Los secretos de la corona de roble

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Desclaimer: los lugar y la mayor parte de los personajes pertenecen al gran maestro Tolkien. Este escrito participa en el segundo concurso de RDTMTolkien ~En la Sala de Fuego~


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-¡Clerion, Freiland! –grito Thranduil con desesperación apuntando a dos de sus escoltas-. Protejan a la Reina –orden implacable.

El piso comenzaba a temblar provocando que el polvo se desprendiera de los altos techos; afuera el sonido estridente del choque de los metales, los gritos guturales de los orcos y más allá las catapultas incesantes atacando las murallas del palacio.

Los silvanos nunca vieron mayor temor reflejado en los ojos de algún primer nacido, y sin embargo su rey parecía al borde de la demencia. Fue como si el invierno los cubría por completo, dejándolos congelados con solo ver los azulinos ojos de Thranduil que rogaban todo terminara...

Una enorme bola de fuego penetro en el salón principal haciendo estallar los cristales en mil pedazos, debido al impacto varios de los elfos cayeron de espaldas al piso sin poder poner la menor resistencia.

Para la mayor de las desgracias, bajo aquella bola de fuego se encontraba el cuerpo sin vida de uno de los de su raza, siendo devorado por las llamas, con los huesos completamente rotos.

Algunos otros no lograros esquivar el ataque de los pequeños cristales, teniendo en sus rostros diversos rasguños y algunos desafortunados cristales más grandes perforando sus ojos.

Freiland aun en el piso giro a su derecha para observar anonado como Clerion sin una salo expresión en su rostro quitaba un enorme cristal que atravesaba su brazo. Veía atónito como el elfo lentamente retiraba e vidrios haciendo que gotas de sangre comenzaran a recorrer todo su brazo. Cuando por fin estuvo fuera de la carne de Clerion no perdió más tiempo, corto con una de sus dagas parte de su vestimenta para usarla como gasa sobre la herida de su compañero.

A unos metros de distancia, el joven rey del Bosque Verde, comenzaba a ponerse de pie apagando con su mano el fuego que se había adherido a su armadura. Ambos elfos veían estupefactos como las ondas de fuego iluminan la figura de Thranduil, la cabellera dorada ondeando, erguido con la gloria de los primeros nacidos, imponente con la espada en mano.

Y a pesar de ello, sus ojos seguían demostrando un profundo miedo por su más grande tesoro: su familia.

-Han penetrado la muralla –informo impasible el soberano a sus dos escoltas-, armen una cuadrilla y ocúltenlos en el Bosque lejos de los senderos, vayan por los conductos ocultos en el castillo.

Sin decir más Thranduil se dio media vuelta dando miles de órdenes a todos los elfos que estaban a su alcance. De inmediato Clerion y Freiland hicieron una rápida reverencia a espaldas de rey dispuesto a cumplir con su orden.

En cuanto salieron del salón principal comenzaron a correr por los pasillos del castillo rumbo al refugio dentro del palacio, ahí tenían que estar a esas horas la familia real. Mientras iban corriendo iban juntando la cuadrilla para proteger a la familia real; los dos sabían que una vez vencida la primer defensa seria cuestión de tiempo para que penetraran en el palacio... y las murallas ya estaban destruidas.

Apenas llegaron a la puerta del albergue vieron como en las vigas una docena de elfos estaba resguardando la entrada desde las alturas; tocaron un par de veces las enormes puertas reforzadas diciendo una contraseña, hasta que estas comenzaron a ceder dejando una pequeña abertura, la suficiente para que pasaran de uno en uno.

Los secretos de la corona de RobleWhere stories live. Discover now