Ya han pasado los días. Ahora mismo son las 4 de la mañana y acabo de levantarme. Estoy nerviosa, mucho. Me ducho, me arreglo un poco y desayuno.
Salgo de casa con mi equipaje y llego al aeropuerto. Allí habían ya algunos compañeros charlando, me uní a ellos.
-¡Hola! -me saludaron.
-¡Buenos días! Estoy super nerviosa -contesté.
-Pues anda que yo, que me da miedo volar... ¡uf! -dijo Eric mientras se rascaba la nuca.
Eric es muy agradable, optimista y bromista. Siempre está de buen humor, no se como lo hace. Forma parte de esta ONG desde hace 10 años, es muy altruista, los mismos años que hace desde que empezó con su novia. Se conocieron aquí, y son inseparables, ella también viene a esta aventura. Son un amor, la verdad.
Esperamos a que vieneran todos los que faltaban y pasamos el control de equipajes. Después, solo nos quedaba esperar. Y aún faltaba una hora para nuestro vuelo. Eran las 5 de la mañana. Nos sentamos en unos asientos tras comprar algo de desayunar.
-¿Y tú qué, Eli? ¿Has volado alguna vez? -me preguntó Eric algo nervioso, cosa que me hizo gracia.
-Sí, bastantes veces, la verdad. Me encanta viajar y a mis padres también jajaja -respondí con una sonrisa.
-Entonces eres una buena compañera de avión, ¿no? ¡Lo digo porque me ha tocado sentado a tu lado! -rió.
-¿Ah sí? -reí también - ¡genial! No te preocupes, te daré la manita al despegar... -bromeé.
El tiempo se pasó muy rápido, hasta que llegó la hora de subir al avión. Una vez sentados en nuestros asientos, me dió por reflexionar mientras Eric se acomodaba.
Es curioso que, hace menos de un mes, estuviera sentada en una clase estudiando marketing y ahora esté sentada en un avión dirigiéndome hacia ÁFRICA para ayudar a los niños de allí. Es curioso por lo tanto cómo puede cambiar tu vida en tan poco tiempo...
Señores pasajeros, les habla el comandante. Les anunciamos que estamos apunto de despegar. Por favor, abróchense sus cinturones y...
Una vocecilla interrumpió mis pensamientos. Estamos apunto de despegar, ¡qué ganas!
-¿Lo de darme la mano era una broma? -me pregunta Eric.
-Anda... ven -y le agarré la mano -pero no me aprietes tanto, ¡o no llegaré viva! -bromeé.
El avión comenzó a acelerar y poco a poco nos elevamos.
-Ya está, Eric, ¡estás volando! -dije entusiasmada.
-¡Lo estoy haciendo! ¡Lo estoy haciendo! -exclamó él.
La verdad esque se durmió durante las 7 horas de vuelo, yo no pude pegar ojo, y eso que no había dormido nada.
Fue un vuelo tranquilo, por suerte. Cuando aterrizamos, fuimos todos juntos a recoger el equipaje y... llegó la hora de separarse. No todos íbamos a los mismos lugares. 20 de nosotros íbamos a Etiopía y 31 iban a Tanzania.
Nos despedimos unos de otros, fue muy emotivo. Bob, el organizador, venía con nosotros. Es como un padre para mí y para todos mis compañeros, siempre preocupándose por nosotros. Le queremos mucho.
Llegó nuestro coche, por fin. El poblado al que debíamos ir estaba a 3 horas en coche del aeropuerto. Un viaje largo y cansado pero... merece la pena. Muero de ganas por ver a los niños y adultos de allí.
Nos montamos en el coche y, fue un trayecto increíble. Fuimos por unos caminos en medio de la naturaleza y vimos todo tipo de animales; cebras, leones, cabras, todo tipo de aves, hipopótamos... fue increíble, sin palabras. Llegamos por fin al poblado, pero habíamos de coger una especie de "autobús" pequeñito para llegar al centro de este, ya que estábamos a las afueras. Nos subimos en el autobús, Eric estaba muerto de sueño, y se encontraba un poco mal, además su novia es una de las que fue a Tanzania, y se siente lejos de ella... así que yo estuve con él todo el camino.
Por fin, tras siete horas de avión, tres horas de safari y veinte minutos de autobús, llegamos al pueblo.
Lo que va a suceder ahora es espectacular, jamás lo habría imaginado:
Nada más bajar del autobús, nos encontramos en medio de un corro enorme de africanos en el que habían personas de todas las edades, todas ellas con la mirada puesta en nosotros y con una sonrisa en la cara. Los niños tenían pancartas de bienvenida, con dibujitos y cosas así. Fue increíble, tuvimos una acogida genial.
Nos presentamos, nos dividieron, organizamos un poco el reparto de tareas con Bob, y nos enseñaron a cada uno dónde íbamos a hospedarnos. Claro está que dormíamos en las chozas típicas de estas familias. A mí me tocó una familia súper agradable: un matrimonio con cuatro niños pequeños, tres chicas y un chico. Nos presentamos, charlamos durante un buen rato y después comimos algo.
De repente noto como algo me tira de la camiseta.
-¡Hola bonita! -dije. Era Samantha, una de las hijas. Tiene 3 años, ¡una monada!
-¿Quieres jugar conmigo? -me preguntó inocentemente ofreciéndome una muñeca hecha con palos y un trozo de tela.
-Claro que sí, guapa. ¿Y Anne y Katy no vienen? -pregunté mirándolas. Eran sus hermanas. Anne tiene 7 años y Katy es un poco más mayor, tiene 15 años.
Estuvimos jugando y charlando hasta que anocheció. Hoy ha sido un largo y cansado día y mañana empieza lo bueno. Mañana he de hacer muchas cosas, la primera de ellas madugar. Así que será mejor que me acueste temprano. Me despedí de la familia y me fui a mi pequeña cama.
¡Mañana empieza lo bueno!
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A África, ¿por amor?
RomanceEli es una joven estudiante que recién acaba de comenzar una carrera universitaria de Marketing. A los pocos días de empezar, se da cuenta de que, lamentablemente, no es lo suyo. Pues lo que realmente le gusta y le llena en la vida es ayudar a los d...