INSOMNIO #wattys2018

Te recuerdo.

Un día más, donde vuelvo a mirar las horas del viejo reloj.

Aún me pregunto si está roto, porque el tiempo pasa lento.

He aguantado cien días sin poder abrazarte y que tu exquisito olor me embriague.

Cada día me asomo por el pequeño balcón que da directo a tu casa, pero tus ventanas están cerradas.

Te he estado esperando en el parque, en el bar donde siempre nos tomábamos un café, en la heladería...

Pero no te encuentro por ninguna parte.

He pasado de tomarme un café a tomar el wisky más caro.

Te he esperado hasta la madrugada pero nunca vienes.

En el parque me siento en nuestro banco, siempre llevo miguitas de pan para recordar como se las hechabamos a las palomas.

Aún puedo verte embadurnada de ese helado que tanto te encantaba.

Vainilla.

Voy cada día a buscar tu helado, pero como veo que no vuelves me lo tomó con vodka barato.

Llegó a las siete de la mañana, el trabajo cada día se me hace mas difícil.

Solo quiero acostarme a dormir y esperar tu regreso.

Aunque no lo harás.

Caminó por el cendero que daba a aquél alto roble, donde todavía están las marcas de nuestras iniciales con un gran corazón.

No quiero buscarte a ese sitio, no quiero asimilar que te fuiste de mi vida.

Todavía me acuerdo de mi primera y auténtica sonrisa, fué en aquella iglesia, cuando dijiste que aceptabas casarte conmigo.

Hecho de menos que me grites y me digas que estas cansada de repetirme las cosas, que estoy sordo.

Hecho de menos de que me repitas que me amas y que siempre estarás conmigo.

Ya no lo estás, me dejaste y no creo que sea capaz de continuar mi vida sin tí.

-¿Por qué te fuiste?¿Por qué me dejaste aquí solo, en nuestra vieja casa?

Te dejó un ramo de geranios, tus flores favoritas.

Tu lápida sigue intacta, y aunque no estés conmigo, en mis ochenta y cinco años que tengo, jamás amaré a nadie, como te amé a tí.