pienso en todo y en nada a la vez.
Quisiera correr ahora mismo, correr sin rumbo y huir de todo esto, irme y no volver a ver a mi madre y a su estúpido esposo, no saber nada de hombres ni de problemas, pero así no se resuelve nada, no se como resolveré esto.. . en realidad no sé si algún día lo solucionaré.
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Jamás lo hubiera imaginado.
Подростковая литератураUna adolescente mexicana, de 17 años de edad llamada Vanessa es victima de malos tratos y de abusos por parte de su madre y su padrastro desde hace algunos años; esta punto de rendirse pero llega a su vida una persona mayor que la comprende y le dem...