Capítulo III: Amigos

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La azabache giró la cabeza y saltó en los brazos del pelirrojo.

—¡Nath!-exclamó alegremente.

—¡Hace semanas que no hablamos Mari! -contestó este con la misma alegría.

Nathaniel y Marinette consiguieron una amistad cuando esta se encontraba en Londres, él había viajado allí con la excusa de que quería tomar datos artísticos para su carrera de bellas artes, y en una tarde de paseo, ¡Boom! Muchas emociones sugieron a la vez. Después de eso mantuvieron el contacto por skype al igual que lo hacia con Alya consiguiendo una fuerte amistad.

—Yo-derrepente se quedó mirando la sortija que llevaba la azabache en su dedo. ¡Qué tonta había sido! ¡No le había contado a Nath que estaba prometida!- ¿¡Te vas a casar!?

—S..si, perdona que no te lo contara, estuve muy liada y eso.

—N..no si es fantástico... -balbuceó el pelirrojo.

Los sentimientos que poseía sobre la oji azul nunca habían cambiado, hizo un viaje a Londres solo para verla y consiguió más confianza de su parte, sin embargo, cuando quiso declararse ella le dejó claro que no buscaba pareja y solo le quería como amigo. Batalló internamente en su cabeza hasta que hizo la pregunta que tanto le carcomía:

—¿Es con Adrien?

Por un momento dejó de sentir como su corazón latía, la piel se le erizaba y el color iba llegando a sus mejillas. Tan solo oír su nombre la perturbaba y despertaba en ella varias sensaciones, debía parar, parar de tanto Adrien y la forma no era evitándolo, tenia que haber otra manera... "Maldito corazón" pensó la azabache y miró a los ojos del pelirrojo mientras reía nerviosamente.

—C..cl..claro..o q..que...e n..o..no.-tartamudeó en respuesta.

—¿Estás bien?-dijo Nath colocando su mano en el hombro de la chica.

—No, de hecho me siento mareada.-mintió a medias- Iré a casa, ya tomaremos ese helado otro día.

Cogió todo a la velocidad de la luz y salió corriendo despavorida hacia su departamento que se encontraba a 15 minutos de allí. "¡Maldito gato!" pensó, pues no sabía que más pensar para sentirse mejor.

Al fin llegó hasta el edificio, cogió las llaves y abrió con cuidado a pesar de que no había nadie en casa. Claude había salido a comprobar detalles para la boda que ya habían empezado a planificar.

Suspiró cansada y se deshizo la cola que llevaba puesta, con el pelo suelto y algo más cómoda se sentó en el sofá rendida y observó el balcón que tenia justo a su izquierda. Estaba abierto.

—Pero qué..

—¡Bu! -un felino salió de detrás suya y la asustó, ella en defensa propia le propinó una patada en los gelitanes al chico haciendo que este callera al sofá.

—¡Oh dios Chat!-le ayudó a levantarse- ¿¡Por qué coño te cuelas en mi casa!?

—Solo quería hablar...-contestó con la voz ronca.

—Sabes qué...-suspiró- Yo también quería hablar, gatito.

La observó confuso mientras deshacía su transformación, ella miró al pequeño kwami azabache evitando la mirada de su acompañante. Lo cogió lentamente, la criatura estaba extrañada pero al mismo tiempo hipnotizada por los grandes ojos celestes de la joven.

Grandes corazones para pequeños gigantes [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora