No Podemos.

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Me sentía bastante apenada a su lado, por una parte no me creía que uno de los chicos más aclamados y populares de toda la escuela se encontrara prestándome atención a mi, mí persona. Recordaba lo que yo valía como persona y mujer y me bastaba para únicamente interrumpir esos repentinos altibajos de autoestima.

-¿Qué comprarás en el súper?- interrogó acercándose demasiado a mí espacio.

-Solo vengo por unas cosas que mí madre me encargo.- respondí.- No tardaré demasiado.

-¡Greaaaato daze!- exclamó y le dirigí una mirada interrogativa.- ¡Te ayudaré con el mandado y con las bolsas!

-No es mucho, Josuke.- recalqué sin mirarle.- Es solo 1kg de arroz, 30gr de limas, 1 aguacate y 1.30kg de huevo.

-Yo sé que no es mucho.- sonrió.- Pero una princesa merece una mano derecha que le ayude en todo lo que pueda.

Y justamente después de dicha línea que resultó ser tan coqueta, el chico se adelantó a entrar por las puertas automáticas del súper dejándome totalmente sorprendida. Sonreí para mi misma, ha decir verdad había sentido una sensación muy dulce y placentera en mí corazón.

Después de haber realizado el mandado, el azabache insistió en acompañarme a casa para ayudar a cargar las bolsas, le repetí nuevamente que no era algo necesario por hacer pero él terminó saliéndose con la suya.

-Tu casa es muy linda.- habló mientras cargaba con todo el mandado entre brazos mediante nos acercábamos cada vez más a mí hogar.- De hecho, vives a tan solo unas cuantas cuadras de la mía.

-No me lo imaginaba siquiera.- respondí tomando las llaves de mí bolso y abriendo la puerta.

Una vez dentro, ambos nos percatamos de un terrible desorden que se extendía por todo mí hogar, el jarrón del recibidor había sido brutalmente hecho trizas, adornos de las paredes y de algunas mesas estaban rotos como si se hubieran impactado contra algo o alguien quizás, sillas arrumbadas por toda la sala y algunas quebradas de las patas. Solté un grito de sorpresa al mismo tiempo que Josuke teñía su rostro de una mueca bastante nueva para mi.

Me apresuré de manera precipitada hasta la cocina.

-¡¡Oye Almendra!! ¡¡Espera!!- escuché la voz del chico vestida de terror.

Al asomar mí cuerpo entero hasta el cuadro de la cocina, pude encontrar unas impresionantes manchas oscuras de al menos 4mt. de diámetro, tal y como si algo hubiera estallado en el lugar. ''¡¿Mamá?! ¡¿Papá?!'' exclamé desesperada buscando en el suelo algún rastro de ambos. Encontré a mí madre quien yacía al parecer sin vida aparente sobre los azulejos del lugar. Pegué un grito desesperado de horror y terror, sentí como la sangre bajaba violentamente hasta mis pies y enseguida mis ojos experimentaron manchas borrosas en mis retinas.

-¡¡¡ALMENDRA!!!- escuché la voz de mí acompañante y enseguida escuché las bolsas impactar en el suelo.

Sentí como unos brazos rodeaban mí cuerpo con rapidez aferrándose a él y tomándome sobre los aires, luché como pude para evitar quedar inconsciente debido a la baja de presión. ''Josuke...'' apenas susurré apoyándome entre sus fornidos brazos sin más remedio.

Me colocó sobre un sofá de la sala aunque yo intentaba reincorporarme de pie y él me evitaba fácilmente hacerlo.

-Quédate aquí.- habló seriamente. Josuke de esa manera se veía tremendamente atractivo.- Puede ser peligroso para ti el ir a investigar, lo haré yo.

-Pero...

-No intentes moverte de aquí, Almendra. Lo he dicho.

No quise insistir ante la tonalidad de voz y la postura que el japonés había optado. Por otro lado, el haber encontrado de esa manera a mí madre me ponía de bastantes nervios, comencé a llorar significativamente, a mí padre simplemente no lo encontré en el suelo de la cocina y comenzaba a preocuparme aún más, recordé enseguida que me faltaba echar un vistazo a la planta superior y si Josuke se encontraba en la primera planta entonces yo accedería a la segunda bajo mí propio riesgo y necedad.

Cristal y Diamante.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora