- ¿Las naranjas se llaman así por el color o el color se llama así por las naranjas? -le dije a la muchacha que estaba sentada a mi lado en el transporte público.
Ella se encontraba pelando una naranja con sus uñas semi-largas. Ella sonrió y me miró a través de sus gafas.
- No lo sé, pero de lo que estoy segura es que son mi fruta preferida.
- ¿En serio? Eso nunca me lo dijiste.
- Creí que ya te habías dado cuenta.
- ¿Y qué ha pasado últimamente? -dije para cambiar de tema.
- No mucho. Sólo que ella ya me pidió ser su novia. -y su rostro sonrojado no encontraba dónde esconderse.
- Oye, felicidades.
- Sí, gracias. Aunque me sigo sintiendo un poco mal por él. -Naranja volvió se mirada a mí.
- Es mejor haberlo dejado que haberlo usado como cortina de humo. Ya sabes lo que pienso sobre que lo usaste.
- Lo sé.
- Por tu error de usarlo, lo heriste. Yo pienso que él aún no se ha dado cuenta de que no eres lo que él creía. -guardé silencio durante un momento- Deberías decírselo.
- No quiero.
- Como quieras, pero después va a ser muy tarde.
El resto del camino me quedé callado y cuando llegó mi parada, voltié hacia ella y le abracé. Al menos no quiero estar enojado con ella por un problema que no es el mío.