Kevin trae mis calzones.

.4. Soy Marta.

Siento la alarma detrás de mi y de una patada me quito las sabanas, con mi remera de los Chicago Bears abro la puerta de mi habitación y recibo los mimos de Kevin.

Me preparo un café y caliento un poco de pastel, Kevin salta de un lado al otro y yo corro hacia el teléfono fijo, pasan unos segundos y suena. Aveces parece que Kevin presiente que mi Madre va a llamar.

—Hola Mama.

—Hola mi cielo, ya que hoy no tienes clases podrías pasarte por aquí , ¿No te parece?.

—Tienes razón, Mama, me visto y salgo con Kevin hacia allí.

Corto la llamada y el largo silencio se hace presente. Le doy de comer a Kevin y entro a la ducha para asearme, salgo envuelta con una toalla y busco en la ropa limpia un calzón; ni uno. Ni los blancos, ni los negros y ni siquiera los de vieja que herede de mi Madre—Lo se, raro—. 

Juro que si no fuera Kevin ya estaría muerto. Me pongo un deportivo holgado y la remera que ya tenia anteriormente. Con cuidado abro mi puerta y camino hasta el departamento numero docientos tres, todos están allí tirados en la puerta y me sentí afortunada de que a mis vecinos les chupe un huevo los demás o los chismes. 

Una vez los tengo todos en mi poder la puerta se abre y un chico que supongo es Esteban se me queda mirando.

—¿Quien eres?.

Pregunta con un media sonrisa, tiene las encías rosadas, dientes chicos y bien blancos, cabello negro y desordenado, ojos marrones y piel bien pálida, como si fuera un vampiro. 

—Soy Marta—Le digo esperando que comenzara a reír y a contarme sobre su perra y mi Kevin, oh que me diga que le ha contado a todos sus amigos sobre mis calzones. 

—¿La de la limpieza?.

Lo miro con cara de culo y moviendo mi mano en forma de saludo me meto a mi departamento, no sin antes verlo cambiar de una expresión neutra a una de pura vergüenza y gracia.

Menudo idiota.