Sin filtro

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«Tengo pensamientos turbulentos y una autoestima que combina.»

What A Catch, Donnie; Fall Out Boy.

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A veces las personas creen ver la luz donde solo hay oscuridad. Ven diamantes en bruto, una mina de posibilidades, una vida por delante. Con su imaginación pueden hacer lo que sea, ir adonde quieran y volar sin tener alas.

Pero solo algunos pasan lo que está dentro de su mente a la realidad. A la cruda y para nada amigable realidad.

Donde las posibilidades se ponen a prueba y lo que se creía que era real resulta ser lo contrario. ¿Seguirá brillando esa luz o la bruma volverá a nublarles la vista?

A quienes depositaron esperanza en las manos equivocadas.

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—Ayer aprendí algo —sonrió Celeste en el consultorio del doctor Miguel Duarte aquella mañana nubosa—: puedo perdonar más de lo que parece.

Le había contado a su terapeuta lo sucedido con Daniela Saavedra el día anterior, omitiendo algunos detalles, y cómo se sentía sobre eso. Él analizaba sus gestos en silencio, sin anotar nada, como siempre. Sus ojos marrones estaban fijos en ella mientras proseguía a contarle cómo milagrosamente no había estampado a su amiga contra la pared. Aunque eso no quitaba que se sintiera algo usada, trataba de hacer esas emociones a un lado.

—... pero todavía no entiendo por qué dice que estoy cambiada —siguió la joven, mirando al doctor con ojos azules—, capaz que un poco, pero no...

Miguel le hizo un gesto para que dejara su perorata que no iba a ningún lado. Celeste empezó a tocar, intentando tranquilizarse un poco, la mesa ratona que los separaba. Esa vez ella estaba recostada en un sofá amarillo.

—Ahora vamos a ver si de verdad hay un cambio, Cele, tranquila. Y me alegra mucho que hayas perdonado a tu amiga si vos creés que se puede.

—Apliqué lo que me enseñaste para controlar la ira. —Suspiró y miró al blancuzco techo, tratando de no pensar en cómo le había dolido ver llorar a su amiga.

Apartando los pensamientos egoístas de su cabeza en contra de ella, ver a una persona quebrarse de verdad había sido duro. Se preguntó si las personas que amaba se habrían sentido así al presenciar su caída. Y sonrió un poco al pensar que sus padres estarían orgullosos de lo que había hecho; entender a los demás y darles una oportunidad a pesar de sus errores era algo que le habían enseñado.

—Es el momento —dijo el doctor Duarte, sacándola de sus pensamientos, que por una vez pasaban de la oscuridad a la luz y no viceversa.

—¿De qué?

—Es noviembre, y ambos sabemos que el año pasado sucedieron cosas duras. Quiero que me hables de eso, por más que te cueste, o que llores, o lo que sea. Contame lo que sientas que debo saber.

Entonces, Celeste sintió como si le hubieran dado una patada en el estómago y hecho un nudo en su esófago. No quería recordar aquello, de ninguna manera. No quería revivir todo lo que había sentido al ver que los cuerpos de las personas que más amaba estaban bajo tierra, con sus nombres grabados en frías lápidas. No quería recordar lo débil que se había mostrado.

—¿Para qué?

—¿Cómo?

Celeste volvió a dirigir su mirada, ahora oscura como la noche, a su terapeuta; que como siempre, no anotaba nada.

Yes, My Lady (Kuroshitsuji: Sebastian x OC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora