Artie era un buen chico. Lo conocí mientras trabajaba en la ferretería de mi padre. Yo tenia unos 17 años por aquel entonces. Realmente no es que me meta mucho en esos asuntos, en aquel momento tenía poco de haber vuelto a casa. Me había fugado con Frank. La cosa no funcionó. Punto. Artie me hacía reir bastante. La verdad es que era todo un idiota.
Solía mandarme recaditos de la nada. Estaba en la cocina y ¡sorpresa! Un papelito suyo. La verdad es que me emocionaba bastante este juego. No estaba realmente segura de que me gustara. Tal vez era demasiado pronto para eso.
La verdad es que no me gustaba estar en casa.
El ambiente, tenso continuamente, se había agravado desde mi regreso. Mis padres se molestaron mucho cuando se dieron cuenta esa noche que no estaba en mi cuarto. Pero al volver, realmente parecía que se sentían aun más incómodos. Hace bastante que no comíamos juntos. Todo el tiempo me tienen vigilada. Ni siquiera me hablaba mi madre.
A veces no estoy segura de porqué me fui. Era obvio que estaba loca por Frank. Pero creo que me enloquecía más verlos discutir. Eso y que quisieran cambiarme todo el tiempo. Tenía bastantes problemas de conducta.
Él era tres años mayor que yo. Lo veía bastante en la escuela ya que la ferretería estaba cerca y en ocasiones pasaba a saludarme. Lo curioso es que no teníamos muchas conversaciones. O no recuerdo exactamente de qué platicábamos.
Aquel día me mandaron a detención. Por hacer un gesto obsceno a la profesora de Biología. Sentía que por más que quería hacer las cosas bien, simplemente no podía. Estaba cansada, fastidiada, molesta. No entiendo como ni porqué, pero uno de sus papelitos estaba atorado en la ventana de ese salón."Vienes a mi casa? Te prometo pizza y buenas pelis"
Me pareció un plan perfecto. Aunque... No sé que me sucedía. Una pequeña punzada en el estómago me tomó por sorpresa. La verdad es que no estaba segura de ir. Aunque no tenía motivos para desconfiar. Teníamos meses de conocernos, bastantes chistes privados y uno que otro gesto especial. Saliendo fui a buscarlo a la ferretería. Justo acababa de salir y nos dirigimos hacia su casa.
Llegamos y prendió la calefacción. La verdad es que era bastante acogedora. Me senté en su sofá, cerré los ojos un momento y sentí algo que no sentía hace tiempo: paz. No hubo ningun ruido hasta que prendió el televisor. La antena no servía y no daba buena señal. Me quedé absorta en mis pensamientos hasta que me percaté de que realmente no estábamos viendo nada.
El ya estaba sentado a un lado de mí, mirándome. Se acercó y me rodeó con su brazo. El contacto me pareció un poco extraño, casi invasivo. No me moví. Sabía que en cualquier momento me besaría... ¿Realmente eso quería? ¿Quería besarlo? No tuve mucho tiempo para pensarlo, en cuestion de segundos su boca se acercó a mi cuello y comenzó a lamerlo y morderlo.
Sentí como el calor trepaba por mi cara. No estaba segura de nada. Mantuve mis ojos cerrados, excitada por el contacto pero a la vez dudando de lo que sucedería. No vine a tener sexo. En verdad, no quería nada de esto. Le dije que se detuviera. Solo decía "¿Sí? ¿Quieres que pare?" y seguía en lo suyo. En un instante lo tenía encima de mi.
"Sabes que te quiero, ¿verdad? ¿Lo sabes?" seguía debajo de él completamente inerte. Sabía que le gustaba desde hace mucho tiempo, eso lo sabía. ¿Había química entre ambos? Me sentía a gusto con él. Pero no precisamente ahí. No en ese momento. Mi cuerpo ya respondía por si sólo, con algunas reacciones que me incomodaban.
-¿Tienes condones? - sólo se me ocurrió decir.
Se paró y fue buscar unos su cuarto. Pude huir no lo hice. Seguí en la misma posición. Volvió a subirse encima de mí. Comenzó. Sólo sentía las gotas del sudor de su frente cayendo hacia mi cara. Y continuó y continuó hasta que finalizó su tarea.
Salí de su casa y me indicó el camino que debía tomar. Ya estaba algo oscuro. Salí de ahí bastante confundida por lo que había pasado. No me sentía bien pero tampoco sentía que me moría.Al día siguiente volví a verlo en la ferretería. Me sonrió como todos los días y ya me tenía un papelito encima del mostrador. Había dibujado una paloma. Parecía más bien un pollo. Dijo que esperaba que fuera a su casa de nuevo. Le dije que no estaba segura. Encontré bastantes papelitos ese día. Me estaba rogando que fuera.
Llegué a casa y mi madre preguntó que porqué había vuelto tan temprano. Dijo que saldría de casa y que me fuera a la ferretería con mi padre, ya que temía que volviera a fugarme o incluso a robarles. Fui a la ferretería y Artie no estaba. Se había ido temprano y mi padre necesitaba ayuda con unas cosas. Me ofrecí a apoyarlo y mi padre dijo que no era necesario. Que era mejor que volviera a casa.
Me sentí furiosa. Inservible, tonta. Un problema. Salí corriendo directo hacia casa de Artie. Cuando llegué estaba bebiendo alcohol. Me senté un poco apartada de él, pero rápido me acercó hacia su cuerpo. Comenzó a besarme muy morbosmente y con los labios fofos. No habia tomado tanto todavía, pero estaba excitado. Le dije que no estaba de humor y que necesitaba un abrazo. "Bebé" dijo. "¿Quieres un abrazo, bebé?". Se levantó y se dirigió a su cuarto. Estaba completamente oscuro. Me tomó de la mano y me invitó a que me recostara a su lado. Quise cerrar mis ojos y tomar sus brazos para que me rodeara, cuando sentí que pegó su miembo hacía mi. Me quedé un buen rato con los ojos cerrados y volvió a morderme el cuello como aquella ocasión.
Esa noche no quiso que me fuera. Le dije que en verdad me tenía que ir, o si no tendría problemas. Cuando llegué a casa, sentí un alivio muy extraño. No es que amara estar ahí, pero por algún motivo me sentí a salvo.
En la mañana tuve un dolor en el vientre bajo. Fui al baño y sentí algo extraño al orinar.
Cuando me paré, miré hacia el retrete y vi espantada lo que parecía ser un condón.
"¿Cómo es posible?" pensé. Sentí nauseas y miedo. ¿Y si se habia derramado el contenido de esa cosa? Tenía miedo de lo que pudiera pasar. Ese día hablé con Artie y le pedí que me llevara a la farmacia a comprar un anticonceptivo de emergencia. A lo cual me respondió que no tenía dinero.
No sabía que hacer. Me sentía mal por lo que podía suceder. En los días posteriores él se mostró mas atento conmigo. Me buscaba siempre a la hora de la salida y me acompañaba hasta mi casa. Me dijo que deseaba mucho que viviera con él. El vivía con un amigo, el cual casi nunca estaba.
Una semana después volví a ir. Y ocurrió lo mismo. Resignada pensé que debía ser o muy mala suerte, o destino. ¿Y si quedaba embarazada? Ya se lo había preguntado y se le iluminaba la cara. No me gustaba esa expresión en él. A veces creía estar molesta con él pero nunca lo expresaba. No tenía porque estarlo. Jamás me obligó ni me pegó para que hiciera todo eso.
Una noche, me confesó que tenía un hijo. Que la madre del niño no dejaba que lo viera mucho. Y que por eso él anhelaba tanto tener una familia completa. Que tenía problemas con su padre y que hace tiempo no se hablaban. Y que esperaba que en algún momento pudiera cumplir esos sueños a mi lado.
Y es que no, simplemente no me ilusionaba la idea, no sentía emoción, pero seguía con él. Incluso me quedaba claro que no estaba enamorada. Pero no quería llegar a casa. Era más comodo estar en su cama. Dormir y despertar cerrando los ojos, para no verlo. Terminar llorando después del sexo. Salir de ahí y sentir de nuevo la indiferencia de mi familia.
Un día le respondí altaneramente a otro de mis profesores para que me mandara a detención. Me quedé sumida en mis pensamientos mientras garabateaba cosas sin sentido en una libreta. Cuando salí, él estaba esperándome. Fuimos a su casa y en el camino, noté que ese día hacía algo de calor."Vamos a darnos un baño, ¿no?" accedí.
Estaba en una de las esquinas de la regadera tallandome con el jabón, él se acercaba para rozarme uno de los pechos o darme una nalgada, la verdad no tenía muchas ganas de verle la cara.
Se acercó para abrazarme y yo trastabillé un poco. Pisé algo que me rasguñó la planta del pie.
La luz que se filtraba por la ventana era poca pero nos daba más visibilidad que en el resto de la casa. Miré hacia abajo para ver con qué me había cortado. Y sentí un espasmo de náusea cuando vi lo que era.
En cada dedo de sus pies, sus uñas sobresalían por lo menos unos cuatro o cinco centímetros. No estaba viendo mal.
Pensé que tal vez tenía un ataque de pánico o algo así. Vio mi rostro y de pronto se rió.
-¿Qué pasa?¿Porqué pones esa cara? Sí, son mis uñas. Me gustan.
Siguió riéndose para si mismo y me dio la espalda para terminar de enguajarse.
Y todavía no venía lo peor.
Un par de manchas enormes en sus costados, que parecían quemaduras o costras, no estaba segura, me voltearon el estómago por completo.
-¿Qué es eso que tienes ahi? - acerqué mis dedos para saber y cuando tallé un poco, supe de inmediato que era suciedad rezagada de un buen tiempo.
¡¿Como es posible que no viera eso?!
Intenté ocultar mi horror, pero sentía que todo me daba vueltas. Le dije que me sentía algo mal y que lo esperaba en el cuarto. Siguió en la ducha y rápidamente salí a ponerme la ropa. Me fui.
Afortunadamente, mi periodo llegó. En días posteriores a eso, el seguía buscandome. Dejé de ir a la escuela. Mis padres estaban furiosos por mi capricho de no querer salir y de la forma en que traté al pobre Artie.
Llamé a Frank. Sé que no era una buena idea pero no sabía a quien más recurrir y decidí contarle todo por teléfono. Al menos todo lo que pude hasta que me interrumpió.
- ¿Sabes que es una de las técnicas mas viejas la del condón? -dijo. - Cuando quieres follarte a una chica y no sentirte oprimido, lo vas soltando poco a poco, ¿entiendes? Podemos intentarlo si quieres...
Colgué. Ya estaba suficientemente harta de los patanes.
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Y por eso, NO
Short StoryRelato breve. Cuenta la experiencia de Anne, una chica problemática y Artie, un chico que trabaja en la ferretería de su padre. Cuando algo malo en la vida te sucede, ¿Qué tanta parte de culpa puedes tener? ¿Qué se considera o no una violación?