El significado de amar

Negación

Miré con atención aquel pergamino. Tenía en mis manos un jutsu que me daría el poder de cambiar todo lo que quisiera, absolutamente todo lo que quisiera durante un lapso de seis horas. Después de lo que había vivido, ¿qué era realmente lo que más quería? ¿Qué era lo que merecía la pena cambiar?

Tantos años de mi vida buscando aquel pergamino para que ahora no supiera que hacer. ¿Por qué? Todo fue por su culpa, si no le hubiera vuelto a encontrar, esto jamás hubiera pasado. Me sentía dividida por el amor que le profesaba, sin embargo, sabía que mi corazón haría lo que realmente creía que merecía la pena, y ese algo era él.

A pesar de que sabía que él nunca me había querido, que me había usado y manipulado todo este tiempo, que tomó mi cuerpo bajo mi consentimiento solo para desfogarse y que jamás haría nada por mí, yo estaba dispuesta a entregar todo por él. ¿Por qué? El amor es así, algo que no podemos controlar, algo que nos hace dar todo de nosotros mismos para lograr alcanzarlo, algo que nos hace tomar medidas drásticas o desesperadas, algo que, a pesar del dolor, siempre  perseguimos.

Perdí a mi propio yo por él... Y él, no hizo nada por mí.

Y aún así... le amo.

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A mi lado se encontraba Kisame, quien miraba al suelo por obvias razones. El dolor por la pérdida de su antiguo compañero, un compañero del cual yo era la sustituta. Aquello no me agradaba para nada, por mucho que mi compañero dijese que se encontraba bien, yo sabía que eso no era cierto. Sus ojos le delataban.

— ¿Y bien? ¿Vamos a estar toda la mañana mirando a la nada?— Pregunté de manera fría.

Lo siento, Kisame...

— No...— Respondió tras unos segundos, incorporándose del suelo de aquel templo destruido.

Sabía que mis palabras le dolían, sabía que estaba sufriendo, pero yo me negaba a verle así, porque entonces yo también me derrumbaría.

— ¿Cuánto tiempo ha pasado...? ¿Tres meses? ¿Cuatro? Realmente deberías superarlo ya.— Bufé, comenzando a andar hacia el perímetro de las ruinas, notando como un nudo aparecía en mi garganta.

Apreté mis puños y mi mandíbula. No podía llorar, no podía mostrarme débil, él no quería verme así, él repudiaba verme así. Cogí aire y lo solté lentamente, procurando que el hombre pez no lo notara en demasía.

— ¿No eres capaz de guardarle un poco de luto? Itachi era de tu clan también.

Las palabras de Kisame no me ayudaban para nada en mi propósito. Necesitaba relajarme, aparentar ser fría.