Era él

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Sae se encontraba completamente exhausta, aquellos largos ensayos que podían demorarse durante horas resultaban matadores. Se miraba fijamente en el espejo mientras repasaba una y otra vez cada uno de los pasos de bailes. Cada vez el cansancio era mayor y las ganas de abandonar también aumentaban, pero su grupo iba a debutar pronto y debía trabajar duro para conseguir llegar a la cima del éxito. 

- Sae, por lo que más quieras, para ya. Ven conmigo al dormitorio, yo me voy a ir ya- Dijo Hye al comprobar que Saerin seguí practicando- Un día de estos vas a ponerte enferma, apenas comes y encima no paras quieta ni un instante.

Hye agarró a Sae del brazo y la obligó a salir de la sala de baile. Pese a los intentos de deshacerse de su agarre a Sae le fue imposible lograr huir de Hye. Era una chica menuda pero con una fuerza completamente desproporcional a su tamaño y mucho menos a su rostro. Hye parecía tan aniñada pese a tener un par de años más que Sae.

- Hazle caso a tu unnie que sabe de lo que habla- dijo sonriendo y señalándose a si misma.

- No tengo otra opción- Contestó Sae señalando hacia su muñeca que comenzaba a entumecerse por la fuerza de Hye.

Su compañera de cuarto Sook llevaba tiempo durmiendo y se podía comprobar lo a gusto que se encontraba por el volumen de sus ronquidos. Sae rió silenciosamente por la postura en la que Sook se encontraba. Con una pierna practicamente rozando su cara y con los brazos colocados en un ángulo que parecía antinatural. Definitivamente aquella chica era especial hasta en la forma de dormir. Sae sacó sigilosamente una foto y se dirigió hacia su cama.

Estaba realmente cansada, debía admitirlo, necesitaba dormir urgentemente o si no Hye tendría razón, su cuerpo iba a terminar por desistir ante aquel ritmo de vida. A Sae no le gustaba la hora de dormir.  Era un momento muy solitario en el que lo único que podía hacer era estar a solas con sus sentimientos y eso no la agradaba. Prefería ignorar todo lo que sentía por dentro un momento más, pero le resultaba dificil en aquella oscura y pequeña habitación. ¿Por que estaba ahí? Entonces recordó porque había empezado esa tan alocada aventura.

Durante unos maravillosos meses un chico desconocido había estado yendo al café para verla a ella, o al menos eso quería creer. Al principio solo habían intercambiado un par de palabras sin mucho sentido, pero con el tiempo la cosa fue cambiando. Cada vez que Sae escuchaba la campanilla sonar y lo veía entrar por la puerta su corazón se aceleraba. Él le preguntaba cosas y ella respondía con una sonrisa vergonzosa en la cara. 

- Tienes una sonrisa bonita ¿Sabes?- Había dicho él una vez sin ningún tipo de pudor.

Sae se sonrojó y el se rió alegremente.

Habían estado mucho tiempo así y aunque pudiera parecer extraño en ningún momento se preguntaron cuales eran sus nombres. Parecía existir una norma no escrita sobre no hablar de cosas personales y así todo funcionaba a la perfección. 

Sae seguía teniendo problemas, pero durante esos meses parecían no importar tanto, o al menos no ocupaban su cabeza durante tanto tiempo. Hasta que un día las cosas dejaron de ir bien.

Boom se fue del piso, quería estudiar en otra ciudad y la dejaba a solas con un alquiler que le era imposible pagar. La anciana mujer que regentaba el café en que trabajaba había muerto y aquella pequeña cafetería familiar había pasado a convertirse en un starbucks. De ese modo Sae se quedó sola, en la calle y sin nada de dinero. En ese momento si que se había sentido sola y acabada, preguntándose cómo podía ser que el mundo la tratara tan mal.

Habían pasado unas semanas desde que todo su mundo se había derrumbado y lo más extraño era que lo que más la entristecía era haber perdido por completo el contacto con aquel desconocido, se odió a sí misma por no haber intentado saber al menos su nombre. Entonces lo vio, pero no caminando por la calle como cualquiera de las personas que tenía a su alrededor. Lo vio en la televisión del escaparate de una tienda. Se encontraba recogiendo un premio junto con otros jóvenes. El titular decía, BTS gana su primer premio.

Sae estaba sorprendida, entonces era un idol. Había estado todo este tiempo conversando tan alegremente con un idol y ni siquiera se había dado cuenta. El alma se le cayó a los pies, definitivamente nunca iba a poder volver a contactar con él. ¿Quién era ella al fin y al cabo? Una simple chica a la que le gustaba un cantante famoso, una más de todas aquellas chicas que debían haber caído en su red. 

Ella se mantenía con la cabizbaja mientras observaba cada uno de los movimientos que el joven hacía en la televisión, era definitivamente él.

- Perdona- dijo alguien rozándole el hombro.

- Lo siento, ya me iba- Se disculpó Sae pensando que sería el dueño de la tienda molesto por tenerla tapando su escaparate.

- No, no, solo quería preguntarte una cosa- Dijo el hombre con una gran sonrisa en los labios- Alguna vez te has planteado unirte a una agencia.

Sae frunció el ceño confusa.  Al ver su expresión el hombre continuó hablando.

- Te he visto mirando el programa- Dijo señalando hacia la televisión- Y pensé que igual te interesaría ingresar en mi agencia para dentro de unos años convertirte en una idol como ellos.

- ¿Yo?

- Si, tienes un rostro bonito y podrías encajar en el proyecto que tengo en mente.

 - Pero yo... yo no soy buena haciendo nada- Contestó Sae amargamente.

- Bueno, eso ya lo veremos. Mañana hacemos las audiciones aquí, ven si interesa.

El hombre le dio una tarjeta con la dirección y se fue.

Sae aún se encontraba abrumada por la sucesión de acontecimientos que acababan de vivir tan rápidamente.


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⏰ Última actualización: Sep 28, 2017 ⏰

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El momento que decidí |Kim TaehyungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora