002

31 3 12
                                    

c a p i t u l o   d o s:

afición por maniáticos sarcásticos. ❞

—Malia, dijiste algo sobre la culpa el otro día. Que se acompaña de una reacción visceral.

—Dijo que le hacía sentir nauseas. —habló Amelia mirando al suelo.

El adolescente no podía dejar de mirarla y sentir curiosidad por la chica que, ahora, estaba sentada a su lado en su primera terapia de grupo. En el momento que miraba a sus muñecas, se preguntaba qué cosas había podido hacer con sus delicadas manos como para atarla con tanta brusquedad, pero corría la mirada a sus ojos y él aseguraba que ella jamás podría haber hecho algo así de malo.

— ¿Cómo te hace sentir la culpa, Stiles?

El adolescente fue atrapado observando a la chica a su lado (quien evadía su mirada desde que lo había defendido de Malia, asegurándoles a los doctores que él no había tenido la culpa), se sonrojó y habló simulando estar despistado. — ¿Qué? ¿Disculpa?

— ¿Cómo te hace sentir la culpa? —las suaves palabras de Morrell muchas veces lo irritaban, incluso a todos en la sala. Nadie se creía el papel que hacía, todos tenían distintas versiones de lo mala que podía ser ésa mujer.

—Nervioso.

— ¿Cómo una necesidad de actuar? ¿Una necesidad de urgencia de enmendar lo hecho, de disculparte?... ¿Alguien sabe cómo llamamos al que no experimenta la culpa? —preguntó al resto.

La castaña a un lado del recién llegado, contestó mirando a Meredith Walker. —Un sociópata.

—Así es, Amelia.

La chica que recibía la mirada de Amelia se removió incómoda pero Amelia no lo notó porque en aquél momento sólo tenía ojos para Stiles, quien tenía unas horribles cicatrices en su cuello.

Para llamar su atención y, no la de sus compañeros de terapia, tocó su mano, que temblaba en su rodilla sin poder parar de moverse. Al momento en que Stiles miró a los ojos de Amelia, ambos se vieron interrumpidos por la psicóloga que había descubierto las líneas en el cuerpo del muchacho. —Ven conmigo Stiles, quiero hablar contigo un minuto.

Aquella conversación, en la que la doctora le daba drogas ilícitas y le advertía que no debía dormir, no duró mucho pero despertó la curiosidad de Stiles. Lo primero que hizo al salir de aquella habitación fue querer entrar al sótano, el cual estaba cerrado.

Las mismas manos frías, que lo sostuvieron antes de caer al suelo luego del golpe de Malia y llamaron su atención en la terapia en grupo, tocaron su brazo una vez más. — ¿Qué estás haciendo?

— ¿Siempre eres así de silenciosa? —se llevó una mano al corazón, le palpitaba rápidamente a causa del susto.

—Despierto a los enfermeros por la noche a causa de mis gritos, así que sí, por el día me gusta ser silenciosa. Como sea, ¿Sí sabes que está cerrado, cierto?

—Necesito pasar por aquí, al sótano.

La chica sonrió, a él se le removió algo en su interior. —Ni los doctores tienen una llave para esta puerta, sólo el idiota de Brunski.

— ¿El celador en jefe?

—Tiene todas las llaves. Si las quieres, tendrás que engañarlo. —se encogió de hombros.

—Una parte de mí se ha vuelto muy buena engañando. —ahora él sonrió sarcástico y ella sí correspondió su sonrisa.

—Entonces, si es así, te ayudaré.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Aug 27, 2017 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

ECHO   ' s.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora