He perdido la cuenta de la cantidad de noches que me he quedado viendo la Luna y pensando en ti, en nosotros. Estoy aquí parada como una tonta en la ventana de mi fría habitación recordando las veces que estamos juntos, las miradas que compartimos, los momentos...
En mi corta vida aprendí que la Luna, además de ser el satélite de la Tierra, nos influye en nuestro estado de ánimo, nuestra sensibilidad y aflora nuestros sentimientos. Desde pequeña siempre sentí que la Luna poseía algo mágico y hermoso, haciendo que todo se viera más perfecto, incluso tú.
Tú y yo somos las típicas personas que jamás estarán juntas, yo lo sé, tú lo sabes, el resto del mundo lo toma por seguro. Pero eso no es suficiente, no para nosotros. Nunca aprendimos a estar lejos, tampoco soportamos estar cerca, ¿Es gracioso no? Que en este momento pueda compararnos con la Luna y la Tierra, juntas y a la vez a millones de kilómetros de distancia. Pero estoy segura que cuando nombras a la Luna se te viene a la mente nuestro planeta, y así son exactamente nuestras vidas últimamente.
Te siento presente por las noches, donde me conecto contigo y caigo en un sueño tan profundo y feliz que me es difícil volver a la realidad por las mañanas. Esta conexión solo la vivo contigo, solo tú puedes hacerme sentir dentro de una galaxia de emociones que me llevan lejos haciéndome olvidar todo lo demás.
Con la llegada del Sol nuestro infinito se vuelve más pequeño, caemos en la realidad, y nos volvemos distantes. Tememos de la opinión de los demás y solo nos alejamos anhelando la salida de la Luna nuevamente.
Estos problemas se vuelven cotidianos, y cada vez se nos hace más difícil continuar, nos escondemos en un aura de frialdad e indiferencia mientras que nuestros corazones luchan para hallar un refugio donde puedan amarse sin ningún temor. Pero seamos honestos, la vida real es más complicada y las cosas no suceden con solo desearlas. Somos cobardes, lo sabemos.
Por eso sigo aquí, pidiéndole a la Luna un consejo, una señal, o tal vez un poco de valentía para poder afrontar las consecuencias de este amor prohibido y tal vez así tengamos la oportunidad de encontrar la felicidad, ser felices juntos.
Tiemblo al escribir cada una de estas palabras, pues nunca creí sentirme así de vulnerable y protegida al mismo tiempo. Los pensamientos en mi cabeza así como los sentimientos en mi corazón son similares a la brusquedad del universo, a veces tan oscuro, tan desconocido y tan fascinante, por así decirlo, impredecible para la mayoría de los hombres, pero tú eres la excepción.
Si pudiera elegir un planeta para comenzar una vida juntos, elegiría Júpiter sin dudarlo, nos sobrarían Lunas y tal vez nunca nos separaríamos. Pero lo siento por mí y lo siento por ti, pero eso es imposible en todas las formas imaginables.
A pesar de todo, confío en nosotros, sé que encontraremos la forma de salir del agujero negro al que fuimos arrojados sin previo aviso, renaceremos juntos como la estrella más brillante del Sistema Solar. Es en lo único que pienso al despertar cada día.
Pero el tiempo se nos acaba, como cada día que pasa, observo mi ventana con tristeza, pues los tenues rayos del sol naciente empiezan a asomarse, la oscuridad desaparece y en segundos también desapareces tú.
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Nuestro Pequeño Satélite
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