Wonderland.

Prólogo

Se podría decir en estos casos,que era una noche de tormenta,fria y sombría.De esa clase para estar triste y melancólico.Pero no lo era.Esta era hermosa con el aire primaveral invadiendo los pulmones de todos los ciudadanos de Nueva York,el ambiente entre las demás personas era de alegría,esperando con ansias a que el verano llegue,invadidos de una felicidad que ni ellos mismos saben que la tienen,riendo contentos,despreocupados de lo que les deparará el futuro u obviando el pasado que los atormenta.Simplemente disfrutando de esta bella noche de Abril.

Algunas de sus carcajadas se lograban escuchar desde la habitación número 506 del Hospital San Mathew.Sus paredes eran insulsas pintadas de un asqueroso color manteca,vacías,sin cuadros,ni fotografías ni nada que pudiera caracterizar al enfermo que se encontraba en la incómoda cama que había puesta en el centro,sin compartir cuarto con nadie.En agonía.

En cuanto todo termine,nadie se daría cuenta de lo que pasó allí,en esas cuatro paredes.Cuantas lágrimas derramadas,gritos desesperados,besos más sinceros que los de las bodas inclusos,abrazos honestos,cuantas miradas desconsoladas...cuantas palabras susurradas con el último aliento y cuantas de despedida.Todo se olvidará.Tal como si nunca hubiera existido.Eso es triste ¿Cierto? Que nadie recuerde tu historia,todo lo que viviste,tus memorias,nada.Como si solo hubieses estado en el mundo temporalmente.Y luego te esfumaras.Aunque es verdad hasta cierto punto.Todos estamos aquí temporalmente,como castigo supongo,pagando nuestro purgatorio.Y cuando morimos,solo seremos viejas fotografías que molestaran en el ático.De pronto se olvidaran de tu olor,más tarde de tu voz,del color específico de tus ojos,luego de tu escencia,tu risa...hasta que tarde o temprano serás nada más que una cara borrosa,que ya no podrán identificar del todo.Como si no hubieras existido...

Estaba acostado en el sofá azul apoyando mi cabeza en la cama que tenía cerca al lado de todo el montón de tubos y aparatos esos que mantenían su vida.La hacían respirar aunque fuera en contra de su voluntad.Mis ojos cerrados,mostrando unicamente mis párpados cansados.Dormía no tan placidamente,incluso en mis sueños su imagen inconsiente me atemorizaba en mis más grandes pesadillas.Descartaba la posibilidad desde hace tiempo de descansar tanto como quisiera.De dejarme sumergir en el escandaloso mundo de los sueños que tanto me atraía desde hace...años.

¿Hace cuanto que no dormía pacificamente, que no vivo tranquilo? ¿Desde cuando había estado aterrado pensando que en cualquier momento recibiría esa simple llamada telefónica? No puedo no admitir que cada vez que sonaba mi celular y marcaba en la pantalla un número desconocido pegaba un salto.

Sentí como unas manos resecas me acariciaban dulcemente el cabello,bajando hasta mi mejilla sonrosada apoyada en el duro colchón.

Esa simple caricia me saca de mi transe somnoliento.

Y la observo fijamente,sabiendo que probablemente sea el último momento que mis ojos tengan la oportunidad de contemplarla.De apreciar su presencia.

Lo primero que otra gente miraría serían los tubos que le sobresalían por su nariz y por su delgado brazo,luego notarían que no tiene ni siquiera un mísero cabello,que está total y anormalmente pelada.Si,pelada no rasurada.

Pero en cambio yo no veía nada de eso.Enrealidad,si lo veía pero lo ignoraba.

Yo solo miraba sus profundos ojos color miel que me devolvían la mirada en estos momentos,con ojeras muy marcadas de tono morado debajo de estos;su sonrisa,no forzada si no auténtica,a pesar de su dolor y padecimiento,y las arrugas a cada lado de su boca que mostraban signos de los años en esta;su rostro pálido y demacrado pero aun así dulce.Su mirada,abatida.

-Estoy muy cansada,hijo.-me murmuró presionando su mano contra mi rostro.

Cerré los ojos aceptando su muestra de cariño.

-Lo sé...