Capitulo 3

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Estoy llegando al cuartel, necesito hablar con todos, estoy orando de camino para que Dios me de las fuerzas necesarias para hablarles a los chicos.

Llego y el cuartel esta obscuro será que no habrá nadie, abro la puerta y no veo nada, busco a tientas el interruptor, pero alguien más lo prende me volteo y no logro reconocer quien es, es un hombre peor tiene un pasamontañas que impide que vea su rostro, me da un golpe en el estómago y caigo al piso en eso veo a David y Leo que también están tirados en el piso.

- ¿Que quieren? Y Mario – pregunto asustado.

- No te preocupes por ese imbécil, nos lo quebramos por no querernos dar lo que nos quitó – dice amenazante.

- ¿lo mataron? – pregunto dolido.

- Si y también te mataremos si no nos dan lo que nos robaron.

- ¿Mario? – pregunto creyendo saber quién es.

- Si felicidades, ahora dame mi dinero.

- Aquí esta – digo dándole el botín que me dio Mario, Johnny lo revisa y después de volvernos a golpear nos dejan, no sin antes darnos la advertencia de no volvernos a meter con ellos.

Estoy adolorido y en eso saco de la bolsa de mi chamarra una tarjeta que me dieron los hermanos de la oración donde fui, saco mi teléfono y llamo a los hermanos para que nos vengan a ayudar, los llamo y en cuestión de minutos llegan a la guarida con agua, vendas, algodón, alcohol, y muchas cosas más, además de algo para comer nos ayudan y un poco desconcertados se van todavía adoloridos David y Leo, por la ayuda que nos brindaron los hermanos.

Les doy las gracias a los hermanos y me van a dejar a casa de mi abuela, no sé cómo le voy a decir que Mario murió, pero debo decírselo, y también debo buscar el cuerpo.

- Hola abuela, como estas.

- Bien hijito y Mario.

- Abuela te debo una disculpa y una explicación, mira yo y Mario éramos delincuentes – digo con la voz entrecortada al ver en el rostro de mi abuela, una lagrima, no dice nada, pero puedo ver su dolor.

- Desde hace tiempo tenemos problemas con otra banda, pero hoy nos hicieron una mala jugada y a todos nos golpearon y...

- Y Mario donde está, que le hicieron - pregunta desesperada mi abuela.

- Mario esta muerto – digo en un susurro.

Mi abuela se quiebra y llora amargamente yo le pido perdón una y otra vez y también lloro, me siento tan mal, nunca quise ver asi a mi abuela, llorar por causa nuestra.

Se calma un poco y me acaricia un cachete.

- Hijo espero que esto haga que cambies de vida, no soportaría perderte a ti también.

- Si abuela, es más acabo de entregar mi vida a Jesús, sé que con el yo puedo ser mejor – digo entre lágrimas y mi abuela sonríe tiernamente.

- Sabes cuánto rece para que tú y tu hermano conocieran a Dios – dice llorando de felicidad.

- Gracias abuelita, eso me salvo


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