(Temporada 2) Capítulo 8.

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LA SEGUNDA SEMANA SANTA EN SEVILLA(III) 

-Perdón, en serio.

-Diana, ya está- Sonrío yo. -De verdad.

Y miro el reloj. Son las dos de la mañana. Y sigo con ella en el ático. He subido a eso de las doce y media, después de cerrar la puerta de atrás al asumir que Jesús no vendría. Normal. Es que tengo una fugitiva en casa. A quién se le diga...

-Te quiero. 

-Ya está, Di, porfavor- Río yo- No me hagas más la pelota. Yo a ti también te quiero. 

-Eres mi mejor amiga. Y las demás, claro. Es que...

Nos damos un abrazo con cariño y yo le doy un beso en la mejilla. 

-En serio, no sé qué habría hecho sin ti...  -Insiste ella. -Eres... Tan buena persona... No sé, tan buena niña. No sé como agradecerte todo esto. 

Y seguimos hablando un buen rato más. Le cuento un montón de cosas y ella a mí. Hablamos de todo. De lo que más, de Jesús Oviedo.

-Espero que se le pase- Acaba suspirando ella -Siento haber hecho que se enfade contigo. Se nota que te quiere mucho...

-No ha sido tu culpa, si les caes de diez a los gemelos. Ha sido en el momento. Y claro que se les pasará, no ha sido nada. 

Después de que Diana se disculpe como otras doce veces y yo bostece como unas veinticinco, acabo despidiendome de ella cariñosamente para bajar a dormir a mi cama. Le digo que la quiero mucho y que subiré a verla por la mañana. Pero no puedo hacerlo, porque el timbre me despierta puntualmente a las ocho. Cuando bajo las escaleras, con el corazón a mil, está a punto de darme un ataque. Hay doshombres uniformados en la puerta preguntando por Diana Martínez. 

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-¿Cómo que la han delatado? ¡Diana no...!

-Es que vamos a ver... -Comienza mi madre, que se ha llevado el susto de su vida.

-¿Es que cómo voy a tener yo aquí a Diana? -Chillo, con todo el valor que me queda- ¡Si ella desapareció en...!

-No le mientas más- Me silencia una voz femenina que baja por las escaleras. -Yo soy Diana Martínez.

Los policías se quedan helados. Los dos. Tardan un segundo en reaccionar y acercarse a ella, preguntandole si está bien. Mi madre se ha puesto pálida. Yo simplemente siento como todo da vueltas a mi alrededor. 

-No estaba secuestrada- Le explica Diana entre lágrimas al policía- Mi madre quería llevarme a estudiar a Nueva York y me escapé. No se me ocurrió otra cosa. Y cuando ví todo lo que decían por las noticias... Es todo mentira. Yo me escapé. Fue idea mía. 

El policía asiente levemente.

-Nos informaron de esa posibilidad. Es lo que tu madre suponía... 

El mundo se me va a venir encima cuando abrazo a Diana con fuerza. Ella me corresponde, susurrandome al oído que me quiere mucho y que me despida de todas por ella y que me va a echar de menos. Me imagino su viaje apresurado hasta su casa, sus maletas hechas y su viaje a Nueva York, a Estados Unidos, al internado. 

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Cuando se lo he explicado todo a mi madre, entre lágrimas, subo a mi habitación. Son las ocho y media de la mañana. Y no sé que hacer. Mi madre me ha perdonado y me ha dado un abrazo de esos, de madre, que te hacen sentir mejor. El policía le ha dicho que espera que esto no se traduzca a un gran revuelo en la prensa. Que los periodistas sabrán arreglar el malentendido. Pero yo ahora solo quiero llorar. ¿Cómo les explico a las chicas esto? ¿Las despierto ya? Cierro los ojos un momento. Necesito a Jesús, pero debe de seguir enfadado. Y eso me lleva a otra cuestión. A una cuestión que me va a traer muchos dolores de cabeza. ¿Quién coño ha delatado a Diana? Porque las chicas y yo hemos estado juntas y en contacto en todo momento. Y aparte de ellas solo lo sabían... David, Pablo, Jesús y Daniel....

¿Qué hago? Finalmente escribo un mensaje cortito por el grupo, diciendoles a Sandra, Elena y Laura que quiero verlas en el parque en cuanto den señales de vida. Me levanto, me pongo unos vaqueros azules, unas manoletinas negras y una camiseta negra, sin dejar de mirar mi móvil.

Las señales de vida no tardan en aparecer. Todas saben que son malas noticias aunque yo no lo haya dicho. 

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Tengo al teléfono a Sofía, Belén, Patri y Tania, que están todas juntas. Y tengo delante a Sandra, Elena y Laura, sentadas en el suelo del parque. Y yo, sentanda en el banco, simplemente las escucho llorar y lloro con ellas. Es posible que nunca más volvamos a ver a Di, sobre todo después de todo lo que ha pasado. Y es más que posible que uno de los chicos, o todos, hayan sido los que han delatado a Diana. 

Les corto a las chicas la llamada entre lágrimas, despidiendonos de ellas. Y luego miro a las otras tres. Especialmente a Elena, que miro al suelo. 

-¿Estás pensando lo mismo que yo? ¿Verdad? -Susurro.

Ella asiente, sin mirarme.

-Si nosotras no hemos delatado a Diana... -Comienza Elena.

-¿Quién ha sido? -Completo yo.

-Está más que claro- Se histeriza Laura. -¡Han tenido que ser ellos!

-¡Es que no hay nadie más! -Solloza Sandra.

Pasamos más de veinte minutos allí, discutiendo a voz en grito y desesperandonos.Y puedo imaginarme que Sof y las demás estarán haciendo lo mismo a 600 kilometros. Estamos tan perdidas... 

Y entonces, suena mi móvil. Lo cojo, al ver que es el móvil de la madre de Diana.  En cuanto descuelgo, una voz desesperada me grita al otro lado.

-¡Lorena! -Grita mi amiga.

-¡Diana! ¡Di!

-¡Voy a marcharme! -Solloza ella- ¡Pero teneis que escucharme! ¡El policía le ha dicho a mi madre quién les ha informado de que estaban allí! ¡No os lo vais a creer! 

-¡Diana! ¡Dame el teléfono ahora mismo! -Oigo por detrás a Maite, su madre.

-¡Que no! ¡Mamá, tienen que saberlo! -Protesta mi amiga.

Se oye mucho ruido, mucho movimiento. 

-¡Que han sido...!

Mis cuatro amigas y yo tenemos el oído pegado con fuerza al móvil, desesperadas. 

¿Quién?

-Repite eso- Jesús y Daniel(Gemelier) PARTE DOS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora