Eran 2 hermanas la mayor estaba casada con un mercader y vivía en la ciudad, la menor con un campesino (mujik). En su encuentro familiar la mayor ensalzaba las maravillas de la urbe donde todo eran ventajas de comodidad, de higiene y los mismos niños bien atendidos y en cuanto a la comida era siempre exquisita y no se diga en cuanto diversiones de paseos y espectáculos.
La menor no queriendo ser menos y herida en su amor propio se defendió desacreditando a los comerciantes y exaltando las bondades de la vida rural.
-No cambiaría mi vida por la tuya- le decía. Nuestra realidad es dura, sin duda, pero vivimos sin miedos. La de ustedes, los mercaderes, es mas agradable, pero así como ganan mucho dinero, así también fácilmente lo pierden. Es cierto el refrán de que la ruina es hermana del enriquecimiento. Hoy pueden nadar en la abundancia de todo, pero mañana pueden pedir limosna para poder vivir. Los campesinos comen austera mente, pero hacen buena digestión. Cierto que nunca nos hacemos ricos, pero nunca nos falta un pedazo de pan para comer.
-Sí -reflautó la mayor- pero el destino de ustedes es vivir entre cerdos y vacas. Y por más que tu esposo se mate trabajando, nunca tendrás nuestras comodidades. Ustedes nacen con estiércol, viven y mueren en él y así vivirán y morirán también sus hijos.
-Cosas de la vida -le respondió la menor- pero nuestra existencia es más segura que la de ustedes, porque la tierra es nuestra, somos propietarios. Nunca tenemos que humillarnos ante nadie y no vivimos con miedo. Además, en las ciudades, existen muchas tentaciones. Por ahora los negocios les van bien: pero mañana el demonio puede hacer que a tu marido le domine el vicio del juego o de la bebida, y entonces terminen perdiéndolo todo, y no sería la primera vez que esto suceda.
Pakhom, el esposo de la menor, sentado junto a la estufa escuchaba la discusión de las dos mujeres y se dijo:
-Es muy cierto eso. Vivimos siempre tan atareados, trabajando la tierra desde la niñez, que no tenemos tiempo ni para pensar en tonterías. Lo único que nos preocupa es no tener suficientes campos. ¡si yo tuviera todo lo que necesito, no me preocuparía ni del diablo!
Las dos hermanas tomaron el té, y continuaron charlando de ropas, y finalmente, después de lavar la vajilla, se fueron a la cama.
Pero el diablo desde detrás de la estufa, donde estaba escondido, lo escuchó todo. Y se alegró mucho de que la menor hubiera excitado a su marido de tal manera que llegara a afirmar que de poseer tanta tierra como deseaba no le temería ni a él mismo.
-Nos veremos -exclamó el diablo-. Si quieres tierra la tendrás, pero te atrapare entre mis garras.
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EL MUJIK PAKHOM (cuento)
Historia Corta¡Hola! a el que esté leyendo esto. Bueno... es mi primera vez escribiendo este libro :D Claro no lo hice sólo mis amigos me ayudaron. Espero que entiendan el libro. Y que os guste :D Regresaré a escribir dentro de muy poco, sólo esperen xd