Familia.

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Era una sensación conocida para él, los nervios, la felicidad, las ansias, el amor, el miedo... todo perfectamente mezclado y en cuanto la manecilla de los segundos daba una vuelta completa, anunciando así que un minuto había pasado, todas esas emociones explotaban y volvía a reunirse para hacer lo mismo un minuto después. Un ciclo que no parecía tener fin.

Sus manos estaban heladas y ahora no contaba con la calidez de su esposo para cambiar eso.

Debía tranquilizarse, pero no podía.

— ¿Papá? — Aquella pequeña mano tomó la suya.

Pequeñas manos cálidas, que le devuelven a la razón.

Todo saldría bien.

—¿Qué sucede con papi? —Su pequeño se aferró a él. Había muchas cosas que lo asustaban en ese lugar, principalmente ese insano color blanco que los rodeaba, el aroma a antiséptico que le revolvía el estómago. Las personas corriendo de aquí a allá, incluso vio a un niño llorando en su camino hasta donde se encontraba su padre.

Su papi le había dicho muchas veces que siempre que tuviera miedo él estará ahí, Seiki busco alrededor, esperando encontrarse con la mirada castaña de su papi y un gran abrazo protector, no encontró ni su mirada ni su cálido abrazo y eso le aterro. Su padre también lucía asustado, sus manos estaban frías y había un ligero temblor en ellas. Era aún pequeño, pero incluso él podría deducir que algo malo ocurría.

Los hospitales eran malos.

Seiki lo sabía, sus hermanos lo sabían, porque en ese lugar algún tiempo atrás a él y a sus hermanos les habían inyectado. Su papi también iba mucho a ese lugar y siempre llegaba a casa con muchas cosas que sabían horrible, su hermana le había dicho que eran pastillas y que su papi debía tomarlas para estar bien y para que sus hermanos nacieran fuertes y sanos.

Seiki no podía creer que algo que supiera tan feo, hiciera algo así por sus hermanos. Seguro era un engaño, pensó el pelirrojo.

— ¿Por qué no está aquí papi? — pregunto y Seijūrō suspiro, el nerviosismo lo había invadido de nuevo.

—Estará con nosotros pronto. — ¿Por qué se tardaban tanto en llamarlo? Él quería estar al lado de su esposo cuanto antes.

—Tranquilo. — Shiori toco su hombro.

—Todo saldrá bien. — Esta vez fue su padre quien le alentó. — No te asustes o asustaras a los niños. — Susurro cerca de él, entonces Masaomi tomó entre sus brazos a su nieto. — Tranquilo, Seiki, papi pronto estará con nosotros, ahora mismo él está ayudando a tus hermanos a llegar.

—Mis hermanos... — repitió Seiki. Su mirada se iluminó, su papi y su padre ya le habían dicho sobre ellos, serian dos y él podría jugar con ellos y ellos lo llamarían "onii-chan" dos pequeños con los que jugaría todas las tardes, sus lindos y adorables hermanos, Seiki los amo desde que supo que los tendría.

— ¿Dónde están Sakura y Kousei? — Shiori tomó a Seiki de los brazos de su esposo, depósito un amoroso beso sobre su frente y acaricio su mejilla con dulzura.

—Se quedaron con Kaori el fin de semana. Seiki no pudo ir porque tenía cita con el dentista.

Shiori asintió, y sonrió levemente al saber el comportamiento del pequeño Seiki ante todo lo que tuviera que ver con el hospital. Especialmente con el dentista, ese lado adorable y un poco mimado era algo que disfrutaba un poco, le gustaba consentir a sus nietos, amaba que sus pequeños fueran un poco más rebeldes, Seijūrō siempre fue un buen chico, tenía las mejores notas, el mejor comportamiento y ni una sola vez tuvieron una queja de él y no es que a Shiori no le gustara eso, cualquier madre se sentiría orgullosa de tener un hijo como él, pero ahora sólo quería disfrutar a sus nietos, consentirlos mucho, y una que otra vez ser su cómplice en alguna travesura.

Kazoku.|AkaFuri|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora