No saldrás de tu Mente

Sobre Inmiscuirse en una Muerte

Podría decirte cuantas veces eres mejor que otras personas. Podría citar cada una de tus frases más descabelladas mientras me visto de manera ridícula, actúo como un idiota y hablo con la boca llena de algún alimento que se vea asqueroso mientras se mastica y aún eso, seguirían sonando como ideas completamente geniales. Podría darte miles de páginas que explicasen a detalle cada una de las razones por las que eres una persona maravillosa, llena de vida y tan feliz como nadie puede serlo y, además, tan capaz de transmitir toda esa felicidad sólo con una sonrisa. Una hermosa sonrisa

Pero a pesar de todo lo que yo puedo hacer por ti, para demostrarte cuan valiosa eres, tú jamás me creerías ninguna. Más allá de eso, te limitarías a voltear la cabeza, agachar los hombros, cerrar los ojos y retirarte mientras yo por dentro lloro a cantaros y mientras muero desde dentro por tu respuesta, una que jamás llegaría.

Todas las palabras hermosas que podría dedicar a cada una de tus magnificas virtudes, quedaría completamente estropeado por tu autodestructiva capacidad para golpear las palabras de afecto y de amor con sólo un suspiro.

Me viene a la mente la dualidad que representas, tan destructiva como hermosa. Tan majestuosa tu complejidad, que cada una de tus partes reflejaba una sonrisa, una oda a la virtud humana. Recuerdo que ese calor que me diste alguna vez me llegó en una época en la que yo había perdido todo mi brillo, y tú sólo con una sonrisa y un abrazo, quizá el más cálido que haya sentido en mi vida, con eso bastó para cambiar mi vida para siempre. No sé cómo fue, cómo fuiste capaz de provocar tanto amor en todas esas personas que se te atravesaron, aunque hubo alguna que otra persona que te odiaba y te deseaba lo peor, no creo que esté feliz ahora que no estás, pues, hasta para esas personas, fuiste una luz. Y es que detrás de esa hermosa sonrisa también hay una lluvia de lágrimas que jamás cesaría de no ser porque fuiste tú quien le puso pausa. Una pausa eterna, que condena con frío y que abraza tan fuerte que cierra cada una de nuestras puertas, la única salida es dejarse arrastrar, y una vez en ese punto ni pelear es útil, aquél frío infernal te levanta por los aires y te retuerce, te estrangula y arranca de ti hasta la última pisca de amor y compasión y dicha y luz que sentiste en la vida. Te sumerge dentro de ella como en una feroz tormenta, que al principio se muestra en calma, contra la cual sueles pelear un momento, pero aquel momento sólo vuelve más fuerte el deseo. La carne que pelea es siempre la más divertida de conseguir, dicen algunos. Y creo que esto no cambia.

Una vez que la tormenta muestra su peor rostro, se acerca lentamente y se asegura de que cada parte de tu cuerpo sufra el estruendoso sonar del trueno y la furia abrazadora del rayo, la lastimosa pena de la lluvia viene entonces, cayendo sobre ti poco a poco, mientras tus pies aún tocan la tierra el viento te susurra palabras de dolor, de ira, de pena, de orgullo, de horror. Hace que pierdas cada pedazo de esperanza, y con ello, dejes de resistirte. Una vez dentro de la tormenta, esta te eleva y bebe tu sangre, cada gota una a una, y es entonces donde te debilitas y quieres pelear con más fuerzas. Ya terminada la tarea, dejas de pelear, la tormenta te ha tomado de ti cada pedazo de alma y sólo te dejas caer. Dicen que la peor parte es esa, caer: Pues te das cuenta de todo, ves tu vida pasar mientras te dejas caer por el ojo de la tormenta y de pronto golpeas el agua, tan fuerte como si fuese mármol sólido. Tanto que duele la caída, pero no se compara con el verdadero dolor, el saber que te has rendido desde el primer instante y por eso, morirás.

Supongo que la muerte es algo aterrador para algunas personas. Otras suelen compararlo a un regalo. Cada uno tiene un nombre para su Dios, cada uno tiene una visión diferente de su creador. Todas las personas estamos predestinadas a suponer un par de cosas, suponemos que existe un Dios, suponemos que habrá un mañana, incluso podemos suponer que será mejor que ayer. Pero la verdad es que sólo habrá una forma de comprobarlo, vivir hasta mañana.