Prólogo: Nuestra última noche

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La gran luna llena alcanzaba su punto más alto, una gran esfera albar, bella y luminosa. Cómo le gustaría a aquella pequeña con traje de catarina y coletas azabaches fundirse con la luna y olvidar todos sus problemas. Ser el gran satélite que iluminaba por las noches París y hacía la ciudad aún más hermosa de lo que ya era. Cerró los ojos por un momento, lentamente, con sumo cuidado, y comenzó a pensar, a pensar en todo lo que la rodeaba. Hasta que lo escuchó, abrió los ojos y sonrió al ver al felino acercarse brincando de edificio en edificio como un saltamontes. Se levantó y el chico se posicionó enfrente suya.

-My lady-dijo el gato mientras hacía una reverencia.

-Hoy es nuestra última noche, Chat-respondió la chica con desánimo.

-Por favor Ladybug, hablemoslo. Si mostramos nuestras identidades podremos seguir en contacto.

-No se trata de eso Chat, yo... Me mudo...

-Tal vez podríamos hablar por teléfono, tengo dinero, puedo ir a visitarte-terció él desesperado.

-¡No lo entiendes Chat!

-¡¿El que hay que entender Ladybug?! ¡Dímelo!

-Yo... Yo... -apretó sus ojos con rabia y meneó la cabeza hacia ambos lados- ¡Me he enamorado de ti!

-¿Qué...? -susurró el rubio.

-¡No puedo Chat! ¡Tienes que olvidarte de mí! ¡Me voy del país, no podemos mantener una relación a distancia! ¡Mereces algo mejor que eso!

-Pero yo te quiero a ti, bichito.

Se acercó a ella y secó con su pulgar aquella silenciosa lágrima que resbalaba por su sonrojada mejilla. Miró sus labios, sus perfectos labios, carnosos y rosados; cambio su mirada hacia los grandes ojos de la azabache, pidiéndole permiso con la mirada.

-Hazlo ya, gatito-susurro impaciente la superheroína.

El felino pegó sus labios a los de su amada y ambos empezaron a moverse sincronizados. Era una deliciosa sensación, un gran calor recorría el cuerpo de ambos jóvenes y un lazo invisible les ataba e impedía la separación de ese dulce beso. Ella rodeó el cuello del oji esmeralda con sus manos y él colocó las suyas en la cadera de la dama atrayéndola más hacía él. No fue hasta que la falta de oxígeno rompió aquel intangible lazo que se separaron el uno del otro, o al menos sus rostros ya que ambos seguían con sus cuerpos pegados, notando los fuertes latidos de su acompañante. Observaron mutuamente sus ojos, asintieron a la vez y tras pronunciar las ya conocidas palabras, sus trajes se evaporaron dejando solo las ropas cotidianas.

Los ojos celestes de la azabache se humedecieron y escondió su cabeza en el pecho del rubio mientras sollozaba silenciosamente.

-¿Ma..marinette? ¿Qué ocurre? ¿Estás decepcionada de fuera yo?

-¿Decepcionada?-se mantuvo cabizbaja-Me siento como una tonta...

-Hey, mírame princesa-con delicadeza subió la mandibula de la joven para que le mirara a los ojos-No digas eso más, ¿vale? Eres genial, y nada de lo que digas va a cambiar eso-besó con cuidado su frente y ambos se ruborizaron.

Quedó visualizando aquellos ojos esmeralda que la hipnotizaban, intentando descifrarlos, saber que querían que hiciera en ese momento. Tal vez podría volver a probar esos exquisitos labios... No, no debía. Tenía que olvidarse de él, huir de allí. Miró a ambos lados, y hacia abajo. El la tenia sujeta y debía transformarse, no habría tiempo de escapar de aquella placentera pesadilla.

-Sé que te quieres ir Mari.

-Quiero olvidar...

-Pasa la noche conmigo.

-¿Qué? ¿De qué hablas Adrien? No...

-Por favor-le cortó- solo esta noche, en mi casa. Mi padre no está y no nos molestaran, dormiras tranquila.

-No sé si...

-Por favor Marinette, será nuestra última noche juntos, después no te volveré a ver.

"No te volveré a ver" Las palabras hicieron eco en la mente de la azabache, ¿no volver a ver a quién más amaba? Era duro, no podía dejar a su gatito, seria sólo una noche y por la mañana le diría a sus padres que había madrugado y salido a dar una vuelta antes de marcharse.

-Nuestra última noche-sentenció la peliazul con una sonrisa y los ojos humedecidos.

Él chico le devolvió la sonrisa, ambos se transformaron y juntos pusieron rumbo hasta la gran mansión Agreste.

La luz filtrada desde el gran ventanal molestó a los grandes ojos de la joven. Que fue despertando de su plácido sueño. Observó a su alrededor, su ropa y la de Adrien estaba desperdigada por el suelo de la habitación, dando a entender que ambos se encontraban desnudos y además abrazados. La chica giró y se encontró con el rostro del rubio dormitando. Acercó sus labios y le dio un pequeño beso, ante el contacto este fue abriendo poco a poco sus párpados.

-Perdón, no quería despertarte-se disculpó la azabache.

-No te disculpes por despertarme con mi sabor favorito-ella sonrió-¿Te encuentras bien? ¿No te duele nada?

-Tranquilo gatito, estoy perfectamente.

-Lo de anoche fue increíble -dijo el ojiesmeralda mientras jugaba con los cabellos de la joven.

-Lo sé, pero sabes lo que toca ahora, cielo.

Paró de toquear el cabello de su amada y en un movimiento veloz se colocó encima suya poniendo los brazos a ambos lados de ella para mantenerse alto sin echar el peso encima de la chica. Pausadamente fue bajando el rostro hasta besarla lentamente, saboreando cada rincón de aquella boca que no podría volver a probar.

-¿Por qué me has besado?-preguntó la oji azul cuando ambos se separaron.

-Quiero recordarlo para siempre-hizo una pausa-. ¿Qué voy a hacer sin ti, bichito?

-Hawkmoth se ha ido. No me necesitaras para detener a unos pocos ladrones.

-Sabes que no me refería a eso...-pero ella solo bajó la mirada.

×××

¡Hola mis queridos lectores! Estoy muy contenta de poder presentaros el nuevo fanfic que he creado. Sé que en un principio la trama no se entiende muy bien y parece un cliché, pero descuiden, en cuanto avancemos en capítulos se irá entendiendo un poco mejor todo. Así que no hay mucho que decir, espero que votéis y dejéis vuestro comentario porque eso en verdad me hace muy, muy feliz y poco más, nos leemos pronto!
Atte: Pandorhai

Grandes corazones para pequeños gigantes [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora