«Él es nuestro rey; aquel que nos librará de nuestro desdichado futuro»
Donde Mikaela es el rey de los vampiros y en su espada, ya hace el demonio conocido como «Yuichiro.»
▶Au de Owari No Seraph.
[Contiene situaciones de índole amorosa entre Mikael...
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Ferid Bathory analizó con prolijo a la figura que mostraba su mortífera presencia. Reparó en los rubíes que emergían con malestar, calando profundo en su ser, una sensación similar a cuando le era arrojada una cubeta saturada en cantidades de penetrante y fría agua. Surgió entonces un dolor en su garganta. Carraspeó antes de articular palabra alguna.
— Mi Rey, he de informarle sobre los humanos que atacaron nuestra base al norte, durante las últimas semanas —Respiró hondo, temiendo con ímpetu el haber cometido un error. — La general Hyakuya capturó a uno de ellos y lo ha traído a sus manos.
No obtuvo la ansiada respuesta que pedía a silenciosos gritos, la figura siquiera realizó movimiento u amago de responder, lucía molesto, probablemente, a causa de la presencia inoportuna de Ferid. El imponente salón se mantuvo en serenidad tras lo informado, pero a los escasos minutos se vio fragmentada por el sonido proveniente de largo y pesado calzado, explayándose por doquier y colisionando contra las paredes produciendo eco.
— He realizado una vez más el repugnante deber que tus débiles lacayos no logran cometer con éxito —escupió impregnado con veneno, pero luego sonrió, egocéntrica—. Debería pedir una comisión por los servicios que te ofrezco, mis capacidades son excelentes, y eres consciente de ello.
Bathory calló; incluso su respiración se volvió enfermamente lenta, completamente ajeno al ambiente que era transmitido, la general Hyakuya se mostraba imponente incluso cuando la presencia del Rey ya hacía a escasos metros. Cualquier amago que fuese repugnante, y serían enviados al desconocido mundo liderado por la Resistencia Humana sin nada más que su fragmentada esperanza.
La chica expresó su molestia por ser ignorada mediante sus facciones, chasqueando asquerosamente fuerte sus dedos la pesada puerta del salón tuvo abertura, permitiendo la entrada a más vampiros, trayendo entre sus manos impregnadas de sangre, a un humano. Los ojos del Rey brillaron iridiscentes, permitiendo a la chica esbozar una enorme sonrisa.
— Mi Rey —se burló, mostrando una reverencia llena de ironía—. El general Ichinose Guren completamente a su merced.