1. Los días repetidos

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  Toda esta historia comenzó hace muchos años, como me acabo de enterar: cuando estaba en ese pequeño colegio y los días eran todos iguales, mientras íbamos y veníamos de esos salones escondidos bajo las montañas de esa ciudad diminuta. Ahora que estoy corriendo bajo la lluvia, desesperada porque mi soñador empedernido no se vaya, angustiada por no haber hecho volar esas eternas mariposas de papel, puedo recordar casi como si fuera ayer el comienzo de toda la historia. Si él se marcha, entonces seré la persona más desdichada del mundo. Si él se va en ese vagón y no alcanzo a decirle lo arrepentida que estoy, realmente no sé lo que haré. ¿Cómo fui tan estúpida? Pero claro, tenía diez años menos que ahora. 

Como supe, hace unas pocas horas, todo comenzó en esa clase, hace diez años...

 —¿Cómo has estado, después de todo?— preguntó indiferente el profesor de Lenguaje. 

  ¿Cómo responder, de manera amable, que no me importaba su preocupación, que no quería hablar del tema, y que su pregunta era obviamente de falsa simpatía? Pero guardé silencio y respondí con una sonrisa, como siempre lo hacía.  Él respondió también con una sonrisa, esta vez más sincera, colocando una mano sobre mi hombro. 

"Los divorcios son así", me decían todo el tiempo. "Debes entender a tus padres, y apoyar el proceso de la mejor manera". Pero después de años de familia, integridad, momentos compartidos, lágrimas y risas, todo lo que venía  parecía ser desunión y seriedad. Me acostumbré a escuchar constantemente comentarios lastimeros, frases de consuelo, preguntas de preocupación que muchas veces ni siquiera yo las mecería. ¿Por qué no podía ser como mi hermano mayor, que parecía alegre todos los días, aceptando con normalidad lo que había pasado? Yo no podía fingir que no me afectaba, ya que miles de pensamientos rondaban por mi cabeza. Me volví, después de todo este proceso que sucedió a principios de ese año,  una  mujer sumamente silenciosa. Y los días eran todos iguales entre sí. 

En el colegio todos parecen pasarla bien. Las parejas se armaban y desarmaban. Supongo que las separaciones a esa edad adolescente son más fáciles de aceptar que cuando se es adulta. Yo no sé mucho, nunca he tenido pareja. Creo que tengo el típico problema de las personas que se toman las cosas en serio: no nos toman en cuenta. Mi hermano Mateo me decía que debía relajarme, "a esta edad nada es serio" afirmaba, riéndose. Yo no le hacía caso. 

  — ¿Qué elemento en común vemos en estas muestras literarias, señorita González?— escuché que el profesor dijo calmadamente, mientras todos los demás en la sala de clases se ponían en silencio. De pronto recordé que mi apellido era González. 

— emmm...no sé profe. 

 —No hay problema en no saber, pero dígame que cree que es. 

Odiaba a este profesor. Se hacía el amable. Decía que todo era muy sencillo pero nos exigía hasta el relleno de los dientes en las pruebas que nunca entregaba a tiempo. 

  — emmm... ay profe es que no sé...

¿Cómo decirle que no quería hablar? ¿Que mientras más segundos esperaba él mi respuesta, más ansiosa y nerviosa me colocaba? ¿Cómo explicarle que mi silencio no se debía a que no supiera, sino que no estaba de ánimos de hablar ni quería que escucharan mi voz? ¿Cómo a su edad se olvidaba tan fácilmente lo que es tener 16 años?

En ese entonces no lo sabía. 

Yo creía que todos en ese salón de clases se reían de mí. Claro que estaba en lo correcto. Casi. El profesor esperaba pacientemente mi respuesta. Yo sentía cómo la sangre se me iba a la cara, a las manos, a mis ojos que bajaban lentamente la mirada. ¿Cómo iba a saber yo que, de entre esas treinta personas restantes del salón que se reían de mí, estaba él, cruzando los dedos, deseando con toda su alma que se iluminara mi conciencia y respondiera? ¿Cómo iba a saber yo, estúpida adolescente, que el más callado del salón, el más silencioso, el más tímido, era la persona que más se preocupaba por mí cada día? ¿Cómo iba a saber en este entonces, hace diez años, que ése fue el día en que hizo la primera mariposa de papel?

Mariposas de PapelWhere stories live. Discover now