#1
--Cierra los ojos. – dice Esmeralda arrugando la frente un poco. Pero no confió en lo que tiene en la palma de la mano y en sus susurros.
Intento cerrar los ojos y confiar en ella. Pero no puedo. Siempre he sido un poco desconfiada.
--Que cierres los ojos te dije! – exclama a los gritos. El eco que la cueva le provee a su grito me hace erizar la piel y recordar las de veces que me ha gritado en el transcurso de esta hora.
Mi expresión facial debe ser de todo menos de calma y tranquilidad. Esmeralda lo nota y sus ojos azules con una pupila de reptil, como la de un gato, miran a un lugar detrás de mí en señal de irritación.
--Ya, ya, ya. Sé que no te gusta que te grite, pero vamos. Haz lo que te digo. – murmura lo último, pero no le hago caso. -- Eres imposible.
Suspira.
--Bien, sigue con los ojos abiertos, pero cuando el polvo te entré en los ojos, después no digas que no te lo advertí. – su rostro de piel perfecta enmarcado con una expresión fría me hizo cerrar los ojos automáticamente.
--Eso está mejor. -- La escucho decir. El sonido de botellas de vidrio tintinear llega a mis oídos. --Tomare solo esto de aquí, bien, ahora solo un poco de esto.
La escucho moverse y eso enciende mis alarmas.
--¡No abras los ojos! – grita girándose hacia mí. Su capa iniciada en una capucha se ondula. -- Me está irritando ya tu comportamiento.
--¿Para qué es ese polvito? – me atrevo a preguntar muerta de incertidumbre.
--¿Qué para qué es el "polvito"? No, no es un "polvito", es un polvo que se adherirá a tu cuerpo y te hará invisible.
--oh, genial. -- ¿En serio eso es todo lo que dije? Bravo, un aplauso para mí.
--Si, genial. – me responde ella carente de emoción. --Ahora, quédate con los ojos cerrados.
Le hago caso y los cierro.
--Mejor me doy prisa contigo. – se dice. -- Ya casi y... -- En el último segundo abro mis ojos. -- ¡Ya está!
Oh, Dios. Una gran nube de polvo negro se me planto encima y fue como tomar una ducha con el agua congelada. Pero eso no es nada comparado con el ardor en mis ojos.
Es como si me hubiesen echado fuego en polvo directo a los ojos.
No puedo evitar liberar un grito de dolor y caminar en busca de un alivio. Esmeralda me detiene antes de que pudiera salir de la cueva y me lleva de regreso.
--No, es peligroso. No soy la única que vive aquí. Vamos.
Me dejo guiar.
--Me arden los ojos. Y tengo mucho frio.
Literal, siendo como me estoy congelando extremidad por extremidad.
--¿Te arden los ojos? ¿Tienes dolor de cabeza? ¿Tienes frio? Bueno, en primer lugar, Te Lo Advertí. Y, en segundo lugar, la sensación de frio es normal. Es una mezcla simple de cenizas de animales y un poco de sangre de serpiente y unicornio.
Eso ultimo capto mi atención.
--Si, si existen los unicornios. – dice entre dientes. Me recuesta en una de las frías paredes de la cueva cercana a las mantas donde entre veo tiene sus frascos y esas cosas. – Te voy a echar esto en los ojos.
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LA BRUJA DEL ALFA
WerewolfHola. Oh, vaya... ¿Por qué tu no saliste corriendo? ¿Sigues aquí? Ya veo... Uhm... No sé qué hacer en esta situación. ¿De verdad no te vas a ir? Mira que te estoy hablando, y tú sigues aquí. ¿No te vas a ir? ¿verdad? ¡Vaya! Está bien. ...