Me siento frente al ordenador. Tal vez eso me ayude un poco. Mientras inicia veo mi reflejo en la pantalla del ordenador. Tengo ojeras y estoy algo cansada. Tan solo hace tres días que empezó este año y ya me parece un asco. Tal vez sea porque ella no está aquí para desearme un buen año. O tal vez me duele demasiado la cabeza para creer que lo será. Sin embargo, no pierdo la esperanza de que volverá y me alegrará el año. Le pediré perdón por haberle gritado. Le daré un abrazo y su sonrisa me hará sonreír. Todo volverá a ser como antes. Busco sin ganas algún entretenimiento en internet y pienso en mirar mi correo antes. 87 mensajes nuevos. Publicidad, como siempre. Empiezo a seleccionar y uno me llama la atención. Es del hermano de ella. Él nunca me escribe por correo. A no ser que sea urgente, o este lejos. Solo pone "sin asunto". Cliquee encima para dejar de calentarme la cabeza con malas ideas. Leí el mensaje. Solo eran dos líneas. Lo volví a leer. 6 veces. O tal vez fueron 7, no recuerdo bien. Miraba la pantalla, pero no veía con claridad. La palabra "muerta" resonaba dentro de mi cabeza una y otra vez. Me temblaban las manos mientras apagaba el ordenador. Oía los gritos de mi madre recordándome que se iba a comprar. Abrí la boca, pero nada salía de mí. Trague saliva, pero aun así no podía hablar. Cerré la puerta mientras escuchaba el garaje abrirse. Me senté en el suelo, apoyando la espalda contra la madera. Las lágrimas corrían por mis mejillas unas tras otras. Intente limpiarlas, pero mis manos no se despegaban del suelo. Me temblaban las mandíbulas, como cuando hace mucho frio.
Algo en mi pecho quemaba.
Ardía.
Notaba una sensación de desgarre en mi interior que nunca antes había sentido.
Quería correr.
Gritar.
Quería que esa sensación parase.
Todos los músculos de mi cuerpo estaban tensos. Intente no creérmelo. Convencerme a mí misma de que no era posible. Pero él jamás bromearía con algo así. No pensé que fuera posible sentir tantas cosas a la vez sin explotar.
Ira.
Dolor.
Culpa.
Miedo.
Y algunos más que no sabría describir ni nombrar. Incluso algo de nostalgia. Cerraba los ojos, pero solo veía los malos momentos. El dolor que le había causado. La pelea de la última semana, antes de que se fuera. Me senté sobre la cama. Abrace mis rodillas y me deje caer lentamente. Pase como dos horas de esa forma sobre la cama. Mi madre me llamo, pero no podía ni quería moverme. Solo quería morirme. Pensaba "soy yo la que debería estar muerta y no ella". No tenía hambre. Ni tampoco sed. Ya no lloraba. Solo cerraba los ojos y sentía como el dolor invadía cada esquina de mi mente. Todo está oscuro en mi cabeza.
Mi hermana se asomó y me pregunto sobre mi estado. "Estoy cansada" fue lo único que pude decirle. Bajó la persiana y cerró la puerta. Aunque estuviera oscuro veía podía verla a ella allá donde mirase. Volví a llorar. Una y otra vez a lo largo de la noche. Quería dormir. Despertar y que nada hubiera pasado. Pero siquiera podía cerrar los ojos.
Pasaron tres días. Domingo. El día siguiente empezaba el segundo trimestre. Me las había apañado para aparentar ocupada siempre con papeles sobre la mesa. Por suerte no dormir y llorar contrastaban mis ojos de forma que se veían como siempre. Llevaba días sin sonreír. Incluso pensaba que nunca volvería hacerlo. Me senté sobre la mesa y volví a encender el ordenador. No quería seguir así. Quería eliminarlo todo. Quemarlo todo. Todo lo que me recordara a ella. Borre las fotos, queme las cartas y los dibujos, partí en pedazos las pulseras. Solo conserve una pulsera azul y lila.
Practique durante horas frente a un espejo. Nunca había sido una persona transparente y no iba a empezar entonces. Probe mis mejores caras. Las use una y otra vez con mi familia. Hasta que llegue al insti. No escuchaba nada de lo que me decían. Tan solo sonreía y asentía. Me gustaba dormir. Era la única forma de soñar y sentir que ella aún seguía aquí.