Prologo

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La I Guerra Mundial comenzó comoun festival de verano: todo eran faldasondulantes y charreteras doradas. Lasmultitudes vitoreaban desde las acerasmientras emplumadas altezas imperiales,dignatarios, mariscales y otros tontospor el estilo desfilaban por las capitalesde Europa a la cabeza de susresplandecientes legiones.Fue una temporada de generosidad;una etapa de alardes, bandas musicales,poemas, canciones, inocentes plegarias.Era un agosto palpitante y sin aliento acausa de jóvenes caballeros oficialesque pasaban noches prenupciales conmuchachas que abandonarían parasiempre. Uno de los regimientosescoceses, en su primera batalla, cruzóla trinchera detrás de cuarenta gaiteroscon faldas de tartán, con la única misiónde tocar sus instrumentos frente a lasametralladoras.Más tarde, había nueve millones decadáveres cuando las bandas de músicay los dignatarios emprendieron la fuga,el quejido de las gaitas nunca másvolvería a ser el mismo. Fue la últimaguerra romántica, y quizá, Johnny cogiósu fusil, la última novela norteamericanaque se escribió sobre ella antes de quese pusiera en marcha un acontecimientototalmente distinto llamado II GuerraMundial.El libro tiene una enigmática historiapolítica. Escrito en 1938, cuando elpacifismo constituía un anatema para laizquierda y para gran parte de lossectores centristas norteamericanos, fueeditado en la primavera de 1939 ypublicado el 3 de septiembre: diez díasdespués del pacto nazi-soviético, a dosdías de iniciada la II Guerra Mundial.Más tarde, Joseph WhartonLippincott (pensando que estimularía lasventas) sugirió que se vendieran losderechos de publicación al DailyWorker de Nueva York. A partir deentonces, durante meses, el libro fue unfactor de unificación para las izquierdas.Al parecer, después de PearlHarbor, el tema se volvió taninadecuado para la época como elchillido de las gaitas. Paul Blanshard, alreferirse a la censura militar en TheRight to Read [1] (1955), dice: «Seprohibieron algunas pocas revistasextranjeras pro-Eje, además de treslibros, entre ellos la novela pacifista deDalton Trumbo Johnny Get Your Gun[2], publicada durante el período delpacto Hitler-Stalin.»Dado que el señor Blanshardincurrió en lo que espero haya sido unerror inconsciente, tanto en lo que serefiere al período de «publicación» dellibro cuanto en lo relativo al título conel que se «publicó», no puedo confiardemasiado en su historia de laprohibición. Sin duda, yo no fuiinformado; recibí numerosas cartas demilitares de servicio que lo habían leídoen las bibliotecas del Ejército deultramar; y en 1945, yo mismo encontréun ejemplar en Okinawa, cuando aún seestaba combatiendo.Sin embargo, si lo habían censuradoy yo lo hubiese sabido, creo que nohabría protestado en voz alta. Haymomentos en que puede ser necesarioque ciertos derechos privados cedanante las exigencias de un beneficiopúblico más amplio. Sé que se trata deuna idea peligrosa y no desearía llevarlademasiado lejos, pero la II GuerraMundial no fue una guerra romántica.A medida que el conflicto seprofundizaba y Johnny se dejaba deimprimir, la imposibilidad deconseguirlo se convirtió en unareivindicación de los derechos civilespara la extrema derecha norteamericana.Organizaciones pacifistas y grupos de«Madres» de todo el país se inundaronde vehementes cartas solidarias,denunciando a judíos, comunistas,partidarios del New Deal, y banquerosinternacionales que habían prohibido minovela para intimidar a millones deverdaderos norteamericanos que exigíaninmediatamente una paz negociadora.Mis corresponsales, muchos de loscuales usaban papel refinado yremitentes húmedos por el agua de marde lugares vacacionales y deportivos,poseían una red de comunicaciones quellegaba hasta los campos de detenciónde internados pro-nazis. Hicieron subirel precio del libro a más de seis dólaresel ejemplar usado, lo cual me desagradópor varias razones, una de ellas, fiscal.Proponían una marcha nacional pro-pazinmediata, de la que yo sería el líder;prometieron y llevaron a cabo unacampaña de cartas para presionar aleditor en favor de una reedición.Nada podría haberme convencidotan rápidamente de que Johnny eraprecisamente el tipo de libro que nodebía reeditarse hasta que terminara laguerra. Los editores coincidieron en elmismo sentido. Ante la insistencia dealgunos amigos convencidos de que lasgestiones de mis corresponsales podíanejercer un efecto funesto sobre losesfuerzos empeñados en la guerra,cometí la estupidez de informar al FBIacerca de sus actividades. Pero elinterés de una maravillosa y perfectapareja de investigadores que llegó a micasa no se centró en las cartas, sino enmí. Tengo la impresión de que dichointerés no se ha disipado y que lo tengomerecido.Las dos o tres reediciones queaparecieron después de 1945 fueronbien recibidas por las izquierdas engeneral y, al parecer, completamenteignoradas por el resto del público,inclusive por aquellas apasionadasmadres de tiempos de guerra. El librodejó de imprimirse nuevamente durantela Guerra de Corea.Decidí entonces comprar lasplanchas a fin de evitar que fuesenvendidas al gobierno para que lasconvirtiera en municiones. Y allí esdonde termina o comienza la historia.Al leerlo nuevamente después detantos años, tuve que resistirme al fuertedeseo que me impulsaba a retocarloaquí, modificarlo allí, aclarar, corregir,elaborar, retocar. Al fin y al cabo, ellibro tiene veinte años menos que yo yyo he cambiado mucho, y él no. ¿O sí?¿Es posible que haya algo que seresista al cambio, aunque no se trate másque de una simple mercancía que puedeser comprada, enterrada, censurada,maldecida, elogiada o ignorada porrazones que siempre suelen serequivocadas? Probablemente no. Johnnytuvo un significado diferente para tresguerras diferentes. Su significado actuales aquel que le atribuyen sus lectores, ycada lector —felizmente— es distintode todos los demás y tambiénsusceptible de cambios.Lo he dejado como era para vercómo es.Dalton TrumboLos Ángeles Marzo 25, 1959Agregado: 1970Once años más tarde. Los númerosnos han deshumanizado. A la hora deldesayuno leemos que 40.000norteamericanos han muerto en Vietnam.En lugar de vomitar, nos servimos unatostada. Por la mañana, nos sumergimosprecipitadamente en las calles atestadas,no para gritar asesinos sino paraabalanzarnos sobre el abrevadero antesde que otro engulla nuestra ración.Una ecuación: 40.000 jóvenesmuertos=3.000 toneladas de carne yhuesos, 124.000 libras de masaencefálica, 50.000 galones de sangre,1.840.000 años de vida que no sevivirán, 100.000 niños que jamásnacerán. (En cuanto a esto último,podemos soportarlo: ya hay demasiadosniños en el mundo que se mueren dehambre.)¿Gritamos por la noche cuando estoselementos interfieren en nuestrossueños? No. No soñamos con eso,porque no lo pensamos; y no lopensamos porque no nos importa. Nosinteresan mucho más la ley y el orden;poder transitar sin riesgos por las callesde Estados Unidos. Mientras,convertimos las de Vietnam en cloacasatiborradas de sangre, que volvemos allenar todos los años cuando obligamosa nuestros hijos a elegir entre una celdaaquí o un ataúd allá. «Cada vez que mirola bandera, mis ojos se llenan delágrimas.» También los míos.Si para nosotros los muertos nosignifican nada (excepto el fin desemana correspondiente al Día delSoldado Muerto, en que nadadores,esquiadores, surfers, amantes de picnicsy campings, cazadores, pescadores,futbolistas, bebedores de cerveza seaglomeran en las rutas nacionales), ¿quéhay de nuestros 300.000 heridos?¿Alguien sabe dónde están? ¿Cómo sesienten? ¿Cuántos brazos, piernas,orejas, narices, bocas, caras, penes, hanperdido? ¿Cuántos han quedado sordoso mudos o ciegos o las tres cosas?¿Cuántos han sufrido una, dos o tresamputaciones? ¿Cuántos permaneceráninmóviles para el resto de sus días?¿Cuántos no son más que merosvegetales descerebrados que agotansilenciosamente su aliento y sus vidas enoscuras y secretas habitaciones?Escribid al Ejército, a la FuerzaAérea, a la Marina, al Cuerpo deInfantería de Marina, a los Hospitalesdel Ejército y la Marina, el Director deCiencias Médicas de la BibliotecaNacional de Medicina, a laAdministración del Veterano, alDespacho del Cirujano General y osasombraréis de vuestra ignorancia. Unorganismo informa que desde enero de1965 ingresaron 726 pacientesdestinados al «servicio de amputación».Otro se refiere a unos 3.011 mutiladosdesde comienzos del año fiscal 1968. Lodemás es silencio.El Informe Anual de CirugíaGeneral: Estadísticas Médicas delEjército de los Estados Unidos no sepublica desde 1954. La Biblioteca delCongreso informa que la Oficina Militarde Cirugía General para EstadísticasMédicas «no tiene cifras deamputaciones simples o múltiples». Obien el gobierno no les otorgaimportancia alguna, o bien, como diceun investigador de una de las redesnacionales de televisión, «el militarsabe con certeza cuántas toneladas debombas han sido arrojadas, pero no estáseguro acerca del número de piernas ybrazos que han perdido sus hombres».Si no existen cifras concretas, almenos comenzamos a disponer de cifrascomparativas. Vietnam nos ha dejado,proporcionalmente, ocho veces másparalíticos que la II Guerra Mundial,tres veces más incapacitados totales, 35por ciento más de mutilados. El senadorCranston de California llega a laconclusión de que el 12,4 por ciento delos veteranos de Vietnam que recibenindemnizaciones por heridas sufridas encombate están totalmente incapacitados.Totalmente.Pero ¿cuántos centenares o millaresde muertos-vivientes surgen conexactitud de ese porcentaje? No losabemos. No preguntamos. Nosalejamos de ellos; apartamos los ojos,los oídos, la nariz, la boca, el rostro.«Por qué mirar, no es mía la culpa,¿verdad?» La muerte nos espera tambiéna nosotros. Tenemos un sueño pordelante, la más pura de las esperanzas, yes preciso que la busquemos y laencontremos antes de que oscurezca.Hasta siempre, perdedores. Dios osbendiga. Cuidaos. Nos volveremos aver.Dalton TrumboLos Ángeles, Enero 3, 1970LIBRO PRIMEROLos muertos1Deseaba que el teléfono dejara desonar. Ya era demasiado estar enfermocomo para oír sonar un teléfono toda lanoche. Joder qué mal se sentía. Y no eraa causa de ese agrio vino francés. Nohay hombre capaz de beber tanto comopara tener la cabeza de ese tamaño. Suestómago daba vueltas y vueltas y másvueltas. Era agradable que nadieatendiera ese teléfono. Sonaba como siestuviera en un recinto de un millón demillas de ancho. También su cabezatenía un millón de millas de ancho. Alinfierno con el teléfono.Ese maldito timbre debía estar en elotro extremo de la tierra. Para llegar a élse vería obligado a andar un par deaños. Ring ring ring toda la noche. Quizáalguien necesitaba algo urgente. Lasllamadas nocturnas suelen serimportantes. Podrían prestarles atención.¿Cómo podían suponer que él loatendería? Estaba cansado y su cabezahabía adquirido una dimensiónexorbitante. Aunque le metieran unteléfono entero en la oreja ni siquiera losentiría. Era como si hubiese ingeridodinamita.¿Por qué nadie atendía ese malditoteléfono?—Oye Joe. Adelante y al centro.Allí estaba endemoniadamenteenfermo y como un condenado imbécilavanzaba hacia el teléfono por la sala deexpedición nocturna. Había tanto ruidoque era imposible suponer que alguienpudiese percibir un sonido tan levecomo el de un timbre de teléfono. Sinembargo él lo había oído. A pesar delclic—clic—clic de las empaquetadorasdel Battle Creek y del rechinar de lascintas transportadoras y del rugido delos hornos giratorios en la plantasuperior y del estruendo de los cubos deacero arrastrados hasta el lugar y delestrépito de los motores que ajustabanen el garaje para el trabajo matutino ydel grito de los rodillos que necesitabanaceite ¿por qué diablos nadie losengrasaba?Echó a andar por el pasillo centralentre los cubos de acero repletos de pan.Se coló a través de los deshechos decajones de madera y cartones arrugadosy trozos de pan aplastados. Losmuchachos lo miraron pasar. Recordabasus rostros flotando a su lado a medidaque se acercaba al teléfono. El Holandésy el Holandesito y Whitey y Pablo yRudy y todos los muchachos. Le miraroncon curiosidad mientras iba pasandodelante de ellos. Tal vez porque en sufuero interno estaba asustado y eso sepercibía desde fuera. Llegó al teléfono.—Hola.—Hola hijo. Ven a casa ahoramismo.—Está bien madre. Voy para allí enseguida.Entró en la oficina con el techoinclinado y el gran frente de cristaldesde donde Jody Simmons el capatazvigilaba estrechamente a su cuadrilla.—Jody tengo que ir a casa. Mi padreacaba de morir.—¿Morir? ¡Por Dios hijo! lo siento.Por supuesto muchacho vete. Rudy. OyeRudy. Coge un camión y lleva a Joe a sucasa. Su vie... su padre acaba de morir.Desde luego muchacho. Ve a casa. Haréque alguno de los muchachos tereemplace. Eso es duro muchacho. Vete.Rudy apretaba el acelerador. Afuerallovía porque era diciembre en LosÁngeles poco antes de Navidad. Losneumáticos chirriaban contra elpavimento mojado. Era la noche mássilenciosa que recordaba si no hubiesesido por el chirrido de las ruedas y eltraqueteo del Ford que resonaba entrelos edificios desiertos de una callevacía. Sin duda. Rudy apretaba elacelerador. Detrás de ellos en la partetrasera del camión algo repiqueteaba aun ritmo siempre igual independiente dela velocidad. Rudy no decía nada. Selimitaba a conducir. Al pasar porFigueroa dejaron atrás unas casasgrandes y antiguas luego unas máspequeñas y otras hacia el extremo sur.Rudy detuvo el vehículo.—Gracias Rudy. Te avisaré cuandotodo termine. En un par de días volveréal trabajo.—Desde luego Joe. Está bien. Esduro. Lo siento. Buenas noches.El Ford se adhirió con fuerza. Luegosu motor rugió y se deslizó calle abajo.El agua burbujeaba a lo largo delbordillo y la lluvia caía acompasada yuniforme. Se detuvo un momento respiróhondo y luego emprendió el caminohacia su casa.La casa estaba en una callejuelaencima de un garaje y detrás de unedificio de dos pisos. Para llegar allírecorrió una calzada estrecha entre doscasas muy próximas entre sí. El espacioentre las dos casas estaba oscuro. Lalluvia de ambas azoteas confluía allí yrepiqueteaba en amplios charcos con unextraño eco de humedad como el de uncubo que se vaciara en una cisterna. Suspies chapoteaban en el agua.Cuando salió de la calzada entre lasdos casas vio luz en el garaje. Al abrirla puerta le envolvió una ráfaga de airecaliente que olía al jabón y al alcoholpara friegas que usaban para bañar a supadre mezclado con el talco que leponían luego para que no se le hiciesenllagas en la cama. Todo estaba ensilencio. Subió la escalera de puntillasoyendo aún el ligero chapoteo de suszapatos.Su padre muerto estaba en la sala yuna sábana le cubría el rostro. Habíaestado enfermo mucho tiempo y habíandecidido tenerlo en la sala porque en elporche con cristales que era eldormitorio de su padre su madre y sushermanas había demasiada corriente deaire.Avanzó hacia su madre y le tocó elhombro. Ella no lloraba demasiado.—¿Has llamado a alguien?—Si vendrán de un momento a otro.Pero antes quería qué tú estuvieses aquí.Su hermana menor seguía durmiendoen el porche pero su hermana mayor desólo trece años estaba encogida en unrincón envuelta en una bata conteniendolos suspiros. Y sollozando en silencio.La miró. Lloraba como una mujer. Hastaentonces no había caído en cuenta deque era prácticamente una mujer. Habíacrecido todo el tiempo y él no lo habíaadvertido hasta ahora que la veíallorando por la muerte de su padre.Abajo llamaron a la puerta.—Son ellos. Vamos a la cocina. Serámejor así.Tuvieron algunas dificultades parallevar a su hermana a la cocina pero ellafue silenciosamente. Parecía incapaz decaminar. Su rostro estaba pálido. Susojos eran grandes y más que llorarjadeaba. Su madre se sentó en unabanqueta de la cocina y cogió a suhermana en brazos. Luego él se asomó ala escalera y dijo en voz baja.—Adelante.Dos hombres de camisas de cuellolimpio y resplandeciente abrieron elportal y comenzaron a subir la escalera.Traían un gran cesto de mimbre.Rápidamente entró en la sala y retiró lassábanas para mirar a su padre antes deque ellos llegaran al tope de la escalera.Contempló un rostro fatigado quesólo tenía cincuenta y un años. Mientraslo miraba pensó papá me siento muchomás viejo que tú. He sentido pena por tipapá. Las cosas no marchaban bien ynunca habrían marchado bien para ti y esmejor que estés muerto. En estostiempos la gente tiene que ser másrápida y más dura que tú papá. Buenasnoches y que tengas hermosos sueños.No te olvidaré y hoy no estoy tan tristepor ti como estaba ayer. Yo te amabapapá. Buenas noches.Entraron en la habitación. El volvióa la cocina con su madre y su hermana.La otra hermana que sólo tenía sieteaños dormía aún.De la sala llegaban algunos ruidos.Eran los pasos de los hombres quecaminaban de puntillas alrededor dellecho. Era el lánguido susurro de lasmantas que echaban hacia los pies.Luego el ruido de los resortes de lacama que se distendían después de ochomeses de uso. En seguida el gemido delmimbre que acogió la carga que habíasido retirada de la cama. Por último elcesto crujió por todas partes y los piesse deslizaron por la sala hacia laescalera. Se preguntó mientras ibanescaleras abajo si el cesto estaría biennivelado o si la cabeza estaba más bajaque los pies o si de alguna forma podíaser incómodo. Si su padre hubieserealizado esa misma tarea hubiesellevado el cesto con gran suavidad.Su madre comenzó a temblar unpoco cuando cerraron el portal al pie dela escalera. Su voz era como aire seco.—Ese no es Bill. Puede parecerlopero no lo es.El le acarició el hombro. Suhermana volvió a acurrucarse en elsuelo.Eso fue todo.¿Por qué no se terminaba entonces?¿Cuántas veces tendría que revivirlo?Ya había pasado todo. Terminado. ¿Porqué seguía sonando ese malditoteléfono? Estaba chiflado porque habíabebido mucho y le quedaban losresabios de la borrachera y ahora teníapesadillas. Muy pronto si era necesariose despertaría y atendería el teléfonopero por consideración alguien deberíahacerlo en su lugar porque él estabacansado y enfermo.Todo se volvía flotante y endeble.Las cosas estaban quietas yendiabladamente apacibles. Un dolor decabeza después de una borrachera escomo un martilleo y un estruendo yconvierte el cráneo en un infierno. Perono era la resaca de una borrachera.Estaba enfermo. Era un hombre enfermoy recordaba cosas. Como si saliese delos efectos del éter. Pero era de suponerque ese teléfono dejaría de sonar algunavez. No podía seguir indefinidamente. Yél no podía seguir repitiendo siempre lamisma historia de ir a atenderlo yescuchar que su padre había muerto yluego volver a su casa en una noche delluvia. Si seguía haciéndolo cogería uncatarro. Además su padre podía morirsólo una vez.El timbre del teléfono era parte deun sueño. Su sonido no era como el decualquier otro teléfono ni se parecía acosa alguna porque significaba muerte.Al fin y al cabo ese teléfono era algodeterminado algo muy determinadocomo solía decir el viejo profesorEldridge en el último año de inglés. Yuna determinada cosa se aferra a tiaunque de nada sirve que lo haga tanintensamente. Ese timbre y su mensaje ytodo lo que eso significaba habíaocurrido hacía mucho tiempo y él ya lohabía dado por concluido.El timbre volvió a sonar. Podía oírlomuy lejos como si fuese un eco queatravesaba innumerables persianas en sumente. Lo oía como si estuviese atado yno pudiese atenderlo y sin embargotuviese la obligación de hacerlo. Eltimbre sonaba tan solitario como Cristollamando desde el fondo de su menteesperando una respuesta. Y no podíancomunicarse. Cada toque parecíavolverse paulatinamente más solitario. Acada sonido del teléfono se asustabamás.Nuevamente a la deriva. Estabaherido. Muy malherido. El campanilleodel timbre se iba disipandogradualmente. Estaba soñando. Noestaba soñando. Estaba despierto aunqueno podía ver. Estaba despierto aunqueno podía oír nada salvo un teléfono queen realidad no sonaba. Estaba muyasustado.Recordó cómo de pequeño despuésde leer Los últimos días de Pompeya sedespertaba por la noche en medio de laoscuridad gritando espantado con elrostro hundido en la almohada ypensando que la cima de una de lasmontañas de su Colorado había volado yque las mantas eran lava y él estabasepultado vivo y que se quedaría allímuriendo eternamente. Ahora sentía esemismo sentimiento de ahogo la mismavergonzosa congoja en sus entrañas. Enel paroxismo del terror juntó sus fuerzase hizo el ademán de un hombre enterradoen la arena que araña el aire con susmanos.Luego sintió náuseas y ahogo y sedesvaneció a medias arrastrado por eldolor. Por su cuerpo parecía circularuna corriente eléctrica que lo sacudíaespasmódicamente y lo arrojaba contrala cama exhausto y absolutamenteinmóvil. Se quedó así sintiendo cómo elsudor brotaba de su piel. Luego lesobrevino otra sensación. Sentía su pielcaliente y húmeda y la humedad lepermitió sentir los vendajes. Estabaenvuelto en ellos de arriba abajo. Hastala cabeza.Entonces estaba realmente herido.El corazón golpeó contra lascostillas a causa del impacto. El cuerpose le llenó de aguijones. Su corazón latíacomo si estallase en el pecho pero él nopodía sentir el pulso en sus oídos.¡Oh Dios! entonces estaba sordo.¿De dónde sacaban toda esa basuraacerca de los refugios a prueba debombas si a un hombre allí dentropodían sacudirlo de modo tal que todoel complejo mecanismo de sus oídospodía estallar hasta dejarlo tan sordocomo para no poder oír los latidos de supropio corazón? Le habían golpeadoduro y ahora estaba sordo. Noligeramente sordo. No sordo a medias.Totalmente sordo.Por un momento, mientras el dolorse iba desvaneciendo pensó todo estome permitirá meditar. ¿Y los otros?¿Qué fue de ellos? Tal vez no tuvierontanta suerte. Había buenos muchachos enese agujero. ¿Cómo será estar sordo ytener que hablar a gritos? Escribes en unpapel. No. Al revés. Tú lees lo que teescriben en un papel. No es un motivopara ponerse a bailar pero podría habersido peor.Lo único es que cuando uno estásordo se siente solo. Olvidado de Dios.De modo que nunca más volvería aoír. Pues bien había muchas cosas queno quería volver a oír. Nunca habíaquerido escuchar el punzante repiqueteode la ametralladora ni el agudo silbidode un obús del 75 cayendo a todavelocidad ni el trueno pausado queseguía a su estallido ni el gemido de unavión ahí arriba ni los aullidos de un tíoque trata de explicarle a alguien quetiene una bala atravesada en el estómagoy que por el agujero se le está saliendoel desayuno y por qué nadie se detiene yle da una mano sólo que nadie puedeoírle porque todos están asustados. Alinfierno.Las cosas entraban y salían de foco.Era como mirar en uno de esos espejosde afeitar de aumento atraerlo hacia unoy volverlo a alejar. Estaba enfermo yprobablemente loco estaba malherido ysolitariamente sordo pero estaba vivo yseguía escuchando a lo lejos el sonidoagudo del timbre del teléfono.Se hundía y reflotaba y luegocomenzaba a girar en lánguidos yperezosos círculos negros. Todo bullíaen sonidos. Sin duda estaba loco.Fugazmente vio la gran zanja dondesolía ir a nadar con los muchachos enColorado antes de partir hacia LosÁngeles antes de entrar en la panadería.Oía el chapoteo del agua cuando Arthacía una de sus piruetas al zambullirsees idiota tirarse de tan alto pero ¿porqué nosotros no podíamos hacerlo?Contempló las ondulantes praderas deGrand Mesa a once mil pies de altura yvio hectáreas de aguileñas agitándose enla fresca y apacible brisa de agosto yoyó el murmullo lejano de los arroyosde las montañas. Vio a su padrearrastrando el trineo. Su madre ibadentro. Era una mañana de Navidad.Oyó la nieve fría bajo los patines deltrineo regalo de Navidad y su madrereía como una niña y su padre sonreíacon ese gesto tranquilo y surcado dearrugas.Sus padres parecían divertirsejuntos. En especial entonces. Solíanflirtear delante de él antes de quenacieran las niñas. ¿Recuerdas esto? ¿Yaquello? Lloré. Tú hablabas así. Tepeinabas así. Me levantaste y merecordaste cuán fuerte eras y me pusisteencima del viejo Frank porque era dócily después cabalgamos sobre el ríohelado y el viejo Frank escogía sucamino tan cuidadosamente como unperro.¿Recuerdas el teléfono cuando mecortejabas? Recuerdo todo. Hasta elganso que se me echaba encima silbandocuando yo te abrazaba. ¿Recuerdas elteléfono cuando éramos novios tontito?Recuerdo. ¿Recuerdas la línea delteléfono que recorría dieciocho millaspor el valle de Colé Creek y sólo habíacinco abonados? Lo recuerdo. Recuerdola forma en que me miraste con tus ojosgrandes y tu frente suave que no hacambiado. ¿Te acuerdas cuán nueva eraaquella línea telefónica? Uno se sentíasolo allí. Ni un alma en tres o cuatromillas y en realidad nadie en el mundosólo tú. Y yo esperando que sonara elteléfono. ¿Te acuerdas que sonaba dosveces para nosotros? Dos timbres y erastú que llamabas de la tienda cuandoestaba cerrada. Y los cinco aparatos a lolargo de la línea haciendo click—clickBill llama a Macia click—click. Ydespués tu voz qué divertido era oír tuvoz por teléfono la primera vez.Siempre fue maravilloso.—Hola Macia.—Hola Bill ¿cómo estás?—Muy bien. ¿Has terminado eltrabajo?—Sólo con los platos.—Supongo que también esta nochetodo el mundo nos está escuchando.—Supongo.—¿No saben que te quiero? Podríanconformarse con eso.—Tal vez no.—Macia ¿por qué no tocas algo enel piano?—Está bien Bill. ¿Qué toco?—Lo que quieras. A mí me gustatodo.—Bien Bill. Espera que arregle elaparato.Después la música del piano ibatintineando por los cables nuevos ymaravillosos del teléfono a lo largo deCole Creek hacia el oeste del otro ladode las montañas de Denver. Su madreantes de ser su madre antes de pensarparticularmente en convertirse en sumadre solía tocar el único piano quehabía en Cole Creek e interpretabaBeautiful Blue Ohio o quizá My PrettyRed Wing. Tocaba diáfanamente y supadre la escuchaba desde Shale City ypensaba ¿no es maravilloso sentarseaquí a ocho millas y acercar ese tubonegro al oído y escuchar a lo lejos lamúsica de Macia mi hermosa Macia miMacia?—¿Los has oído Bill?—Sí. Fue hermoso.Entonces alguien tal vez a seismillas en la línea interrumpía laconversación sin pudor alguno.—Macia acabo de coger el auriculary te he escuchado tocar. ¿Por qué notocas After the Ball is Over? A Clem legustaría escucharla si no tienesinconveniente.Su madre volvía al piano y tocabaAfter the Ball is Over y Clem en algunaparte oía música quizá por primera vezen tres o cuatro meses. Las mujeres delos granjeros una vez terminado sutrabajo también se sentaban con elauricular al oído y escuchaban y seponían soñadoras pensando en cosas quesus maridos ni siquiera imaginaban.Todo el mundo en ese valle solitario deCole Creek solicitaba a su madre quetocara su pieza favorita y su padre enShale City escuchaba con gusto aunque aveces se impacientaba un pocodiciéndose a sí mismo que la gente deCole Creek debería comprender queesto es un noviazgo no un concierto.Sonidos sonidos sonidos por todaspartes y ese timbre que se desvanecía yregresaba mientras él se sentía tanenfermo y sordo que quería morir.Rotaba en la oscuridad y a lo lejos eltimbre del teléfono sonaba sin que nadielo atendiera. Un piano tintineabaremotamente y él supo que su madretocaba para su padre muerto antes deque su padre estuviera muerto y antes depensar en él su hijo. El piano sonaba alcompás del timbre y el timbre al compásdel piano y detrás crecía un espesosilencio y un ansia de escuchar y lasoledad.Y ahora brilla la luna esta nochesobre la hermosa Ala Roja. Suspiran lospájaros, llora el viento nocturno...2Su madre cantaba en la cocina. El laoía cantar y el sonido de su voz era elsonido de su casa. Cantaba la mismacanción una y otra vez. Nunca cantaba laletra sino la melodía con voz ausentecomo si pensara en otra cosa y cantarfuese sólo una forma de matar el tiempo.Siempre cantaba cuando estaba muyocupada.Era otoño. Los álamos se habíanvuelto rojos y amarillos. En la cocina sumadre trabajaba y cantaba junto a lavieja estufa de carbón. Batía mantequillade manzanas en una gran cazuela. Oenvasaba melocotones. Los melocotonesimpregnaban la casa con un aromadelicioso y penetrante. Hacía jalea. Lapulpa de los frutos colgaba en una bolsade harina sobre la parte más fresca de laestufa. A través de la tela el zumomanaba espeso sobre un tazón en cuyosbordes se formaba una orla rosa-crema.En el centro el zumo era rojo ytransparente.Cocía el pan. Horneaba dos veces ala semana. En el intervalo entre hornaday hornada conservaba un pote defermento en la nevera para nopreocuparse por la levadura. El pan erapesado y moreno y a veces sobresalíados o tres pulgadas sobre el borde de lacazuela. Cuando lo sacaba del hornountaba la corteza marrón conmantequilla y lo dejaba enfriar. Pero losbollos eran aún mejores que el pan. Lossacaba del horno poco antes de la cena.Estaban tan calientes que humeaban. Túles ponías la mantequilla que se derretíadentro y luego mermelada o dulce dealbaricoque con nueces y almíbar. Eratodo lo que querías comer a la hora dela cena aunque por supuesto también eranecesario comer otras cosas. En lastardes de verano cortabas una granrebanada de pan y le ponías mantequillafría. Luego espolvoreabas azúcar sobrela mantequilla. Resultaba más exquisitoque un pastel. O bien cogías una granrebanada de cebolla dulce y lacolocabas entre las dos lonchas de pancon mantequilla y no había nada másdelicioso en el mundo.En otoño su madre trabajaba día trasdía semana tras semana. Casi no salía dela cocina. Hacía conservas demelocotones cerezas fresas morasciruelas. Preparaba mermeladasconfituras conservas y salsas depimientos. Y cantaba mientras trabajaba.Cantaba la misma canción en vozausente sin palabras como si todo eltiempo pensara en otra cosa.En Fifth y Main había un hombre quevendía hamburguesas. Era menudoencorvado y de rostro carnoso. Siemprese alegraba de poder hablar con quien sedetuviese frente a su puesto. Como erael único que vendía hamburguesas enShale City tenía el monopolio delnegocio. La gente decía que eradrogadicto y que alguna vez se volveríapeligroso. Pero nunca ocurrió y hacíalas mejores hamburguesas del mundo.Tenía un mechero de gas y a cien metrosde su puesto se podía oler lamaravillosa fragancia de las cebollasfriéndose. Aparecía por las tardesalrededor de las cinco o de las seis yhacía hamburguesas hasta las diez o lasonce. Si querías un bocadillo tenías queesperar.A su madre le encantaban losbocadillos que hacía el hombre de lashamburguesas. Los sábados por la nochesu padre solía trabajar hasta tarde en latienda y él iba a la ciudad y le esperabahasta que le entregaban el cheque con supaga. Alrededor de las diez menoscuarto cuando la tienda estaba a puntode cerrar su padre le daba treintacentavos para tres hamburguesas. Elcorría a toda prisa con su dinero hasta elpuesto del vendedor de hamburguesas yocupaba su lugar en la fila. Pedía treshamburguesas con mucha cebolla ymostaza. Cuando se las entregaban supadre ya iba rumbo a casa. El hombre delas hamburguesas ponía los bocadillosen una bolsa y colocaba la bolsa dentrode su camisa junto a su cuerpo. Entoncesél corría hasta su casa para que llegarancalientes. Corría en la fresca nocheotoñal sintiendo el calor de lashamburguesas contra su estómago. Todoslos sábados por la noche trataba decorrer más de prisa que la vez anteriorpara que los bocadillos llegasen aúnmás calientes. Llegaba a su casa lossacaba del interior dé su camisa einmediatamente su madre se comía uno.Para entonces su padre ya había llegado.Era la gran fiesta de los sábados por lanoche. Como las niñas eran muypequeñas dormían así que él sentía quesu padre y su madre le pertenecíanenteramente. En cierto modo era unadulto. Envidiaba al hombre de lashamburguesas que podía comer todoslos bocadillos que quisiera.En otoño venía la nieve.Habitualmente nevaba para el Día deAcción de Gracias pero a veces nollegaba hasta mediados de diciembre. Laprimera nevada era lo más bello de latierra. Su padre solía despertarle muytemprano anunciando a gritos la nevada.Generalmente era una nieve húmeda quese adhería a todo lo que tocaba. Hasta lacerca de alambre tejido que rodeaba elfondo del gallinero soportaba un espesorde nieve de media pulgada. Para lospollos la primera nevada era siempre unenigma y un motivo de alarma. Andabancon cuidado y sacudían sus patas y losgallos protestaban todo el día. Losgraneros lucían hermosos y los postesdel alambrado tenían un birrete decuatro pulgadas de alto. En los terrenosvacíos los pájaros dejaban en la nieveminúsculas huellas cruzadas de tanto entanto por los rastros de un conejo. Supadre nunca dejó de despertarletemprano cuando caía nieve. Lo primeroque hacía era correr a mirar por laventana. Luego se ponía unas ropasabrigadas la chamarra las botas y losguantes forrados de piel de corderocogía su impermeable flexible salía conlos demás muchachos y no volvía hastaque sus pies estaban ateridos y su narizhelada. La nieve era maravillosa.En primavera los campos sellenaban de prímulas. Se abrían por lamañana se cerraban cuando calentaba elsol y luego se volvían a abrir por latarde. Todas las tardes los muchachosiban a coger prímulas. Volvían congrandes ramilletes de flores tan grandescomo una mano y los ponían en cuencosllenos de agua. El primero de mayohacían cestos y los adornaban deprímulas escondiendo dulces debajo delas flores. Cuando anochecía iban decasa en casa y dejaban un cesto.Llamaban a la puerta y huíandesapareciendo en la noche.Lincoln Beechy llegó al pueblo. Erael primer aeroplano que se veía en ShaleCity. Lo tenían en una tienda en mediode la pista de carreras cerca de losterrenos de la feria. Todos los días lagente desfilaba por la tienda paramirarlo. Parecía hecho íntegramente dealambre y tela. La gente no podíacomprender que un hombre hicieradepender su vida de la resistencia de unalambre. Un solo alambre que fallarasignificaba el fin de Lincoln Beechy. Enla parte delantera del avión frente a lashélices había un pequeño asientocerrado con una barra de madera. Allíse sentaba el gran aviador.En Shale City todo el mundo estabacontento con la llegada de LincolnBeechy. Era algo maravilloso. ShaleCity se estaba convirtiendo en unaverdadera metrópoli. Lincoln Beechy nose detenía en cualquier pueblecito demala muerte. Sólo se detenía en sitioscomo Denver y Shale City y Salt Lake ycontinuaba su recorrido hasta SanFrancisco. Todo el pueblo salió a lacalle el día que Lincoln Beechy seremontó en el aire. Lo hizo cinco veces.Nunca nadie había visto algo másincreíble.Antes del vuelo el señor Hargravesque era inspector de escuelas pronuncióun discurso. Explicó que la invencióndel aeroplano era el mayor progresollevado a cabo por el hombre en cienaños. El aeroplano dijo el señorHargraves reduciría la distancia entrelas naciones y los pueblos. El aeroplanosería el gran instrumento para lacomprensión recíproca de los pueblospara que la gente se comprendiera yamara mejor. El señor Hargraves dijoque el aeroplano anunciaba una nuevaera de paz prosperidad y comprensiónmutua. Todos serían amigos dijo elseñor Hargraves cuando el aeroplanouniera a todo el mundo de modo que lospueblos de la tierra se comprendieranentre sí.Después del discurso LincolnBeechy hizo cinco loopings y abandonóel pueblo. Dos meses más tarde suaeroplano cayó en la bahía de SanFrancisco y Lincoln Beechy se hundió.Shale City lo sintió como si hubieseperdido a uno de sus habitantes. ElMonitor de Shale City publicó uneditorial. Dijo que aun cuando el granLincoln Beechy hubiese muerto elaeroplano el instrumento de paz elvínculo entre los pueblos seguiríaadelante.Cumplía años en diciembre. Paratodos sus cumpleaños su madrepreparaba una gran cena a la que veníansus amigos. Sus amigos también hacíancenas de cumpleaños de modo que alcabo del año había por lo menos seisgrandes acontecimientos con motivo delos cuales se reunían los muchachos. Porlo general había pollo y siempre unpastel de cumpleaños y helado. Todostraían regalos. Nunca olvidaría aquellavez que Glenn Hogan le trajo un par decalcetines de seda marrón. Fue antes deusar los pantalones largos. Loscalcetines parecían significar un pasohacia un futuro adulto. Eran muy bonitos.Después de la fiesta se los puso y losmiró largo rato. Tres meses más tarde sepuso los pantalones largos que hacíanjuego con ellos.Todos los muchachos simpatizabancon su padre seguramente porque supadre simpatizaba con ellos. Después decomer su padre los llevaba siempre aalgún espectáculo. Se ponían los abrigosy salían a la nieve trotando hasta elteatro Elysium. Era estupendo sentirsecaliente por dentro después de lacomida y con la cara fría por el airebajo cero y un espectáculo ante los ojos.Aún hoy podía oír sus pasoschapoteando en la nieve. Podía ver a supadre a la cabeza del grupo hacia elElysium. Recordaba que losespectáculos eran casi siempre buenos.En otoño se hacía la Exposición delCondado. Había domas de potros ycorridas de ciervos indios cabalgando apelo y carreras de trote. Siempre habíauna tribu de indios encabezada por lagran squaw Chipeta. Una calle de ShaleCity llevaba su nombre. El pueblo deOuray Colorado llevaba el nombre de suesposo el cacique Ouray. Los indios quevenían con Chipeta no hacían gran cosa.Se sentaban en cuclillas y miraban fijopero Chipeta era todo sonrisas y charlasobre los viejos tiempos.Durante la exposición solía veniruna feria y se podían ver mujerespartidas en dos y motociclistasdesafiando la muerte subiendo y bajandopor un muro circular. En los puestos dela feria había frutas en conserva quebrillaban detrás de los frascosdespliegues de bordados hileras depasteles y pilas de pan y enormescalabazas y patatas fantásticas. En loscorrales había novillos cuadrados comogalpones y cerdos casi tan grandes comovacas y pollos de pura raza. La semanade la feria era la más importante delaño. De algún modo era más importanteque Navidad. Se compraban fustasadornadas con borlas en los extremosrozar con ellas las piernas de lamuchacha que te gustaba era una muestrade simpatía. Toda la feria tenía un olorinolvidable. Un aroma siempre soñado.Mientras viviera lo sentiría en el fondode su memoria.En verano iban a la gran zanjasituada al norte del pueblo se quitabanla ropa y se tendían en la orilla ycharlaban. El agua estaba tibia por elaire del verano y de la tierra gris-pardasurgía el calor como de una caldera devapor. Nadaban un rato y volvían a laorilla a sentarse en círculo, desnudos ytostados para charlar. Hablaban debicicletas de muchachas de perros yarmas. Hablaban de campings de la cazadel conejo de muchachas y de pesca.Hablaban de los cuchillos de caza quetodos deseaban pero que sólo GlenHogan tenía. Hablaban de lasmuchachas.Cuando llegaron a la edad de salircon muchachas siempre las llevaban alpabellón de la feria. Comenzaban aacicalarse. Hablaban de corbatas ypañuelos haciendo juego y usabanzapatos de ante y camisas con brillantesfranjas rojas verdes y amarillas. GlenHogan tenía siete camisas de seda.También tenía la mayor parte de lasmuchachas. Tener o no tener unautomóvil se convirtió en un temaimportante. Era muy humillante ir a piecon tu chica hasta el pabellón.A veces no tenías dinero suficientepara ir a bailar entonces deambulabasociosamente alrededor de la feria y oíasla música que surgía del pabellón en lanoche. Todas las canciones tenían unsignificado y las letras eran muy serias.Te sentías dolorido y deseabas estar allíen el pabellón. Te preguntabas con quiénestaría bailando tu chica. Luegoencendías un cigarrillo y hablabas deotra cosa. Encender un cigarrillo eratodo un acontecimiento. Sólo lo hacíaspor la noche cuando nadie te podía ver.Saber sostener el cigarrillo con estilodescuidado era un asunto serio. Elprimero del grupo que pudo aspirar elhumo fue el tío más grande de la tierrahasta que el resto pudo ponerse a sualtura.Los viejos se sentaban a charlarsobre la guerra en la tienda de tabaco deJim O'Connell. La trastienda deO'Connell era muy fresca. Antes de quellegara la sequía a Colorado era unsaloon y en días húmedos aún podíapercibirse el olor a cerveza en las tablasdel suelo. Los viejos se sentaban ensillas altas y observaban las mesa debillar y escupían en grandes salivaderasde bronce. Hablaban de Inglaterra yFrancia y al final de Rusia. Rusiasiempre estaba a punto de iniciar unagran ofensiva que haría retroceder a losmalditos alemanes hacia Berlín. Y ésesería el fin de la guerra.Luego su padre decidió abandonarShale City. Fueron a Los Ángeles. Allípor primera vez tomó conciencia de laguerra. Despertó a la guerra con elingreso de Rumania. Nunca había oídohablar de Rumania excepto en las clasesde geografía. Pero lo entrada deRumania en la guerra se produjo elmismo día en que los periódicos de LosÁngeles publicaron la crónica de unosjóvenes soldados canadienses quehabían sido crucificados por losalemanes frente a sus camaradas entierra de nadie. Eso quería decir que losalemanes eran peor que bestias ynaturalmente te interesabas y querías queterminaran con Alemania. Todoshablaban de los pozos de petróleo y delos campos de trigo de Rumania queabastecerían a los aliados y de cómoesto con seguridad significaría el fin dela guerra. Pero los alemanes cruzaronRumania y tomaron Bucarest y la reinaMarie se vio obligada a abandonar supalacio. Entonces murió su padre yAmérica entró en guerra y él tambiéntuvo que ir y allí estaba.Pensaba Oh Joe Joe éste no es sitiopara ti. Esta no era una guerra para ti.Esto no tiene nada que ver contigo. ¿Quéinterés tienes en salvar el mundo para lademocracia? Lo único que querías Joeera vivir. Has nacido y te has criado enun saludable condado de Colorado ytenías tanto que ver con AlemaniaInglaterra o Francia o hasta conWashington D. C. como con el hombreen la luna. No era cosa tuya y sinembargo aquí estás. Lastimado y más delo que supones. Muy malherido. Tal vezhubiese sido mucho mejor queestuvieses muerto y enterrado en lacolina del otro lado del río en ShaleCity. Tal vez te ocurran otras cosaspeores que ni siquiera sospechas, Joe.Oh ¿por qué diablos te metiste en estelío Joe? No era tu pelea Joe. No teníasla menor idea del porqué de esta lucha.3Se elevó atravesando las aguasheladas preguntándose si llegaría o no ala superficie. Se decían muchas tonteríasacerca de la gente que se hunde tresveces y luego se ahoga. El se habíahundido y había flotado durante díassemanas meses ¿quién podría decirlo?Pero no se había ahogado. Cada vez quellegaba a la superficie se desvanecía enla realidad y cada vez que se hundía sedesvanecía en la nada. Lentos yprolongados desmayos mientras luchabapor el aire y la vida. Peleaba duramentey lo sabía. Un hombre no puede lucharsiempre. Si se ahoga o se asfixia tieneque ser listo y ahorrar fuerzas para ladefinitiva y última lucha a muerte.Se quedaba tendido de espaldasporque no era un estúpido. Si te colocasde espaldas puedes flotar.Cuando era muchacho solía hacerlo.Sabía hacerlo. Sus últimas fuerzas seagotaban en la lucha cuando todo lo quetenía que hacer era flotar. Qué tonto.Manipulaban su cuerpo. Le llevó unrato darse cuenta porque no les oía.Entonces recordó que estaba sordo. Eracurioso estar allí tendido con gente en lahabitación que te toca te observa te curay sin embargo permanece fuera de tuaudición. Los vendajes le envolvían lacabeza y tampoco podía verles. Sólosabía que allí fuera en la oscuridad másallá de la onda auditiva le manipulabany trataban de ayudarle.Le estaban quitando parte de lasvendas. Sintió el frescor el súbitosecarse del sudor en su costadoizquierdo. Estaban manipulando en subrazo. Sintió el pinchazo de un pequeñoinstrumento afilado que le raspaba enalguna parte y arrancaba trozos de supiel. No dio un salto. Sencillamente sequedó quieto porque tenía que ahorrarfuerzas. Trató de explicarse por qué lepinchaban. Después de cada pinchazosentía un pequeño tirón en la carne de laparte superior de su brazo y unadesagradable punzada de calor comouna fricción. Los pequeños tironesproseguían con breves sacudidas cadauna era seguida de un ardor. Le dolía.Deseaba que pararan ya. Le picaba.Quería que le rascaran.Se congeló completamente quedóduro y rígido como un gato muerto.Había algo extraño en esos pinchazos ytirones y ese calor como de fricción.Podía sentir las cosas que hacían en subrazo pero no podía sentir su brazo enabsoluto. Era como si la sensación seprodujera dentro de su brazo. Como sisintiera a través del extremo de subrazo. Lo más próximo que pudoimaginar en el extremo de su brazo erasu mano. Pero el dorso de su mano elextremo de su brazo estaba arriba arribaa la altura de su hombro.Oh Cristo le habían cortado su brazoizquierdo.Se lo habían cortado por el hombro.Ahora podía advertirlo con claridad.Oh Dios mío ¿por qué le habíanhecho eso?No podían hacerlo hijos de puta nopodían hacerle eso. Hacía falta tener unpapel firmado o algo así. Lo exigía laley. No se le puede cortar el brazo a unhombre sin preguntarle sin pedirpermiso porque el brazo de un hombrees suyo y lo necesita. Oh Jesús tengo quetrabajar con ese brazo ¿por qué me lohan cortado? ¿Por qué me han cortado elbrazo? Respondan. ¿Por qué me hancortado el brazo? ¿Por qué por qué porqué?Volvió a hundirse en el agua y luchóy luchó y luego salió con el ombligodando saltos y la garganta ardiendo. Ymientras estuvo bajo el agua luchandocon un solo brazo por regresar hablóconsigo mismo diciéndose que aquellono le podía haber ocurrido a él. Sinembargo le había ocurrido.De modo que me han cortado elbrazo. ¿Cómo trabajaré ahora? Nopiensan en ello. Piensan nada más enhacer lo que les parece. Sólo se trata deotro tío con un agujero en el brazo.Cortémoslo. ¿Qué os parece muchachos?Por supuesto. Cortadle el brazo almuchacho. Para arreglarle el brazo a untío hace falta mucho trabajo y muchodinero. Esta es una guerra y la guerra esel infierno así que al infierno con elbrazo. Venid muchachos. Observad.¿Bonito verdad? El tío está en la cama yno puede decir nada mala suerte. Detodas maneras ésta es una guerrahedionda así que cortemos ese malditobrazo y terminemos de una vez.Mi brazo. Mi brazo. Me han cortadoel brazo. ¿Veis ese muñón? Era mibrazo. Oh claro que tenía un brazo nacícon él y era tan normal como vosotros ypodía oír y tenía un brazo izquierdocomo todo el mundo. Pero esosholgazanes hijos de puta me lo cortaron.¿Qué os parece?¿Cómo?Tampoco puedo oír. No oigo nada.Escribidlo. Ponedlo en un papel. Puedoleer. Pero no puedo oír. Escribidlo en unpapel y entregádselo a mi brazo derechoporque no tengo brazo izquierdo.Mi brazo izquierdo me pregunto quéhabrán hecho con él. Cuando le cortas unbrazo a un hombre tienes que hacer algocon él. No puedes dejarlo tirado por ahí.¿Lo envías a los hospitales para que losmuchachos puedan hacerlo pedazos yobservar cómo funciona el brazo de unhombre? ¿Lo envuelves en un periódicoy lo arrojas a la basura? ¿Lo entierras?Al fin y al cabo es parte de un hombre.Una parte muy importante del hombre ydebe ser tratada con respeto. ¿Lo llevasy lo entierras y pronuncias una pequeñaoración? Deberías hacerlo. Porque setrata de carne humana que murió joven ymerece una buena despedida.Mi anillo.Tenía un anillo en esa mano. ¿Quéhabéis hecho con él? Me lo habíaregalado Kareen y quiero que me lodevuelvan. Puedo usarlo en la otramano. Lo necesito porque significa algoimportante. Si lo habéis robado apenasme quiten las vendas me ocuparé devosotros ladrones hijos de puta. Si lohabéis robado sois ladrones desepulturas porque mi brazo está muerto yle habéis quitado el anillo. Vosotrosrobáis a los muertos. Eso es lo quehacéis. Antes de que me hundanuevamente. ¿Dónde está mi anillo elanillo de Kareen? Quiero el anillo. Elanillo de Kareen nuestro anillo porfavor ¿dónde está? La mano que lollevaba está muerta y el anillo no se hizopara ceñir carne podrida. Era parallevarlo en mi mano viva porquesignificaba vida.—Me lo dio mi madre. Es unaverdadera adularia. Puedes usarlo.—No me cabe.—El meñique tonto prueba en elmeñique.—Oh.—¿Lo ves? Te dije que iría bien.—Gatita.—Oh Joe tengo tanto miedo. Bésameotra vez.—No deberíamos haber apagado lasluces. Tu padre se enfadará.—Bésame. Mike no se enfadará. Elentiende.—Gatita gatita gatita mía.—No te vayas Joe. No te vayas porfavor.—Cuando te reclutan tienes que ir.—Te matarán.—Puede ser. No creo.—Mataron a muchos que no creíanque morirían. No vayas Joe.—Muchos vuelven.—Te quiero Joe.—Gatita.—No soy una gatita soy un bohunk[3]—Eres mitad y mitad pero parecesuna gatita. Tienes los ojos y el pelo deuna gatita.—Oh Joe.—No llores Kareen. No llores porfavor.De pronto les cubrió una sombra yambos alzaron los ojos.—Basta maldita sea. Basta,El viejo Mike Birkman. ¿Cómologró entrar en la casa tansilenciosamente? Estaba allí de pie porencima de ellos en la oscuridadmirándoles con furia.Se quedaron estirados en el sofámirándole. parecía un enano gigante suespalda estaba encorvada por losveintiocho años en las minas de carbónde Wyoming. Veintiocho años en lasminas con un carné rojo de la I. W. W. ymaldiciendo a todo el mundo. Lesmiraba con ojos penetrantes y ellos nose movían.—No permitiré esto en mi casa.¿Vosotros creéis que esto es el asientotrasero de un auto? Ahora levantaroscomo dos personas decentes. Vamos.Ponte de pie Kareen.Kareen se puso en pie. Medíaapenas cinco pies y una pulgada. Mikejuraba que era porque no había comidolo suficiente cuando era niña peroprobablemente no era cierto porque sumadre había sido pequeña y Kareenestaba perfectamente formada y era sanay hermosa. Tan hermosa. Mike solíaexagerar cuando se excitaba. Kareenmiró sin miedo al viejo Mike.—El se va por la mañana.—Lo sé. Lo sé muchacha. Entrad enel dormitorio. Los dos. Quizá no tengáisotra oportunidad. Ve Kareen.Kareen le miró largamente y luegose dirigió al dormitorio con la cabezabaja como si fuese una niña muyocupada en sus pensamientos.—Ve muchacho. Está asustada. Ve yabrázala.El echó a andar y entonces sintió lamano de Mike que le aferraba unhombro. Mike le miraba fijamente y susojos se vislumbraban pese a laoscuridad.—Sabes cómo tratarla ¿verdad? Noes una prostituta. ¿Sabes?—Sí.El dio media vuelta y entró en eldormitorio.Sobre un costado de la cómodahabía un velador encendido. En unrincón de la habitación más allá delvelador estaba Kareen de pie. Se habíaquitado la blusa y estaba en enaguas.Cuando él entró tenía el torso inclinadohacia las caderas y sus manos intentabandesabrochar la falda. Levantó los ojos yse quedó mirándole sin mover las manosni nada. Le miró como si lo viese porprimera vez y no supiera si él le gustabao no. Le miró de una forma que a él ledieron ganas de llorar.Se acercó y la rodeócuidadosamente con sus brazos. Ellaapoyó la frente en su pecho. Luego sevolvió hacia la cama. Retiró las mantasy se metió dentro vestida. Seguíamirándole todo el tiempo como sitemiese que él pudiera decir algomordaz o se echara a reír o se marchara.Hizo suaves movimientos bajo lasmantas y sus ropas empezaron a caer aun lado de la cama. Cuando todosestuvieron en el suelo junto a la cama lesonrió.El comenzó a quitarse la camisa sinapartar los ojos de ella. Ella miró a sualrededor y frunció el ceño.—Joe ponte de espaldas.—¿Por qué?—Quiero salir de la cama.—¿Por qué?—Olvidé algo. Date la vuelta.—No.—Por favor.—No. Yo te lo alcanzo.—No. Quiero buscarlo yo misma.Vuélvete.—No. Quiero verte.—No puedes Joe. Alcánzame labata.—Eso sí.—Está en el armario. Es roja.Fue hacia el armario y cogió la bata.Era una cosita ligera con floresestampadas y realmente no servía paracubrir a nadie. Se la llevó hasta la camasosteniéndola a cierta distancia.—Acércala.—Cógela.Ella rió después se estirórápidamente y se la arrebató metiéndolabajo las mantas. Para cogerla tuvo queestirarse tanto que él pudo percibir lacurva de su pecho. Ella se reíasuavemente mientras luchaba bajo lasmantas poniéndose la bata y estirándolahacia abajo como si le hubiera gastadouna gran broma. Después retiró lasmantas saltó de la cama y corrió con lospies desnudos hacia la sala. El vio lasplantas de sus pies moviéndoserápidamente sobre el piso. Tenían dosarcos. Uno a lo largo del empeine y otroque cruzaba desde el dedo y se elevabadelicadamente desvaneciéndose hacia eltalón. Pensó qué bellos pies tiene quéfuertes y hermosos.Ella volvió con un florero degeranios rojos y lo puso sobre unamesita frente a la ventana.Abrió la ventana y volvió despacioel rostro hacia él. Estaba apoyada sobrela mesa y al mismo tiempo parecíacolgando de ella.—Si realmente quieres verme.—Pero si tú no quieres yo no quiero.Ella se dirigió al armario, se pusode espaldas y se quitó la bata. Luego sedio la vuelta mirando insistentementesus pies. Fue hacia la cama y se deslizóentre las mantas.El apagó la luz se quitó la ropa y semetió en la cama a su lado. La rodeó conel brazo descuidadamente como si todofuera una casualidad. Ella estaba muyquieta. El movió la pierna. De entre lassábanas surgió una bocanada de aire y élpudo percibir su olor. Piel limpia limpiay olor a jabón y a sábanas. Acercó supierna a la de ella. Ella se giró hacia élle rodeó el cuello con los brazos y leapretó con fuerza.—Oh Joe Joe no quiero que tevayas.—¿Tú crees que me quiero ir?—Tengo miedo.—¿De mí?—Oh no.—Gatita mía.—Es bello estar así ¿verdad?—Sí.—¿Alguna vez has estado así conalguien?—Con nadie a quien amara.—Me alegro.—Es la verdad. ¿Y tú?—No deberías preguntarlo.—¿Por qué?—Porque soy una dama.—Tú eres una gatita.—Nunca he estado así con nadie.—Ya lo sé.—Pero no tenías por qué saberlo enrealidad oh Joe quisiera que teescaparas que no te fueras.—A ver. Pon tu cabeza sobre mibrazo izquierdo. Como un almohadón.—Bésame.—Dulce gatita.—Querido. Oh querido. Oh miquerido querido querido mío.No durmieron gran cosa. De vez encuando dormitaban se despertaban ydescubrían que estaban separadosentonces volvían a acercarse y seapretaban muy fuerte como si sehubieran perdido para siempre yacabaran de encontrarse de nuevo. Mikese pasó la noche desplazándoseinquietamente por la casa tosiendo ymurmurando.Cuando llegó la mañana apareciójunto a la cama con dos desayunos enuna bandeja.—Aquí tenéis muchachos. Comed.Allí estaba de pie el tosco viejoMike bondadoso ceniciento y duro conlos ojos dolorosos y enrojecidos. Mikehabía estado preso demasiadas vecescomo para no ser bueno. El viejo Mikeque odiaba a todo el mundo. Odiaba aWilson y odiaba a Hughes odiaba aRoosevelt y odiaba a los socialistasporque no hacían más que hablar ytenían horchata en lugar de sangre en lasvenas. Hasta odiaba un poco a Debsaunque no mucho. Veintiocho años en lasminas de carbón le habían convertido enun hombre que sabía odiar. «Y ahora soyun maldito peón de ferrocarril ¿qué osparece esta sucia forma de ganarse lavida?» Mike con su espalda encorvadapor el trabajo de las minas les traía eldesayuno.—Aquí tenéis muchachos. Darosprisa y comed. No tenéis mucho tiempo.Comieron. Mike se fue refunfuñandoy no volvió a entrar en la habitación.Cuando terminaron el desayuno sequedaron un rato recostados mirando elcielo raso y digiriendo la comida.—Roncabas.—No. Además no tendrías quedecirlo. Has sido tú de todos modos.—Era un bello ronquido. Me hagustado.—Eres terrible. Levántate túprimero.—No. Hazlo tú primero.—Oh Joe bésame. No te vayas.—Daros prisa muchachosendemoniados.—Levántate.—Tú.—Cuento hasta tres uno dos tres.Saltaron de la cama. Hacía frío.Tiritaban y se reían el uno del otro ynunca terminaban de vestirse porque acada momento se detenían para besarse.—Daros prisa muchachos deldiablo. Vais a perder el tren y entonces aJoe lo fusilarán los norteamericanos nolos alemanes. Sería vergonzoso.Esa mañana partían cuatro trenescargados de reclutas y había un terriblegentío en la estación. Todos losalrededores de la estación losautomóviles y hasta las locomotorasestaban embanderados y la mayor partede las mujeres y niños llevabanpequeñas banderas que agitabanlánguida y ociosamente. Había tresbandas que parecían tocar al mismotiempo y muchos oficiales conduciendoa la gente de un lado a otro y el alcaldeque pronunciaba un discurso y la genteque lloraba y se extraviaba y se reía y seemborrachaba.Su madre y sus hermanas estaban allíy Kareen estaba allí y Mike estaba allímurmurando malditos imbéciles ymirando con ojos furiosos a todo elmundo y observando a Kareen conpreocupación.«Y sus vidas si es necesario paraque la democracia no sea borrada de lafaz de la tierra» [4].—No tengas miedo Kareen todo vabien.«Como dijo ese gran patriota PatrickHenry»Johnny coge tu fusil coge tu fusilcoge tu fusil.«Como dijo ese gran patriota GeorgeWashington»—Adiós madre adiós Catherineadiós Elizabeth. Enviaré la mitad de misueldo y con el seguro de papá serásuficiente hasta que vuelva.Y no volveremos hasta que allá todohaya terminado«Marcha con vivacidad muchachoque ahora estás en el Ejército.»Guarda tus preocupaciones en tuvieja mochila y suerte sonríe sonríe«Como dijo ese gran patriotaAbraham Lincoln»—¿Dónde está mi hijo dónde está mihijo? ¿No se da cuenta de que es menorde edad? Hace una semana que llegó deTucson. Le tenían preso por vagancia yhe venido hasta aquí para recuperarle.Le permitieron salir de la cárcel si seincorporaba al ejército. No tiene másque dieciséis años pero es grande yfuerte para su edad siempre lo ha sido.Es demasiado joven le digo casi unniño. ¿Dónde está mi pequeño?Adiós mamá adiós papá adiós mulacon tu viejo rebuzno«Como dijo ese gran patriotaTheodore Roosevelt»América te amo tú eres como unanovia para mi—No te vayas Joe. Huye. Te mataránlo sé. No te volveré a ver.Oh Kareen ¿por qué tenían que hacerla guerra justamente ahora que noshemos encontrado? Kareen tenemoscosas más importantes que la guerra.Nosotros Kareen. Tú y yo en una casa.Por la noche volveré a tu lado en micasa tu casa nuestra casa Tendremosniños gordos felices y también listos.Eso es más importante que la guerra. OhKareen Kareen te miro sólo tienesdiecinueve años y ya eres vieja comouna anciana. Te miro Kareen y lloro pordentro y sangro.Nada más que la oración de un bebéen el crepúsculo cuando las luces se vanapagando.«Como dijo ese gran patriotaWoodrow Wilson»Brilla un manto de plata a través dela oscura nube«Todos al tren. Todos al tren.»Allí allí allí allí allí—Adiós hijo. Escribe. Nosarreglaremos.—Adiós mamá adiós Catherineadiós Elizabeth. No lloréis.«Porque vosotros sois la gloria deLos Ángeles. Que Dios os bendiga. QueDios nos otorgue el triunfo.»«Todos al tren. Todos al tren.»Vienen los yankis vienen los yankis«Oremos. Padre nuestro que estás enel cielo»—No puedo rezar. Kareen no puedorezar. Kareen no es tiempo de rezar.«Hágase tu voluntad así en la tierracomo en el cielo»Kareen Kareen no quiero irme.Quiero quedarme aquí y estar contigo ytrabajar hacer dinero tener hijos yamarte. Pero tengo que ir.«Porque tuyo es el reino y el poder yla gloria para siempre amén»—Adiós Mike adiós Kareen tequiero Kareen.Oh decid si podéis ver—Adiós mamá adiós Catherineadiós Elizabeth.Aquello que con tanto orgullosaludábamos—Tú entre mis brazos para siempreKareen.Cuyas anchas franjas y estrellasluminosasAdiós todos adiós. Adiós hijo padrehermano amante esposo adiós. Adiósadiós madre padre hermano hermananovia esposa adiós y adiós.En la tierra de los libres y la patriade los valientes.—Adiós Joe.—Adiós Kareen.—Joe querido Joe Joe abrázame másfuerte. Deja tu bolsa y rodéame conambos brazos y abrázame fuerte. Losdos brazos. Los dos.Tú en mis brazos Kareen adiós. Enmis dos brazos. Kareen en mis brazos.Dos brazos. Brazos brazos brazosbrazos. Constantemente entro y salgo deldesmayo Kareen y tardo en darmecuenta. Estás entre mis brazos Kareen.Entre mis dos brazos. Los dos brazos.Ambos. AmbosNo tengo brazos Kareen.Mis brazos han desaparecido.Mis dos brazos han desaparecidoKareen los dos.Desaparecidos.Kareen Kareen Kareen.Me han cortado los dos brazos.Oh Jesús madre adiós Kareen mehan cortado los dos brazos.Oh Jesús madre dios Kareen KareenKareen mis brazos.4Hacía calor. Tanto calor que leparecía estar abrasándose por dentro ypor fuera. Tanto calor que no podíarespirar. Apenas jadeaba. En lontananzauna hilera de montañas brumosasrecortaba el cielo y las vías férreascruzaban el desierto en línea rectabailando y saltando en medio del calor.Al parecer Howie y él trabajaban en elferrocarril. Era cómico. Oh diablos lascosas comenzaban a mezclarsenuevamente. Ya antes había visto todoesto. Era como ir a un nuevo drugstorepor primera vez y al sentarse sentir depronto que has estado allí antes variasveces y que ya has oído lo que va adecir el empleado apenas se acerquepara atenderte. ¿El y Howie trabajandoen el ferrocarril bajo el calor? Sí sí. Deacuerdo. Así eran las cosas.El y Howie trabajaban allí bajo elsol ardiente tendiendo esas vías férreasa través del desierto de Utah. Y sentíatanto calor que creía morir. Pensó que sipudiera detenerse a descansar un rato sesentiría más fresco. Pero lo más terribleen una brigada de trabajo es que uno nose puede detener nunca. No podían reírni bromear como el resto de losmuchachos. No decían una palabra. Sólotrabajaban.Si uno se pone a observar unabrigada le da la impresión de quetrabajan lentamente. Pero es necesariotrabajar lentamente porque no te puedesdetener y cuentas con esa única fuerza.No te detienes porque tienes miedo. Noes miedo al capataz porque nuncamolesta a nadie. Es que tienes miedo deltrabajo y de la capacidad de trabajo delotro tío. De modo que él y Howietrabajaban lenta y constantementetratando de mantener el ritmo de losmexicanos.Le palpitaba la cabeza y su corazónlatía con violencia contra las costillas yhasta podía sentir las pulsacionesaceleradas en las pantorrillas. Sinembargo no podía detenerse ni por unsegundo. Su respiración se volvía cadavez más entrecortada y parecía que suspulmones resultaban demasiadopequeños para contener el aire que eracapaz de aspirar para mantenerse convida. Hacía ciento veinticinco grados ala sombra y no había sombra. Sintió quese asfixiaba bajo una manta blanca ycaliente y sólo podía pensar tengo quedetenerme tengo que detenerme tengoque detenerme.Hicieron un alto para almorzar.Era su primer día de trabajo en lacuadrilla y naturalmente él y Howiepensaron que les traerían el almuerzocon la vagoneta. Pero no fue así. Cuandoel capataz advirtió que no tenían nadapara comer se acercó a un par demexicanos y les dijo algo. Losmexicanos les ofrecieron parte de lo quesacaron de sus cubos de almuerzo.Comían huevos fritos con una capa depimentón. El y Howie se limitaron amascullar no gracias y se tumbaron deespaldas. Después se colocaron bocaabajo porque el sol era tan ardiente queles hubiera quemado los ojos aun conlos párpados cerrados. Los mexicanosse sentaron a masticar sus bocadillos dehuevos fritos mientras les observaban.De pronto se oyó el ruido de losmexicanos que se habían puesto en pie.El y Howie se incorporaron para verqué pasaba. Toda la cuadrilla se habíaechado a andar en un lento galope porlos rieles tendidos. El capataz se quedósentado observándoles. Le preguntaronqué sucedía y el capataz respondió quelos muchachos se iban a dar un baño.La idea de darse un baño erademasiado. El y Howie se pusieron enpie de un salto y corrieron tras losmexicanos. Por la forma en que habló elcapataz pensaron que sólo se trataba deandar un breve trecho por las vías. Perodebieron recorrer dos millas antes dellegar a un canal color fango de unosdiez pies de ancho bordeado en ambasorillas por unos sólidos matorrales decardos. Los mexicanos comenzaron aquitarse las ropas. El y Howie sepreguntaron cómo pensaban llegar hastael agua sin llenarse de espinas. Llegarona la conclusión de que habría algúnsendero a través de la maleza. De locontrario los mexicanos no habríanpensado en bañarse. Cuando terminaronde desvestirse los mexicanos yachapoteaban en la zanja riendo ygritando.Resultó que no había sendero algunoentre los cardos. Sintieron vergüenzapor estar tan desnudos y blancoscomparados con el resto y por no poderhacer nada. Así que comenzaron a saltarpor encima de la maleza a través de loscardos hasta llegar al agua. El aguaestaba caliente y olía a cal pero daba lomismo. Era como un chubasco de abril.Pensó en la piscina del Y.M.CA en ShaleCity. Pensó dios estos tíos se comportancomo si ésta fuese la mejor piscina delmundo. Pensó apuesto a que nunca en suvida han estado en una piscina. Estabahundido en el barro hasta los tobilloscuando los mexicanos comenzaron asalir y a vestirse nuevamente. El bañohabía terminado.Las espinas se les clavaban hasta lascaderas cuando él y Howie fueron enbusca de sus ropas. Observaron que losmexicanos ni siquiera se molestaban enquitarse las espinas. Algunos de ellos yahabían iniciado el regreso hacia lavagoneta así que ellos medio sesacudieron las espinas con las piernas ysaltaron para introducirse en sus ropas.Luego corrieron las dos millas deregreso. El almuerzo había terminado yhabía que volver al trabajo.A medida que se esfumaba la tardeél y Howie comenzaron a tambalearse yfinalmente a caerse. Ni el capataz ni losmexicanos decían nada cuando sedesplomaban. Los mexicanos selimitaban a interrumpir el trabajo y aesperar a que se levantaran mirándolescontinuamente como niños. Cuando seincorporaban balanceándose volvían altrabajo agotador de la vía. Les dolíantodos los músculos del cuerpo perotenían que seguir trabajando. Se leshabían gastado las palmas de las manos.Cada vez que asían los ardientes rielessentían hasta en la boca el dolor de lasmanos en carne viva. Las espinas enpies y piernas parecían hundirse más ymás a cada paso y se infectaban y nohabía tiempo para detenerse yquitárselas.Pero los dolores y las contusiones yel terrible agotamiento no era lo peor.De algún modo aún podían sostener elcuerpo pero las cosas que tenían dentrodel mismo comenzaron a retorcerse y acrujir. Sus pulmones estaban tan secosque chirriaban con la respiración. Sucorazón se dilataba de tanto bombear.Tuvo un rapto de pánico porque sabíaque no podía aguantar más y que debíaseguir. Deseó morirse si eso le permitíaabandonar el trabajo. La tierra comenzóa elevarse y a caer bajo sus pies y lascosas asumieron un extraño color. Elhombre que estaba junto a él parecíaflotar en una bruma a millas dedistancia. No había nada más legítimoque el dolor.Toda la tarde transcurrió entretropiezos que le hacían caer de rodillasen el polvo y esfuerzos desesperadospor respirar sintiendo que el estómagose le hinchaba y brincaba y queríasalírsele por la boca. Intentó pensar enDiane. En cómo era. Trató deencontrarla allí en el desierto parapoder aferrarse a algo. Pero no pudotraer su rostro ante sus ojos. Ni siquierapudo imaginarla.De pronto pensó oh Diane tú novales esto. No puedes valerlo. Nadie enel mundo excepto tal vez la madre deuno podría justificar tanto dolor. Noobstante en medio de su dolor trató debuscar excusas para Diane. Tal vez enrealidad no había tenido intención deengañarle. Tal vez se había citado conGlen Hogan porque no había tenido másremedio. Si esto era verdad y élconfiaba en que lo fuese entonces eraidiota estar allí en el desiertoolvidándolo todo con un montón demexicanos, cuando podría estar gozandode la frescura de Shale City, disfrutandode las vacaciones de verano y pensandoa lo mejor esta noche saldré con Diane.Pensó que sin duda las muchachaseran algo terrible. Probablemente todaslas muchachas son mentirosas e infielesy tratan de aplastarte pero ya deberíashaberlo esperado. Y aprender aperdonarlas porque era razonablesuponer que si te escapabas como él yHowie y te ibas al medio del desiertopara enterrarte allí los tres meses devacaciones el único que sufría eras tú.Mientras la muchacha allá en Shale Cityquedaba en libertad para verse con GlenHogan cuantas veces quisiera. De prontomientras se arrastraba y tambaleaba ytrataba de recobrar el aliento le asaltóun horrible presentimiento. Se estabapreguntando. Se estaba diciendo JoeBonham ¿no habrás hecho el imbécil?Alguien exclamó que era hora delargarse y las cosas comenzaron adesvanecerse lentamente ante sus ojos.Cuando logró enfocarlas nuevamente seencontró de bruces con la cabezacolgando sobre un costado de lavagoneta. Howie estaba tendido junto aél. Recordó haber mirado hacia abajo elsuelo que corría como agua ante sus ojosy haber oído a esos mexicanos quecantaban. Se turnaban para accionar lavagoneta que les llevaba de vuelta a labarraca. Se quedó sin moverse sintiendonáuseas y oyéndoles cantar.La barraca tenía el suelo de tierra.Era una especie de tinglado con techo dehojalata. Hacía tanto calor dentro deltinglado que quiso sacar las manos enbusca de aire para llenar sus pulmones.Las literas eran trozos de madera unaencima de la otra. El y Howie setumbaron en un par de ellas. Ni siquierase molestaron en abrir la cama. Selimitaron a dejarse caer y quedarseinmóviles. El capataz se les acercó parapreguntarles si querían que les indicasedónde podían conseguir algo paracomer. Pero no le prestaron atención. Sequedaron quietos con los ojos cerrados.El había llegado a una curiosasituación. Era la primera vez en su vidaque se sentía así. Todas las partes de sucuerpo le dolían por igual de modo queno lo sentía. Sólo estaba entumecido yadormilado. Pensó nuevamente enDiane. No por mucho tiempo pero ellafue su último pensamiento antes de laoscuridad. Pensó en Diane menudaadorable y asustada la primera vez quela besó. Oh Diane pensaba ¿cómo haspodido hacerme eso? ¿Cómo has sidocapaz? Y luego alguien empezó asacudirle.Seguramente hacía horas que losacudían. Abrió los ojos. Seguía en elcobertizo. Estaba oscuro y el aire estaballeno de suspiros. Había olor a humo.Los mexicanos se habían preparado sucomida sobre un fogón en mitad delsuelo. El techo de hojalata tenía unagujero para que saliera el humo. Porallí pudo ver las estrellas vacilantescomo en un sueño febril. Tosió. Olor acomida y humo en el aire. ¿No erapropio de un mexicano eso de cenar algohirviendo después de pasarse el díaentero en el fondo del infierno?Era Howie quien lo sacudía.—Despierta. Son las diez.No supo si era de noche o si se lehabían quemado los ojos y ya no podíadistinguir la luz de la oscuridad.—¿De la noche o de la mañana?—De la noche.—¿De esta noche o de anoche?—De anoche creo. Oye mira lo quetengo. Acaban de enviarlo de la oficinade mensajes.Howie puso algo ante sus ojos y loalumbró con la linterna. Se habíanacordado de traer una linterna perohabían olvidado los guantes. Howie lemostraba un telegrama. Los bordes deltelegrama donde Howie había puesto losdedos para sostenerlo estabanensangrentados. Decía Querido Howiepor qué eres tan impulsivo stop soy tandesgraciada pensando lo que has hechostop por favor perdóname y vuelve enseguida a Shale City stop odio a GlenHogan stop cariños Onie.Aun en la penumbra del cobertizopudo advertir la felicidad en el rostro deHowie. ¿De modo que odiaba a GlenHogan? Bien. El sabía por qué y siHowie no lo sabía era porque era unidiota. Onie odiaba a Glen Hoganporque Glen la había cambiado porDiane. Pensó en esto un momento y enque Diane era mucho más bella que Oniey cómo todo demostraba el buen juiciode Glen Hogan. Entonces advirtió queHowie esperaba una respuesta. Cuandointentó hacerlo sólo atinó a emitir unmurmullo.—¿Y para eso despiertas a un tíoque como yo necesita tanto dormir?—Porque lo entiendo todo.—Aja.Howie empezó a susurrar muyexcitado.—Es así. Que unos jóvenes como túy yo estemos aquí esclavizando nuestrosmejores años en una cuadrilla es comosi unas muchachas tan bellas como Oniey Diane de pronto decidieranconvertirse en lavanderas.El no dijo nada. Siguió acostadopensando. Pero entendía perfectamente.La idea de Diane como lavandera eratan espantosa que volvió a cerrar losojos. Howie seguía cuchicheando.—Claro está que si Onie siente asíyo no sé muy bien qué hacer con esapobre muchacha.El siguió con los ojos cerrados sindecir nada.—No se trata de que no tengamotivos para volver. Más bien es casiun deber hacerlo.El siguió allí fláccido. Peroescuchaba a Howie con mucha atención.—El mensajero dice que hay un trende pedregullo que pasa por aquí estanoche con destino a Shale City.El siguió sin decir palabra. Sinembargo le escuchaba.—Llegaríamos en una hora.El hizo un ligero movimiento con lapierna para demostrar que estabadespierto y escuchaba.—Ese tren pasa por aquí dentro dediez minutos.Saltó de la litera y en un solomovimiento cargó sobre sus hombros laropa de cama. Howie le mirósorprendido.—¿Qué haces?Miró a Howie como indicándole quela responsabilidad era toda suya.—Bien. Si estás decidido a echarteatrás en nuestro acuerdo pienso que nopuedo hacer nada por detenerte. Siqueremos coger ese tren será mejor irsaliendo.Bill Harper le ocupó la mayor partede su pensamiento camino a Shale City.Se dijo a sí mismo anoche le pegué aBill Harper. Pensó Bill Harper era mimejor amigo me decía la verdad y lepegué. Se recostó y miró las estrellas.Pensó en cómo él y Bill Harper habíantomado asiento en el drugstore y encómo Bill Harper tartamudeaba ybalbuceaba hasta que finalmente sedecidió a ir al grano. Recordónuevamente el odio que sintió cuandoBill Harper le contó que esa nocheDiane saldría con Glen Hogan. Presentíaque era verdad porque de lo contrarioBill Harper no se lo hubiese dicho. Sinembargo se había puesto en pie y lehabía llamado mentiroso y le habíagolpeado y derribado y después habíasalido solo del drugstore.Camino de su casa tropezó conDiane y Glen Hogan que en ese momentose apeaban del auto deportivo de Glen yse dirigían al teatro Elyseum. Entoncessupo que Bill Harper le había dicho laverdad y que Diane le engañaba.Encontró a Howie en la esquina.Howie había discutido con Onie a causade Glen Hogan y por lo tanto ambosdecidieron abandonarlo todo ymarcharse al desierto y trabajar comohombres libres y olvidarse de todo. Esono quería decir que él y Howie separeciesen. Howie jamás había podidoretener a ninguna muchacha. Sintió algoasí como un agravio por el hecho de queHowie lo incluyese en su categoría.Pero sus deseos de marcharse eran tanintensos que cuando Howie lo sugirió éldijo nos vamos mañana.Recostado en el vagón recordó todaslas excursiones y los momentosagradables que habían pasado juntos él yBill Harper. Recordó la primera vez quecada uno de ellos salió con unamuchacha. Decidieron salir los cuatroporque estaban muy asustados. Recordóel día que su cachorro Mayor había sidoembestido por un auto y Bill habíavenido por la noche con el coche de supadre y le había llevado a dar un paseopor el campo hasta la medianoche sindecir una sola palabra durante todo eltiempo porque Bill sabía cómo se sentíaél. Recordó muchas otras cosas y pensóBill Harper es un buen amigo como paraperderlo aunque se trate de Diane ymañana se lo diré. Mañana iré a su casay le diré a Bill que olvidemos todo esto.Bill seamos amigos porque no volverá aocurrir.Después cuando el tren se ibaaproximando a Shale City volvió apensar en Diane. La frescura de la nochele permitió imaginar su rostro. No habíapodido hacerlo en el desierto. Se laimaginaba sonriendo. Pensó en Howieque creía haber perdido a Onie pero noera así porque Onie había admitido suerror y le había rogado que volviese.Además pensó no quiero que Dianesalga con Glen Hogan. Cualquieramenos Glen Hogan. Sólo porque tenía unbonito automóvil Glen pensaba quepodía tomarse libertades con lasmuchachas que ningún otro se tomaría.Cada vez que imaginaba a Diane y aGlen Hogan juntos se asustaba. Veía quede algún modo su deber era ir a ver aDiane y hablar con ella como lo haría unhermano y contarle acerca de GlenHogan. Sabía que tenía que evitar queDiane se desilusionase por sí solacuando descubriera qué clase de tío eraGlen Hogan. Debía hacer eso aun aexpensas de su orgullo.Se apearon del tren antes de llegar ala estación porque no querían que nadielos viese con ese aspecto. Anduvieronunos doscientos metros hasta que Howiese detuvo.—Bien. Me voy.—¿Adonde vas?—Creo que iré a casa de Onie.Howie lo dijo en un tono soñador yal mismo tiempo insinuante porque sabíaque Joe no tenía más remedio que ir a sucasa. Howie que nunca supo conservaruna muchacha. ¡Ja!Howie se perdió en la oscuridad. Else quedó completamente solo. Seencaminó hacia su casa. Esa noche ShaleCity parecía el pueblo más bonito delmundo. El cielo era azul pálido y habíaalrededor de un millón de estrellasfulgurantes. Los árboles tenían un colorverde oscuro y la brisa fresca jugabacon. ellos. De pronto fue como si eldesierto y la brigada no hubiesenexistido nunca. Estaba terriblementecansado pero nadie le miraba y supo quepodía detenerse y descansar cuando lodeseara. Quería hacerlo y como dealguna manera había recobrado elaliento ni siquiera sentía el peso de lamochila. Parecía limitarse a andar sinrumbo disfrutando del fresco. Era unpoco más de las once.Y entonces de pronto supo por quése sentía tan bien cuando debía sentirsemal. Era porque estaba en la calle deDiane. No había llegado hasta allídeliberadamente aunque se habíadesviado unos doscientos metros de sucamino y en realidad estabaterriblemente cansado. Al parecer algole había impulsado hacia esa calle y sesentía contento de que fuera así. Hastaen las noches comunes siempre se sentíaextraño cuando se acercaba a casa deDiane. Cada vez que se aproximaba alsitio donde ella vivía se le apretaba lagarganta y se sentía medio inquieto ymedio asustado.Entonces súbitamente pensó nopuedes pasar por la casa de Diane conlas manos ensangrentadas y sucio comoestás. No puedes correr el nesgo de queella te vea en estas condiciones. Así quecruzó la calle y empezó a deslizarse depuntillas como si ella durmiese y élpudiese despertarla con el ruido de suspasos y asustarla. Todo el tiempo algodentro de él le decía mañana la verásmañana la verás mañana la verás.Luego precisamente en la acerafrente a la casa de ella se detuvo y sequedó sin respirar. Diane estaba en lasescaleras de la entrada y rodeaba aalguien con sus brazos y alguien larodeaba a ella con los suyos. Sebesaban. El no hizo nada. Sólo se quedóallí oculto por el árbol y observó. Noquería mirar pero mirar era lo único quequería Se sintió avergonzado y sinembargo no se movió ni una pulgada. Sequedó allí. Se quedó donde estaba ymiró.Luego el tío que la besaba la soltó yDiane subió las escaleras en esa formatan graciosa que tenía y al llegar alportal se volvió para sonreír. Porsupuesto no pudo verle la cara perosabía que sonreía. Eso duró un instante ydespués el que la había besado se alejócalle abajo. Silbaba. Silbabasuavemente y medio bailaba mientras sealejaba del sitio donde había besado aDiane. Cuando salió de la sombra de losárboles la luz de las estrellas le iluminóla cara. Era Bill Harper.No se movió. Bill Harper siguióandando y dio la vuelta a la esquina. Laluz de la sala de la casa de Diane seencendió y se apagó. Luego se encendióla luz del dormitorio. Dos veces vio susombra por detrás de la cortina. Luegose apagó la luz. El se quedó allípensando adiós Diane adiós. Despuésemprendió el camino de su casa. Teníatodos los músculos doloridos. Lasmanos el estómago y la cabeza lepalpitaban y le ardían. La mochilaparecía pesar cien libras. Pero no eraeso lo que le dolía. Era algo dentro de élque le decía con insistencia no sirves.No sirves para nada.La gente le preguntaría ¿cómo es queno se te ve más con Diane? y él notendría respuesta. La gente preguntaría¿qué pasa entre ti y Bill Harper que nose os ve más juntos? y él no tendríarespuesta. Su padre le preguntaría¿cómo es que has conseguido un trabajoen la brigada y sólo te has quedado undía? y él no tendría respuesta.Todo había terminado. Era algo quenunca podría explicar. Algo que nadiepodría comprender. Había perdido elúnico amigo a quien se lo podría habercontado. Porque sabía que él y Billnunca más serían lo que habían sido. Alo mejor podrían estrecharse las manosy decir olvidémoslo y empecemos aandar juntos nuevamente pero no sería lomismo. Y ambos lo sabrían. Ambossabrían que Diane estaba entre ellos.Ambos también sabrían queprobablemente a Diane no le importaríapero que eso no cambiaría nada. Nuncaserían capaces de explicárselo a símismos.Pero más que eso pensaba en Diane.Pensar que nunca la vería nuevamente yque nunca estarían juntos otra vez y quenunca volverían a reír y a bromearjuntos era como morirse. No era GlenHogan quien había provocado esto. El lahubiese perdonado si hubiese sido GlenHogan. Podría perdonarla por aquello ytratar de reconciliarse. Lo grave era queella había hecho algo que él nuncapodría perdonarle por mucho que laquisiese. Y quería perdonarla. Lodeseaba con todas sus fuerzas. Pero nopodría.Cuando se acostó pensó oh ¿por quéhay que sufrir cosas como éstas? Pensó¿por qué no le matan a uno mientrastodavía le queda algo que valga la pena?Pensó ¿por qué será que todo el mundotiene un amigo íntimo? Hasta los tíosque están en la cárcel seguramentetienen un amigo íntimo en alguna parte.Pero yo no lo tengo. Pensó hasta Howietiene una muchacha. Hasta esosmexicanos que cantaban cuandoregresaban del desierto tienen susmuchachas. Pero yo no. Pensó ¿por quétodo el mundo puede encontrar en suinterior una pizca de respeto por símismo? Hasta un asesino o un ladrón oun perro o una hormiga tienen algo quelos sostiene para seguir y mantener lacabeza erguida. Pero yo no.Esa noche en la cama fue la primeravez que lloró por una muchacha. Sedesgañitó llorando como un niño. Teníalas manos ensangrentadas las piernasllenas de espinas y los ojos inundadosen lágrimas y se sentía enfermo delcorazón. Tardó mucho en dormirse.Todo había parecido tan real en esaépoca y ahora no era real en absoluto.Eso fue hace mucho tiempo. Eso fue enShale City. Esto ocurrió cuando eramuchacho en la escuela superior.Parecía tan distante en el tiempo. Enalguna parte probablemente en ColoradoGlen Hogan y Howie seguían haciendosus cosas. Una vez recibió una carta quedecía que a Bill le habían matado enBelleau Wood. Bill Harper había tenidosuerte. Bill Harper había conseguido aDiane y luego había muerto.Oh Cristo nuevamente todo seconfundía. No sabía dónde estaba o quéestaba haciendo. Pero se estabaenfriando. Ya no ardía. Tenía la cabeza,liviana y confusa y no podía reconstruirlas cosas. Todo era confusión pero almenos estaba sereno.5No podía habituarse a la forma enque las cosas se fundían unas con otras.A veces flotaba a la deriva sobre nubesblancas asustado por su pequeñez enmedio de algo tan inmenso como elcielo. A veces se sentía sumido enalmohadas blancas que tenían unamanera de deslizar los pies por adelantesobre un terreno áspero y ondulante.Pero la mayoría de las veces flotaba enalgún remanso del Río Colorado en sulento paso por Shale City. Yacía en elagua de un río que pasaba por su casamucho antes de que viniera a LosÁngeles antes de conocer a Kareenmucho mucho antes de partir en un trencubierto de banderas mientras el alcaldepronunciaba discursos.Flotaba de espaldas. Cerca de laorilla había sauces y tréboles. El sol ledaba en pleno rostro pero su estómago ysu espalda estaban helados por el aguaque no hacía mucho había sido hielo enlas montañas. Flotaba y pensaba enKareen.Es agradable flotar aquí Kareen.Ponte de espaldas así. ¿Verdad que esdelicioso Kareen? Me encanta te quiero.Flota Kareen. Debes mantener la cabezafuera del agua para respirar. Quédatecerca de mí Kareen. ¿Verdad que eshermoso flotar sin ir a ninguna parte ysin preocuparse siquiera por ir?Sencillamente deja que el río se ocupede ello. Nada que hacer y ningún lugardonde ir. Estar en la superficie del ríofresco caliente y pensativo pero sinpensar en nada.!Ponte más cerca Kareen. No tevayas. Más cerca, más cerca Kareen yten cuidado de que el agua no te cubra elrostro. No puedo darme la vuelta paranadar Kareen sólo puedo flotar así quepor favor no te alejes mucho. ¿Kareendónde estás? no puedo encontrarte y elagua te cubre la cara. No te hundasKareen no permitas que el agua te tapela cara. Vuelve Kareen te vas a ahogar tellenarás de agua como me estoy llenandoyo. Te irás al fondo Kareen cuidado porfavor cuidado. Vuelve Kareen. Te hasido. No estabas. Sólo yo en el río con lanariz y boca y los ojos llenos de agua.El agua le cubría el rostro y él nopodía evitarlo. Era como si su cabezaresultara demasiado pesada para sucuerpo y no pudiera echarla hacia atrássin hundirse. O tal vez su cuerpo fuesedemasiado liviano para su cabeza demodo que no tenía peso suficiente paraequilibrarla y mantenerla en alto. Elagua fluía sobre sus ojos nariz y bocaobligándole a escupirla. Era como siflotase de espaldas contra la corrientecon los pies delante pero en verdad ibacomo en un trineo con los pies y laspiernas totalmente fuera del agua y lacabeza bajo la superficie. Cada vez másrápidamente y si no se detenía seahogaría con toda esa agua que le cubríael rostro.Ya comenzaba a ahogarse. Estiró losmúsculos de la nuca para sacar la narizfuera del agua pero no pudo. Trató denadar pero ¿cómo nadar un hombre sinbrazos? Se hundió más y más y más ypor fin se ahogó. Parecía como si seahogase sin siquiera luchar allí en laoscuridad del fondo del río, mientrasarriba tal vez a sólo seis u ocho piesestaba el sol y los sauces y los trébolesy el aire. Se ahogaba sin luchar porqueno podía luchar. Al parecer no tenía conqué luchar. Era como una pesadilla en laque alguien te persigue y tienes un sustode muerte pero no puedes hacer nadaporque no puedes correr. Tus piernasestán clavadas al pavimento y no puedesmover un músculo. Por eso se ahogaba.Tendido bajo el agua pensó quévergüenza ahogarse cuando tal vez sóloestés a seis u ocho pies del aire y de laluz del sol. Qué maldita vergüenzaahogarse cuando sólo con poder erguirtey extender la mano por encima de tucabeza podrías tocar una rama de sauceque se desliza en el agua como lacabellera de una muchacha como lacabellera de Kareen. Pero cuando teahogas no puedes levantarte. Cuandoestás muerto y ahogado no queda nadapor hacer salvo el tiempo que transcurrey transcurre como el agua que rodea tucuerpo.Las cosas empezaron a estallar de unlado a otro ante sus ojos. Granadas ybombas y molinetes y curvas de fuego ygrandes bengalas blancas a través de sucabeza revoloteando y penetrando en laparte blanda y húmeda de su cerebro conun silbido, podía oír claramente elsilbido. Era como el vapor de unalocomotora. Oía explosiones y aullidosy quejidos y palabras que nadasignificaban y silbidos tan agudos yestridentes que atravesaban sus oídoscomo cuchillos. Todo destinado amarear y ensordecer. Dolía tanto quepensó que todo el dolor del mundoestaba atrapado en algún lugar entre sufrente y su nuca intentando abrirsecamino a martillazos. El dolor era tanintenso que lo único que podía pensarera por favor por favor por favor quieromorir.De pronto las cosas se quedaron ensilencio. Todo se quedó quieto en sucabeza. Las luces ante sus ojos seextinguieron tan rápidamente como sialguien las hubiese apagado con uninterruptor. También el dolordesapareció. Lo único que sentía era elpalpitar de la sangre en su cerebrohinchándole y comprimiéndole lacabeza. Pero era una sensación apacible.Era indolora. Era tal el alivio que salióde su ahogo. Pudo pensar.Pensó bien muchacho estás sordocomo una tapia pero no tienes dolor. Notienes brazos pero estás herido. Nunca tequemarás la mano ni te cortarás un dedoni te aplastarás una uña tú eres uncadáver con suerte. Estás vivo y sindolor es mucho mejor que estar vivo ydolorido. Un sordo sin brazos puedehacer muchas cosas siempre que nosufra tanto que se vuelva loco de dolor.Puede usar ganchos o algo así en lugarde brazos y puede aprender a leer loslabios y aunque eso no sea lo mejor delmundo no se ha ahogado en el fondo delrío mientras el dolor le está desgarrandoel cerebro. Aún tiene aire y no forcejeay tiene sauces y puede pensar y no duele.No podía entender por qué lasenfermeras o quienes cuidaran de él nole ponían horizontal. La parte inferiorera ligera como una pluma mientras quela cabeza y el pecho eran como un pesomuerto Por eso pensaba que se estabaahogando. Su cabeza demasiado baja. Sipudiera mover aquello que tenia debajode las piernas y poner su cuerpo enforma horizontal se sentiría mejor. Notendría nunca más esa pesadilla deahogarse.Empezó a patear con los pies paramover aquello que estaba debajo de suspiernas. Sólo comenzó porque no teníapiernas para patear. En algún puntodebajo de la articulación de las caderasle habían cortado las dos piernas.Sin piernas.No más correr andar gatear si notienes piernas. No más trabajar. Sinpiernas ¿te enteras?No mover más los dedos de los pies.Qué increíble qué maravilloso quéestupendo mover los dedos de los pies.No no.Si sólo pudiese pensar en cosasreales podría superar ese sueño de notener piernas. Vapores panes muchachasKareen armas libros chicles palosKareen pero pensar en cosas reales noservía de nada porque aquello no era unsueño.Era la realidad.Por eso le parecía que tenía lacabeza más baja que las piernas.Naturalmente que parecían livianas.También el aire es liviano. Hasta la uñadel dedo gordo es pesada si se comparacon el aire.No tenía brazos ni piernas.Echó la cabeza hacia atrás ycomenzó a gritar de terror. Pero sóloempezó porque no tenía boca para gritar.Se sorprendió tanto de no poder gritarque empezó a mover las mandíbulascomo alguien que ha descubierto algointeresante y quiere comprobarlo.Estaba tan seguro de que la idea de notener boca era un sueño que podíainvestigar con calma. Trató de mover lasmandíbulas pero no tenía mandíbulas.Trató de pasar la lengua por el bordeinterno de los dientes como si estuviesebuscando una semilla de fresa. Pero notenía lengua y no tenía dientes. Tampocotenía paladar. Trató de tragar pero nopudo porque no tenía garganta nimúsculos para tragar.Empezó a asfixiarse a jadear. Eracomo si alguien le hubiese puesto uncolchón sobre el rostro y lo mantuvieseallí. Respiraba honda y aceleradamentepero en realidad no respiraba porque elaire no pasaba por su nariz. No teníanariz. Podía sentir que su pecho subía ybajaba y temblaba pero ni una gota deaire pasaba por el sitio donde solía estarsu nariz.Le asaltó un salvaje y aterradoimpulso de morir. Matarse. Trató deatenuar su respiración para no respirarmás y de ese modo asfixiarse. Pudosentir cómo los músculos del fondo dela garganta se cerraban estrechamentepara no dejar pasar el aire pero supecho seguía respirando. No había aireque retener en su garganta. Sus pulmonesse encargaban de absorberlo en algúnpunto debajo de su garganta.Ahora supo que se estaba muriendopero sentía curiosidad. No quería morirhasta que lo hubiera averiguado todo. Sia un hombre le falta la nariz la boca elpaladar y la lengua era lógico suponerque debían faltarle otras cosas. Pero esoera absurdo porque un hombre en eseestado estaría muerto. No se podíaperder tanto de uno mismo y seguir convida. Sin embargo si uno se daba cuentade que las había perdido y podía pensaren ello entones debía estar vivo porquelos muertos no piensan. Los muertos nopiensan y él estaba enfermo decuriosidad así que aún no debía estarmuerto.Empezó a buscar con los nervios delrostro. Empezó a hacer esfuerzos porsentir la nada que allí había. Dondehabían estado su boca y su nariz ahoracon seguridad no había más que unagujero cubierto de vendas. Trataba deaveriguar hasta dónde llegaba eseagujero. Trataba de sentir los bordes deese agujero. Se esforzaba por seguir losbordes de ese agujero y ver hasta dóndellegaban con los nervios y poros de sucara.Era como mirar en la total oscuridadcon ojos que se le salen a uno de lasórbitas. Era una forma de sentir su pielinvestigando en algo que no podíamoverse según le indicaba su mente. Losnervios y músculos de su rostroreptaban como víboras hacia su frente.El agujero empezaba en la base desu garganta precisamente debajo dedonde debía tener la mandíbula yascendía en un círculo que seensanchaba. Podía sentir cómo su pieltrepaba más y más. Llegaba casi hasta labase de sus orejas si es que las tenía yluego volvía a estrecharse. Terminaba unpoco más arriba de lo que solía ser sunariz.El agujero ascendía demasiadocomo para que tuviese ojos.Estaba ciego.Sentía una extraña calma. Estaba tantranquilo como un comerciante que haceel inventario de primavera y se dice demodo que no tengo ojos mejor seráconsignar eso en el libro de pedidos. Notenía piernas ni brazos ni ojos ni orejasni nariz ni boca ni lengua. Qué sueñoinfernal. Debe de ser un sueño. Porsupuesto, dios santo, tiene que ser unsueño.Debía despertarse o se volveríaloco. Una persona en ese estado estaríamuerta y él no estaba muerto de modoque no estaba en ese estado. Era sólo unsueño.Pero no era un sueño.El podía desear que fuese un eternosueño y eso no cambiaría las cosas.Porque estaba vivo vivo. No era másque un trozo de carne como los pedazosde cartílago que el viejo profesor Vogelusaba en sus clases de biología. Trozosde cartílago que no tenían nada aexcepción de la vida que se manteníagracias a la química. Pero él le llevabaun punto de ventaja a los cartílagos.Tenía una mente que pensaba. Y eso eraalgo que el profesor Vogel jamás hubierapodido afirmar de sus cartílagos.Pensaba y era sólo una cosa.Oh no. No no no.No podía vivir así porque sevolvería loco. Pero no podía morirporque no podía matarse. Si sólopudiese respirar podría morir. Eso eracurioso pero era cierto. Podría contenerla respiración y matarse. Y ése era elúnico camino que le quedaba. Perorespiraba. Sus pulmones se cargaban deaire y él no podía impedirlo. No podíavivir y no podía morir.No no no no puede ser.No no.Madre.Madre ¿dónde estás?Apresúrate madre apresúrateapresúrate apresúrate y despiértame.Tengo una pesadilla madre ¿dóndeestás? Apresúrate madre. Estoy aquí.Aquí madre en la oscuridad. Cógeme entus brazos. Arrorró mi niño. Ahora meacuesto a dormir. Oh madre apresúrateporque no puedo despertar. Aquí madre.Cuando sople el viento se mecerá lacuna. Álzame en tus brazos alto alto muyalto.Te has ido madre y me has olvidado.Aquí estoy. No puedo despertar.Despiértame. No puedo moverme.Cógeme en tus brazos. Tengo miedo. Ohmadre madre cántame frótame báñamepéiname y límpiame las orejas y juegacon los dedos de mis pies y hazmegolpear las manos y sonarme la nariz ybésame los ojos y la boca como te hevisto hacer con Elizabeth comoseguramente has hecho conmigo.Entonces me despertaré y me quedarécontigo y no me volveré a ir ni a tenermiedo ni a soñar.Oh no.No puedo. No puedo aguantarlo.Grita. Muévete. Sacude algo. Haz algúnruido cualquier ruido. No puedosoportarlo. Oh no no no.Por favor no puedo. Por favor no.Que alguien venga. Ayúdame. No puedoquedarme así para siempre tal vezdurante años antes de morir. No puedo.Nadie puede. No es posible.No puedo respirar pero respiro.Tengo tanto miedo y sin embargo pienso.Oh por favor por favor no. No no. Nosoy yo. Ayudadme. No puedo ser yo. Yono. No no no.Oh por favor, oh por favor. No no nopor favor no. Por favor.Yo no.6Caminaba de un lado a otro de lapanadería durante toda la noche. Unasonce millas por noche. Andaba con suspiernas sobre el piso de cemento y susbrazos se balanceaban libremente en elaire. Casi nunca se cansaba. No estabamal pensar en eso. Andar toda la nochey trabajar duramente y cobrar dieciochodólares el fin de semana. No estaba mal.Los viernes por la noche eransiempre los más pesados en eldepartamento de expedición nocturnaporque los sábados por la mañana losrepartidores debían llevarse pan ypasteles y bollos y rosquillas suficientespara abastecer a sus clientes para eldomingo. Eso hacía que los viernes porla noche se trabajase y se anduviese a unritmo infernal. Pero no estaba mal.Siempre mandaban a buscar unoshombres más de la Misión Nocturnapara que trabajasen con la plantilla losviernes por la noche. Los tíos de laMisión apestaban a desinfectante yparecían muy sucios y tímidos. Sabíanque quien oliese a desinfectante se daríacuenta de que eran mendigos que vivíande la caridad. Eso no les apetecía y conrazón. Siempre eran humildes y cuandoeran lo bastante listos trabajabanduramente. Algunos no eran listos.Algunos ni siquiera podían leer lospedidos en los cubos. Uno de elloshabía venido de Georgia la región de latrementina. No había ido nunca a laescuela. La mayor parte de losholgazanes eran de Texas.Una noche vino un puertorriqueño dela Misión. Su nombre era José. Losviernes por la noche las cosas solíanestar muy desordenadas en eldepartamento de expedición. Habíacajas carretones y estantesdesparramados por los pasillos y tíosque untaban y cintas transportadoras quetableteaban y en la planta superior loshornos giratorios que chirriaban aldeslizarse sobre las planchas calientes ysin engrasar. Era un follón y la mayorparte de los tíos de la Misión se sentíanconfundidos cuando venían a trabajarpor primera vez. Pero José no. Observóel sitio y escuchó en silencio lasinstrucciones y se puso a trabajar. Eraalto con ojos pardos y bastante guapopara ser mexicano o puertorriqueño o loque fuese Había algo en él que te sugeríaque era distinto de los otros tíos quevenían de la Misión o tal vez que habíatenido más suerte que ellos.Los viernes por la noche en lugar desalir a un restaurante los tíos comían enel vestuario porque allí había bancos ycasilleros y podías sentarte en losbancos comer tu meriendaapresuradamente y volver a trabajar.José no había traído nada para comer asíque los muchachos robaron una botellade leche de la nevera de la panadería yse la dieron junto con una rosquilla. Josése mostró muy agradecido. Mientrasmordisqueaba su bollo y bebía su lechehablaba. Dijo que California era un paísmaravilloso. Dijo que era aún másmaravilloso que su Puerto Rico. Dijoque ahora empezaba la primavera y quepronto podría dormir en el parque. Dijoque California era un gran país para lagente que no tenía dónde dormir porqueno hacía tanto frío y podías envolverteen un abrigo y dormir en el parque muybien gracias. Dijo que quería conseguirun trabajo estable en la panaderíaporque entonces podría mantenerselimpio. No le gustaba sentirse sucio yaborrecía el desinfectante que ponían enel agua en la Misión. Había muchospobres en la Misión a los que no parecíaafectarles el desinfectante pero a él sí leimportaba y mucho. Dijo que habíavenido a California para trabajar en elcine. No no quería ser actor. Pero conseguridad habría muchas oportunidadespara un joven ambicioso como él en unaempresa tan extraordinaria como el cine.Dijo que creía poder trabajar en eldepartamento de investigación de uno delos estudios. Quizás alguien podíainformarle cómo se conseguía un trabajoen un estudio ¿sí?Los tíos se limitaron a mirarle ygruñir. Si alguno de ellos supiese cómoconseguir trabajo en un estudio ¿no lohubiesen hecho hace mucho tiempo enlugar de quedarse en esa panadería demierda? No. Nadie sabía cómo Josépodía conseguir trabajo en un estudio.José se encogió de hombros. Eramuy difícil dijo. Cuando estaba enNueva York las cosas marchaban bienpara él y después una muchacha muyrica se enamoró de él y tuvo que irselejos de allí.¿Una muchacha rica se enamoró de tiJosé?Sí. Había conseguido trabajo comochofer de una familia muy rica que vivíaen la Quinta Avenida y las cosasmarchaban, muy bien y entonces ocurrióque la hija de la familia le cogiósimpatía e hicieron un pacto. La hijaquería aprender español y José queríamejorar su inglés así que empezaron aintercambiar lecciones. Y después lamuchacha se enamoró de él y queríacasarse de modo que tuvo que irse deNueva York y se vino a California.Los tíos sentados alrededor en elvestuario se limitaron a mirarse entre síy no dijeron nada. Todos los que veníande la Misión tenían historias parecidas.Todos habían tenido mucho dinero y depronto algo pasó y ahora tenían que estaren la Misión. Hacía mucho tiempo quelos tíos de la panadería se habían dadocuenta de que no merecía la penadiscutir con los tíos de la Misión. Pormás que uno les interrogara y lesdemostrase que sus historias eranmentiras seguían aferrados a ellas.Tenían que hacerlo. Sus historias eran laúnica justificación que tenían para ser loque eran de modo que con el tiempo lostíos de la panadería llegaron a aceptarsin decir nada las historias que contabanlos tíos de la Misión. De manera quecuando José terminó de hablar gruñerony volvieron al trabajo.La semana siguiente era Pascua yeso significaba roscas calientes y esoquería decir que necesitarían muchaayuda extra porque la plantilla deexpedición no podía sacar veinte otreinta mil docenas de rosquillascalientes sin la colaboración de másgente. Así que Jody Simmons le ofrecióuna semana de trabajo a José y Joséaceptó. Trabajaba tan bien con lasroscas calientes que cuando LarrupingLavvy se marchó José ocupó su puesto.Estaba muy agradecido y tranquilo.También se alegraba por el tiempo cadavez más caluroso. Dormía en el parque yeso era maravilloso. Ahorraba dinero yJosé necesitaba dinero para comprarropa. Un hombre que se proponetrabajar en los estudios debe ir bienvestido decía José.Un día José apareció con una carta.Estaba muy intrigado. Se la mostró a losmuchachos y les pidió consejo. Losnorteamericanos eran gente tan extrañadijo que uno no terminaba de entenderexactamente sus costumbres. Entonces¿qué debía hacer un caballero en esascircunstancias?Todos los tíos leyeron la carta deJosé. Estaba escrita en un papel muycaro con letra de mujer. En la partesuperior del folio había un pequeñomembrete grabado con una dirección enla Quinta Avenida de Nueva York. Erauna carta de la muchacha a quien José sehabía referido. En la carta decía quedeseaba tener su dirección para no tenerque escribirle siempre al apartadopostal. Contaba con algún dinero propioalgo más de medio millón de dólares yapenas descubriera dónde vivía Josévendría a Los Ángeles para casarse conél.Esto dio que pensar a los tíos de lapanadería. José podía ser un embusterocomo todos los otros tíos de la Misiónpero al parecer esta muchacha existía enrealidad. Por Dios le dijeron a José noseas idiota cásate con ella. Envíale tudirección y dile que venga lo antesposible con toda su pasta y cásate conella antes de que cambie de idea. PeroJose meneó la cabeza. Dijo que no hablapeligro alguno en el sentido de que ellacambiara de idea porque como él habíadicho la muchacha estaba loca por él. Yque sin duda no tendría inconvenientesen casarse con una muchacha con dinero.Pero él también deseaba amar a lamuchacha con dinero con la que secasaría alguna vez. Y lamentablementeno la quería.Pues me cago en tu madre dijeronlos muchachos de la panadería ¿nopuedes aprender a amarla? No dijo Josécon tristeza no puedo. Sólo quería saberlo que se acostumbra hacer en estoscasos en América y cómo escribirle a lamuchacha para explicarle. ¿Era correctoque un caballero norteamericano ledijera a una muchacha norteamericanaque no la amaba? Por supuesto. Eso noera una descortesía. ¿No sería mejor quealgún amigo tal vez alguno de losmuchachos de la panadería le escribiesea la muchacha explicándole que José sehabía suicidado de un balazo por amorhacia ella y que había sido incinerado?José estaba decidido a hacer cualquiercosa para arreglar el asunto.A esta altura todos los tíos pensaronque José estaba loco. Pero tambiénpensaron que era una especie de locolisto. Cuando contaba historiasincreíbles acerca de su Puerto Riconatal los muchachos le prestaban másatención porque si su historia con lamuchacha era cierta había un cincuentapor ciento de posibilidades de que sushistorias sobre Puerto Rico tambiénfuesen verdaderas. José era un tíogracioso pero la panadería estaba llenade tíos graciosos y lo mejor era nopreguntarles demasiado. Había queaceptarles como eran y callar.Una noche cerca de un mes mástarde José llegó con una expresión muypreocupada.¿Qué te pasa José? ¿Por qué estástan decaído José? José suspiró y fruncióel ceño. Dijo que tenía un problema muyserio.¿Qué problema José?José dijo que como de costumbrehabía estado todo el día buscandotrabajo y que lo había conseguido.Todos se mostraron muy interesadosporque todos en la panadería querían untrabajo mejor sólo que nunca loconseguían. ¿Dónde has conseguido esetrabajo mejor José? En un estudio desdeluego dijo José. Para eso he venido aCalifornia. ¿No os he dicho que hevenido a buscar trabajo en los estudios?Nadie dijo palabra. Se quedaronmirándole con atención. Si hubiese sidootro cualquiera lo habrían interpretadocomo un invento más pero tratándose deJosé sabían que era cierto. Un estudio¿qué os parece? Para los tíos de lapanadería los estudios podían estar tantoen China como en Hollywood. Pagabanmucha pasta pero nadie salvo unpariente un tío o un sobrino podía entraren ellos. Sin embargo José tan tranquilocomo una ostra había entrado en unestudio y había conseguido lo quebuscaba.¿Cómo has conseguido ese trabajoJosé? Lo he solicitado dijo José. ¡Oh!dijeron los muchachos de la panadería.Luego tomaron asiento a su alrededor yle miraron fijamente. Por fin alguienhabló y dijo ¿cuál es el problema y porqué estás tan preocupado José?José pareció sorprenderse.Cualquiera puede darse cuenta dijo. Elhabía venido a California y se habíapasado mucho tiempo sin dinero y llenode desinfectante de la Misión Nocturna yhabía sido muy infeliz. Después esecaballero simpático Jody Simmons lehabía aceptado en la panadería y lehabía dado un buen empleo. El tenía unadeuda con Jody Simmons ¿no? Muybien. Tenía una deuda con Jody Simmonsy ahora había encontrado un trabajo.¿Cómo abandonar el trabajo que lehabía proporcionado Jody Simmonspara coger el nuevo trabajo sin ofendera su benefactor?Todos los muchachos empezaron ainquietarse. Cada uno sugería undiscurso distinto para decirle a JodySimmons que dejaba el trabajo. Unopensó que la mejor forma de hacerlo eradarle una hostia en pleno rostro. Otroindicó que debía presentarsecortésmente y decirle a Jody Simmonsque se metiera el trabajo en el culo. Otrodijo que lo único que tenía que hacer erano aparecer a trabajar mañana. JodySimmons lo entendería en seguida. Yhubo muchas otras soluciones que se lesocurrieron a los muchachos de lapanadería. Tenía que haberlas. Habíanpensado en ellas durante años. Se habíadesperdiciado mucho talento pensandoen las formas de decirle a Jody Simmonsque uno se iba. Pero he aquí que ahorahabía un tío que se iba realmente así quenaturalmente todos cooperaban.Sin embargo después de escuchartodas las soluciones que le ofrecían Josésacudió la cabeza y sus ojos parecíanmás tristes que nunca. Dijo que no. Quedebía pensar en una forma mejor.Ninguna de las formas que le habíanpropuesto para renunciar era propia deun caballero. Jody Simmons era subenefactor y no se le hacían esas cosas aun benefactor. Aun cuando fuese unacostumbre norteamericana él tendría queseguir las costumbres de su Puerto Ricoy allí un hombre bien nacido no haceesas cosas.¿Pero cuándo empiezas a trabajar enese empleo José? Por la mañana dijoJosé y estoy muy cansado y ahora tendréque trabajar toda la noche y por lamañana estaré mucho más cansado parael otro trabajo y así seguirá siendo. Esun problema terrible y no sé qué hacer.De modo que José trabajó toda lanoche y los muchachos de la panaderíapensaron en el problema y por fin se lesvolvió tan intrincado como para José.Pensaban en alguna solución y apenascomenzaban a hablar meneaban lacabeza y decían no eso no sirve yseguían con su trabajo pensando muyintensamente. Este muchacho José era unespécimen raro y sus ideas erandelirantes, pero a esa altura todosquerían encontrar una solución así que elasunto se convirtió en un tema deprofundo interés para toda la plantillanocturna.La noche llegó a su fin. Todos lostíos de la plantilla fueron a su casa ydurmieron y luego volvieron a trabajaresa noche preguntándose qué pasaríacon José. También José volvió. Estabapálido. Dijo que se sentía muy cansado.Dijo que había dormido sólo cuarenta ycinco minutos y que a menos queencontrase una solución muy pronto nosabría qué hacer. Dijo que con seguridadexistía alguna costumbre norteamericanaque diese respuesta a su emergenciaPero la noche anterior ya le habíaninformado acerca de todas lascostumbres norteamericanas y él lashabía rechazado.Así que trabajó toda la segundanoche y por la mañana cuando salió dela panadería y se enfrentó con el primerresplandor del sol tenía el aspecto de unhombre muy débil. Todo el día siguientetrabajó en el estudio y la noche siguientecuando volvió a trabajar casi setambaleaba. Dijo por favor pensad enalguna forma que me permita dejar esteempleo porque la salud de un hombretiene un límite y la mía ya no resiste másporque no he dormido en todo el día yun hombre tiene que dormir si quierecumplir honestamente aunque sea con unsolo empleo.Entonces a Pinky Carson se leocurrió algo. José dijo Pinky Carson. Yote diré lo que harás. A eso de las dos dela mañana cuando bajan los pasteles túcoges media docena con sus cajas y teechas a andar hacia la ventanilla junto ala oficina de Jody de modo que él puedaverte y dejas caer todos esos malditospasteles. Entonces Jody te despide y searregla todo. José reflexionó un rato. Nosoy partidario de la violencia dijo porfin. Pero soy un hombre desesperado ysi vosotros pensáis que la violenciaservirá la usaré. Pensó un momento yluego dijo puedo pagar esos pastelesque tire ¿sí? Todos dijeron que sí que siquería ser un idiota podía pagar por lospasteles que había arrojado.De manera que esa noche alrededorde las dos tres de la madrugada Josécogió seis pasteles y se situó justamentedentro del área visual de Jody junto a laventana de su despacho. Todos los tíosle rodearon haciendo como si trabajaranaunque en realidad observaban a José.Esperaban el momento en que JodySimmons mirara por la ventana desde suescritorio. Cuando mirara Pinky haríauna seña y entonces José arrojaría lospasteles. Daba la impresión de que Jodyse demoraba más que nunca en mirar porla ventana. Pero por fin miró y PinkyCarson hizo la seña y José tiró lospasteles.Jody salió de su despacho como unabejorro. Dijo qué diablos pasa contigohijo de puta ¿por qué has tirado esospasteles? Están deshechos y ahora lostendrás que pagar. El pobre José sequedó de pie como derritiéndose detristeza. Volvió sus grandes ojos haciaJody Simmons y dijo lo siento señorSimmons. He estropeado sus pasteles.Ha sido un accidente se lo aseguro ysólo a un pobre trabajador le podríahaber sucedido y lo siento mucho.Pagaré con gusto y usted acepte misexcusas ¿sí?Por un instante Jody Simmons miróduramente a José y luego una sonrisa lecruzó el rostro y dijo por supuesto Josétodos cometemos errores. Puedes pagarlos pasteles. Dijo José tú eres untrabajador consciente y no importa quealguna vez cometas un error. Agregódesearía contar con más hombres comotú. Ahora olvídalo y vuelve a trabajar.José se quedó allí con una especiede temblor que le recorría de arribaabajo y sacudiendo la cabeza como si nopudiese creer en tanta mala suerte.Después se volvió hacia los muchachosde la plantilla. Miró a Pinky Carsoncomo lo hubiese hecho un perrotraicionado por su amo. Por fin se diomedia vuelta y echó a andar por elprimer pasillo y comenzó a trabajarnuevamente.Pinky Carson se le acercó apenaspudo. Mira José la idea no estaba malpero no era suficiente. Para abandonarun buen puesto tienes que hacer algoimportante. La solución de los pastelesse ha acabado por esta noche. Pero nopierdas esperanzas por que todas lasnoches se hacen pasteles y mañanapuedes tirar uno de esos estantes llenos.Puedes coger uno de los que tienenciento ocho pasteles. Piensa en ello. Locolocas en el mismo lugar y despuésvuelcas el estante y se montará un follónimpresionante. Qué follón tío entonces síque Jody Simmons te echará. No lodudes.José miró a Pinky Carson y dijo todoeso es muy deshonesto pero miorganismo no resiste mucho más demodo que mañana lo haré cuando salgala tanda de pasteles. Luego volviótambaleándose a su trabajo.Al día siguiente la mayor parte delos muchachos no pudo dormir tanansiosos estaban de ver cómo Joséarrojaba la estantería. Todos llegarontemprano a trabajar. Habitualmente JodySimmons no llegaba hasta cerca de lasdiez. Pero todo el mundo esperaba queviniese temprano para poder observarcon más tiempo el rostro de un hombreque iba a presenciar cómo se caíanciento ocho pasteles frente a sudespacho. Pero cuando pasaron junto ala oficina de Jody y miraron Jody noestaba allí. Sobre su escritorio sólohabía una gran caja rectangular queparecía una caja de flores. Todosmiraron la caja y después subieron acambiarse para el trabajo. En seguidaapareció José. La primera parte de lanoche se les hizo más larga que nunca.A eso de las diez de la nocheapareció Jody Simmons. Todosobservaban porque sentían curiosidadpor saber qué era esa caja que habíasobre su escritorio. Jody entró en sudespacho y miró la caja como si fueseuna bomba de tiempo. Era un hombrerudo y cualquier cosa desacostumbradasolía despertarle sospechas. Por últimodebió convencerse de que la caja no erapeligrosa y comenzó a abrirla conmucho cuidado. Dos docenas de rosascayeron sobre su escritorio. Jodyempezó a manotear entre las rosas enbusca de una tarjeta pero no habíatarjeta alguna. Cuando Rudy entró en eldespacho de Jody en busca de lasplanillas de la noche vio las flores ydijo veo que has recibido flores Jody.Jody contempló las flores y dijo quealguien se estaba haciendo el gracioso.Pero que no le importaba porque lasrosas eran bellas y se las llevaría a suesposa. Envió a Rudy en busca de unalata con agua para ponerlas así seconservarían frescas. Toda la nochecada vez que los muchachos mirabanhacia la pequeña ventana del despachode Jody imaginaban su pequeña cabezacalva adornada por una corona de rosas.A las dos empezó a salir el pastel.Pinky Carson subió a la sección dehorneado para controlar el empaquetadode los pasteles. Esa noche había demanzana y vainilla y mora y melocotón.Pinky probaba uno de cada gusto yverificaba la consistencia de la corteza yel espesor del relleno. Esa noche lacuadrilla iba adelantada en el trabajo demodo que pudieron coger los pastelescuando aún estaban calientes. PinkCarson decidió que los más adecuadospara tirar eran los de mora. Así quecogió delicadamente una hornada de losmás calientes y los colocó en elmontacargas. Abajo estaba José.José temblaba como una hoja. Todosse apostaron cerca de la ventana de JodySimmons mientras fingían trabajar peroen realidad no hacían más queademanes. Pinky empujó la hornada depasteles con cuidado hacia la ventana deJody Simmons. Después se agachó ycomenzó a hacer señas a José. José seacercó como un perro apaleado. Se echóa andar hacia el tablón con los pastelesy apoyó su mano en él. Bastaba unpequeño empujón para arrojarlo alsuelo. José se quedó apoyado con unaspecto muy triste. Todos esperaban queJody Simmons mirara. Parecíademorarse horas. Finalmente miró yPinky Carson dio la señal. José empujóapenas un poco y el tablón se vino abajocon un ruido infernal. Ciento ochopasteles se desparramaron por el suelode la sala de expedición.Jody se quedó un minuto en su sillamirando fijamente. Como si no pudiesecreer que esto le sucediese a él.Después fue como si alguien le hubieraaplicado una descarga eléctrica porqueen lugar de empujar la silla hacia atrásantes de ponerse en pie saltó como si sehubiese apoyado en un brasero saliócorriendo y aullando de su despacho.José se quedó mirándole. José eramucho más alto que Jody Simmons.Miró a Jody desde arriba y sus ojos eranlo más triste del mundo. Jody comenzó agritarle piojoso hijo de puta anoche te diuna oportunidad y ¿qué haces hoy?Arruinas ciento ocho pasteles de mora.¿Sabes lo que esto significa hijo deputa? Significa que te echo que estásdespedido. Fuera y que no te vuelva aver por aquí cabrón.José se quedó un segundo mirando aJody Simmons como si le disculpara portodo lo que le estaba diciendo. Luego sevolvió y echó a andar en dirección alvestuario. Todos se escurrieron tras él lomás rápido que pudieron. José hablabacasi consigo mismo. Esta es la primeravez que hago algo tan deshonesto decíaJosé. Nunca pensé que fuese capaz decaer tan bajo. El señor Simmons tienerazón. Es un excelente caballero que medio trabajo cuando lo necesitaba. Le heretribuido con ingratitud. Soy unmiserable. No hay más que decir ¿no?Oye José dijo Rudy tal vez tú sepasalgo sobre esas flores que estaban sobreel escritorio de Jody. José asintió con ungesto. Sí dijo pero es lo que se llama unsecreto. Compré esas flores esta tarde yse las envié al señor Simmons. Puesreverendo idiota dijo Rudy ¿cómo seenterará de que has sido tú si no haspuesto una tarjeta con tu nombre?José respondió que eso no estaba endiscusión. Lo importante es que el señorSimmons haya recibido las flores. Lasflores son hermosas. El señor Simmonses un caballero y sabrá apreciarlas. Quesepa o no de dónde provienen no tienenada que ver. Yo sé que he expresado migratitud con algo hermoso. Sé que heintentado retribuirle por las cosasestupendas que ha hecho por mí. No esimportante que lo sepa. Lo únicoimportante es que recibiera las rosas¿sí?José se puso el abrigo y salió de lapanadería. Nadie volvió a verlo. Al díasiguiente no se presentó a cobrar. Encambio Jody Simmons recibió un giropostal de José por diecinueve dólares yochenta y siete centavos que sumados asu salario servirían para pagar lospasteles...Ahora le parecía que José estaba depie frente a él avanzando yretrocediendo en una especie de niebla.El estaba hablando con José. Le decía¿cómo estás José? ¿Cómo andan tuscosas? Háblame José y dime qué haces yqué pasó con aquella muchacha rica.Habla más fuerte José porqueúltimamente no oigo bien. Fuerte José. Yacércate más porque no me puedo moverdemasiado. Más tarde sí pero ahora yalo ves estoy en cama. ¿Cómo es esoJosé? ¿Cómo es eso?¡José!Espera un momento José.Perdóname. Verás. He creído queestábamos de nuevo juntos en lapanadería. He creído que estábamostodos allí. Pero no es así. Debe habersido un sueño. Resulta difícil saberlo.Sólo un minuto José y me despertaré.Eso eso. Así está mejor. Mucho mejor.No sé dónde estás José pero sí dóndeestoy yo.Sé dónde estoy.7No podía seguir así. Debía evitarque las cosas se desvanecieran y luegoregresaran todas juntas. Tenía queterminar con los ahogos y loshundimientos y los ascensos. Tenía quereprimir el miedo que le daba ganas degritar y aullar y reír y estrangularsehasta morir con un par de manos que seestaban pudriendo en algún depósito delhospital.Tenía que controlarse para poderpensar. Hacía demasiado que estaba así.Sus muñones ya habían cicatrizado. Losvendajes habían desaparecido. Esoquería decir que había pasado el tiempo.Mucho tiempo. Tiempo suficiente comopara que saliera de eso y pensara. Teníaque pensar en él. En Joe Bonham y en loque haría. Tenía que pensarlo todonuevamente.Era como un hombre adulto que depronto se volvía a introducir en elcuerpo de su madre. Yacía en silencio.Completamente indefenso. En algunaparte de su estómago había un tubo através del cual le alimentaban. Eraexactamente como un útero salvo que unbebé en el cuerpo de su madre puedeesperar el momento en que nacerá a lavida.El estaría en ese vientre parasiempre. Eternamente. Debía recordarlo.No debía esperar o confiar en otra cosa.Esta era su vida de ahora en adelante díaa día hora a hora minuto a minuto. Nuncamás podría decir hola cómo estás tequiero. Nunca más podría escucharmúsica u oír el murmullo del vientoentre los árboles o el rumor del agua.Nunca más respiraría el aroma de unfilete friéndose en la cocina de su madreo la humedad de la primavera en el aireo la maravillosa fragancia de la salviatransportada por el viento a través deuna gran llanura. Nunca más podría verlos rostros de las personas que lealegraban con sólo mirarlos como el deKareen. Nunca más podría contemplar laluz del sol o las estrellas o el céspedtierno que crece en las colinas deColorado.Nunca más podría andar con suspiernas sobre la tierra. Nunca máscorrería o saltaría o se estiraría cuandoestuviera cansado. Nunca estaríacansado.Si el sitio en que yacía ardiese él selimitaría a quedarse allí y dejar queardiese. Ardería con él y no podríahacer movimiento alguno. Si sintiera queun insecto se arrastraba por ese muñónde cuerpo que le quedaba no podríamover un dedo para destruirlo. Si lepicaba no podría hacer nada para aliviarla picazón o quizá a lo sumo restregarseun poco contra las mantas. Y esta vidano transcurriría así sólo hoy o mañana ohasta el fin de la semana que viene.Estaba en el vientre para siempre. Noera un sueño. Era real.Se preguntó cómo había podido salircon vida. Había tíos que se arañaban elpulgar y se morían. El alpinista se caíade un escalón se fracturaba el cráneo ymoría el jueves. Tu mejor amigo iba alhospital para operarse del apéndice ycuatro o cinco días después estabasjunto a su tumba. Un pequeño microbiocomo el de la gripe acababa con la vidade alrededor de diez millones depersonas en un solo invierno. Entonces¿cómo era posible que un tío perdieselos brazos y las piernas y los oídos y losojos y la nariz y la boca y siguieraviviendo? ¿Cómo entenderlo?Sin embargo había muchos quehabían perdido sólo las piernas o losbrazos y vivían. De modo que tal vez erarazonable pensar que un hombre podíavivir aun sin piernas ni brazos. Si una deesas opciones era posible tambiénpodían serlo las dos juntas. Los médicoseran cada vez más diestros en especialahora que llevaban tres o cuatro años enel ejército con mucha materia primapara experimentar. Si llegaban a tiempoantes de que te desangraras podíansalvarte casi de cualquier herida. Eraevidente que en su caso habían llegado atiempo.Si lo pensabas era bastanterazonable. Muchos tenían los oídosarruinados por las ondas de choque. Eramuy habitual. Muchos se habían quedadociegos. De tanto en tanto podías leer enel periódico que alguien se habíapegado un tiro en la sien y terminaba convida pero ciego. Por lo tanto su cegueratambién tenía sentido. Había muchos enlos hospitales allá detrás de las líneasque respiraban por tubos y muchos sinmandíbula y muchos sin nariz. Todotenía sentido. Sólo que en él se habíancombinado todos esos casos.Sencillamente se trataba de una granadaque le había volado el rostro y losmédicos habían llegado a tiempo paraevitar que se desangrara. Sólo unpequeño trozo de granada que por algúnmotivo no le afectó la yugular ni lamédula.Las cosas habían transcurrido conbastante calma hasta que le pasó esto.Eso quería decir que los médicos deretaguardia tuvieron más tiempo parajugar con él que cuando se desplegabauna ofensiva y los heridos venían entropel. Debe haber sido así.Seguramente le habían recogido enseguida y le habían trasladado a unhospital de la base y todos se habíanarremangado frotándose las manos ydiciendo bien bien muchachos he aquí uncaso interesante veamos qué podemoshacer. Después de todo allí habíandespanzurrado a unos diez mil tíos parasaber cómo se hacía. Se habíanencontrado con un caso desafiante ytenían tiempo de sobra de modo que loencogieron y lo devolvieron al útero.Pero ¿por qué no se habíadesangrado hasta morir? Es de suponerque con los muñones de los dos brazos ylas dos piernas manando sangre unopodía por lo menos morirse. Habíaalgunas venas poderosas en las piernas yen los brazos. Había visto tíos que sedesangraban hasta morir por la pérdidade un solo brazo. No parecía lógico quelos médicos hubieran actuado tanrápidamente como para detener cuatropérdidas de sangre al mismo tiempoantes de que un hombre muriera.Entonces pensó quizá sólo estaba heridoy me los cortaron después paraahorrarse problemas o tal vez porqueestaban infectados. Recordó haber oídohablar de gangrenas y de soldados conheridas llenas de gusanos. Ese era unbuen síntoma. Si uno tenía una bala en elestómago y el agujero lleno deserpenteantes gusanos entonces estababien porque los gusanos se comían elpus y mantenían limpia la herida. Pero sitenías ese mismo agujero sin gusanos laherida seguía infectándose por un tiempoy después cogías gangrena.Tal vez no había tenido gusanos. Talvez si hubiese podido despertar laatención de un pequeño puñado degusanos ahora tendría piernas y brazos.Sólo un puñado de pequeños gusanosblancos. A lo mejor cuando lorecogieron aún tenía brazos y piernascon unas pocas heridas. Pero pudo haberocurrido también que cuando terminaronde curarle las cosas importantes comolos ojos la nariz y los oídos y la boca lagangrena ya se había apoderado depiernas y brazos. Entonces comenzaron adespedazarle. Un dedo por aquí unamuñeca por allí oh diablos cortemos a laaltura de la cadera. Probablemente éseera el método. Cuando los médicos estáncortando partes tienen recursos paradetener la sangre a fin de que un hombreno muera. Quizá si hubieran sabidocómo terminaría le hubiesen dejadomorir. Pero fue sucediendo gradualmentearticulación por articulación y entoncesallí estaba vivo y ahora no podíanmatarle porque sería cometer unasesinato.Oh Dios pasaban tantas cosasextrañas en esta guerra de los hombres.Todo era posible. Oías hablar de ellastodo el tiempo. A un tío le volaron lamitad superior del estómago entonceslos médicos le quitaron la piel y con lacarne de un muerto hicieron una tapapara el estómago del herido. Podíanlevantar la tapa como una ventana yobservar cómo digería la comida. Habíasalas enteras repletas de hombres querespiraban por tubos y comían por tubosel resto de sus vidas. Los tubos eranimportantes. Muchos muchachosorinarían por tubos mientras vivieran yotros muchos a quienes les habíanvolado sus partes traseras. Ahora susintestinos se prolongaban en agujeros enlas caderas o en el estómago. Losagujeros estaban cubiertos de vendasporque no tenían esfínteres que loscontrolaran.Y eso no era todo. Había un sitio enel sur de Francia donde tenían a loslocos. Había tíos que no podían hablaraunque estaban en perfecto estado físico.Sólo se habían asustado y se habíanolvidado de hablar. Había hombressaludables que corrían por todas partesa cuatro patas y metían la cabeza en losrincones cuando estaban asustados y seolían entre sí y levantaban la pata comolos perros y no hacían más que gemir.Había uno un minero que volvió aCardiff junto a su mujer y sus tres hijos.Una bengala le había quemado el rostroy cuando su mujer le vio lanzó unaullido cogió un hacha y le cortó lacabeza. Luego mató a los tres niños. Esamisma noche la encontraron en unataberna bebiendo cerveza más frescaque una lechuga. Lo único extraño esque intentaba comerse el vaso decerveza. ¿Cómo se puede creer o nocreer después de todo esto? Cuatro o talvez cinco millones de hombres muertosy ninguno de ellos deseaba morirmientras que centenares de miles sevolvían locos o se quedaban ciegos oparalíticos y no podían morir aunque lodesearan.Pero no había muchos como él. Nohabía muchos tíos a quienes los médicospudiesen señalar y decir he aquí laúltima palabra he aquí nuestro triunfo heaquí lo más importante que hemos hechoentre las muchas cosas que hemosllevado a cabo. He aquí un hombre sinpiernas ni brazos ni oídos ni ojos ninariz ni boca que sin embargo respiracome y está tan vivo como usted o comoyo. La guerra había sido una cosaestupenda para los médicos y él un tíocon suerte que había aprovechado todolo que ellos habían aprendido. Perohabía una cosa que no pudieron hacer.Podían devolver un tío al vientre de sumadre pero no podían volver a sacarle.Estaría allí para siempre. Todo lo que lehabían cercenado había desaparecidopara siempre. Eso era lo que debíarecordar. En eso debía intentar creer.Cuando eso penetrara dentro de síentonces podía calmarse y pensar.Era como leer en el periódico quealguien ha ganado la lotería y pensar ahítienes un tío que ganó un millón degolpe. No podías creer del todo que unhombre pudiese ganar con tantosfactores en contra. Sin embargo sabíasque era cierto. Sin duda nunca esperasganar cuando compras el billete. Ahoraocurría lo contrario. Había perdido unmillón contra uno. Pero si leía en unperiódico lo que le había sucedido noterminaría de creerlo aunque supieseque era cierto. Y jamás podría pensarque le sucedería a él. Nadie imaginabaalgo así. Un millón contra uno diezmillones contra uno siempre había eluno. Y ése era él. Era el tío que perdió.Ahora empezaba a tranquilizarse. Supensamiento se hacía más preciso searticulaba mejor. Podía quedarse quietoentre las sábanas y reconstruir las cosas.Podía imaginar además de sus grandesdesgracias las más pequeñas. En unpunto próximo a la base de su gargantahabía una costra que se adhería a algo.Al mover la cabeza ligeramente hacia laderecha y después hacia la izquierdapodía sentir el tirón de la costra.También podía sentir un pequeño bultoen la frente como si le hubiesen atado uncordel entre las órbitas de los ojos y elnacimiento del pelo. Ese cordel leintrigaba porque tironeaba cuando élmovía la cabeza para sentir la costracerca de su cuello. En el hueco queestaba en medio de su cara no podíasentir nada así que eso constituía unpequeño problema. Se pasó un ratodesplazándose hacia la izquierda y laderecha sintiendo al mismo tiempo eltirón de la costra. Súbitamentecomprendió.Le habían puesto una máscara sobreel rostro que estaba anudada a la alturade su frente. La máscara sin duda erauna especie de tela blanda y la parteinferior se había adherido a lamucosidad de la herida de la cara. Esolo explicaba todo. Se tratabasencillamente de un trozo de telafirmemente atado que llegaba hasta sugarganta para que la enfermera en susidas y venidas no vomitara alcontemplar al paciente. Una medida muyconsiderada.Ahora que comprendía el propósitoy la mecánica de la máscara la costra demera curiosidad se convirtió en unairritación. Cuando era niño nuncapermitió que una costra terminara decurarse. Se la arrancaba siempre. Ahoraintentaba rasgarla moviendo la cabeza ytensando la máscara. Pero no podíadesalojar la máscara ni comenzar adesgarrar la costra. La tarea se convirtióen una especie de manía. El sitio dondela tela se adhería a la costra no le dolía.No era eso. Sino más bien una situaciónfastidiosa un desafío o una demostraciónde fuerza. Si pudiese arrancarse lamáscara no se sentiría totalmenteindefenso.Intentó extender el cuello para poderarrancar la tela que se adhería a su piel.Pero no podía extenderlosuficientemente. Se descubrióconcentrando toda su fuerza y suvoluntad en ese minúsculo punto deirritación. Comprendió que pese a susesfuerzos no lograría arrancársela.Todos los músculos de su cuerpo y todasu fuerza de voluntad ni siquieraconseguían mover algo tan insignificantecomo un trozo de tela pegado a su piel.Eso era peor que estar en el útero. Losniños a veces pateaban. Otras vecesdaban vueltas en la penumbra húmeda yapacible de sus silenciosos ámbitos.Pero él no tenía piernas para patear nibrazos para agitar y no podía dar vueltasporque no tenía un solo fragmento en elcuerpo que le sirviera de palanca paraempezar a girar. Trató de desplazar supeso de un lado a otro pero losmúsculos que tenía en lo que quedaba desus muslos no se flexionabanconvenientemente y tampoco sushombros tan escrupulosamente mutiladosrespondían a sus propósitos.Abandonó la costra y la máscara ycomenzó a tramar la forma de dar lavuelta. Sólo podía producir un leveademán de balanceo. Pero nada más. Talvez con práctica podría aumentar lafuerza de su espalda sus muslos y sushombros. Quizá dentro de uno cinco oveinte años lograría adquirir fuerzasuficiente para que la órbita de subalanceo fuese cada vez más amplia.Entonces tal vez un día de pronto sedaría la vuelta. Si lo lograba podríamatarse porque si los tubos quealimentaban sus pulmones y su estómagoeran de metal se clavarían en algúnórgano vital con el solo peso de sucuerpo. O de lo contrario si eranblandos como goma su peso podríaaplastarlos y se asfixiaría.Pero todo lo que pudo lograrmediante sus más violentos esfuerzos fueun ligero balanceo que le bañó entranspiración y le hundió en un dolorosomareo. Tenía veinte años y no podíareunir fuerzas suficientes para darse lavuelta en la cama. Nunca había estadoenfermo. Siempre había sido fuerte.Podía levantar una caja con sesentahogazas de pan de libra y media cadauna. Y echarla sin más sobre sushombros para colocarla sobre un cubode siete pies. Era capaz de hacerlo nouna vez sino centenares de veces cadanoche hasta que sus hombros y susbíceps adquirieron la fortaleza de unhierro. Y ahora al igual que un niño quese mece para dormir apenas podíaflexionar los muslos y producir un levebalanceo.De pronto sintió un gran cansancio.Tendido sin hacer el menor movimientopensó en esa otra herida más pequeñaque había comenzado a advertir. Era unhueco en el costado. Sólo un pequeñohueco que sin duda se negaba acicatrizar. Sus piernas y sus brazoshabían cicatrizado y eso llevaba muchotiempo. Pero mientras transcurría todoese tiempo de curación todas esassemanas o meses en los que las cosasaparecían o se desvanecían en la nadaese hueco en su costado habíapermanecido abierto. Lo había idoadvirtiendo poco a poco durante muchotiempo y ahora lo sentía claramente. Eraun parche de humedad dentro de unavenda de la que descendía un pequeñohilo aceitoso que resbalaba por suflanco izquierdo.Recordó la vez que había visitado aJim Tift en el hospital militar de Lille.Jim estaba en una sala donde habíamuchos tíos con agujeros aquí y allí queno terminaban de cicatrizar. Algunosyacían allí meses y meses drenando yhediendo. El olor de la sala era como elde un cadáver con el que tropiezasdurante una patrulla como el olor de uncadáver muy rancio que se disgregaapenas lo tocas con la punta de la bota ydespide como una nube de gas con hedora carne muerta.Quizás había tenido la suerte de quele volaran la nariz. Hubiese sidobastante desagradable estar acostado yoler el perfume de tu propio cuerpomientras se va pudriendo. Tal vezdespués de todo era un tío afortunadoporque con ese olor constante en la narizno es posible tener apetito. Aunque detodos modos eso no le preocupaba.Comía regularmente. Podía sentir cómole deslizaban comida en el estómago ysabía que comía perfectamente. El saborno importaba.Ahora las cosas se volvían cada vezmás borrosas. Supo que volvía adesvanecerse. Se escabullía. Parecíacomo si la oscuridad de sus ojos seconvirtiera en algo púrpura en algocomo el azul crepúsculo. Descansaba.Sencillamente estaba acostado despuésde haber pensado y trabajado mucho yse decía deja que se descompongaporque de todos modos no puedesolerlo. Cuando a uno le queda tan poco¿por qué preocuparse de una parte másque está muriendo? Tú no tienes más quequedarte quieto. La penumbra adquiereotra tonalidad de penumbra. Crepúsculosin estrellas y noche sin estrellas. Comoen casa por las noches con grillos yranas y una vaca mugiendo en algunaparte y un perro ladrando a lo lejos y elalboroto de los niños que juegan. Bellossonidos maravillosos y oscuridad y pazy sueño. Sólo que sin estrellas.La rata se arrastraba sobre su cuerposigilosamente. Con sus pequeñas garrasafiladas trepaba por su pierna izquierda.Era una gran rata parda como las quesolían perseguir con palos. Se arrastrabahusmeando y oliendo y desgarrando elvendaje del costado. Sentía sus bigotesque le cosquilleaban los bordes de suherida abierta. Sentía sus largos bigotesque rastreaban en el pus del agujero. Yno podía hacer nada.Recordaba el rostro de un oficialprusiano que encontraron un día.Acababan de asaltar las trincherasexteriores de la posición alemana. Erauna trinchera que había sido abandonadauna o dos semanas antes. Toda lacompañía como un enjambre se habíalanzado sobre ella. Allí se encontraroncon el oficial prusiano. Era un capitán.Estaba tendido con una pierna extendidaen el aire. La pierna estaba tan hinchadaque el pantalón parecía estar a punto dereventar. Su rostro también estabahinchado. Sus bigotes todavía estabanlustrosos. Una rata gorda y satisfechasentada en su cuello le roía el rostro. Alsaltar dentro de la trinchera captarontodo el cuadro. La entrada a un refugioal que se dirigía el prusiano cuando fueabatido. El prusiano con la pierna en elaire. La rata masticando.Alguien lanzó un alarido y entoncestodos comenzaron a aullar como locos.La rata se irguió y les miró. Despuésechó a andar hacia la entrada delrefugio. Pero lo hizo lentamente. Toda lacompañía se lanzó sobre ella aullando yrugiendo. Alguien le arrojó un casco quegolpeó a la rata en los cuartos traseros.La rata chilló y se volvió para pegar unadentellada al casco. Después se arrastróhacia el refugio mientras ellos laperseguían. Allí a la luz de la penumbrala cogieron y la aplastaron hastaconvertirla en una jalea roja. Después,por un instante, todos se quedaroninmóviles. Como si sintieran que sehabían comportado como estúpidos.Abandonaron el refugio y prosiguieronla guerra.Después pensó en ello. Noimportaba si la rata roía a un camaradao a un maldito alemán. Era todo lomismo. Tu verdadero enemigo era larata y cuando la veías gorda y bienalimentada masticando algo que podíasser tú entonces te volvías loco.Ahora la rata se lo estaba comiendoa él. Podía sentir sus pequeños dientesafilados que mordían al borde de laherida y luego los rápidos y levesmovimientos del cuerpo de la rata amedida que movía las fauces. Despuéshundiría las patas y arrancaría un trozomás de carne y eso le dolería y luegovolvería a masticar.Se preguntó dónde estaría laenfermera. Ese era un hospital infernaldonde permitían que las ratas entrasenen las salas y masticaran a los enfermosmientras trataban de dormir. Se revolvióy sacudió pero la rata siguió inamovible.No podía hacer nada para asustarla. Nopodía golpear ni patear y no podía gritarni silbar para ahuyentarla. Lo único quepodía hacer era intentar ese ligeromovimiento oscilatorio. Peroevidentemente eso le agradó a la rataporque se quedó donde estaba. Ahora larata comía con mucho cuidadoseleccionando las mejores partes yluego descansaba sobre su estómago consus pequeñas mandíbulas quemasticaban masticaban y masticaban.Empezó a darse cuenta de que elproceso de masticación de la rata no erauna cosa que duraría sólo diez o quinceminutos. Las ratas son animales astutos.Conocían su entorno. Esta no selimitaría a irse para no volver. Volveríadía tras día noche tras noche paraalimentarse con su cadáver hastaenloquecerle. Se vio corriendo por lospasillos del hospital. Se vio abordandouna enfermera y cogiéndola por lagarganta colocándole la cabeza abajosobre el agujero de su costado en dondeseguía aferrada la rata, y gritándole putaholgazana ¿por qué no te ocupas deahuyentar a las ratas de tus pacientes?Corría aullando a través de la noche.Corría a través de una serie de nochescorría por una eternidad de nochesgritando por el amor de Dios quítenmeesa rata de encima ¿no la veis? Corría através de toda una vida de noches yaullaba y trataba de quitarse la rata deencima y sentía que la rata hundía susdientes cada vez más profundamente.Cuando hubo corrido sin piernashasta el agotamiento y cuando hubogritado sin voz hasta desgarrarse lagarganta volvió a caer en el útero volvióa la quietud volvió a la soledad y a laoscuridad y al terrible silencio.8Las manos de la enfermera semovían sobre su cuerpo. Podía sentirque le lavaba el cuerpo y manipulaba sucarne y vendaba la herida de su costado.Utilizaba algo caliente y graso paradisolver la sustancia de la costra quesostenía la máscara en ese punto deirritación próximo a su garganta. Sesintió como un niño que ha despertadollorando por una pesadilla paraencontrarse a salvo y abrigado en losbrazos de su madre. Aun cuando nopudiese verla ni oírla la enfermera erauna compañía. Era alguien y era suamiga. Ya no estaba solo. Si ella estabaallí él no tenía necesidad depreocuparse no tenía necesidad deluchar ni de pensar. En ella recaía todala responsabilidad y él no tenía nada quetemer mientras ella estuviese cerca. Enlugar de la rata que le roía el costadosintió los dedos fríos de la enfermera yla pulcritud de unas nuevas vendas ygasas frescas.Ahora supo que la rata sólo habíasido un sueño. Se sintió tan aliviadocuando lo descubrió que por unosminutos casi olvidó su miedo. Y despuésrelajado con los cuidados de laenfermera se estremeció de pronto alcomprender que el sueño de la ratapodía repetirse. Recordó que todo elsueño había comenzado al pensar en laherida de su costado. A medida que seiba quedando dormido su conciencia dela herida hacía surgir el sueño de la rataque se alimentaba de ella. Casi conseguridad mientras la herida estuvieseallí desencadenaría la misma serie depensamientos acerca de la rata quevolvería nuevamente en su sueño. Cadavez que se durmiera la rata volvería y elsueño en lugar de olvido sería tanespantoso como la vigilia. Un hombredespierto puede aguantar mucho. Perocuando llega el sueño merece olvidarlotodo. El sueño debería ser algo como lamuerte.Sabía que la rata era un sueño.Estaba seguro de ello. Lo único quedebía hacer era encontrar una forma desalir del sueño cuando apareciese larata. De niño solía tener pesadillas. Locurioso era que no resultabanparticularmente desagradables. La peorera una en la que él era una hormiga quecruzaba una acera y la acera era tanancha y él tan pequeño que a veces sedespertaba gritando asustado. Esa era laforma de terminar con las pesadillas.Gritar tanto que se despertaba. Peroahora no podía hacerlo. En primer lugarno podía gritar y en segundo lugar estabasordo y no podía oír sus gritos. Noservía. Tendría que encontrar otrasolución. Recordó que a medida que sehacía mayor y aparecían diferentespesadillas podía salir de ellas pensando.Precisamente cuando parecía que algoterrible que le perseguía iba a atraparlepensaba Joe esto no es más que unsueño. Sólo un sueño ¿comprendes Joe?Y en seguida abría los ojos escrutaba laoscuridad que le rodeaba y el sueñodesaparecía. Podría adoptar ese sistemacon la rata. La próxima vez queapareciese en lugar de salir huyendo ygritando pidiendo ayuda pensaría queera un sueño. Y entonces abriría...Pero no era posible. No podía abrirlos ojos. En su sueño en mitad del sueñode la rata podría sustraerse a élmediante el pensamiento pero ¿cómopodía demostrar que estaba despierto sino podía abrir los ojos y mirar laoscuridad en torno suyo?Pensó ¡Dios! Joe tiene que haberalguna forma. Pensó el hecho de desearsaber que uno está despierto no esdemasiado pedir. Pensó vamos Joe es laúnica forma en que puedes vencer a larata y tienes que hacerlo de modo que lomejor será que busques rápidamentealguna manera de probar si estasdespierto o dormido.Quizá sería mejor comenzar por elprincipio. Ahora estaba despierto. Deeso estaba seguro. Acababa de sentir lasmanos de la enfermera y las manos de laenfermera eran reales. Así que cuandolas sentía era porque estaba despierto.Aunque ahora que la enfermera se habíaido estaba despierto porque pensaba enel sueño de la rata. Si puedes pensar enun sueño es que estás despierto. Eso esevidente Joe. Estás despierto. Y estásintentando liberarte de un sueño quesobrevendrá cuando te duermas. Nopuedes salir del sueño gritando porqueno puedes gritar No puedes salirpensando y comprobar que estásdespierto abriendo los ojos porque notienes ojos. Mejor empieza a pensarantes de que te duermas Joe ésa es lacuestión empieza ahora mismo.En el momento en que sientas que tequedarás dormido intenta ponerte rígidoy decirte no vas a soñar con ratas.Entonces a lo mejor estarás preparadopara ello y la rata no vendrá. Porque unavez que aparezca te cogerá hasta quedespiertes y no puedes tener laseguridad de que estás despierto hastaque sientas las manos de la enfermera.Hasta entonces no puedes estar seguroen absoluto. De modo que cuandosientas que te estás durmiendoconcéntrate y piensa que no vas a soñarcon la...Un momento. ¿Cómo sabrás cuandoempieces a adormecerte Joe? ¿Qué teindicará que estás a punto de dormirte?¿Cómo se siente uno antes de quedarsedormido? Tal vez esté cansado detrabajar y se relaje en la cama y sindarse cuenta se quede dormido. Pero noes tu caso Joe porque tú nunca estáscansado y estás siempre en la cama. Esono sirve. Pues también puede ocurrir quesienta un escozor en los ojos y bostece yse desperece y por fin se cierren suspárpados. Pero eso tampoco sirve.Nunca sientes escozor en los ojos y nopuedes bostezar ni desperezarte ni tienespárpados. Nunca estás cansado Joe. Nonecesitas dormir porque duermesprácticamente todo el tiempo ¿cómopuedes tener sueño? Si no puedes tenersueño ¿cómo puedes advertirlo? Y si nolo adviertes no puedes ponerte rígido yprevenirte contra la rata.Cristo qué embrollo. Si ni siquierapodía saber si estaba despierto odormido era un embrollo terrible. Perono se le ocurría ningún modo de saberlo.Cuando uno se va a dormir está cansadoy se acuesta y cierra los ojos y el sonidose desvanece y entonces uno se duerme.A lo mejor un tío normal un tío que tieneojos para cerrar y oídos para oír nopuede saber el momento preciso en quese duerme. Tal vez nadie pueda. Hay unpequeño espacio entre estar despierto yestar dormido que no es ni una ni otracosa. Las dos cosas se funden de modoque te quedas dormido sin darte cuenta.Después sin darte cuenta te estásdespertando y de pronto estás despierto.Esto era un infierno. Si ni siquieraun tío normal podía saberlo ¿cómo iba asaberlo él cuando todo lo que le rodeabaera como un sueño las veinticuatro horasdel día? Sólo sabía que probablementeentraba y salía del sueño cada cincominutos. Toda su vida se parecía tanto alsueño que no había forma de seguir sucurso. Por supuesto era razonablesuponer que una gran parte del tiempoestaba despierto. Pero el único momentoen que podía estar seguro era cuandosentía las manos de la enfermera. Yahora que sabía que la rata era un sueñoy en la medida en que era el único sueñoque podía identificar con certezaentonces eso quería decir que sólo podíaestar seguro de que dormía cuando leroía la rata. Desde luego además delsueño de la rata podía tener otros de lamisma manera que podía estar despiertomuchas veces sin que le tocaran lasmanos de la enfermera. Pero ¿cómodiablos podía saberlo?Por ejemplo cuando era pequeñosolía soñar despierto. Se recostaba ypensaba en cosas que haría algún día. Opensaba en las cosas que había hecho lasemana pasada. Pero estaba despierto ylo sabía. Sin embargo tendido allí en lapenumbra y el silencio era diferente. Sipensaba en algo que había pasado hacíamucho tiempo aquello que parecía unsueño diurno podía convertirse en unsueño verdadero de modo que mientraspensaba en el pasado podía quedarsedormido y soñar con eso.Tal vez no había solución. Tal vezpor el resto de su vida tendría queadivinar si estaba despierto o dormido.¿Cómo podría asegurar me dormiré obien acabo de despertar? ¿Cómo losabría? Y uno tiene que saberlo. Esimportante. Era lo más importante quequedaba. Lo único que tenía era unamente y quería sentir que pensaba conclaridad. Pero ¿cómo lo haría si no teníauna enfermera cerca o una rata sobre sucuerpo?Tenía que hacerlo y eso era todo. Sedice que los tíos que pierden partes desí suelen desarrollar facultadesadicionales. Tal vez si se concentraba enpensar sabría que estaba despiertoprecisamente como lo sabía ahora.Cuando no se concentrara se quedaríadormido. Eso significaba no soñar máscon el pasado. Significaba no hacer nadamás que pensar pensar pensar. Entoncesse cansaría tanto de pensar que sentiríamodorra y se quedaría dormido. Dios lehabía dejado la mente y eso era todo.Era lo único que podía usar así que teníaque usarla siempre que estuviesedespierto. Debía pensar hasta que sesintiera cansado más cansado de lo quehabía estado nunca. Debía pensar todoel tiempo y después dormir.Comprendió que era necesariohacerlo. Porque si era incapaz dedistinguir la vigilia del sueño no podríaconsiderarse siquiera una personaadulta. Ya era desdicha suficiente estaren el útero. Ya era desgracia suficientepensar que durante años y añospermanecería solo en el silencio y laoscuridad. Pero esto último esaincapacidad de distinguir los sueños delos pensamientos era el olvido. Leconvertía en nada. En menos que nada.Le despojaba de lo único que distinguíaa un hombre normal de un loco.Significaba que podía estar pensandocon mucha solemnidad en algo queparecía importante mientras que enrealidad estaba dormido y soñaba lossueños idiotas de un niño de dos años.Le despojaba de todo respeto por suspropios pensamientos y eso era lo peorque podía pasarle a cualquiera. Estabatan confundido que no sabía si loverdadero era la enfermera o la rata.Quizá ni una ni otra cosa. Quizás ambasfueran reales. Quizá nada era verdaderoni siquiera el mismo oh Dios ¿no seriamaravilloso?9La fogata del campamento estabainstalada frente a una tienda y la tiendabajo un enorme pino. Cuando dormíasdentro de la tienda siempre te parecíaque afuera estaba lloviendo porque lashojas del pino caían y caían. Su padreestaba sentado frente a él contemplandoel fuego. Todos los veranos venían aeste sitio a nueve mil pies de alturacubierto de pinos y lagos. Pescaban enlos lagos y por la noche cuando dormíael rugido del agua de los torrentes queunían los lagos sonaba en sus oídos.Venían a ese sitio desde que él teníasiete años. Ahora tenía quince y mañanavendría Bill Harper. Se sentó frente alfuego miró a su padre a través de lasllamas y se preguntó cómo se lo diría.Se trataba de algo muy serio. Mañanapor primera vez en todos sus viajesjuntos quería ir de pesca con alguien queno era su padre. Nunca se le habíaocurrido esa idea en anterioresexcursiones. Su padre siempre habíapreferido su compañía a la de otroshombres y él siempre había preferido lade su padre a la de otros muchachos.Pero mañana vendría Bill Harper yquería ir de pesca con él. Sabía quealguna vez ocurriría. Sin embargotambién sabía que significaba el fin dealgo. Era un fin y un comienzo y no sabíacómo decírselo a su padre.De modo que lo mencionó como depaso. Dijo mañana viene Bill Harper yhe pensado en que tal vez salga con él.Dijo Bill Harper no sabe mucho sobrepesca. Y yo sí de modo que pienso quesi no te importa me levantaré tempranopor la mañana para encontrarme conHarper e ir de pesca con él. Su padre norespondió. Luego dijo por supuesto Joe.Vete con él. Y más tarde su padre dijo¿sabes si Bill Harper tiene una caña? Elle contestó que Bill no tenía una caña.Pues bien dijo su padre entonces ¿porqué no llevas mi caña y que Bill use latuya? De todos modos yo no pensaba irde pesca mañana. Estoy cansado y creoque voy a descansar todo el día. Así queusa mi caña y que Bill use la tuya.Fue así de sencillo y sin embargo élsabía que era una gran cosa. La caña desu padre era muy buena. Tal vez el únicolujo que se había permitido su padre entoda su vida. Todas las primaveras supadre enviaba la caña a un experto deColorado Springs. El hombre deColorado Springs raspabacuidadosamente el barniz de la cañaarreglaba los desperfectos la volvía abarnizar y la devolvía resplandeciente.Todos los años. Era el único tesoro desu padre. Sintió un pequeño nudo en lagarganta cuando pensó que en el precisomomento en que él abandonaba a supadre por Bill Harper su padre leofrecía su caña.Esa noche se acostaron sobre unlecho de hojas de pino. Habíanahuecado el lecho de hojas de pino a finde hacer un pequeño vacío para lascaderas. Se quedó largo rato despiertopensando en el día siguiente y en supadre que dormía a su lado. Después sedurmió. A las seis de la mañana oyó unsusurro. Era Bill Harper que le llamabadesde la entrada de la tienda. Se levantóle dio su caña a Bill y él llevó la de supadre. Se marcharon sin despertarle.Anochecía cuando ocurrió lacatástrofe. Iban en un bote a remopescando con los dos sedales tendidos.El remaba y Bill Harper iba en popafrente a él con una caña a cada lado delbote. Todo muy calmo y el lago tanapacible como un espejo. Ambosestaban algo somnolientos porque el díahabía sido maravilloso. De pronto seoyó el agudo chirrido de un pez quetensaba la línea. La caña saltó de lamano de Bill Harper y desapareció en elagua. Los dos manotearondesesperadamente para asirla pero erademasiado tarde. Era la caña de supadre. Durante más de una horaintentaron pescarla ayudándose con laotra caña y los remos del bote con laesperanza de encontrarla pero sabíanque era inútil. La maravillosa caña de supadre había desapareció y no lavolverían a ver.Encallaron el bote y limpiaron elpescado que habían cogido y luegofueron a la tienda a comprar unacerveza. Bebieron su cerveza y hablaronsobre la caña en voz baja. Después él seseparó de Bill Harper.En el camino de regreso a la tiendabajo los pinos sobre la suave alfombrade hojas y atento al sonido de lostorrentes que descendían por la montañay mirando las estrellas del cielo pensabaen su padre. Su padre y su madre nuncatuvieron mucho dinero pero parecíanarreglarse bien. Tenían una casita en laparte posterior de un terreno largo yancho en los alrededores del pueblo.Frente a la casa había un parque y entreel parque y la acera su padre contabacon un espacio bastante amplio dondehabía hecho un huerto. La gente de todoel pueblo venía a admirar el huerto de supadre. Su padre se levantaba a las cincoo cinco y media de la mañana para regarel huerto y por la tarde cuando volvíadel trabajo estaba ansioso por regresar aél. De algún modo para su padre elhuerto era una forma de escapar a lasfacturas y a las historias triunfantes y altrabajo en la tienda. Era su forma decrear algo. Era su forma de ser unartista.Al principio tenían lechugas yguisantes y habas y zanahorias yrabanitos. Después su padre le pidiópermiso al vecino para usar su terrenovacío como huerto. El hombre se sintiósatisfecho con el trato ya que leahorraba el gasto de quemar la malezaen otoño. Así que en el terreno vacío supadre cultivó maíz y calabazas ymelones y sandías y pepinos. Alrededortenía un gran seto de girasoles. A vecesel corazón de los girasoles alcanzaba unpie de diámetro. Las semillas eran buenalimento para las gallinas. En unpequeño cuadrado que tenía sombra lamitad del día su padre plantó fresasperennes así que comían fresas frescasdesde la primavera hasta fines delotoño.Detrás de la casa de Shale Citytenían pollos y conejos y él criabaalgunos como mascotas. Dos o tresveces por semana comían pollo frito a lahora de la cena y no parecía un lujo. Eninvierno comían gallina hervida conpudín de frutas y patatas del propiohuerto. En la época en que las gallinasponían muchos huevos y los huevos eranbaratos en la tienda su madre cogíaalgunos y los guardaba en grandesfrascos de vidrio. Después en inviernocuando los huevos eran caros y lasgallinas no ponían ella no tenía más queir a la despensa y conseguía huevosgratis. Tenían una vaca y su madrepreparaba mantequilla y suero. Ponían laleche en grandes baldes la dejaban en lagalería y a la mañana siguiente la lecheestaba cubierta de una crema amarillatan espesa como el cuero. En verano losdomingos hacían helado con su propiacrema y sus propias frutillas y todopropio menos el hielo.En el otro extremo del terreno vacíosu padre tenía seis colmenas de modoque en otoño recogían miel enabundancia. Su padre iba a las colmenasy extraía los paneles y vigilaba lasceldillas y si el panal era débil destruíatodas las celdillas de la reina y a veceshasta le recortaba las alas para que nohiciera enjambre y dividiera la colmena.Apenas la temperatura caía bajocero su padre iba a alguna granjacercana y compraba carne fresca. Solíahaber un cuarto de vaca y a veces mediocerdo colgados en la galería del fondototalmente congelados y siemprefrescos. Cuando querías un filete cogíasuna sierra y lo aserrabas. El fileteademás de ser mejor costaba muchomenos que en la carnicería.En otoño su madre se pasabasemanas preparando dulces. Al final dela temporada la despensa estaba llena.Si bajabas a la despensa además de losgrandes frascos de huevos había frascosde todas las clases de fruta imaginables.Había albaricoques en almíbar ymermelada de naranja y dulce de guinday de grosella y jalea de manzanas. Habíahuevos duros conservados en zumo deremolacha y pepinillos y cerezas saladasy salsa de chile. Si bajabas en octubreencontrabas tres o cuatro grandespasteles de fruta negros y húmedosrellenos de toronjas y nueces. Solíanestar en el rincón más fresco de ladespensa cuidadosamente envueltos enlienzos húmedos para que seconservaran hasta Navidad.Tenían todas esas cosas y sinembargo su padre era un fracasado. Supadre era incapaz de hacer dinero. Aveces por las noches su padre y sumadre conversaban sobre ello. Fulanose había ido a California y había ganadomucho dinero en propiedades. Menganose había ido y había ganado muchodinero trabajando en una cadena dezapaterías hasta que llegó a gerente.Todos los que iban a California hacíandinero y tenían éxito. Pero su padre enShale City era un fracaso.Si uno se ponía a pensar era difícilentender por qué su padre era un fracasotan grande. Era un hombre bueno y unhombre honesto. Mantenía a sus hijosunidos y comían buena comida comidaexcelente comida deliciosa mejorcomida que la que comía la gente en lasciudades. Ni siquiera gente rica de lasciudades comía verduras tan frescas ypródigas. Tampoco podían conseguir unacarne tan bien curada. Eso no se podíacomprar con dinero. Eran cosas que unomismo debía hacer. Su padre habíaconseguido hacer hasta la miel queponían en los pasteles calientes quepreparaba su madre. Su padre habíalogrado producir todas esas cosas endos terrenos del pueblo y sin embargo supadre era un fracasado.Vio la tienda que se alzaba ante susojos en la ladera de la montaña comouna pequeña nube en la oscuridad.Nuevamente volvió a pensar en la cañay entonces supo por qué su padre era unfracaso. No era porque no pudiesemantener a su familia ni proporcionarleropa comida y placeres. Ahora estabaclaro. Su padre no tenía suficientedinero para comprar otra caña. Aunquela caña fuese el bien más preciado de supadre ahora que había desaparecido notendría suficiente dinero para comprarotra y por eso era un fracasado.Cuando llegó a la tienda su padreestaba acostado y dormía. Se quedó unminuto mirándole. Luego salió y colgólos pescados. Volvió a la tienda sedesvistió rápidamente y se acostó juntoa su padre. Su padre se agitó. Sabía queno convenía esperar hasta mañana. Teníaque decírselo ahora. Cuando comenzó ahablar le temblaba la voz. No era portemor a lo que pudiera decir su padre.Era porque sabía que su padre nuncapodría volver a tener una caña como laque había perdido.Papá dijo perdimos tu caña. Fue ungolpe repentino y antes de que loadvirtiéramos la caña estaba en el agua.La buscamos y tratamos de pescarla conlos remos pero no la encontramos. Seperdió.Parecieron pasar como cincominutos antes de que su padre emitieraun sonido. Después se volvió levementeen la cama. De pronto sintió el brazo desu padre sobre su pecho. Sintió supresencia cálida y consoladora. Y biendijo su padre. No creo que algo tanmenudo como una caña deba perturbarnuestra última excursión juntos ¿verdad?No había nada más que decir así quese quedó callado. Su padre habíapresentido desde el principio que ésaera la última excursión juntos. A partirde entonces él iría a acampar con losmuchachos como Bill Harper y ClenHogan y todos los demás. Y su padreiría a pescar con hombres. Simplementehabía sucedido así. Debía suceder así.Se quedó allí junto a su padre ambosdoblados como una navaja que era lamejor forma de dormir con el brazo desu padre rodeándole y él parpadeó paraevitar las lágrimas. El y su padre lohabían perdido todo. A sí mismos y a lacaña.Despertó pensando en su padre ypreguntándose dónde estaría laenfermera. Despertó más solitario quenunca. Echaba de menos a Shale City ysu vida apacible. Echaba de menos unamirada un aroma un sabor una palabraque le devolvieran a Shale City y a supadre madre y hermanas. Pero estaba tanseparado de ellos que aunque estuviesende pie junto a su cama seguirían lejanosa miles de millas de distancia.10Estar acostado sin nada que hacer nidónde ir era como encontrarse en unaalta colina lejos del ruido y de la gente.Era como hacer una excursión a solas.Tenías mucho tiempo para pensar.Pensar en cosas en las que nunca habíaspensado. Por ejemplo en ir a la guerra.Estabas tan solo en esa colina que elruido y la gente no intervenían enabsoluto en tus reflexiones. Pensabaspara ti sólo sin considerar nada queestuviese fuera de ti. Al parecerpensabas con más claridad y tusrespuestas tenían más sentido. Aunquetampoco tenía importancia que tuviesensentido porque de todos modos nopodías hacer nada con ellas.Pensó hete aquí Joe Bonham tendidocomo media res para el resto de tu vida¿y por qué? Alguien te cogió por elhombro y te dijo ven hijo vamos a laguerra. Y tú fuiste. Pero ¿por qué? Encualquier otro trato hasta para comprarun auto o llevar un recado teníasderecho a preguntar ¿y yo qué gano? Delo contrario gastabas mucho dinero encomprar autos que no funcionaban ollevabas recados que te encargaban unostontos y te morías de hambre. Si alguienvenía y te decía vamos hijo haz esto oaquello era una especie de obligaciónpara contigo mismo detenerte y decirveamos señor ¿por qué tengo que haceresto? ¿para quién y qué saco yo de todoesto? Pero cuando viene un tío y te diceven conmigo y arriesga tu vida y afrontala muerte y la mutilación entonces notienes derechos. Ni siquiera tienes elderecho de decir sí o no o lo pensaré.Hay muchas leyes que protegen el dinerode la gente hasta en tiempos de guerrapero no hay nada en los libros que digaque la vida de un hombre le pertenece.Desde luego muchos tíos se sintieronavergonzados. Alguien dijo vamos apelear por la libertad y fueron y sehicieron matar sin pensar una sola vezen la libertad. ¿Y al fin y al cabo porqué clase de libertad luchaban? ¿Cuántalibertad? ¿Y quién había concebido esaidea de la libertad? ¿Luchaban por lalibertad de comer helados gratis toda lavida o por la libertad de estafar acualquiera cuando quisieran o por qué?Si le dices a un hombre que no deberobar le quitas una parte de su libertad.Tienes que hacerlo. Por último ¿quéquiere decir libertad? Se tratasimplemente de una palabra como casa omesa o cualquier otra. Sólo que es unapalabra especial. Un tío dice casa ypuede señalar una casa parademostrarlo. Pero un tío dice vamos aluchar por la libertad y no puedeseñalarla con el dedo. No puededemostrar de qué está hablando así que¿cómo diablos puede decirte que luchespor ella?No señor. Cualquiera que fuera alfrente a las trincheras a pelear por lalibertad era un condenado imbécil y elque le llevaba era un mentiroso. Lapróxima vez que alguien viniera ahablarme de libertad... ¿qué significabala próxima vez? Para él no habríapróxima vez. Al diablo con todo eso. Sipudiese haber una próxima vez y alguienle dijese vamos a luchar por la libertadél le respondería señor mi vida esimportante. No soy un tonto y si cambiomi vida por la libertad tengo que saberpor anticipado de qué libertad se trata yquién ha concebido esa idea de libertadde la que hablamos y qué parte de estalibertad nos corresponderá. Más aúnseñor ¿le interesa a usted esa libertadtanto como pretende que me interese amí? Quizá tener demasiada libertadresulte tan nocivo como tener muy pocay yo creo que usted es un malditoembustero que habla por hablar de modoque ya he decidido que estoy conformecon la libertad que tengo aquí y ahora.La libertad de caminar y ver y hablar ycomer y acostarme con mi chica. Creoque prefiero esa libertad a la de pelearpor cosas que no conseguiremos paraterminar sin libertad de ninguna especie.Terminar muerto y putrefacto antes deempezar a vivir o terminar convertido enmedia res. Gracias señor. Luche ustedpor su libertad. A mí no me interesa.Por Dios los tíos siempre habíanluchado por la libertad. De alguna formaNorteamérica luchó por la libertad en1776. Muchos murieron. Y por fin¿acaso Norteamérica tiene más libertadque Canadá o Australia que nopelearon? Tal vez sí no lo discuto sinoque sólo pregunto. ¿Acaso es posibleseñalar a un tío y decir es unnorteamericano que luchó por sulibertad y cualquiera puede darse cuentade que se trata de un tío distinto de uncanadiense que no luchó? No por Diosno es posible y ésa es la cuestión. Asíque tal vez muchos tíos con mujeres ehijos que murieron en 1776 no teníannecesidad de morir. De todas formasahora ya habrían muerto. Por supuestopero eso no cambia las cosas. Un tíopuede pensar que dentro de cien añosestará muerto pero no le preocupa. Peropensar en morir mañana por la mañana yestar muerto para siempre y no ser másque polvo y pudrirse en la tierra ¿eso eslibertad?Esos bastardos siempre luchabanpor algo y si alguno se atrevía a decir aldiablo con esta lucha todas las guerrasson iguales y nadie saca nada bueno deellas entonces le gritaban cobarde. Si noluchaban por la libertad luchaban por laindependencia o la democracia o laautonomía o la honestidad o por el honoro la tierra natal o cualquier otra cosaque no significaba nada. La guerra sehacía para salvaguardar la democraciapara los países pequeños. Para todo elmundo. Entonces cuando la guerra sehaya terminado el mundo habrá salvadola democracia. ¿Era así? ¿Y de quéclase de democracia se trata? ¿Y cuánta?¿Y de quién?Después estaba esa independenciapor la que los pobres diablos se hacíanmatar. ¿Independencia de otro país?¿Independencia para trabajar enfermarteo morir? ¿Independencia de tu suegra?Por favor señor dénos una factura deventa por esa independencia antes deque nos hagamos matar. Dénos unafactura bien detallada para que podamossaber por anticipado por qué nos matany además dénos también una primeraindemnización en calidad de garantíapara asegurarnos de que después de laguerra disfrutaremos del mismo tipo deindependencia por la que hicimos eltrato.Otra cuestión la decencia. Todo elmundo decía que Norteamérica luchabapor el triunfo de la decencia. ¿Ladecencia concebida por quién? ¿Paraquién? Hable. Díganos qué es ladecencia. Díganos hasta qué punto unhombre muerto decente se siente mejorque un vivo indecente. Haga unacomparación con cosas concretas comomesas y casas. Hágala con palabras quepodamos entender. Y no hable del honor.¿El honor de un chino o de un inglés ode un norteamericano o de un mexicano?Ustedes que quieren luchar pararesguardar nuestro honor explíquennosqué diablos es el honor. ¿Acasoluchamos para que todo el mundo gocedel honor norteamericano? Puedeocurrir que el mundo no esté de acuerdocon eso. Quizá los isleños de los maresdel sur prefieran su propio honor.Por el amor de Dios dénos cosas porlas que pelear que podamos ver y sentiry tocar y comprender. Basta dediscursos pomposos que no significannada como tierra natal. Madrepatriapadrepatria tierranatal. Es todo lomismo. ¿Para qué coño le sirve a ustedsu tierra natal después de muerto? ¿Dequién es esa tierra natal después de sumuerte? Si a usted le matan luchando porsu tierra natal es que ha hecho un trato aciegas. Ha pagado por algo que noobtendrá jamás.Y cuando no podían enganchar a lospobres diablos para luchar por lalibertad o la independencia o lademocracia o la decencia o el honorusaban a las mujeres. Miren esospuercos alemanes decían miren cómoviolan a las hermosas muchachasfrancesas y belgas. Alguien tiene queacabar con esa violación. Venga ustedjovenzuelo únase al ejército y salve alas hermosas muchachas francesas ybelgas. Y entonces el chaval se quedóperplejo y firmó y poco después estallóuna granada y su vida se esparció enroja pulpa de carne y quedó muerto.Muerto por otra palabra y por todos losviejos y feroces murciélagos de la DAR[5] que salen gritando ¡viva! sobre sutumba hasta quedarse roncos porquemurió por la feminidad.Ahora bien es posible que un tíoarriesgue su vida si sus mujeres fuesenvioladas. Pero en ese caso sería sólouna forma de cerrar un trato.Sencillamente diría que en ese momentosentía que la seguridad de sus mujeresvalía más que su propia vida. Pero nohabía nada particularmente noble oheroico en ello. Era un trato claro. Suvida a cambio de algo que él valorabamás.Pero cuando cambias tus mujerespor todas las mujeres del mundoempiezas a defender a las mujeres enmasa. Para hacer eso hay que pelearmasivamente. Entonces nuevamente seestá luchando por una palabra.Cuando los ejércitos empiezan amovilizarse y ondean las banderas ybrotan las consignas ten cuidadomuchacho que no son tuyas las castañasque están en el fuego. Estás luchandopor palabras y no estableces un tratohonesto. No cambias tu vida por algomejor. Te portas con nobleza y despuésde muerto las cosas por las que hascambiado tu vida no te servirán y esposible que tampoco le sirvan a nadie.Tal vez no sea bueno pensar así. Haymuchos idealistas que dirían ¿hemoscaído tan bajo que valoramos la vidapor encima de todo? Con seguridad hayideales por los que vale la pena luchar eincluso morir. De lo contrario somospeores que los animales y hemos caídoen la barbarie. Entonces tú respondes deacuerdo seamos bárbaros siempre queno haya guerra. Defendamos los idealesmientras no me cueste la vida. Ellosdirán pero sin duda la vida no es tanimportante como los principios.Entonces tú dices ¿ah no? Tal vez lasuya no. Pero la mía sí. ¿Qué diablos esun principio? Especifíquelo y quédesecon él.Siempre hay gente dispuesta asacrificar la vida ajena. Vociferan yhablan todo el tiempo. Se les puedeencontrar en iglesias y escuelas yperiódicos y legislaturas y congresos.Ese es su negocio. Hablanmaravillosamente. Antes muertos quedeshonrados. Esta tierra santificada porla sangre. Estos hombres que murieron,tan gloriosamente. No habrán muerto envano. Nuestros nobles muertos.Hummmmm.Pero ¿qué dicen los muertos?¿Acaso alguien uno sólo de losmillones que mataron ha vuelto paradecir Dios mío me alegro de estarmuerto porque la muerte siempre esmejor que la deshonra? ¿Han dicho mealegro de haber muerto por lademocracia? ¿Han declarado prefiero lamuerte a la falta de libertad? ¿Alguno deellos ha dicho alguna vez qué suerte queme han volado las tripas por el honor demi país? ¿Alguno de ellos ha dichoalguna vez mirad estoy muerto pero hemuerto por la decencia y eso es mejorque estar vivo? ¿Alguno de ellos hadicho aquí estoy me he estado pudriendodos años en una tumba extranjera peroes maravilloso morir por la patria?¿Alguno del ellos ha dicho ¡viva! hemuerto por la feminidad y me alegroveis cómo canto aunque mi boca estáobstruida por los gusanos?Sólo los muertos saben si vale lapena morir por todas esas cosas quesuelen decirse. Y los muertos no puedenhablar. De modo que las palabras sobrenobles muertes sangre sagrada y honor yotras por el estilo las ponen en boca delos muertos los ladrones de tumbas y lostramposos que no tienen derecho ahablar en nombre de los muertos. Si unhombre dice antes muerto quedeshonrado es un imbécil o un mentirosoporque no sabe qué es la muerte. Nopuede juzgar. Sólo sabe qué es la vida.Nada sabe acerca de la muerte. Si es unimbécil y cree que es preferible lamuerte a la deshonra déjale que vaya ymuera. Pero a todos los demás que estándemasiado ocupados para luchartendrían que dejarlos tranquilos. Y atodos los tíos que creen que eso demorir antes de perder el honor es unamentira que piensan que lo importante esla vida y no la muerte tendrían quedejarlos en paz. Porque los que dicenque la vida sin principios no vale lapena que hay que morir por losprincipios están todos locos. Y los tíosque aseguran que llegará el momento enque no podrás escapar y te verás en laobligación de luchar y morir porque enello va tu vida también están locos.Hablan como tontos. Dicen que dos másdos no suman nada. Dicen que unhombre tendrá que morir para protegersu vida. Si aceptas pelear aceptas morir.Pero si mueres para proteger tu vida yde todos modos pierdes la vida ¿quésentido tiene? Nadie dice me moriré dehambre para no morirme de hambre. Nodice gastaré todo mi dinero para ahorrarmi dinero. No dice quemaré mi casapara evitar que se incendie. Por lo tanto¿cómo puede estar dispuesto a morir porel privilegio de vivir? Por lo menoscuando se habla de vivir o morir deberíausarse tanto sentido común como cuandose va a la panadería a comprar pan.Y todos los tíos que murieron loscinco o siete o diez millones quemurieron para salvaguardar lademocracia en el mundo parasalvaguardar palabras sin sentido ¿cómose sintieron antes de morir? ¿Quesintieron al ver su sangre derramándoseen el barro? ¿Cómo se sintieron cuandoel gas invadió sus pulmones y comenzó adevorarlos? ¿Qué sintieron cuandoyacían enloquecidos en el hospital yvieron el rostro de la muerte que venía abuscarles? Si aquello por lo cualluchaban era tan importante como paramorir entonces también erasuficientemente importante como paraque pensaran en ello en los últimosmomentos de su vida. Era razonable. Lavida es excesivamente importante deforma que si la has entregado deberíaspensar en los últimos momentos de tuvida a cambio de qué la has entregado.¿De modo que todos esos chavalesmurieron pensando en la democracia yla libertad y el honor y la seguridad dela patria y para que vivan para siemprelas estrellas y las franjas?Tienes toda la razón. No pensaron eneso.Murieron llorando como niños.Pensaron en el porqué de su muerte noen el motivo de su lucha. Pensaron encosas que un hombre puede entender.Murieron añorando el rostro de unamigo. Murieron sollozando por la vozde una madre un padre una mujer unhijo. Murieron con el corazóndestrozado deseando mirar una vez másel lugar donde habían nacido por favoruna última mirada. Murieron gimiendo ysuspirando por la vida. Sabían qué eralo importante. Sabían que la vida lo eratodo y murieron en medio de gritos yllantos. Murieron con una sola idea. Laidea quiero vivir quiero vivir.El lo sabía.El era lo más próximo a un muertoque había en el mundo.Era un muerto con una mente que aúnpodía pensar. Conocía todas lasrespuestas que conocían los muertos yen las que no podían pensar. Podíahablar en nombre de los muertos porqueera uno de ellos. Era el primero detodos los soldados que murieron desdeque el tiempo es tiempo que conservabaun cerebro para pensar. Nadie podíadiscutir con él. Nadie podía demostrarleque se equivocaba. Porque nadie másque él lo sabía.El podía decirles a todos esos hijosde puta charlatanes asesinos que pedíansangre cuán equivocados estaban. Elpodía decir señor no hay nada por locual valga la pena morir yo lo sé porqueestoy muerto. No hay palabra que valgamás que tu vida, preferiría trabajar enuna mina de carbón en lo más profundode la tierra y no ver la luz del sol ycomer pan y agua y trabajar veinte horaspor día. Preferiría eso antes que estarmuerto. Cambiaría la democracia por lavida. Cambiaría la independencia elhonor la libertad y la decencia por lavida. Os doy todo eso si vosotros medevolvéis la posibilidad de andar y very oír y respirar el aire y gustar de micomida. Quedaos con las palabras,devolvedme la vida. No pido una vidafeliz. No pido una vida decente o unavida honorable o una vida libre. Estoymás allá de eso. Estoy muerto de modoque simplemente clamo por la vida.Vivir. Sentir. Ser algo que se muevesobre la tierra y no está muerto. Yo séqué es la muerte y todos los que hablande morir por palabras ni siquiera sabenqué es la vida.No hay nobleza alguna en la muerte.Ni siquiera cuando mueres por defenderel honor. Ni aun cuando seas el granhéroe de la humanidad. Ni aun cuandoseas tan grande que tu nombre nunca seaolvidado y ¿quién es tan grande? Lo másimportante es la vida muchachos.Muertos no servís nada más que para losdiscursos. No os dejéis engañar más. Noos deis por aludidos cuando os denpalmadas en el hombro y os diganvamos tenemos que luchar por lalibertad o cualquier otra palabra.Sencillamente decid lo siento señorno tengo tiempo para morir estoy muyocupado y luego daros la vuelta y corredcomo alucinados. Si os llaman cobardesno prestéis atención porque vuestra tareaes vivir no morir. Si hablan de morir porprincipios que son más grandes que lavida decid señor usted es un mentiroso.No hay nada más grande que la vida. Nohay nada noble en la muerte. ¿Qué tienede noble estar tendido en la tierrapudriéndose? ¿Qué tiene de noble novolver a ver la luz del sol? ¿Qué tienede noble que te vuelen las piernas y losbrazos? ¿Qué tiene de noble ser unidiota? ¿Qué tiene de noble quedarseciego y sordo y mudo? ¿Qué tiene denoble estar muerto? Porque cuando ustedestá muerto señor todo ha terminado. Esel fin. Eres menos que un perro menosque una rata menos que una abeja o unahormiga que un pequeño gusano blancoque se arrastra sobre un montón demierda. Usted está muerto señor y hamuerto por nada. Está muerto señor.Muerto.LIBRO SEGUNDOLos vivos11Dos por dos son cuatro. Cuatro porcuatro son dieciséis. Dieciséis pordieciséis son doscientos cincuenta yseis. Doscientos cincuenta y seis pordoscientos cincuenta y seis pues bien detodos modos esa cifra es demasiadogrande. Entonces es suficiente con dospor tres seis. Seis por seis treinta seis.Treinta y seis por treinta y seis mildoscientos noventa y seis. Mildoscientos noventa y diablos eso noservía. Sólo podía llegar hasta allí. Eseera el problema con los números sevolvían tan grandes que no podíasmanejarlos y aun cuando pudieras noconducían a ninguna parte. Intenta otracosa. El verbo yacer. Yo yazgo en lacama para dormir. Las flores yacensobre la mesa. Hace tres horas que élyace allí. El libro yace sobre la mesa.Qué diablos ¿por qué no decir lo pongosobre la mesa y a otra cosa? ¿Quién hayallí? ¿Quién está allí? ¿Hay alguien allí?De quién a quién a quién de quién qué[6]. Entre nosotros. Así es mucho mejor.No hay nadie como ella. Ella no separece a nadie. Nadie se parece a ella.Nadie como ella.David Copperfield lo pasó muy maly entró como aprendiz del señorMicawber que pensaba que todo saldríabien. Había una tía Dorrity o algoparecido. David huyó hacia ella. Sumadre tenía grandes ojos pardos y eraamable y Barkis permisivo. El padreestaba muerto. El viejo Scrooge eraavaro y Tiny Tim decía Dios nosbendiga. Había un pudín redondo comouna bala de cañón. Tiny Tim era lisiado.El último de los Mohicanos era iroqués.¿Era o no era y cuando aparecíaPolainas de Cuero?Media legua media legua medialegua por delante. Los seiscientoscabalgaban, hacia el valle de la muerte.Nobles seiscientos. Lo de ellos no erapensar. Era matar o morir. Nada más.Cuando el rocío cae sobre la calabaza yel heno en el pajar y se oye del gallo elcantar. No sirve. Quizás otra cosa.Hay ocho planetas. Son la TierraVenus Júpiter Marte Mercurio. Uno dostres cuatro cinco. Tres más. No sabía.Las estrellas titilan y los planetas tienenuna luz continua. No recordaba. Notendrás otro dios más que yo. Nomatarás. Honrarás a tu padre y a tumadre. No desearás el buey de tuprójimo ni su asno ni su criado ni sucriada. No robarás. No cometerásadulterio. No es suficiente.Bienaventurados los humildes porque deellos será el reino de los cielos.Bienaventurados los pobres porqueellos verán a Dios. Bienaventurados losque tengan hambre y sed de justiciaporque ellos harán algo que él no podíarecordar. El Señor es mi pastor nodesearé. El me guiará hacia las verdespraderas. El me guiará hasta las frescasaguas. Unge mi cabeza con el óleo. Micopa desborda. Sí. Aunque atraviese elvalle de la muerte no sentiré temor antemal alguno porque tu escudo me protege.Con seguridad la bondad y lamisericordia me acompañarán todos losdías de mi vida y mi morada será parasiempre la casa del Señor. Eso estababastante bien. Hasta ahora era lo mejor.Diablos el problema era que nosabía nada. Absolutamente nada. ¿Porqué no le habían enseñado algo quepudiera recordar? ¿Por qué no tenía algoen qué pensar? Ahí estaba y lo único quepodía hacer era pensar y no tenía en qué.Lo único que podía recordar era su viday eso no le servía. Lo único que lequedaba era su pensamiento y tenía queencontrar la forma de usarlo. Pero no lopodía usar porque no sabía nada.Cuando intentaba pensar era ignorantecomo un niño.Si pudiera recordar un libro capítulopor capítulo podría leerlo y releerlomentalmente. Pero no recordaba. Nisiquiera recordaba los argumentos. Porlo tanto mucho menos podía recordar loscapítulos. Apenas recordaba un pequeñofragmento aquí otro allí. No era que sehubiese olvidado de cómo recordar.Sencillamente nunca había prestadoatención así que no podía recordar nadaque valiera la pena recordar. Era unhombre estaba vivo viviría muchotiempo y tenía que hacer algo tener algoen qué pensar. Tendría que volver aempezar como un recién nacido yaprender. Tenía que concentrarse. Teníaque empezar por el principio. Debíacomenzar con una idea.Hacía mucho tiempo que la idea sehabía filtrado en su mente cuánto tiempono lo sabía pero la idea era la siguienteque lo importante era el tiempo.Recordó que en el décimo año escolarsegún la historia antigua hacía muchotiempo los primeros hombres antes deCristo que empezaron a pensar habíanpensado en el tiempo. Estudiaron lasestrellas y se imaginaron la semana y elmes y el año para que hubiese algunaforma de medir el tiempo. Eso era muyingenioso porque él tenía el mismodilema y sabía que el tiempo era lo másimportante del mundo. Lo únicoverdadero. Era todo.Si uno puede llevar la cuenta deltiempo puede tener un dominio de sí yestar en el mundo pero si la pierdeentonces también uno se pierde. Si laúltima cosa que le vincula a uno con losdemás ya no existe uno se quedatotalmente solo. Recordó que cuando elconde de Montecristo fue encerrado enuna mazmorra subterránea en medio dela oscuridad llevaba un registro deltiempo. Recordó que Robinson Crusoese cuidó muy bien de llevar una cuentadel tiempo pese a que nunca tenía citas.Aunque uno esté muy separado de otragente si se tiene una idea del tiemposigue en el mismo mundo que ellos eresparte de ellos pero si pierdes el tiempolos otros continúan y se adelantan y tequedas solo colgando en el aire perdidopara todo y para siempre.Lo único que sabia, era que eltiempo se detuvo un día de septiembrede 1918. En alguna parte hubo un aullidoy él se zambulló en un refugio y cosas seborraron y perdió la noción del tiempoDesde ese instante hasta ahora había unlapso que jamás podría recuperar. Auncuando a partir de ahora descubrieraalguna forma de controlar el tiempo elque había transcurrido se había perdidopara siempre y por ese motivo élsiempre viviría atrasado con respecto alresto del mundo. No podía recordarnada después de la explosión hasta quedespertó y descubrió que estaba sordo.Sus heridas eran muy graves y bienpodía haber estado inconsciente dossemanas dos meses seis meses antes dedespertar ¿cómo saberlo? Y después losdesvanecimientos y los largos períodosentre uno y otro en que simplementepensaba soñaba e imaginaba cosas.Cuando estás totalmente inconscienteno existe nada parecido al tiempo que seva como un chasquido de los dedosestás despierto y zas nuevamentedespierto sin la menor idea del tiempotrascurrido. Luego cuando cada tanto tedesvaneces el tiempo debe parecer aúnmás breve que para una persona normalporque estás medio loco y mediodespierto y el tiempo cae como un bultosobre ti. Contaban que cuando él naciósu madre había estado tres días con losdolores de parto y sin embargo cuandoconcluyó ella pensaba que sólo habíanpasado diez horas. Con dolor y todo eltiempo le había parecido más breve delo que realmente era. Si todo eso eracierto probablemente él había perdidomás tiempo del que podía sospechar.Pudo haber perdido uno o dos años. Laidea le provocó un extraño escozor. Erauna especie de miedo pero no era unmiedo común. Más bien era un pánico unpánico terrorífico de perderse aún parasí mismo. La idea le suscitó náuseas.Hacía mucho tiempo que la ideahabía ido tomando forma en su cabeza.Atrapar el tiempo y regresar al mundopero no había podido concentrarse ella.Había flotado sin rumbo en los sueños obien pronto se había encontradopensando en algo completamentediferente. En un momento había pensadoque el problema se resolvía con lasvisitas de la enfermera. No sabíacuántas veces venía a su habitación enveinticuatro horas pero con seguridadhabía un horario. Lo único que tenía quehacer era contar los segundos despuéslos minutos después las horas entre lasvisitas hasta llegar a las veinticuatrohoras y luego calcular los días contandosus visitas. No habría peligro de que sesaltara ninguna porque siempre sedespertaba con la vibración de suspasos. Y si acaso se produjera algunamodificación en los intervalos entre susvisitas podría recurrir a otros datos talescomo la evacuación diaria de susintestinos u otras cosas que ocurríansólo dos ó tres o cuatro veces porsemana como sus baños el cambio de laropa de cama y de su máscara. Y sialguna de esas cosas cambiaba podríaverificarlo a través de las otras.Le llevó mucho tiempo lograr que sumente se adecuara a la idea. Resultabamuy prolongado el tiempo necesariopara concebir esta fórmula porque noestaba habituado a pensar pero por finvolvió a elaborarla desde el principio ycomenzó a ponerla en práctica. En elpreciso instante en que se marchó laenfermera empezó a contar. Contó hastasesenta lo cual representaba un minutosegún el cálculo más aproximado que leera posible hacer. Luego registró eseminuto en alguna parte de su mente ycomenzó a contar nuevamente de uno asesenta. En el primer intento llegó aonce minutos. Luego su mente seextravió y perdió la cifra. Estabacontando los segundos cuando de prontopensó tal vez estés contando condemasiada rapidez y después pensórecuerda que un atleta al parecer tardamucho tiempo en recorrer cien yardas ysin embargo lo hace en sólo diezsegundos. Entonces disminuyó el ritmode su cuenta mientras contemplaba a unimaginario atleta que recorría cienyardas y entonces se encontró en la pistadel colegio en un torneo entre Shale Cityy Montrose mirando a Ted Smith queatravesó las cien yardas como unestampido y ganó con la cabeza erguidaabalanzándose sobre la cinta de llegaday todos los niños de Shale City gritabancomo locos y en ese momento perdió lacuenta.Eso significaba que tenía queesperar nuevamente a la enfermeraporque ella era su punto de partida. Lepareció que volvía a empezar y seextraviaba centenares tal vez millares deveces y que debía sumergirsenuevamente en la oscuridad de su mentey esperar la vibración de sus pasos ysentir sus manos sobre su cuerpo parapoder recomenzar. Una vez llegó aciento catorce minutos y pensó ¿cuántashoras son ciento catorce minutos? y sedetuvo a su pesar para calcularlo ydescubrió que eran una hora cincuenta ycuatro minutos y después recordó unafrase que decía cincuenta y cuatrocuarenta o luchar y casi se volvió locotratando de recordar de dónde proveníay qué quería decir. No logró recordarloy cuando volvió a contar advirtió quehabía perdido muchos minutos pensandoy que aun cuando había batido un récordno había avanzado nada desde que porprimera vez se le había ocurrido la ideadel tiempo.Ese día comprendió que habíaabordado el problema desde un ánguloerróneo porque para resolverlo tendríaque permanecer despierto durante unlapso de veinticuatro horas contandocontinuamente sin cometer un solo error.En primer lugar si para una personanormal constituía una tarea casiimposible permanecer despierta ycontando sin detenerse un segundomucho más para un tío cuyo cuerpo teníados terceras partes dormidas. Ensegundo lugar no podía evitar erroresporque su mente no lograba mantenerseparadas la cifra de los segundos de lacifra de los minutos. Cuando contaba lossegundos le asaltaba el pánico y pensaba¿cuántos minutos tenía? Y aunqueestuviese casi seguro de que eranveintidós o treinta y siete o lo que fueseel matiz de duda que le había impulsadoa hacerse la pregunta persistía yentonces llegaba a la conclusión de quese había equivocado y volvía a perder lacuenta.Nunca logró contar el tiempo quetranscurría entre una y otra visita peroempezó a comprender que aun cuandopudiese tendría que controlar tresconjuntos de cifras. Los segundos losminutos y el número de visitas de laenfermera hasta completar lasveinticuatro horas. Entonces tendría quedetenerse un momento para reducir losminutos a horas porque cuando las cifrasde minutos eran muy altas no podíarecordarlas en absoluto. De modo quecon las horas tendría un cuarto conjuntode cifras. Mientras contaba segundos yminutos que era hasta donde habíalogrado llegar intentaba imaginar queeran cifras concretas que podía ver enuna pizarra. Imaginaba que su habitacióntenía una pizarra a la derecha y otra a laizquierda. En la pizarra de la izquierdaapuntaba los minutos para tenerlos allícuando necesitara sumarle otro. Pero nofuncionaba. No podía recordar. Y cadavez que fracasaba sentía espasmosasfixiantes en el pecho y el estómago ysabía que estaba llorando.Decidió olvidarse de contar ycomprobar cosas más sencillas. Notardó mucho en descubrir que evacuabasus intestinos una vez por cada tresvisitas de la enfermera a veces cadacuatro. Pero eso no le decía nada.Recordó que los médicos solían decirque era saludable que se produjera dosveces al día pero los médicos sereferían a personas que comían comidasnormales comían con la boca y tragabancon la garganta. Quizá la sustancia conque le alimentaban le daba un promediomucho más alto que el de la gentecomún. Además si estaba tendido en lacama años y años tal vez no necesitarademasiado alimento y por lo tanto supromedio sería muy inferior al de lagente común. Por otra parte descubrióque su baño y el cambio de las ropas decama se hacía aproximadamente una vezcada doce visitas. En una oportunidadfueron trece y en otra solamente diez demodo que no podía estar totalmenteseguro pero al menos era una cifra. Sesorprendió al descubrir que si alprincipio había pensado en segundos yminutos ahora pensaba en días y hasta enseries de días. Así fue como logróencaminarse.Se le ocurrió mientras sentía con lapiel de su cuello el borde de las mantasa la altura de su garganta. Llegó aimaginárselas como una cadena demontañas que le apretaba la garganta.Tuvo una o dos pesadillas deestrangulamiento pero siguió pensando.Pensaba que la única parte que no estabacubierta que tenía libre que era comodebía ser era la piel de los costados desu cuello que iba desde la línea de lasmantas hasta las orejas y la mitad de sufrente encima de la máscara. Esa piel ysu cabello. Se dijo tal vez exista algunaforma de utilizar esos fragmentos de pielexpuestos al aire y sanos un tío con tanpocas cosas sanas como tú debería darlealgún uso. Por lo tanto se dedicó apensar en qué hacía un hombre con lapiel y comprendió que la usaba parasentir. Pero eso no era suficiente. Siguiópensando en la piel y entonces recordóque la piel transpiraba y que cuandocomenzabas a transpirar sentías calorpero cuando el sudor cubría la piel tesentías más fresco porque el aire secabael sudor. Así fue como pudo concebir laidea de frío y calor y así fue como llegóa esperar el amanecer.Era tan sencillo que de sólo pensarlose le endureció el estómago a causa dela excitación. Lo único que tenía quehacer era sentir con la piel Cuando latemperatura cambiara de fría a tibiasabría que era el amanecer el comienzodel día. Entonces podría contar lasvisitas de la enfermera hasta el próximoamanecer y de ese modo deduciría elnúmero de visitas por día y a partir deentonces siempre podría llevar la cuentadel tiempo trascurrido.Intentó quedarse despierto hasta quecambiara la temperatura pero se quedódormido una media docena de vecesantes de que sucediera. En otrasoportunidades se confundía pensandohace calor o hace frío ¿qué tipo decambio espero? tal vez tengo fiebre oestoy demasiado excitado y sudo por laexcitación y eso estropearía todo ohDios por favor haz que no sude haz queno tenga fiebre permíteme saber si tengocalor o frío. Dame una idea cuandovenga el amanecer y entonces podréatraparlo. Luego después de muchotiempo y de varios intentos fallidos sedijo vamos siéntate y piensa en elloseriamente. En este momento sientespánico estás demasiado ansioso y torpe.Cada error significa más pérdida detiempo y eso es lo único que no puedesperder. Piensa en lo que suele ocurrirhabitualmente en un hospital por lamañana e intenta imaginar lo que sigue.Es fácil se dijo. Por la mañana en unhospital las enfermeras tratan de acabarcuanto antes con el trabajo pesado. Esoquería decir que por la mañana lebañaban y tal vez también le cambiabanla ropa de cama. Ese tendría que ser supunto de partida. Tendría que suponeralgunas cosas y la primera suposiciónsería que ésta era cierta. Ya sabía que elbaño y el cambio de la ropa de cama seproducían aproximadamente una vezcada doce visitas.Ahora tenía que suponernuevamente. Era razonable pensar queen un hospital como éste te cambien laropa de cama por lo menos día pormedio. Tal vez fuese una vez por díapero no lo creía porque un cambio cadadoce visitas significaba que laenfermera le visitaba cada dos horas yhabía tan poco que hacer con él que nopodía imaginar visitas tan frecuentes.Por lo tanto supondría que cada dos díasella le bañaba y le cambiaba la ropa decama y que lo hacía por la mañana. Siesto era cierto ella entraba en suhabitación seis veces en el transcurso deun día y una noche. Es decir cada cuatrohoras. El horario mas sencillo seríavenir a las ocho las doce las cuatro.Seguramente le cambiaba la ropa decama a primera hora de la mañana o seaa las ocho.Entonces se dijo ¿Qué quierescomprobar primero el amanecer o elanochecer? Optó por el amanecerporque cuando se pone el sol el calordel día suele perdurar y el cambio es tanlento que esos dos fragmentos de piel desu cuello tal vez no lograrían advertirlo.Pero al amanecer todo está frío e inclusoel primer resplandor del sol deberíaproporcionar algo de calor. Al menospor la mañana el cambio tendría que sermás evidente que por la noche de modoque el podría percibir el amanecer.Tuvo un momento de pánico cuandopensó ¿y si estas en la sala oeste delhospital? ¿Y si es el sol poniente el quepega de lleno en tu cama y tú crees quese trata del amanecer? ¿Y si estas en elala norte o sur del hospital y nuncarecibes directamente la luz del sol? Talvez fuese así. Luego comprendió que auncuando estuviese en el ala oeste yadvirtiera el calor del sol poniente detodos modos las visitas de la enfermerale permitirían advertir la diferenciaporque por el momento tenía laconvicción de que el cambio de ropa serealizaba por la mañana.Ya está bien condenado idiota sedijo estás complicando tanto las cosasque si no te detienes un poco noterminarás nunca. Lo primero que hayque hacer es advertir el amanecer. Lapróxima vez que la enfermera entre en tuhabitación y te bañe y te cambie la ropade cama tú supondrás que son las ochode la mañana Luego puedes dedicarte apensar en lo que te apetezca sinpreocuparte. Incluso puedes dormirdado que cada vez que ella entre tedespiertas. Esperas y cuentas cincovisitas más ya que la quinta debeproducirse alrededor de las cuatro de lamañana. Las cuatro de la mañana esprecisamente la hora en que empieza ainsinuarse el amanecer de forma que apartir de la quinta visita de la enfermerate quedas despierto y concentras hasta laúltima porción de tu mente y de tu pielen la tarea de captar el cambio detemperatura. A lo mejor da resultado alo mejor no. Si resulta lo único quetienes que hacer es esperar seis visitasmás y comprobar si en ese momento seproduce otro amanecer. Si es así yasabrás el número de visitas cadaveinticuatro horas lo cual te permitiráestablecer un calendario a partir de lasvisitas de la enfermera. Lo importante escaptar dos amaneceres sucesivos. Unavez que hayas atrapado el tiempo parasiempre podrás comenzar a recuperar elmundo.Ocho visitas después sintió lasmanos de la enfermera que le quitaban lacamisa de dormir y comenzaban apasarle una esponja con agua tibia por elmuñón. Sintió que se aceleraba sucorazón y que la sangre fluía hacia supiel produciéndole un intenso calor acausa de la agitación porque una vezmás intentaría atrapar el tiempo sólo queahora lo haría con astucia con lucidez.Sintió que le volvían hacia un costado yle mantenían en esa posición mientras lacama se estremecía por la tarea de laenfermera. Luego le volvían a colocaren la posición inicial entre las sabanastersas y frescas. La enfermera siguiómoviéndose al pie de la cama sólo porun momento. Sentía la vibración de suspasos que recorrían la habitación de unlado a otro. Después las vibraciones sealejaron y hubo un imperceptibletemblor de la puerta al cerrarse y supoque estaba solo.Tranquilo se dijo tranquilo porqueaún no has comprobado nada. Quizástodos tus pronósticos sean erróneos. Esposible que todas las suposiciones seanfalsas. En ese caso tendrás que elaborartoda una nueva serie de hipótesis así queno cantes victoria. Tranquilízate y cuentacinco visitas más. Se adormeció y pensóen muchas cosas pero sin olvidarse de lapizarra donde tenía apuntado el númerodos o tres o el que fuese hasta quefinalmente se produjo la quinta visita dela enfermera y sintió la vibración de suspasos y sintió sus manos manipulando sucuerpo y la cama. De acuerdo con suscálculos debían ser las cuatro de lamañana y según fuese invierno o veranou otoño o primavera dentro de un ratosaldría el sol.Cuando ella se marchó comenzó aconcentrarse No se atrevía a dormir. Nodebía permitirse un solo minuto dedivagación. No podía permitir que lasofocante emoción que le invadíainterfiriese en su pensamiento y en sussensaciones mientras esperaba elamanecer. Había descubierto algo tanprecioso y excitante que era casi comovolver a nacer a recuperar el mundo.Tendido allí pensaba dentro de una horao tres horas con seguridad antes de diezhoras sentiré el cambio en la piel yentonces podré discernir si es de día ode noche.El tiempo parecía suspendido en unainmovilidad total como si quisiesemortificarle. De repente le invadieronpequeños espasmos como consecuenciadel pánico que le asaltaba cuando leparecía advertir casi con certeza que elcambio se había producido sin que él lopercibiese y cada espasmo se traducíaen náuseas. Luego sobrevino unintervalo más sereno durante el cual congran tranquilidad sentía su piel y seconvencía de que no estaba loco que nose había dormido ni había divagado yque el cambio aún no se habíaproducido. Entonces súbitamentecomprendió que se acercaba elmomento. Los músculos de la espalda ysus muslos y su estómago se pusieronrígidos porque lo presentían. Casi podíasentir el sudor que brotaba de su cuerpomientras intentaba contener larespiración por miedo a no advertirlo.Los fragmentos de piel a cada lado delcuello y la mitad de la frente le escocíancomo si hubiesen estado paralizados yahora recibieran una nueva inyección desangre. Era como si los poros de sucuello se extendieran materialmente paraatrapar el cambio para absorberlo.Todo era tan lento tan paulatino queparecía imposible pensar que ocurríarealmente. Ahora no había peligro decaer en divagaciones o quedarsedormido. Hubiese sido como quedarsedormido en medio del primer beso.Como quedarse dormido en la mitad deuna carrera de cien yardas y ganarla. Loúnico que podía hacer era esperar ysentir con la piel y apresar cada segundodel cambio cada lento movimiento deltiempo y de la temperatura que leofrecían un regreso a la vida.Le parecía que hacía horas quepermanecía así rígido y expectante yagitado. Había momentos en que tenía lacerteza de que los nervios del cuello noregistraban que de golpe se habíanentumecido y ya no podrían verificar elcambio. Y luego otros momentos en quesentía que habían aflorado hasta llegarcasi a la superficie de su pielatravesados por un dolor agudo ypenetrante a medida que se esforzabanpor captar el cambio.Y después todo empezó a ocurrirvelozmente cada vez más velozmente yaunque sabía que estaba en unahabitación de hospital protegida tancubierto de posibles cambios detemperatura le pareció que semanifestaba en una llamarada de fuego.Como si su cuello se estuvierachamuscando quemando abrasando conel calor del sol naciente que habíaentrado en su habitación. Y él habíarecuperado el tiempo había ganado labatalla... Los músculos de su cuerpo serelajaron. En su mente en su corazón entodas las partes que quedaban de élcantaba cantaba cantaba.Amanecía.En el mundo entero o por lo menosen el país en que había nacido el solasomaba por el este y la gente selevantaba de la cama y las colinas sevolvían rosadas y cantaban los pájaros.Amanecía en toda Europa en todaAmérica. ¿Qué diablos importaba notener nariz siempre que pudiese oler elalba? Olió sin fosas nasales. Captó elaroma del rocío en el césped y seestremeció porque era maravilloso.Protegió sus ojos de los primeros rayosluminosos del sol matinal y a ladistancia vio las altas montañas deColorado en el este y el sol que lasinundaba y vio los colores queresbalaban por sus laderas y más cercadivisó pardas y ondulantes colinas queadquirían tonalidades rosas o alhucemascomo el interior de una caracola. Y máscerca aún en el campo donde seencontraba advirtió el césped verde quetrepaba centelleante hasta sus tobillos yse echó a llorar. Agradeció a Dios elhaber podido ver el amanecer.Volvió sus espaldas al sol y miróhacia el pequeño pueblo en que habíavivido en que había nacido. Todos lostejados se habían vuelto rosados con laluz del alba. Hasta las casas despintadascuadradas y feas eran hermosas. Oyó elmugido de la vacas en los corralesesperando ser ordeñadas porque elpueblo donde había nacido era unpueblo muy sensato y allí cada cual teníasu vaca. Oyó el estrépito de las puertasde reja que se cerraban a medida que lossoñolientos dueños de casa se dirigíanal gallinero o al granero para ocuparsede los animales. También pudo ver elinterior de las casas mientras loshombres abandonaban sus lechosbostezando saludablemente y rascándoseel pecho y buscando sus pantuflas hastaque finalmente se levantaban e iban a lacocina donde sus mujeres lespreparaban salchichas y pastelescalientes y café.Vio unos niños retozando en suscunas y frotándose los ojos con suspequeños puños y tal vez sonriendo ollorando y quizá algo malolientes perocon un aspecto poderosamente saludablemientras recibían la luz del sol mientrasrecibían la mañana y el amanecer. Viotodas esas cosas todas esas bellas cosashogareñas mientras contemplaba elpueblo y para ver el sol y las montañassólo le bastaba darse la vuelta.Oh Dios Dios gracias mi Dios pensóya lo tengo y no me lo pueden quitar.Pensó he podido ver nuevamente elamanecer y desde ahora lo podré vertodas las mañanas. Pensó gracias Diosgracias gracias. Pensó aunque nuncapueda tener otra cosa siempre podrécontar con el amanecer y la luz del solpor la mañana.12Fin de año. La nieve pulula en elaire húmedas nubes de nieve se ciernensobre Shale City. Todo quietud y lucesincandescentes en el interior de lascasas tibias. Ni confites ni botellas dechampagne ni gritos ni un solo ruido. Elsosiego del año nuevo para gente comúnque trabajaba y era amable y sólodeseaba paz. Feliz año nuevo. Su padrebesa a su madre diciéndole feliz añoquerida hemos tenido suerte los niñosson sanos te quiero feliz año confío enque el nuevo transcurra tan bien como elque pasó.Vísperas de año nuevo en lapanadería los tíos exclaman ¡malditosea! me alegro de que termine el queviene no podrá ser peor feliz año nuevodiablos salgamos a la niebla y cojamosuna borrachera. Salir de la panadería envísperas de año nuevo mientras loscubos quedan tirados por cualquier partey los hornos vacíos y las cintastransportadoras detenidas y lasempaquetadoras paralizadas y lascortadoras inmóviles y nada más que lacuadrilla que abandonaba un sitioextraño y silencioso en tanto sus vocesrepercutían huecas en la maquinariamuerta. Los tíos de la panadería salían acelebrar el año nuevo.Los propietarios de los baresservían bebidas gratis por encima delmostrador exclamando feliz año nuevotú muchacho has sido un buen clientetoma regalo de la casa que lo disfrutesfeliz año y al diablo con losprohibicionistas aunque algún día esoscabrones nos darán un disgusto. Lasmuchachas de los bodegones y lasmuchachas de los hoteles y una multitudde tíos que salían de pequeños y suciosdepartamentos y música y baile y humo yalguien con un ukelele y venga otra copay el sentimiento de soledad que todo elmundo lleva dentro la gente que teempuja y largo de aquí y una muchachaque se desmaya en el bar. y una pelea yfeliz año nuevo.Oh dios el feliz feliz año nuevohabía contado trescientos sesenta ycinco días y ahora era año nuevo.No parecía haber transcurrido unaño. Se había esfumado como una vida.Como cuando miras hacia atrás ypiensas en una época tan remota que nopuedes recordar con claridad quéocurría entonces y sin embargo eltiempo se ha ido tan velozmente quetodo parece haber comenzado un minutoantes. Seis visitas diarias de laenfermera treinta días un mes y ahoratrescientos sesenta y cinco días. Habíapasado rápidamente porque estabaocupado en algo. Había llevado lacuenta del tiempo. Como todo el mundotenía conjuntos de cifras para recordarcontrolaba un pequeño mundo que lepertenecía que estaba rezagado respectodel mundo exterior pero que sinembargo ahora estaba más próximo.Tenía un calendario en el que nofiguraban el sol y la luna y lasestaciones un calendario de treinta díaspor mes y doce meses por año y cincodías más para compensar la diferenciacon la próxima visita de la enfermeraque significaría el amanecer del nuevoaño.Había estado muy ocupado y habíaaprendido mucho. Había aprendidocómo comparar cada dato con todos losdemás de modo que no podía perder eldominio del tiempo que había logradoconquistar. Ya podía discernir el día dela noche sin esforzarse por advertir elalba. Sabía exactamente en qué visita laenfermera lo lavaría y le cambiaría laropa. Cuando se alteraba el horario y laenfermera se saltaba una de las visitasse sentía molesto y defraudado y tratabade imaginar qué estaría haciendo aunquecuando por fin venía volvía a sentir lamisma ansiedad.Hasta podía diferenciar a lasenfermeras. La enfermera del día erasiempre la misma pero las de la nochecambiaban. La enfermera de día teníamanos suaves y diestras algo durascomo las manos de alguien que hatrabajado mucho de modo que supusoque era una mujer madura y la imaginócon el cabello gris. Siempre se acercabaa la cama directamente desde la puertacon cuatro pasos firmes y de esta formacalculó que su cama se encontraba aunos diez pies de la puerta. Debía seruna mujer corpulenta porque sus pasoseran más pesados que los de lasenfermeras nocturnas. Casi tan pesadoscomo los del médico que entraba muy detanto en tanto hurgaba un rato y despuésse largaba. La enfermera diurna hacíalas cosas bruscamente... paf y estaba decostado crash y una sábana se deslizabajunto a su cuerpo flop y se encontraba deespaldas dale que te pego y ya estababañado. Esta vieja enfermera diurnaconocía su oficio y a él le caía bien.Muy de tanto en tanto venía por la nocheen reemplazo de la enfermera nocturna.El siempre se estremecía y se meneabapara comunicarle que se alegraba deverla y ella le daba pequeñas palmadasen el estómago y pasaba su mano por elfino cabello de su cráneo para decirlegracias ¿cómo está?Las enfermeras nocturnas no eranregulares. A veces aparecían dos o tresen la misma semana. Casi todas dabanmás pasos desde la puerta a la cama quela enfermera diurna y esos pasos eranmás livianos. Cerraban la puerta conmayor o menor energía y deambulabanmás por la habitación. Generalmentetenían las manos muy suaves y algohúmedas de modo que se tropezaban enlugar de deslizarse suavemente por sucuerpo. Sabía que eran jóvenes. Cuandoaparecía una nueva enfermera éladivinaba lo primero que haría. Quitaríalas mantas y durante uno o dos minutosno haría movimiento alguno y él sabíaque le estaba mirando y que seguramenteempezaba a sentir náuseas. Una de ellasse volvió y huyó corriendo de lahabitación. No regresó. Así fue como sequedó sin orinal y mojó la cama pero laperdonó. Otra lloró. Sintió sus lágrimassobre el pecho a través de la camisa dedormir. El se emocionó porque depronto sintió que ella estaba muy cerca ycuando se fue se quedó horas dolorido.La imaginó joven y hermosa.Todas estas cosas eran interesanteseran importantes y le mantenían muyocupado. Había construido un nuevouniverso lo había organizado a su gustoy vivía en él. Y era la víspera de añonuevo aunque en el exterior bien podríaser el Cuatro de Julio. Designó los díasde la semana de lunes a domingo y losmeses para poder celebrar las fiestas.Los domingos por la tarde iba a dar unpaseo por los bosques de losalrededores de París. Una vez cuandoestaba con licencia en primavera habíacaminado por allí de modo que ahoratodos los domingos eran primavera y élpaseaba por los bosques de uniformesacando pecho moviendo vigorosamentelas piernas y agitando los brazos. Enjulio cuando picaban las truchas subió aGrand Mesa y conversó con su padre.Tenían mucho que hablar habíanaprendido tanto desde que se habíanvisto por última vez. Es mucho mejorque preocuparse dijo su padre. Si tepreocupas demasiado no gozas de lavida. La muerte es mejor lo único quequisiera saber es cómo está tu madre.Todas las noches en verano y todaslas semanas en invierno iba a dormircon Kareen y le susurraba dios tebendiga Kareen mi amor dios tebendiga. No sé qué haría si noestuvieses a mi lado todas las noches.Los demás se han ido y estoy solo si nofuese por ti Kareen. Dormían con elbrazo de ella alrededor de él o el de élalrededor de ella y siempre se daban lavuelta juntos. Se abrazaban muyintensamente y él la besaba en sueñostoda la noche.Un año. Qué tiempo tan largo era unaño. Cuando él le dijo adiós en laestación del ferrocarril hace sólo unminuto Kareen tenía diecinueve años. Elestuvo cuatro meses en el campo deadiestramiento y once meses en Franciaasí que eran más de veinte. Tambiéntodo ese tiempo perdido para siempreque probablemente sumarían un añomás. Y ahora otro. Y después vendríanotros y otros. Kareen debía tenerveintidós. Por lo menos. Tres años.Seguiría así mientras viviese. Dentro dediez años Kareen tendría arrugas. Mástarde su pelo se pondría gris y sería unavieja, una vieja vieja y la joven queestaba en la estación no habría existidonunca.Sabía que no era cierto. Kareen noenvejecería nunca. Aún tenía diecinueveaños. Tendría diecinueve siempre. Supelo seguiría siendo castaño y sus ojosclaros y su piel fresca como la lluvia. Elno permitiría que una sola arruga lemarcara el rostro. Eso era algo queningún otro podría hacer por ella. Laconservaría a salvo a salvo del tiempoen el mundo que él había construidodonde el tiempo se movía segúndisposiciones y cada domingo eraprimavera. Pero ¿dónde estaría ella —laverdadera Kareen— Kareen en elmundo exterior en el tiempo exterior?Mientras él dormía todas las noches conla Kareen de diecinueve años ¿acaso laverdadera Kareen estaba con otro erauna mujer y también quizá madre de unniño? Kareen adulta y remota que lehabía olvidado...Sintió deseos de estar cerca de ella.No porque pudiera verla no porquedeseara que ella le viese. Pero leagradaría sentir que respiraba el mismoaire que ella respiraba que vivía en elmismo país en que ella vivía. Recordóla extraña emoción que le invadíacuando visitaba la casa del viejo Mikela casa de Kareen. El aire parecíaendulzarse a medida que se acercaba.Solía decirse aunque sabía que no eracierto, que el aire que rodeaba la casaera diferente porque estaba cerca deella.Nunca le había preocupadoespecialmente saber dónde estaba dóndele habían llevado pero al pensar enKareen echó de menos su casa. Su mentegemía dios espero estar en Américadeseo estar en casa. Era como si unnorteamericano cualquiernorteamericano fuese un amigocomparado con un inglés o un francés.Porque él era norteamericano Américaera su patria allí había nacido y todoslos de fuera eran extranjeros. Luego sedecía qué te importa nunca podrás ver ohablar o andar no puedes darte cuenta dela diferencia da lo mismo que estés enTurquía o en América. Pero no eracierto. Te gusta pensar que estás en tucasa. Aunque no pudiese hacer otra cosaque yacer en la oscuridad sería mejorque esa oscuridad fuese la de su casa yque la gente que se movía en laoscuridad fuese su gente su gentenorteamericana.Pero era demasiado esperar. Enprimer lugar una explosión capaz devolarle los brazos y las piernas conseguridad también debía haber arrojadoal infierno cualquier identificación.Probablemente cuando sólo tienesespalda estómago y media cabeza tepareces tanto a un francés como a unalemán o a un norteamericano. La únicaforma en que podrían haber establecidoa qué país pertenecía era por el lugardonde le encontraron. Y él tenía lacertidumbre de que le habían encontradoentre ingleses. Su regimiento estabaapostado precisamente junto a unregimiento de limeños [7] y cuandosalieron de la trinchera losnorteamericanos y los limeños ibanjuntos. Recordó con nitidez que losnorteamericanos se desplazaron hacia laizquierda entre los ingleses porquefrente a la posición norteamericanahabía una pequeña loma. Los alemanesque estaban allí habían sidoexterminados dos días antes de modoque no tenía sentido que losnorteamericanos perdiesen el resuellopara subir. Todos se desplazaron haciala izquierda al saltar la trinchera demodo que se mezclaron con los ingleses.Recordó haber mirado en derredor antesde zambullirse en el refugio e identificarsólo a dos norteamericanos. Todos losdemás eran ingleses. Fue sólo uninstante un pensamiento fugaz antes de laoscuridad.De forma que con seguridad seencontraba en algún hospital inglésdonde la gente le tenía por ingles y porlo tanto el informe que enviaron a sucasa se limitaba a señalar que habíadesaparecido en acción. Tal vez fueseuna ventaja alimentarse a través de untubo si pensabas en ese fétido caféinglés. Carne asada y pudín y bolleríainsulsa y mal café. Mejor entonces. Loúnico era que ya no era más unnorteamericano. Era un inglés. Era unlimeño. Probablemente un ciudadanoinglés. La sola idea le provocó unsentimiento de soledad. Nunca habíatenido una aversión particular sobre losEstados Unidos. Nunca había sido muypatriota. Se trataba de algo que seaceptaba sin pensar. Pero ahora leparecía que si realmente estaba en unhospital inglés había perdido algo quenunca podría recuperar. Por primera vezen su vida pensó que sería másagradable o más consolador estar enmanos de su propia gente.Estos ingleses eran unos tíosextraños. Eran más extranjeros que losfranceses. Uno se podía entender con unfrancés pero con un limeño con la narizpermanentemente fruncida eraimposible. Cuando te pasabas dos mesesjunto a ellos empezabas a entender hastaqué punto eran extranjeros. Hacíanalgunas cosas curiosas. Un pequeñoescocés que integraba el regimientolimeño al enterarse de que los alemanesdel otro lado de la Tierra de Nadie eranbávaros arrojó su fusil y abandonó laguerra. El pequeño escocés aseguró quelos bávaros respondían a las órdenes delpríncipe heredero Rupert y que elpríncipe heredero era el último Estuardoheredero del trono de Inglaterra y ellegítimo rey y que él sería un cabrón siluchaba contra su rey porque así se loordenaba un pretendiente al trono deHanover.Por una cosa así cualquier ejército tecoge y te fusila. Pero los ingleses eranpintorescos. Ese canijo provocó un granembrollo. Dos o tres oficialesdiscutieron con él muy amablemente enlugar de fusilarle y como no lograronconvencerle con sus argumentosapelaron al coronel. Entonces aparecióel coronel y mantuvo una largaconversación con el escocés y todo elmundo estaba muy intrigado y el escocéscada vez se empecinaba más y ledesafiaba a fusilarlo aduciendo que eltribunal militar revelaría la verdad o seaque todo era un fraude y que el ReyJorge tendría que renunciar y ¿quépensaría Lloyd George al respecto? Elcoronel se fue y el escocés se quedósentado en el fondo de la trinchera y enseguida llegó una orden del cuartelgeneral que había decidido trasladarle aretaguardia por seis semanas o hasta quese fueran los bávaros para que no seviera en la obligación de disparar contralas tropas que comandaba su rey. Así depeculiares eran los ingleses y así fuecomo los norteamericanos y los limeñossupieron que enfrentaban a los bávaros.También estaba el caso de Lázaro.Apareció una mañana gris. En esemomento no pasaba nada. De pronto enmedio de la niebla surgió aquel alemánalto y corpulento que avanzaba hacia laslíneas británicas. Más tarde muchos sepreguntaron qué diablos hacía allí solo.Probablemente formaba parte de algunapatrulla y se había perdido o queríadesertar o quizás estuviese un poco locoy andaba entre las alambradas de púas ylos cráteres de los obuses nada más quepor joder. Parecía vagar sin rumbo de unlado a otro y cabeceando. Cuandotropezaba con una alambrada intentabaavanzar a tientas a lo largo de la misma.Por fin se montó con torpeza como unborracho y siguió avanzando ybamboleándose en dirección a losingleses.Era una mañana bastante aburrida ylos limeños tenían frío y se sentíanincómodos y molestos por la guerra demodo que alguno de ellos le disparó untiro. El pobre tío se quedó clavadocomo un poste atisbando la niebla comosorprendido de que alguien quisieramatarle. Entonces todo el regimientoinglés comenzó a tirar. Mientras sucuerpo se iba combando su rostroreflejaba una expresión entre dolorida eintrigada. Le dejaron allí con un brazosobre la alambrada como ni fuese uncentinela señalando el camino.Pasaron varios días sin que nadie leprestase atención hasta que tanto losnorteamericanos como los inglesesempezaron a advertir que cuandosoplaba el viento el alemán despedía unolor bastante hediondo Pero sólo ocurríacuando el viento soplaba de ese lado asíque nadie se preocupó mucho hasta queun día el coronel que había enviado alescocés a retaguardia vino para lainspección. El coronel era un tíoextraordinario para las formalidades. Elcabo Timlon que provenía deManchester juraba que el coronel eracapaz de fusilar a nueve hombres parapreservar la moral del décimo. Comoquiera que sea el coronel se desplazabacon el bigote encerado y la nariz grandey huesuda erguida en el viento cuando depronto husmeó al alemán.Es un olor muy fuerte le dijo al caboTímlon. Es un bávaro señor dijo el caboTimlon siempre huelen mal. El coroneltosió y se sonó la nariz y aseguró muynegativo para la moral de los hombresmuy negativo. Esta noche escoja unpelotón y entiérrele cabo. El caboTimlon comenzó a explicarle que allíhasta por la noche la situación era muyinsegura pero el coronel le interrumpió.No olvide cabo dijo guardando elpañuelo en el bolsillo no olvide rezaruna plegaria. El cabo Timlon dijo síseñor y luego miró fijamente a sushombres para ver quién estaba riendo yde ese modo poder elegir a los que ibana acompañarle al entierro.Así que esa noche el cabo formó unpelotón compuesto por ocho hombres.Cavaron una fosa metieron al bávarodentro de un empellón y el cabopronunció una oración como le habíadicho el coronel. Luego llenaron la fosay regresaron. Al día siguiente el aireestaba bastante limpio pero al otro díalos alemanes se pusieron un poconerviosos y empezaron a tirar cañonazosalrededor del regimiento inglés.Ninguno de los limeños resultó heridopero uno de los obuses más grandescayó sobre el bávaro. Dio un salto en elaire como en cámara lenta y aterrizó enla misma alambrada apuntando con eldedo hacia el regimiento ingles. Comoun señuelo. Fue cuando el cabo Timlonempezó a llamarle Lázaro.Las cosas estuvieron bastanteagitadas ese día y toda la noche. Cadavez que los ingleses tenían media horalibre disparaban sobre Lázaro como depaso esperando derribarlo de laalambrada porque sabían que cuantomás cerca del suelo estuviese menosolería y en realidad aquel bávaroempezaba a apestar. Pero siguió colgadodel alambre y a la mañana siguientevolvió el coronel. Lo primero que hizofue husmear el aire. Sintió el penetrantearoma de Lázaro, Se volvió hacia elcabo Timlon y dijo cabo Timlon cuandoyo era un subalterno una orden era unaorden y no una sugerencia interesante. Síseñor dijo el cabo Timlon. Esta nocheescoja un pelotón de entierro completodijo el coronel y entierre el cadáver aseis pies de profundidad. Y para que enel futuro no tome usted las órdenes contanta ligereza leerá todo el serviciofúnebre de la Iglesia de Inglaterra sobreel cadáver de nuestro enemigo caído.Pero señor dijo el cabo Timlon lascosas como usted puede ver han estadomuy pesadas por aquí y...Esa noche el cabo Timlon formó unpelotón de entierro completo. Tambiénllevaron una mortaja para envolver aLázaro. No fue una tarea muy agradableporque a esa altura Lázaro drenaba perole envolvieron en la sábana y leenterraron a seis pies de profundidad ytodos permanecieron alrededor de latumba mientras el cabo Timlon leía elservicio fúnebre quizá saltándosealgunas preposiciones pero lograndotransmitir la idea general de formabastante adecuada.En mitad del servicio desde el otrolado se levantaron un par de bengalas yen el momento en que el cabo arrojabael tercer puñado de tierra sobre el rostrode Lázaro alguien apuntó y le metió unabala que le atravesó el culo. El caboTimlon aulló dios se apiade de tu almaamén esos cabrones me han metido unabala en el culo eso han hecho buscadrefugio soldados. Y todos se arrastraronapresuradamente en dirección a laslíneas.El cabo Timlon obtuvo ochosemanas de licencia hospitalaria lo cualfue una suerte para él ya que tressemanas más tarde casi todo elregimiento inglés fue exterminado. Dosdías después de que balearan al caboTimlon Lázaro detuvo otro obús yvolvió a la alambrada con la sábanaflameando al viento y partes de sucuerpo goteando sobre el terreno. Unode los ingleses dijo que era previsibleporque los bávaros nunca seconservaban muy bien después de laprimera semana. El regimiento íntegroabrió fuego sobre el pobre Lázaro ylogró desalojarlo de la alambrada.Todavía era posible olerlo pero ya no sele veía así que todos trataron deolvidarle. Y lo hubiesen logrado si nohubiese sido por el nuevo subalterno.Era casi un niño de sólo dieciochoaños con pelo rubio y ondulado ojosazules que parecía un bebé de seis piesansioso de ganar la guerra por sí solo.Era primo del capitán o algo por elestilo y los oficiales le mimabanpuntualmente. Llegó al frente dos díasdespués de que bajaran a Lázaro de laalambrada. Los ingleses estaban tanencariñados con él que trataban demantenerle a cubierto. De algún modo elmuchacho sintió que no le tomaban enserio y que los soldados pensarían queera un cobarde. Rogaba constantementeque le permitieran integrar la patrullanocturna y como no lo logró una nochese escapó por las suyas. A eso de lastres de la madrugada le echaron demenos. Cuando le encontraron amanecía.Se había extraviado más allá de lasprimeras líneas de alambradas. Loencontraron tendido de bruces sobre uncharco de vómito. Al tropezar con laalambrada se había caído y había metidosu brazo derecho hasta el hombro en elcadáver de Lázaro.La patrulla que le encontró le llevóal refugio de los oficiales. Balbuceaballoraba y olía espantosamente. Esamisma noche el capitán le envió deregreso. Dijo que se trataba de uncastigo por ensuciar el refugio de losoficiales; y cuando alguien le preguntabaqué había pasado con el muchacho seponía muy serio. Entonces llegó el caboTimlon con sus nalgas restauradas yalguien le contó la historia. El cabopreguntó pues bien ¿y cómo anda ahora?Un canijo llamado Johnson que solíainformar a todo el regimiento acerca deeste tipo de cuestiones dijo: demoniosestá loco de remate todavía no le hanquitado el chaleco de fuerza. ¿Cuándova a mejorar? preguntó el cabo Timlon.Los médicos dicen que no va a mejorarnunca dijo Johnson. Quedó muy jodido.Pobre joven rubio inglés que tantoansiaba ganar la guerra y que se volvióloco de remate antes de entrar en acción.Pobre pequeño limeño gritando yllorando y delirando para siempre traslos barrotes de la ventana de un hospital.Era algo curioso. El joven limeño teníapiernas y brazos y podía hablar y ver yoír. Pero no lo sabía de modo que no leproporcionaba placer alguno. Para éleso no significaba nada. Y en otrohospital inglés había un tío que noestaba loco pero que deseaba estarlo. Ely el joven inglés deberían intercambiarsus mentes. Entonces ambos seríanfelices.En alguna parte llorando ysollozando en la oscuridad —ahora erade noche casi la noche de año nuevo—estaba el joven inglés. Y aquí él quetambién lloraba y sollozaba en laoscuridad. En vísperas de año nuevo.Pobre joven inglés no llores es añonuevo piensa solamente en este añonuevo que se inaugura para los dos.Dondequiera que estés limeño —tal vezen este mismo hospital— dondequieraque estés tenemos muchas cosas encomún somos hermanos joven limeñofeliz Año Nuevo. Feliz feliz AñoNuevo...13Nada especial ocurrió durante elsegundo año de su tiempo en el mundo aexcepción de una noche en que unaenfermera nocturna tropezó y sedesplomó en el piso haciendo vibrarlevemente el colchón metálico de sucama. En el curso del tercer año fuetrasladado a una nueva habitación. En lanueva habitación el sol calentaba lospies de la cama y por la hora de su bañodedujo que su cabeza apuntaba hacia eleste y su otro extremo hacia el oeste. Sunueva cama tenía un colchón más blandoy sus resortes eran menos rígidos.Conservaban por más tiempo lasvibraciones y eso le ayudó mucho. Tardómeses en localizar la puerta y la cómodapero fueron meses llenos de cálculos yexcitación culminados con éxito. Fueronlos meses más breves que podíarecordar en toda su vida. De allí que eltercer año se deslizara con la velocidadde un sueño.El cuarto año comenzó muylentamente. Empleó mucho tiempotratando de rememorar los libros de labiblia por orden pero los únicos quepudo recordar con seguridad fueronMateo Marcos Lucas Juan y SamuelPrimero y Segundo y Reyes Primero ySegundo. Intentó poner en palabras lahistoria de David y Goliat yNabucodonosor y Sadrack Meshack yAbednego. Recordaba que alrededor delas diez de la noche su padre solíabostezar ruidosamente extendiendo losbrazos y poniéndose de pie diciendoShadrack Meshack a la cama nos vamos.Pero no podía recordar con precisión lahistoria de los personajes así que no leservían demasiado para llenar el tiempo.Y eso era un inconveniente porquecuando no podía llenar el tiempo seentregaba a la preocupación. Comenzabaa preguntarse ¿no habré cometido unerror al calcular los días las semanaslos meses? A continuación pensaba queal menor descuido podría saltarse unaño íntegro. Entonces se ponía frenético.Retrocedía cada vez más en el tiempopara comprobar que no se habíaequivocado. Retrocedía tanto queterminaba más confundido que antes.Antes de dormirse intentaba fijarsólidamente en su memoria el día el mesy el año para no olvidarlos mientrassoñaba y cada vez que se despertaba suprimera sensación era de terror ante laposibilidad de no poder recordar conexactitud los números que tenía en lacabeza cuando se quedó dormido.Y entonces ocurrió algo asombroso.Un día hacia mediados de año laenfermera renovó totalmente la ropa desu cama que había sido cambiada el díaanterior. Era la primera vez que sucedía.Cada tres días ni antes ni después lecambiaban la ropa. Pero ahora todo setrastornaba. Le cambiaban la ropa dosdías seguidos. Cayó presa de la mayorexcitación. Sintió deseos de ir dehabitación en habitación y discurriranimadamente acerca de cuán ocupadoestaba y sobre los grandesacontecimientos que muy pronto seproducirían. Desbordaba de inquietud yemoción. Se preguntaba si a partir deahora le cambiarían la ropa todos losdías o si volverían al plan habitual. Estaeventualidad era tan importante como siun hombre con piernas y brazos y todolo demás debiera afrontar súbitamente laposibilidad de vivir en una nueva casatodos los días. Le proporcionaba algoque esperar día tras día a lo largo de losaños. Algo que quebraría el tiempotransformándolo en un elemento que unhombre podía tolerar sin necesidad decavilar infructuosamente sobre MateoMarcos Lucas y Juan.Después advirtió algo más. Ademásde darle un baño inesperado laenfermera lo rociaba con algo. Sintió elrocío fresco y vaporoso en su piel.Luego le puso una nueva camisa dedormir y plegó las mantas a la altura desu garganta. También esto era diferente.Sentía su mano a través de las mantasmientras se deslizaba sobre el plieguealisando alisando alisando. Le pusieronuna nueva máscara que la enfermeradispuso con mucha delicadeza de modoque cayera sobre su garganta donde fuecuidadosamente introducida bajo elpliegue de las mantas. Después le peinócon esmero y se fue. A medida que sealejaba él sintió la vibración de suspasos y luego el ligero trepidar de lapuerta que se cerraba. Se quedó solo.Permaneció muy quieto porque elarreglo había sido tan inusitado que leinfundió un sentimiento lujurioso. Sucuerpo estaba exuberante y las sábanaseran frescas y tiesas. Hasta su cuerocabelludo se sentía bien. Temía moversey estropear ese bienestar. Pero fue sóloun momento y luego sintió la vibraciónde cuatro quizá cinco personas queentraban en su habitación. Estaba tensointentando captar esas vibraciones ypreguntándose qué hacían allí. Lasvibraciones se volvieron más intensas ydespués cesaron. Se dio cuenta de queesa gente estaba reunida alrededor de sucama, más gente de la que nunca habíahabido en su habitación. Era como laprimera vez que fue a la escuela y sesintió turbado y sorprendido al ver tantagente en torno suyo. La expectativa leprovocó pequeños estremecimientos enel estómago. Estaba rígido por laexcitación. Tenía visitas.La primera idea que le cruzó lamente fue que podían ser su madre sushermanas y Kareen. Había una remotaposibilidad de que Kareen siempre bellay joven estuviese de pie a su ladomirándole y en ese momento extendierasu mano su mano suave y diminuta suhermosísima mano para tocarle la frente.Precisamente en el instante en quecasi pudo sentir el contacto de su manosu deleite se convirtió súbitamente envergüenza. De pronto deseó como nadaen el mundo que no fuesen su madre sushermanas y Kareen quienes venían avisitarle. No quería que le vieran. Noquería que le viera nadie que le hubieseconocido. Ahora comprendía cuán neciohabía sido al desear que viniesen comolo había deseado a veces en su soledad.Pensar que estaban cerca resultabareconfortante tibio y agradable. Pero laidea de que pudieran estar junto a sucama en ese momento era demasiadoterrible. Sacudió la cabezaconvulsivamente como para escapar desus visitas. Sabía que ese movimiento ledescolocaba la máscara pero no estabaen condiciones de pensar en máscaras.Lo único que deseaba era ocultar la caraapartar de ellos las órbitas vacíasimpedir que vieran el machacadoagujero que había sido una nariz unaboca que correspondía al rostro de unser humano con vida. Se puso tanfrenético que comenzó a sacudirse de unlado a otro como alguien que está muyenfermo y febril y sólo puede repetir laforma monótona un movimiento o unapalabra. Volvió a caer en su antiguomovimiento de vaivén echando el pesode su cuerpo de un hombro al otro deuno a otro de uno a otro sucesivamente.Una mano se apoyó en su frente. Secalmó porque era la mano pesada ycálida de un hombre. Parte de la manose apoyaba sobre su frente. Sintió la otraparte a través de la máscara que ledividía la frente. Volvió a quedarsequieto. Luego la otra mano empezó areplegar la sábana que llegaba hasta sugarganta. Un pliegue. Un pliegue ymedio. Se quedó muy quieto muy alertay muy intrigado. Pensaba obsesivamenteen quiénes serían.Después entendió. Eran los médicosque venían a examinarle. Doctores devisita. Probablemente ya era famoso ylos médicos comenzaban a peregrinarpara verle. Tal vez un médico le diría aotro ¿habéis visto cómo pudimoshacerlo? ¿Habéis visto qué buen trabajohemos hecho? ¿Veis dónde hemosmutilado el brazo y el agujero en lacara? ¿Veis que sigue viviendo?Escuchad el corazón. Late como elvuestro o el mío. Qué buen trabajohemos hecho. Fue una gran suerte yestamos muy orgullosos. Al salir pasadpor mi despacho y os daré uno de susdientes como recuerdo. Tienen unesmalte maravilloso. Era joven y teníalos dientes en buen estado. ¿Quéprefieren? ¿Un canino o un buen molar?Los más gruesos lucen mejor en unacadena de reloj.Alguien estiraba de su camisa sobreel lado izquierdo del pecho. Era como siun índice y un pulgar le pellizcaran paraarrancarle un trozo. Se quedó muy quietoahora mortalmente quieto mientras sumente saltaba en cien direccionesdistintas al mismo tiempo. Tenía lasensación de que algo importante iba aocurrir. El jaloneo de la camisa seprolongó unos instantes después la telavolvió a caer sobre su pecho. Ahorapesaba como si tuviera una carga. Sintióla súbita frialdad del metal a través dela camisa contra su pecho sobre sucorazón. Habían colgado algo de sucamisa.De pronto hizo algo peculiar algoque no había hecho en meses. Empezó aextender la mano derecha en busca deese objeto pesado que habían prendidosobre su pecho y le pareció que casi laapretaba entre los dedos antes derecordar que no tenía brazo paraextender ni dedos con qué apretar.Alguien le besaba la sien. Al recibirel beso sintió un leve cosquilleoprovocado por unos pelos. Le besaba unhombre de bigote. Primero la sienizquierda después la derecha. Entoncescomprendió qué habían hecho. Habíanentrado en su habitación y le habíancondecorado con una medalla. Más aúntambién comprendió que estaba enFrancia y no en Inglaterra porque losgenerales franceses solían besar alentregar una medalla. Sin embargo talvez no fuese así. Los generalesnorteamericanos e ingleses estrechabanla mano pero como él no tenía mano talvez se tratara de un inglés o unnorteamericano que había resueltoseguir la costumbre francesa porque nohabía otra opción. Pero aun así era muyprobable que estuviese en Francia.Interrumpió su pensamientorepentinamente. Ya no se preguntabadónde estaba sino que comenzaba aacostumbrarse a la idea de que seguía enFrancia y descubrió con sorpresa que loinvadía una cierta furia. Le habían dadouna medalla. Tres o cuatro tíos grandes yfamosos tíos que aún tenían brazos ypiernas y podían ver y hablar y oler ysaborear habían entrado en su habitacióny le habían colgado una medalla. Podíanpermitirse ese lujo ¿verdad? Malditoscabrones. Dedicaban su tiempo a eso. Adesplazarse de un lado a otroprendiendo medallas y sintiéndoseimportantes y virtuosos. ¿Cuántosgenerales murieron en la guerra?Kitchener por ejemplo. Sí. Cierto perofue un accidente. ¿Cuántos más?Nómbreles nombre a cualquiera de esoslistillos hijos de puta y quédense conellos. ¿A cuántos los habían voladoíntegramente como para vivir el resto desu vida envueltos en una sábana? Habíaque tener cojones para andar repartiendomedallas.Cuando por un instante pensó que sumadre, sus hermanas y Kareen podíanestar junto a su cama quiso ocultarse.Pero ahora que sabía que eran generalesy grandes personajes sintió un feroz eincontenible deseo de que le vieran. Dela misma forma en que antes habíaempezado a extender la mano sin brazohacia la medalla para asirla ahoraempezó a soplar la máscara de su carasin boca ni labios para volarla. Queríaque echaran un vistazo al agujero de sucabeza. Nada más. Quería que sehastiaran de ver un rostro que empezabay terminaba en la frente. Siguió soplandohasta que recordó que el aire de suspulmones se escapaba por un tubo.Empezó a balancearse de un lado a otrocon la esperanza de quitarse la máscara.Mientras se balanceaba y seesforzaba sintió una vibración en lohondo de su garganta una vibración quepodía ser una voz. Era una vibraciónbreve y profunda y adivinó que emitía unsonido perceptible a los oídos deaquellos hombres. No era un gran ruidoni un ruido muy inteligente pero a ellostal vez podía parecerles tan interesantecomo el gruñido de un cerdo. Y podergruñir como un cerdo era realizar algomuy importante porque hasta ahora habíapermanecido en absoluto silencio. Demodo que siguió sacudiéndose ygruñendo como un cerdo con laesperanza de que ellos se dieran cuentade cuánto apreciaba la maldita medalla.En medio de todo esto hubo un bullicioindefinido de pasos y luego la vibraciónde las visitas que se marchaban. Unminuto después estaba completamentesolo en la oscuridad en el silencio. Solocon su medalla.Se calmó súbitamente. Siemprehabía prestado una atención minuciosa alas vibraciones. Gracias a ellas habíadeducido la talla de sus enfermeras y lasdimensiones de su habitación. Perosentir de pronto las vibraciones decuatro o cinco personas que cruzaban lahabitación con pasos firmes le hizopensar. Comprendió que las vibracionestenían mucha importancia. Hastaentonces sólo las había consideradocomo vibraciones que llegaban hasta él.Ahora empezó a considerar también laposibilidad de vibraciones quesurgieran de él. Las vibraciones querecibía le indicaban todo altura pesodistancia tiempo. ¿Por qué no podríausar también las vibraciones para hablarcon el mundo exterior?Algo empezó a resplandecer en elfondo de su pensamiento. Si de algúnmodo pudiera usar las vibracionespodría comunicarse con la gente. Elresplandor se convirtió en unaenceguecedora luz blanca. Le ofrecíaunas perspectivas tan inusitadas quetemió ahogarse de emoción. Lasvibraciones eran una parte muyimportante de la comunicación. Lasclaves telegráficas eran simplementeotro tipo de comunicación.Cuando era un muchacho unos cuatroo cinco años atrás tenía un aparato deradio. El y Bill Harper usaban eltelégrafo para comunicarse. Punto rayapunto raya punto. En especial las nochesde lluvia cuando sus padres no lespermitían salir y no había nada quehacer y daban vueltas por la casatropezando con todo el mundo. En esasnoches él y Bill Harper se transmitíanmensajes con rayas y puntos y lopasaban muy bien. Aún recordaba elcódigo Morse. Lo único que tenía quehacer para comunicarse con la gente delmundo exterior desde su cama eratransmitir puntos y rayas a la enfermera.Entonces podría hablar. Entonces habríaquebrado su silencio su oscuridad suindefensión. Entonces el muñón de unhombre sin labios podría hablar. Habíaatrapado el tiempo y había intentadoreconstruir la geografía y ahora haría lamás grande de todas las cosas hablaría.Enviaría mensajes y recibiría mensajesy así habría dado otro paso adelante ensu lucha por recuperar el mundo desdesu terrible solitario anhelo de sentir laproximidad de los otros y conocer suspensamientos dado que los suyos erantan insignificantes tan inconclusos tanincompletos. Podría hablar.Tentativamente levantó la cabeza dela almohada y la dejó caer nuevamente.Luego lo hizo dos veces rápidamente.Eso sería una raya y dos puntos. La letrad. Deletreó SOS contra su almohada.Punto-punto-punto punto punto puntopunto-punto.SOS. Socorro. Si habíaalguien en el mundo que necesitaraayuda ése era él y la estaba pidiendo.Deseó que la enfermera regresara muypronto. Comenzó a deletrear preguntas.¿Qué hora es? ¿Qué día es hoy? ¿Dóndeestoy? ¿Hay sol o está nublado?¿Alguien sabe quién soy? ¿Mi familiasabe que estoy aquí? No se lo digan.Que no se enteren. SOS. Socorro.La puerta se abrió y los pasos de laenfermera se aproximaron a la cama.Empezó a deletrear enloquecidamente.Estaba a punto de reencontrarse con lagente de recuperar el mundo de asir unagran parte de la vida misma. Tap tap tap.Esperaba el tap tap tap de ella enrespuesta. Un golpecito contra su frenteo su pecho. Aunque no comprendiera sucódigo podría tocarle para darle aentender que comprendía su intención.Luego iría de prisa en busca de alguienque le ayudara a entender lo que éldecía. SOS. SOS. SOS. Socorro.Sintió que la enfermera estaba de piemirándole tratando de imaginarse quéhacía. La sola posibilidad de pensar queella no le entendiera después de tantosesfuerzos le produjo un impacto deexcitación y miedo y volvió a gruñir.Gruñía y telegrafiaba gruñía ytelegrafiaba hasta que sintió dolor en losmúsculos de la nuca hasta que le dolióla cabeza hasta que sintió que su pechoestallaría por su ansiedad de gritar deexplicarle lo que estaba intentandohacer. Y ella seguía inmóvil junto a sucama mirándole y preguntándose.Después sintió su mano sobre lafrente. La mantuvo allí por un segundo.El volvió a golpear con la cabeza.Estaba cada vez más furioso perdía laesperanza y sentía ganas de vomitar.Ella comenzó a palmearle la frente conlentos amables movimientos. Lo hacíade una forma que nunca había usadoantes. Sintió la piedad en la suavidad desu contacto. Luego su mano se deslizópor su frente hacia su pelo y él recordóque Kareen a veces solía hacerlo. Peroapartó a Kareen de su pensamiento ysiguió cabeceando porque esto era tanimportante que no podía detenerse ensensaciones placenteras.La presión de la mano contra sufrente se volvía más intensa. Se diocuenta de que ella intentaba calmarlemediante el peso de su mano a fin de queno cabeceara más. Entonces empezó agolpear con más fuerza y mayor rapidezpara demostrarle que su intención erainútil. Sintió que las vértebras de lanuca crujían y chasqueaban a causa de latensión que les exigía este trabajoinesperado. La mano de la enfermerapesaba cada vez con más fuerza sobre sucabeza. Sintió un gran cansancio en elcuello. Pasó un día terrible un día largoe inquietante. Sus señales se fueronhaciendo más lentas y la mano de laenfermera cada vez más pesada. Por finse quedó tendido muy quieto sobre laalmohada mientras ella le enjugaba lafrente.14Había perdido toda huella deltiempo. Como si todos sus esfuerzos poratraparlo todos sus cálculos y cuentasnunca hubiesen existido. Había perdidolos rastros de todo salvo los golpes quedaba con su cabeza. Apenas despertabaempezaba a cabecear y proseguía hastaque le vencía el sueño. Hasta cuando seiba durmiendo invertía el resto de suenergía y de su pensamiento en esebalanceo de modo que le parecía soñarcon ello. Cabeceaba mientras estabadespierto y soñaba que cabeceaba. Enconsecuencia resurgió su antiguadificultad de discernir entre el sueño yla vigilia. Nunca estaba seguro de nosoñar cuando estaba despierto o dehacer señales mientras dormía. Habíaperdido tan absolutamente el sentido deltiempo que ya no tenía la menor ideaacerca de cuánto hacía que habíacomenzado el cabeceo. Quizá sólosemanas quizá un mes quizá hasta unaño. De los cinco sentidos originales elúnico que le quedaba se encontrabaatrapado en una hipnosis total a causadel cabeceo y en cuanto a pensar nisiquiera simulaba hacerlo. Tampocoespeculaba sobre las nuevas enfermerasnocturnas en sus idas y venidas. Noprestaba atención a las vibraciones delpiso. No pensaba en el pasado y no teníaen cuenta el futuro. No hacía más quetransmitir su mensaje una y otra vez a lagente del mundo exterior que nocomprendía.La enfermera de día hizo todo cuantopudo por apaciguarle pero lo hacíacomo si intentara calmar a un pacienteirritable. Hasta que él comprendió quecon ella no lo lograría. Al parecer jamáspareció ocurrírsele que allí había unpensamiento una inteligencia que poníaen marcha el ritmo de su cabeza contrala almohada. Se limitaba a atender a unpaciente incurable intentando hacer quesu dolencia fuese lo más tolerableposible. Nunca pensó que ser mudo erauna enfermedad y que él habíaencontrado el remedio e intentabadecirle que estaba bien que ya no eramudo que podía hablar. Ella le dababaños calientes. Le cambiaba laposición en la cama. Le colocaba laalmohada más alta o más baja detrás dela nuca. Cuando la levantaba demasiadoel nuevo ángulo le echaba la cabezahacia delante. Después de transmitir unrato en esa posición sentía un dolor quele recorría toda la médula y la espalda.Pero seguía golpeando la cabeza.Empezó a darle masajes y eso legustó porque sus dedos eran vivaces y almismo tiempo suaves pero siguió con elcabeceo. Y un día sintió un cambio en elcontacto de sus dedos. Ya no eranvivaces y suaves. Sintió el cambio através de las puntas de los dedos por laternura de su contacto y sintió la piedady la duda y una gran capacidad de amorque no surgía de él hacia ella ni de ellahacia él sino que más bien era unaespecie de amor que abarcaba todas lascosas vivientes y trataba de hacerlasmás tolerables un poco menosdesdichadas un poco más parecidas alas otras de su especie.Sintió el cambio a través de la puntade sus dedos produciéndole una punzadade disgusto. Pero pese al disgustorespondía a la misericordia de sucorazón que la impulsaba a tocarle deese modo. Las manos de ella buscaronpartes más lejanas de su cuerpo.Insuflaron sus nervios con una especiede falsa pasión que recorrió lasuperficie de su piel en brevesestremecimientos. Y aun cuando pensabaoh dios mío a esto hemos llegado ésta esla razón por la cual ella cree que hagoseñales maldita sea bendita sea ¿quépuedo hacer?... Aun mientras pensabaasí se adecuó a su ritmo se tensó ante sucontacto su corazón latió másaceleradamente y lo olvidó todo en elmundo excepto el movimiento y elrepentino fluir de su sangre...Había una muchacha llamada Ruby yfue la primera para él. Sucedió cuandoél estaba en octavo quizá en novenogrado escolar. Ruby vivía en TellerAddition del otro lado de las vías. Rubyera más joven que él. Estaría en sexto oséptimo pero era una joven corpulentauna italiana gorda y voluminosa. Dealgún modo todos los muchachos delpueblo se iniciaron con Ruby porqueella nunca les intimidaba. Iba al granoaunque de tanto en tanto había quedecirle que era bonita. Pero nada detonterías y si alguno de los muchachosno tenía experiencia Ruby no se reía nicontaba nada sino que seguía adelante yle enseñaba.A los muchachos les apetecía hablarde Ruby cuando no había otro temamejor. Mientras charlaban solían reírsede ella y decir ah no ya no veo más aRuby me arreglo sin ella y todos los díasdescubro algo nuevo. Pero eso no eramás que parloteo porque realmente eranmuy jóvenes y Ruby la primeramuchacha que conocían y con las demáscon las muchachas decentes eran muytímidos. Pronto se avergonzaron deRuby y cuando iban a verla se sentían untanto sucios y asqueados. Volvíanechándole la culpa a Ruby por sentirseasí. Cuando llegaron a décimo gradoninguno hablaba ya de Ruby y por finella desapareció. No estaba y ellos sealegraron un poco de no tener queencontrársela en la calle.También estaba Laurette en casa dela Renga Telsa. La Renga Telsa tenía unestablecimiento en Shale City. Teníacinco o seis chicas y la mejor pareja dechulos de Boston del pueblo. Losmuchachos de catorce o quince añossolían rondar a menudo elestablecimiento de la Renga Telsa. Paraellos era la casa más maravillosa másexcitante y misteriosa de Shale City.Escuchaban las historias que contabanlos muchachos más grandes sobre lo queocurría allí. Nunca sabían claramentehasta qué punto estaban a favor o encontra pero les interesaba.Una noche tres de ellos entraron porel callejón del fondo de la casa de laRenga se arrastraron por el patio traseroy trataron de espiar por la puerta de lacocina. Allí había una cocinera negrapreparando sándwiches que cuando lesvio lanzó un grito. La Renga Telsa entróen la cocina balanceándose sobre supierna de palo cogió un cuchillo decarnicero y salió al patio. Todos huyeroncomo locos mientras la Renga Telsa lesgritaba que sabía quiénes eran y queinmediatamente llamaría por teléfono asus padres. Pero no era cierto. La Rengano les había visto la cara y no telefoneóa nadie.Después cuando ya tenían diecisieteo dieciocho y prácticamente yaacababan la escuela él y Bill Harperdecidieron terminar de una vez por todascon la bendita charla y una noche fuerona la casa de la Renga Telsa a averiguarpor sí mismos. Entraron directamente alvestíbulo y nadie les recibió con uncuchillo. Eran alrededor de las ocho yevidentemente no había demasiadaconcurrencia porque la Renga se acercóa la sala y habló con ellos y no parecíaen absoluto enfadada. Estabandemasiado inquietos de modo que nopudieron decirle a la Renga por quévenían y la Renga tampoco les dijo nadaasí que por fin resultó sólo una visita. LaRenga hizo bajar a un par de chicas paraque se sentaran en la sala y ordenó a lacocinera negra que hiciera una bandejade sándwiches. Después se marchó.Cuando se quedaron solos en la salaoyeron a las dos muchachas que bajabanla escalera y comprendieron que ahoraiban a saber si todas las cosas quehabían oído decir sobre ese sitio eranciertas. Algunos tíos decían que lasmuchachas solían venir desnudas a lasala y otros que nunca se las podía verdesnudas que siempre usaban un kimonoo algo por el estilo. Aseguraban que nohabía nada que odiasen más que elhecho de que un hombre la quisiese versin ropa. Así que ellos se quedaronsentados con el corazón en la bocaesperando y observando.Pero cuando las muchachas bajaronestaban totalmente vestidas. Mejorvestidas que la mayor parte de laschicas de Shale City y también másbonitas. Vinieron y se sentaron yhablaron como lo habría hecho cualquierotra muchacha. Una de ellas parecíapreferir a Bill Harper y la otra parecíapreferirlo a él. La que gustaba de élhablaba todo el tiempo de libros. Sihabía leído esto si había leído aquello yél no había leído nada de modo quecomenzaba a sentirse como un idiota. Alcabo de media hora de comersándwiches y hablar de libros la RengaTelsa entró resplandeciente y sonriendoy les dijo que era hora de volver a casa.Ellos se pusieron en pie estrecharon lamano de las muchachas y se marcharon.Esa noche hicieron un largo paseo por elpueblo discutiendo todas las cosas quehabían oído decir acerca delestablecimiento de la Renga Telsa yllegaron a la conclusión de que o bieneran mentiras o bien ellos eran esa clasede tíos que no gustaban a las mujerespara esas cosas. Eso era lo más graveporque quizá toda la vida serían unosfracasados con las mujeres y tal vezhabía algo que no tenían. Decidieron nohablarle a nadie sobre su visita porquese sentían humillados. Las cosas nohabían resultado como habían pensado.Más tarde él se puso a pensar acercade la muchacha que hablaba de libros ydespués de elaborarlo minuciosamenteresolvió ir a verla nuevamente. Sellamaba Laurette y pareció alegrarse deverle. Le dijo que si quería verla quefuese siempre antes de las nueve de lanoche porque después había muchotrabajo. Y él fue varias veces más ysiempre se sentaban en la sala yconversaban. Llegó a pensar quizásestoy enamorado de Laurette y ¿quéocurriría si fuese así? ¿Cómo se lo diríaa sus padres? Y por otra parte pensaba¿por qué lo único que hacemos es hablary qué pensará ella de mí? Durante todoese invierno y la primavera siguiente fuea ver a Laurette una vez dos veces hastatres veces por mes. Y siempre antes dellamar a la puerta asumía una sólidacompostura y se decía Joe Bonham estavez compórtate como un hombre. PeroLaurette era tan encantadora que nopodía imaginarse como empezar unacosa así sin parecer como un cochino.De modo que nunca lo hizo.Cuando se graduó recibió por correoun par de gemelos de oro acompañadosde una tarjeta grabada con la inicial L.Le costó un gran esfuerzo explicar a suspadres quién le enviaba los gemelospero le otorgó un gran valor y resolvióque la noche siguiente después de lagraduación iría a casa de la RengaTelsa. Ahora que Laurette le habíainsinuado de manera indirecta que leamaba las cosas serían diferentes. Demodo que alrededor de las nueve de lanoche se encaminó hacia la casa de laRenga Telsa tratando de encontrar unafórmula agradable y cortés de expresarlo que buscaba. Llamó a la puerta y laRenga Telsa le hizo entrar. Cuando él lepreguntó por Laurette le dijo queLaurette no estaba. ¿Dónde se había ido?A Estes Park. La Renga Telsa le explicóque todos los años pasaba allí sus tresmeses de vacaciones. Durante todo elinvierno se compra ropa nueva y ahorradinero y después vive tres meses en elmejor hotel de Estes Park. Sale con tíosy baila y le fascina que los tíos seenamoren de ella y cuando se enamoransiempre se muestra amable con ellospero nunca demasiado. Nunca resulta tanamable como ellos quisieran. Laurette esuna joven lista dijo la Renga Telsa.Trabaja y se divierte. Y además ahorradinero y tiene una pequeña fortuna. ¿Porqué no consigues un empleo en otropueblo y vuelves en el otoño cuandoLaurette esté descansada y conversascon ella? A lo mejor tú y Laurette seríaismuy felices. Pero cuando llegó el otoñoél trabajaba en una panadería aquinientas millas de distancia y nuncamás volvió a ver a Laurette.Hubo una muchacha que se llamabaBonnie. Un día le dio palmadas en elhombro mientras él estaba en eldrugstore de Louie cerca de lapanadería tomando una coca cola. Lepalmeó en la espalda y dijo tú eres JoeBonham ¿verdad? Joe Bonham de ShaleCity. Pues bien. Yo soy BonnieFlannigan íbamos al mismo colegio diosqué alegría encontrar alguien del mismopueblo. El la miró y no pudo recordarlaen absoluto. Oh sí dijo te recuerdo. Ellaasintió con la cabeza y dijo estabas másadelantado que yo y nunca me hubiesesempujado ¿por qué no vienes a vermealguna vez? Vivo en la plaza delbungalow a trescientos metros de lapanadería. Sé que trabajas en lapanadería. Suelo ver a algunos de losmuchachos y ellos me han dicho queestabas allí.La miró y adivinó que era más jovenque él y también adivinó qué clase demujer era. Sintió un leve dolor deestómago porque esas muchachas podíanvenir de New York o Chicago o St.Louis o Cincinnati podían venir deDenver o Salt Lake o Boise Idaho oSeattle pero nunca de Shale City porqueShale City era su hogar.Fue a verla. No era una niña ni erauna muchacha muy inteligente pero teníaun carácter estupendo y estaba llena devida y de planes para el futuro. Heestado casada tres veces dijo Bonnie ytodos mis maridos decían que era igual aEvelyn Nesbitt Thaw. ¿Tú crees que meparezco a Evelyn Nesbitt Thaw?Por la mañana cerca de las cinco olas seis solían ir a Main Street paradesayunar en los lustrosos y baratosrestaurantes de resplandecientesazulejos blancos donde podían consumircualquier cosa por diez centavos. Por logeneral el sitio estaba lleno demarineros soñolientos que al llegar lamañana rondaban sin saber qué hacer yBonnie les conocía a todos. Les dabapalmadas en la espalda al pasar y lesllamaba por su nombre. Hola Pete peromira quién está por aquí el viejo Slimy¿qué dices Dick? ¿Y aquél no es el viejoGeorge? Cuando llegaban a su mesa ypedían jamón con huevos ella solíadecirle Joe si fueses un tío inteligente tequedarías conmigo. ¿Quieres seguirestudiando verdad? Joe quédateconmigo. Yo me encargaré de queestudies. Yo me dedico a la flota yconozco a todos estos tíos y sé dóndetienen sus billeteras y soy lista y mecuido y nunca tuve gonorrea quédateconmigo Joe y llevaremos diamantes.¿Ves ese tío allá? Siempre dice que soyigual a Evelyn Nesbitt Thaw ¿tu creesque me parezco a Evelyn Nesbitt Thawqueridito?Hubo una muchacha que se llamabaLucky. Para medio millón de soldadosde la infantería norteamericana en Parisella era la Estatua de la Libertad y laTía Jemina y la muchacha que habíandejado atrás. En Paris había una CasaNorteamericana y cuando estaban depermiso cuando estaban lejos de lastrincheras y la matanza todos iban a laCasa Norteamericana y hablaban conmuchachas norteamericanas y bebíanwhisky norteamericano y eran felices.Lucky era la mejor de todas. La másbonita y una de las más inteligentes.Solía recibirte en su habitacióncompletamente desnuda con una grancicatriz roja por donde le habían sacadoel apéndice. El entraba en su habitaciónmuy cansado hacia las últimas horas dela noche a veces algo borracho y setendía en su cama con las manos debajode la cabeza mirando a Lucky. Apenasella le veía sonreía iba a su cómoda ydel cajón superior sacaba un pequeñotapete. Siempre hacía ganchillo en esetapete. Se sentaba a los pies de la camavivaz cotillera amistosa y tejía el tapetey hablaba.Lucky tenía un hijo. Tendría seis osiete años y Lucky lo tenía en unaescuela de long Island. Quería que fuesejugador de polo porque los jugadores depolo andaban por el mundo y conocían ala mejor gente y nada era suficiente parael hijo de Lucky tan encantador era elpequeño hijo de puta. A Lucky lequedaban entre ciento cincuenta ydoscientos dólares por semana a dosdólares por persona una vez deducido elporcentaje que se llevaba la casa y losgastos de toallas y control médico. Perodesde luego gastamos mucho. Tenemosque vestirnos para el trabajo y te diréque la ropa cuesta muy cara pero unamuchacha tiene que verse bien vestida.Lucky había estado en el terremotode San Francisco. Tal vez en eseentonces tendría dieciséis o diecisieteaños o sea que ahora debía teneralrededor de treinta. Cuando elterremoto sacudió San Francisco Luckyse encontraba en el cuarto piso de unhotel en Market Street. Estabaagasajando a un caballero amigo ycuando sentí el primer temblor me dijeLucky esto es un terremoto y tú no tequedarás atrapada con un hijo de putaencima. Así que lo empujé y bajérápidamente a la calle completamentedesnuda. Debieras haber visto como memiraban los tíos.Hablar con Lucky estar con Luckyacostarse con Lucky era como encontrarla paz en un país pagano era comorespirar el aire de un país amado cuandoestás enfermo y te mueres por respirarlo.Contemplar su sonrisa oír su alegreparloteo ver sus pequeños dedoshuesudos volar con la aguja de ganchilloen medio de los ruidos nocturnos deParís la ciudad extranjera bastaba paraque cualquiera se sintiese mejor y menossolitario.París era una ciudad extraña unaciudad extranjera una ciudad moribunday vital. Tenía demasiada vida ydemasiada muerte y demasiadosfantasmas y soldados muertos detrás delos mostradores de los cafés. Bébase untrago. Oh París es una ciudad mujer conflores en el pelo. Sin duda París era unaciudad maravillosa una ciudad femeninapero también una ciudad de hombres.Diez mil soldados de la infanteríanorteamericana o soldados franceses depermiso diez mil cien mil. Unos díasmás muchachos unos días más antes devolver y cada vez que vuelves lasposibilidades en contra son mayores quela última vez. Recuerda que hay una leyde probabilidades de modo que vamosqueridita juega un poco con las manoscinco francos diez francos dos dólaresque bien ¿esa es una voznorteamericana? A por ella. Que diablosuna canción en la sala y un trago decoñac barato y vamos por que allá en eleste en un sitio que llaman frente deloeste hay un viejecito que lleva un libroy saca probabilidades todo el día y todala noche. Nunca se equivoca. Flor de lisFlor de lis. Dios salve al Rey. Venqueridito estás solo quieres probar algonuevo ¿parlé vous francé? Un galón devino tinto como agua y pan agrio y talvez oh dios mío encuentre una muchachanorteamericana que hable un idiomacristiano. Jig-jig maldita sea no es esolo que quiero. Quiero algo bien fuerteporque hay una voz que quiero ahogar.Es una voz que no emite sonido algunopero no puedo lograr alejarme de ella.En alguna parte la estánfabricando. En alguna parteprofunda en el corazón deAlemania están preparando lagranada. Una muchacha alemanala lustra y la limpia y le colocala carga en este mismo momento.Brilla a la luz de la fábrica ytiene un número y es mi número.Tengo una cita con la granada.Pronto nos encontraremos.Los camiones rugiendo por la callerecogiendo a los tíos a los rezagadosdiciendo vamos amigo ha llegado lahora vamos a la estación subamos alviejo vagón. Porque vuelves. Vuelvesjunto al viejecito que saca las cuentastodo el día y toda la noche y nunca seequivoca. Vivan las estrellas y lasbarras que vivan para siempre ta-da dadeumda-de-a. Pruébalo muchacho esbueno algunos dicen que tiene drogapero no les creas una palabra. Algunosdicen que te deja estéril. Lo llamanajenjo déjale reposar en el vaso esestupendo. Parlé vous parlé vous síseñor no señor ¿te sientes solo queriditodónde está esa voz americana? diosquisiera encontrarla. Dónde esta Jackdónde está Bill donde está John semarcharon se marcharon todos. Semarcharon al oeste. Diez mil dólarespara la familia diez mil dólares Cristo.Conozco una casa en la Rué Blondel.Blancas y negras de todas las naciones.¿Americanas? Por supuesto lo que ustedquiera oh dios no es eso lo que quiero loque quiero está muy lejos pero voy aaceptarle lo que tenga. It's a long way toTipperary. Apaguen las luces.Más cerca más cerca. En estemismo instante un pesado camiónalemán cubierto de lona avanzaen dirección a Francia. Llevagranadas y entre las granadas hayuna que tiene mi número. Avanzahacia el oeste a través del valledel Rhin siempre deseé verlo. Através de la Selva Negra siemprequise verla. A través de la hondahonda noche la granada vienehacia Francia a encontrarseconmigo. Se acerca cada vezmás nada puede detenerla nisiquiera la mano de Dios porquetengo un tiempo establecido yella tiene un tiempo establecidoy nos encontraremos cuandollegue el momento.América confía en que cada hombrecumpla con su deber Francia confía enque cada hombre cumpla con su deberInglaterra confía en que cada hombrecumpla con su deber. Cada doughboy[8] cada tommy [9] cada poilu [10] y¿cómo diablos llaman a los italianos? detodos modos de ellos también se esperaque cumplan con su deber. Allí vamosLafayette y en los campos de Flandesvuelan las amapolas de hilera en hileracuenten las hileras para el viejecito dellibro el viejecito que hace las cuentastodo el día y toda la noche y nunca seequivoca. Oui oui parlé vous jig-jig?Desde luego jig-jig qué diablos cincofrancos diez francos ¿quién dice dosdólares dos sólidos viejos dólaresnorteamericanos y una copa de whisky yde maíz? Dios mío este coñac. Siemprecreí que era extraordinario he oídohablar tanto de él. Es espantoso quierowhisky de maíz y ¿qué piensan losprohibicionistas? Cuatro millones denosotros se han marchado cuatromillones de votos supongo que nosotrosno contamos nos van a arruinar. Vamossalgamos a buscar el whisky de maíz elviejo whisky norteamericano. Queridami amor dulce cansado solitario quieroquiero una amiga coja una mesa una sillauna cama pero no tardes hay muchosesperando París está lleno así que deprisa.Oculta debajo de una suave yondulante colina que se parece aun pecho de mujer en la sólidacarne de la tierra escondida bajola colina en algún desconocidodepósito de municiones está migranada. Está lista. Apresúratemuchacho apresúrate soldadonorteamericano no debes llegartarde acaba con lo que estéshaciendo no te queda muchotiempo.Cante una melodía popular jig-jiguna melodía popular mam'selle cante unhot esta noche en la vieja ciudad. Canteun Juana de Arco y un flor de lis demademoiselle de Armentieres. Cante unLafayette parlé vous francé. Póngase enpie y salte muy ligero haga remolinos enel aire rompa las sillas rompa lasventanas eche la casa abajo mierdamuévase muchacho muévase muchachapóngase coñac en las articulaciones yapague las luces y toque el tambor yabandone las trincheras en Navidad yvea París de noche y mueva las manospor cinco dólares y oui oui parlé voushunky-dory whisky en el estómago y unviejecito con un libro que saca cuentastodo el día y toda la noche y calcula másrápidamente y más y más rápidamente ymás empecinadamente y más fuerte ymás rápido más rápido más rápido.Vendrá con un zumbido y unestruendo. Vendrá silbando yriendo y chirriando y gimiendo.Vendrá tan velozmente que nopodrás hacer nada y extenderáslos brazos para abrazarla. Lasentirás antes de que llegue y tepondrás tenso para la aceptacióny la tierra que es tu lecho eternotemblará en el momento de launión.Silencio.¿Qué es esto qué es esto oh Diosmío? ¿Acaso es posible que un hombrecaiga tan bajo? ¿Es posible que unhombre sea menos que esto?Cansancio y jadeo agotamientoconvulsivo. Toda la vida muerta toda lavida convirtiéndose en nada en menosque nada apenas el germen de nada. Unaespecie de enfermedad que surge de lavergüenza. Una debilidad que se parecea la agonía. Debilidad ydesfallecimiento y una plegaria. Diospermíteme descansar llévame ocúltamedéjame morir oh Dios qué cansancio yaestoy muerto desaparecido ydesapareciendo oh Dios ocúltame ydame paz.15Siguió haciendo señales con lacabeza.Ahora por otro motivo aparte delsimple deseo de hablar que le habíaimpulsado en un principio. Seguíahaciendo señales porque no se atrevía apensar. No tenía el valor de formularsesiquiera un interrogante tan simple como¿cuánto tiempo pasará antes de que laenfermera comprenda mi intención?Porque sabía que podían pasar mesesaños el resto de su vida. Seguirgolpeando con la cabeza el resto de suvida cuando el más leve susurro —unapalabra con las sílabas apenasinsinuadas entre dos labios— era todocuanto necesitaba para decir qué quería.Por momentos pensaba que estabatotal y deliberadamente loco aunquedesde fuera debía dar la mismaimpresión de siempre. Nadie podíasospechar que debajo de la máscara y lamucosidad imperaba el más puro cruel ydesesperado desvarío. Ahoracomprendía la locura ahora sabía todosobre ella. Comprendió el irresistibleimpulso de matar sin tener motivos parahacerlo el deseo de destrozar cráneosvivientes hasta convertirlos en pulpa lapasión de estrangular el anhelo deasesinar que era más hermoso másgratificante e imperativo que cualquierotro anhelo conocido hasta entonces.Pero no podía hacerlo no podía matarsólo podía hacer señales con la cabeza.Dentro de su cráneo había un hombrenormal con brazos y piernas y todo lodemás. Era él Joe Bonham atrapado enla oscuridad de su propio cráneoprecipitándose frenéticamente de unoído al otro sobre cualquier agujerocualquier apertura de su cráneo. Al igualque un animal salvaje, intentaba abrirsecamino a zarpazos hacia el mundoexterior. Estaba atrapado en su propiocerebro confundido en los tejidos y lamasa encefálica pateando y excavando yaullando para salir. Y la única personaen el mundo que podía ayudarle no teníala menor idea de lo que él estabahaciendo.Llegó a pensar esta enfermera metiene prisionero. Me tiene prisionerocon más severidad que cualquiercarcelero que cualquier cadena quecualquier muro de piedra que pudieranconstruir a mí alrededor. Empezó apensar en todos los prisioneros sobrelos que había oído o leído acerca detodos los pobres diablos desde elcomienzo de las cosas que fueronatrapados y aprisionados y murieron sinrecuperar nunca la libertad. Pensó en losesclavos en los pobres diablos como élcapturados en la guerra que se habíanpasado el resto de su vida encadenadoscomo animales a los remos queimpulsaban el barco de algún personajedel mar Mediterráneo. Pensó en ellosallá en las profundidades del barco sinsaber nunca adonde se dirigían sin poderrespirar el aire de fuera sin sentir nada aexcepción del remo en sus manos y losgrillos en sus piernas y el látigo que lesazotaba la espalda cuando se cansaban.Pensó en todos aquellos pastores ygranjeros y empleados y pequeñoscomerciantes que habían sidoarrancados bruscamente de su forma devida que habían sido arrojados a losbarcos y allí se habían quedado lejos desu casa y su familia hasta que finalmentese desmoronaban sobre los remos ymorían y eran lanzados al mar parasentir por primera vez el aire fresco y elagua limpia. Pensó en ellos y pensó queeran más afortunados que él porquepodían moverse podían verse estabanmás próximos a la vida que él y noestaban encarcelados con tanto rigor.Pensó en los esclavos en lossubterráneos de Cartago antes de quellegaran los romanos y destruyesen laciudad. Recordó que hacía muchotiempo había leído sobre los esclavoscartagineses sobre lo que hacían y quétrato recibían. Cómo los grandesseñores cartaginenses necesitaban dealguien que custodiara sus tesoros yencontraban a un joven vigoroso learrancaban los ojos con filosas varillaspara que no pudiera ver dónde lellevaban y no supiera dónde se hallabansus caudales. Después conducían alpobre joven ciego hacia los túneles bajoel nivel de la calle hasta la puerta de lacasa del tesoro. Allí le encadenaban unbrazo y una pierna a la puerta y un brazoy una pierna a la pared de modo que elque quisiese entrar debía romper elprecinto y el precinto era el cuerpo vivoy palpitante de un hombre. Pensó en losesclavos cartaginenses en los sótanososcuros ciegos y encadenados y pensóque eran afortunados. Morían muypronto porque nadie se ocupaba de ellosnadie se preocupaba de asegurar que esesoplo de vida permaneciese en suscuerpos el mayor tiempo posible.Agonizaban pero morían en seguida yhasta en su agonía podían apoyarse endos piernas podían tirar de sus cadenas.Podían oír y cuando alguien hablabaalgún noble que descendía hasta la casadel tesoro podían oír el sonido benditode una voz humana.Pensó en los esclavos que edificaronlas pirámides miles decenas de milesgastando la vida entera para erigir unmonumento muerto para un rey muerto.Pensó en los esclavos que luchabanentre ellos en el Coliseo de Roma paraentretener a los señores sentados en suspalcos que alzaban o bajaban el pulgarpara sellar la vida o la muerte de losesclavos. Pensó en los esclavos quedesobedecían orejas cercenadas manosmutiladas con hachas lenguas aullantescontraídas en gritos de súplica mientraseran arrancadas de raíz para que notraicionaran secreto alguno. Infelices entodo el mundo fusilados ahogadosapuñalados crucificados hervidos enaceite azotados hasta morir quemados enla hoguera todas estas cosasconfiguraban el destino de los esclavosel destino de los pobres diablos eldestino de hombres como él. Pero losesclavos podían morir y él no podía yestaba mucho más mutilado quecualquier esclavo que hubiera existidonunca. Sin embargo era uno de ellos eraparte de ellos. El también era unesclavo. A él también le habíanarrancado de su casa. También a él lehabían puesto al servicio de otro sin suconsentimiento. También a él le habíanobligado a luchar contra otros esclavosiguales a él en un sitio extraño. Tambiéna él le habían mutilado y marcado parasiempre. También él era por último unprisionero en la celda más estrecha detodas las celdas la de su propio cuerpoatroz que sólo aguardaba el alivio de lamuerte.Ayúdanos dios pensó ayúdanos atodos los esclavos. Centenares ymillares de años hemos estado haciendoseñales llamando desde lasprofundidades de nuestras cárceles.Todos nosotros los infelices todos losesclavos desde el comienzo de lostiempos haciendo señales llamandollamando...Un hombre había entrado en lahabitación. Un hombre de pasospesados. El hombre se acercó a la camay levantó las mantas y empezó a tocarleel cuerpo. Era el médico. Podíaimaginar a la enfermera diciéndole almédico esa cosa allá en esa habitaciónesa cosa está siempre golpeando con lacabeza. Me pone nerviosa creo quenecesita algo. Venga a ver venga y tratede apaciguarle. Así que el doctor habíavenido y ahora le tocaba. Cuandoterminó el toqueteo el médico le quitó eltubo de la garganta y él sintió unpequeño espasmo de estremecimiento.Siempre le sucedía cuando le quitabanel tubo para limpiarlo. El médico volvióa colocar el tubo en el agujero y sequedó quieto sin hacer nada.Mientras tanto él seguía haciendoseñales con la cabeza y ahora que eldoctor se había quedado quieto lo hacíacon mucha más fuerza. Era posible queel médico comprendiera cuál era suintención. Sintió la vibración de lospasos del médico que se dirigían haciala cómoda y luego volvían. Sintió algohúmedo y frío contra el muñón de subrazo izquierdo. Luego sintió unpequeño pinchazo un dolor agudo comoel de una aguja y se dio cuenta de que elmédico le inyectaba algo en el brazo.Antes de empezar a sentir susefectos adivinó que se trataba de algunadroga. Trataban de acallarle. Lo habíanintentado desde el principio sabiendoperfectamente lo que él estaba haciendo.Nadie con una pizca de cerebro podíaimaginarlo. Y también sabia qué leestaban haciendo. Conspiraban contra élahí fuera en la oscuridad. Habíanintentado lo posible para obligarle aestar quieto pero él les había derrotado.Había seguido llamando. De modo queahora le anestesiaban. Le obligaban acallar. No querían escucharle. Lo únicoque querían era olvidarle. Sacudiófrenéticamente la cabeza para tratar dedecirles que no quería que le doparan.Entonces retiraron la aguja ycomprendió que ya no importaba si élquería o no.Decidió seguir con su cabeceo apesar de ellos para fortalecer suvoluntad hasta el punto de que auncuando la droga le venciera aun cuandocayera completamente dormido losefectos de su fuerza de voluntadpudieran trasladarse a su sueño y lepermitieran seguir cabeceando de lamisma forma que una máquina que siguefuncionando después de que te hasmarchado.Pero la bruma se alojó en su cerebrouna parálisis se apoderó de su carne y lepareció que cada vez que alzaba lacabeza de la almohada debía levantar unenorme peso. El peso se hizo cada vezmás intenso el cabeceo más lento sucarne se convirtió en la carne de unmuerto su mente pareció encogerse ymarchitarse a medida que le vencía elsueño. Su último pensamiento fueganaron otra vez pero no podrán ganarsiempre no podrán ganar siempre oh nono para siempre...16Las cosas empezaron a cambiarlentamente a consumirse en amplioscírculos brumosos para disolverse unasen otras. Le parecía relajarse en cadamúsculo de su cuerpo relajarse en sucerebro. La cama era más blanda quenunca. La almohada bajo su nuca eracomo una almohada de nube. Las mantasencima de su vientre y de su pecho eranmantas de seda de suave telaraña detenue aire tibio. No había nada debajode él ni encima de él ni a su derecha ni asu izquierda. La piel se había vueltolacia y perezosa y hasta su sangreparecía detenida y no impulsada por sucorazón sino cálida y líquida e inmóvilen sus venas.Y no obstante en medio de estamagnífica quietud había movimiento.Esa cosa perfectamente laxa que era élsu cuerpo y su mente se desplazabalentamente a través de un mundo sinaire. Sólo que no era el mundo. Erameramente un espacio fulgurante en elque se movía ora rápida ora lentamenteno sabía porque no había aire que seagitara a su paso. Era esa suerte demovimiento que debe hacer una estrella.Una estrella carente de atmósfera o vidaal completar su órbita constante a travésde la nada.Y había colores por todas partes. Nocolores bruscos o violentos sino esosmatices que asume el cielo al amanecery los rosados y los azules y alhucemasdel interior de una caracola que depronto crecía hasta abarcar el cielo ytodo cuanto éste contenía. Los coloresflotaban hacia él flotaban dentro de él sedisolvían en las partículas de su cuerpoy después se marchaban para dar paso anuevos colores cada vez más y másmaravillosos tan hermosos y grandes.Había colores fríos colores que olían aperfume dulce colores que componíanuna débil y desvaneciente melodía.Podía escuchar la música en todaspartes y sin embargo no era estridente.Era una especie de música tan tenue queapenas emitía un sonido. Erasimplemente una parte del espacio unsonido que era lo mismo que el espacioy el color un sonido que no era nada y almismo tiempo era más real que la carnela sangre y el acero. La música era tansuave tan tintineante que parecía formarparte de él tanto como las pequeñasfibras de su cuerpo. La música era comoun fantasma blanco a la luz del día. El yel espacio y los colores y la música eranla misma cosa. Su cuerpo a la deriva sehabía confundido con ellos como elhumo en el cielo y ahora tanto él comoellos eran una parte del tiempo.Luego cesó la melodía y sobrevinoel silencio. No era el simple silencioque llega a veces cuando estás en elmundo el silencio que es sólo ausenciade ruido. No era siquiera el silencio delos sordos. Se parecía al silencio que seoye cuando te llevas una caracola aloído el silencio del tiempo mismo quees tan grandioso que hace ruido. Era unsilencio que parecía un trueno en ladistancia. Era silencio tan denso que yano era silencio. Cambiaba de una cosa aun pensamiento y por fin sólo era miedo.Se quedó suspendido en el silencioaguardando que ocurriera algo. No sabíaqué pero sabía que algo ocurriría. Eracomo si ya hubiese vislumbrado labocanada de humo de una carga dedinamita y ahora estuviese esperando elestruendo. Su caída rompió el silencio.La presión del aire a través del cual caíale devolvió a la fuerza la respiración alos pulmones. Caía un millón de vecesmás velozmente que un meteorito másveloz más veloz que la luz que atraviesadiez mil años y diez mil mundos y lascosas se volvían más sonoras másligeras y más terribles. Grandes globosredondos más voluminosos que el solmás grandes que toda la vía láctea seaproximaban a él con tanta rapidez queparecían los naipes arrojados de unabaraja. Llegaban y le golpeaban enpleno rostro y estallaban como pompasde jabón para dar paso al siguiente y alsiguiente. Su cerebro trabajaba con tantarapidez que tenía tiempo de retrocederante cada uno y cuando estallabaprepararse para el siguiente impacto.Empezó a girar con más velocidadque la hélice de un avión y ese girarproducía ruidos en su cabeza. Oía vocestodas las voces del mundo voces quetenían brazos y piernas voces que seextendían para atraparle y voces quepateaban a su paso. Las cosas pasabantan rápidamente ante sus ojos que sólopodía ver la luz. Cuando vio la luz supoque nada era real porque las cosasreales hacen sombras e interceptan laluz.Y después todo el sonido parecióconcentrarse en una voz que llenaba elmundo entero. Prestó atención a la vozporque ella le había detenido en sucaída. Se había convertido en todo elmundo y el universo y la nada que lescircundaba. Era la voz de una mujer quelloraba y que él había oído antes.¿Dónde está mi hijo dónde está mihijo? Es menor de edad ¿no lo ve usted?Hace una semana llegó de Tucson. Letuvieron preso por vagabundo y yo herecorrido todo el camino hasta aquí pararecuperarle. Le permiten salir de lacárcel si se une al ejército. Sólo tienedieciséis años pero es grande y fuertepara su edad. Siempre fue así. Esdemasiado joven. Es una criatura.¿Dónde está mi niño? Acaba de llegarde Tucson y he venido para llevarle acasa.La voz se desvaneció pero ahora élsabía de qué se trataba. Ese niño eraCristo. No cabía duda alguna. Elmuchacho era Cristo y venía de Tucson yahora su madre le buscaba y lloraba porél. Podía ver a Cristo que venía deTucson temblando por las ondas delcalor del desierto con túnicas flotantesque surgían de él como en un espejismo.Cristo venía a la estación de ferrocarrily se sentaba junto a ellos.Le pareció que debía haber unpequeño cuarto cerca de la estación yque allí jugaban a las cartas hasta que eltren se pusiera en marcha. No conocía alos otros y ellos no le conocían a él peroeso no parecía importante. Fueraaullaban las multitudes y tocaban lasbandas y él con cuatro o cincomuchachos en un pequeñocompartimiento tranquilo jugaba a lascartas cuando Cristo llegó de Tucson yse les acercó. El tío pelirrojo levantó lamirada y preguntó ¿juegas a las cartas? yCristo respondió por supuesto y el tíoque parecía un sueco dijo acerca unasilla. La mesa apuesta exclamó elpelirrojo y recuerda antes de la primeracarta debes apostar. Cristo dijo buenometió la mano en el bolsillo sacó unamoneda de un cuarto de dólar y la pusosobre la mesa.El pelirrojo empezó a repartir lascartas y todos las miraron salvo el suecoque gruñía y exclamaba ¡Cristo! québien nos vendrían unas bebidas. Cristole sonrió y dijo ¿por qué no bebes sitienes tantas ganas? El tío que parecíasueco miró a Cristo y después a la mesay realmente había un vaso de whiskyjunto a su mano derecha. Entonces todosmiraron su mano derecha y había unvaso de whisky junto a cada uno. Todosmiraron a Cristo y el pelirrojo dijo¿cómo diablos lo has hecho? Cristo selimitó a sonreír y dijo puedo hacercualquier cosa pero no me exijáisdemasiado. El que repartía las cartas letiró una y Cristo la miró como si fueseuna mala noticia. Luego empujó eldinero hacia el que repartía. Nunca pudehacer un doce dijo con voz compungida.No entiendo por qué un doce debe sermás difícil que un trece ¿verdad? Nodebería serlo pero lo es dijo elpelirrojo. No hay ningún misterio dijo eltío que parecía sueco es cuestión delazar un doce es como cualquier otronúmero más alto pero mejor y el quediga otra cosa es un supersticioso.Diablos dijo un muchachito que ibaganando y probaba el whisky esto es lomejor del mundo probadlo. Tiene queser bueno dijo Cristo mirando su dinerosobre la mesa porque tiene dieciséisaños.De pronto el pelirrojo bajó lascartas y se puso en pie desperezándose ybostezando. Bueno dijo llaman al trendebo marcharme. Todos debemosmarcharnos. Me matarán el veintisietede junio y debo despedirme de mi mujery de mi hijo. El niño sólo tiene un año yocho meses pero es muy listo diablosquisiera verle cuando tenga cinco. Medoy cuenta con claridad que me matarán.Acaba de amanecer y todo es fresco ybello con el sol espléndido y el airehuele bien. Vamos a las trincheras ycomo soy sargento debo saltar primero.Apenas asomo la cabeza por el bordeuna bala me golpea como un martillazo.Caigo hacia atrás por encima de latrinchera y trato de decirles a los otrosque se marchen sin mí pero no puedohablar y ellos salen de todas maneras.Me quedo tendido allí mirando suspiernas que pasan velozmente y trepan ydesaparecen. Pataleo y me retuerzo unrato como un pollo. Luego me aprietocontra el barro. Esa bala me dio en lagarganta así que me acurruco allí en pazy veo cómo brota la sangre. Despuésestoy muerto. Pero mi mujer no lo sabede modo que tengo que decirle adióscomo si pensara en regresar.Mierda dijo el muchachito que ibaganando hablas como si fueses el único.Nos matarán a todos para eso estamosaquí. Cristo ya está muerto y ese suecocorpulento va a coger una gripe y moriráen el campamento y tú que estás en elrincón te harán volar tan alto que no vasa dejar ni para recuerdo y yo quedarésepultado en el derrumbe de unatrinchera y luego me asfixiaré ¿no es unamuerte horrible?De pronto se quedaron en silencioescuchando y el pelirrojo dijo ¿qué eseso? En alguna parte en el aire muyarriba sonaba una música. Era músicatenue e intensa como un fantasma bajo laluz del sol. Era música pálida blanca tanhermosa tan tenue y sin embargo tanintensa que todos la escuchaban. Eramúsica como una brisa suave lenta queencuentra su camino más allá del airedonde sólo hay espacio. Era música tanlánguida tan trémula tan dulce que todosse estremecieron mientras se ponían depie y escuchaban. Es la música de lamuerte dijo Cristo. La tenue e intensamúsica de la muerte.Todos se quedaron en silencio uninstante y después el muchachito que ibaganando dijo ¿qué diablos hace ésteaquí? Este no va a morir. Y entoncestodos le miraron. En ese momento nosupo qué decir se sentía como quienllega a una fiesta sin invitación yentonces dijo carraspeando a lo mejortienes razón pero seré igual a un muerto.Me volarán los brazos y las piernas yme borrarán el rostro de modo que nopodré ver ni oír ni hablar ni respirar yviviré aunque esté muerto.Entonces todos le miraron y por finel tío que parecía un sueco dijo Jesúsestá más jodido que nosotros. Hubo otrorato de silencio y todos parecíancontemplar al pelirrojo como si fuera elpatrón. Diablos dijo el pelirrojodespués de mirarle fijamente tiene razóndejadle en paz. Y todos subieron al tren.En el camino hacia el tren elmuchachito que iba ganando le dijo aCristo ¿Cristo y tú vienes con nosotros?Y Cristo respondió sólo os acompañaréun trecho pero no muy lejos porquetengo que esperar muchos trenes recibirmontones de muertos no os imagináiscuántos. De forma que subieron al tren yCristo dio un pequeño salto y cayóencima de la locomotora. Cuando el trenarrancó todos pensaron que el ruido erael silbato de la locomotora pero no era.Eran los gritos de Cristo encaramadoallí arriba. Así avanzaba el tren gritandocon Cristo sobre el techo de lalocomotora sus ropas flotando detrás ygritando con toda su voz. El tren iba tanrápido que lo único que se podía ver porla ventanilla era una línea entre el cieloy la tierra y nada más.Muy pronto el tren se encontró enmedio de un gran desierto de un amarilloardiente que temblaba bajo el sol. Máslejos había una nube una neblina queflotaba entre el cielo y la tierra pero máscerca de la tierra. Y de la neblina veníaCristo de Tucson. Cristo flotaba sobre eldesierto arrastrando unas túnicaspúrpuras mientras las ondas de calornadaban en torno suyo.Al mirar a Cristo allí arriba sobre eldesierto no pudo soportar más el tren.Hombres muertos iban en ese tren.Hombres muertos u hombres vivos y élno era ni una ni otra cosa así que nadatenía que hacer allí. No tenía nada quehacer en ninguna parte no había lugarpara él había sido olvidado yabandonado y estaba solo para siempre.Entonces saltó por la ventanilla yempezó a correr hacia Cristo.El tren de pesadilla seguíaavanzando bajo la luz del sol su silbatoululando y los muertos dentro reían.Pero él estaba solo en el desiertocorriendo corriendo hasta que suspulmones dejaron oír un chirridomientras corría en dirección a Cristoque flotaba en el calor con sus túnicaspúrpuras. Corrió y corrió y corrió y porfin llegó hasta Cristo. Se arrojó sobre laarena ardiente a los pies de Cristo yempezó a llorar.17Despertó como quien despierta deuna borrachera con el cerebroconfundido y brumoso nadando lenta ydolorosamente hacia la realidad.Despertó golpeando la cabeza sobre laalmohada. Ese cabeceo ya formaba partede su despertar de tal modo que elprimer fulgor de conciencia lesorprendía ya cabeceando y más tardecuando le venció el agotamiento y sumente comenzó a nublarse y el sueñotrepó por su cuerpo seguía cabeceando.Yacía sin pensar en nada. Le dolía ypalpitaba el cerebro y su cabezagolpeaba contra la almohada. SOS.Socorro.Luego cuando su mente se aguzó ycomenzó a pensar en lugar de sentirsolamente detuvo el cabeceo y se quedóquieto. Algo muy importante habíaocurrido. Tenía una nueva enfermera dedía.Lo adivinó apenas se abrió la puertay ella empezó a recorrer la habitación.Sus pasos eran ligeros mientras que losde la enfermera habitual la viejaeficiente rápida enfermera de día eranpesados. La nueva enfermera marcócinco pasos para llegar junto a su cama.Eso significaba que era más menuda quela otra y seguramente más joven porquela vibración de sus pasos parecía alegrey vivaz. Por lo que podía recordar era laprimera vez que la vieja enfermera noaparecía a atenderle.Se quedó muy quieto y muy tenso.Esto era como conocer un nuevo secretocomo abrirse a un nuevo mundo. Sin unmomento de vacilación la nuevaenfermera le quitó las mantas. Y despuéscomo casi todas las otras que le habíanprecedido se quedó un instante inmóviljunto a su cama. Supo que le estabamirando. Imaginó que seguramente ya lehabían advertido. Sin embargo elespectáculo era posiblemente muchopeor que cualquier descripción de modoque en el primer momento no pudo hacerotra cosa que mirarle. Pero después enlugar de volver a cubrirleapresuradamente con las mantas comohacían algunas o salir huyendo de lahabitación o quedarse de pie sollozandoy humedeciendo su pecho con laslágrimas le puso la mano en la frente.Nadie había hecho eso de esa forma.Quizá nadie había podido hacerlo. Eracomo posar la mano cerca de un cáncerabierto algo tan terrible y enfermanteque nadie podía soportar la idea ymucho menos el acto. Sin embargo estanueva enfermera de pasos livianos yfelices no tenía miedo.Colocó su mano sobre la frente y élsintió que su mano era joven y pequeñay húmeda. Puso la mano en la frente y élintentó frotársela con su piel parademostrarle cuánto apreciaba la formaen que había procedido. Era comodescansar después de un largo trabajo.Casi como dormir era encantador ymaravilloso tener esa mano sobre lafrente.Luego empezó a pensar en lasposibilidades de esta nueva enfermera.Por algún motivo la anterior se habíamarchado. La anterior nunca habíacomprendido cuál era su intención nuncahabía comprendido que con el resto desus fuerzas intentaba hablarle. Noprestaba la menor atención a sus señalessalvo para tratar de silenciarlas. Pero sehabía marchado y en su lugar tenía unaenfermera nueva una joven enfermeraaudaz y dulce. Nadie podría sabercuánto tiempo la tendría. Podíamarcharse de la habitación y no volvermás. Pero por el momento la tenía ysabía que de alguna forma ella habíapercibido lo que él sentía porque de locontrarío no le hubiese puesto tanrápidamente la mano en la frente. Si élpudiera cabecear con mucha fuerza claray firmemente quizá ella entenderíaaquello que nadie había consideradoimportante tener en cuenta. Podríaentender que él hablaba. La viejaenfermera podría volver y entonces élno volvería oír los pasos de la nueva. Sise marchaba con ella se desvanecería suúltima oportunidad. Seguiría el resto desu vida cabeceando cabeceandocabeceando y nadie comprendería queestaba intentado producir un milagro. Lanueva enfermera era su tregua supequeñísima oportunidad en todas lashoras y semanas y años de su vida.Endureció los músculos de su cuelloy se preparó una vez más para empezar agolpear la cabeza contra la almohada.Pero sucedió otra cosa extraña que ledetuvo. Ella le abrió la camisa de modoque su torso quedó al descubierto.Movía la punta de su dedo contra la pieldel pecho. Por un momento él se sintióintrigado incapaz, de comprender quéintentaba hacer. Después concentrandotodo su pensamiento en la piel de supecho comenzó a comprender que sudedo no se desplazaba al azar. Hacía undibujo sobre su piel. El mismo dibujouna y otra vez. Sabía que había algúnpropósito en esa repetición y se pusotenso y alerta para descubrirlo. Como unperro ansioso que se esfuerza por serbueno y comprender las órdenes de suamo se quedó rígido y concentrado en eldibujo que trazaba la enfermera.Lo primero que advirtió en el dibujoera que no tenía curvas. Sólo líneasrectas y ángulos. Empezaba con unalínea recta ascendiente y después bajabaen un ángulo y volvía a subir en otroángulo y bajaba en línea recta y sedetenía. Repitió el dibujo una y otra vezora lenta ora rápidamente y otra vezlentamente. A veces hacía una pausa alterminar el dibujo y por la extrañacomprensión que habla surgido entreellos supo que sus pausas eran signos deinterrogación. Que ella le miraba y lepreguntaba si comprendía y esperaba surespuesta.Cada vez que hacía una pausa élmeneaba la cabeza y luego ella repetíael dibujo una vez más y de pronto enmedio de esa paciente repetición labarrera que les separaba se rompiósúbitamente. Con un impulso instantáneode aprehensión entendió el movimientode su mano. Estaba trazando la letra Msobre la piel de su pecho. El asintiórápidamente para comunicarle queentendía y ella le palmeó la frentealentadoramente como diciéndole quénotable qué bien cómo se esfuerza ycuán rápidamente aprende. Luegoempezó a dibujar otras letras.Las otras resultaron más fácilesporque él entendía cuál era su propósito.Tensaba la piel del pecho para poderpercibir con mayo nitidez la impresióndel dedo. El captaba tan velozmente quealgunas de las letras sólo tenía quetrazarlas una vez. Ella trazó la letra E yél asintió y la letra R y volvió a asentircon la cabeza y nuevamente la R ydespués la letra Y y asintió y entonceshubo una larga pausa. El resto de lasletras se agolparon en su mente como untorrente. La C y la H y la R y la I y la S yla T y la M y la A y la S y todo esodecía merry Christmas.Feliz Navidad feliz Navidad felizNavidad.Ahora comprendía. La viejaenfermera se había marchado a pasar lasNavidades lejos de él y esta nuevaenfermera esta joven hermosaencantadora comprensiva enfermera ledeseaba feliz Navidad. Cabeceófrenéticamente y ese movimientosignificaba feliz Navidad para ustedfeliz Navidad oh feliz Navidad.Con una especie de histéricafelicidad pensó cuatro años tal vez cincono sé cuántos años pero he estado solotodo ese tiempo. Todo mi trabajo estáperdido mi forma de registrar el tiempoolvidada pero no importa porque ya noestoy solo. Los años y años y años quehabía pasado solo y ahora por primeravez alguien llegaba a él le hablaba ledecía feliz Navidad. Era como unaenceguecedora luz blanca en medio de laoscuridad. Como un gigantescomagnifico sonido en medio del silencio.Como una gran carcajada en medio de lamuerte. Era Navidad y alguien se habíaabierto paso hasta él y le deseaba felizNavidad.Oyó el sonido de las campanillas enlos trineos y el crepitar de la nieve y viovelas en las ventanas brillando cálidas yamarillas sobre la nieve y habíaguirnaldas de acebo con bayas rojasanidando en ellas como carbonesencendidos y en lo alto había un cieloclaro con nítidas estrellitas azules yblancas y un sentimiento de paz y alegríay alivio por que era Navidad. Le habíanhecho volver al mundo.Feliz Navidad feliz Navidad felizNavidad.En toda la casa vísperas deNavidad todas las criaturas ensilencio ni siquiera el bullicio deun ratón. Los calcetines pendencon cautela junto al hogaresperando la pronta llegada deSan Nicolás...Todas las vísperas de Navidaddesde que él recordaba su madre leía unpoema. Aun cuando ya era demasiadogrande como para creer en Santa Clauscuando ya era un hombre de dieciséis odiecisiete años su madre seguía leyendoel poema. Al principio cuando estabantodos juntos era maravilloso escucharla.Se reunían en la sala de la casa en ShaleCity las vísperas de Navidad antes dedormir para escuchar a su madre recitarel poema. Su padre trabajaba hasta muytarde en la tienda atendiendo los últimospedidos navideños pero a las diez de lanoche el almacén cerraba y su padrevolvía a casa. Afuera nevaba y hacíafrío pero la sala estaba siempre tibia yde la base de la panzuda estufa decarbón se desprendía un cálidoresplandor polvoriento y anaranjado.Elizabeth era muy pequeña y dormíaen su cama pero Catherine estaba allí ysu padre y su madre y él. Catherinellevaba camisón y sus ropas se apilabanjunto a la estufa para que estuvierantibias para la mañana siguiente cuandose vistiera. No tenían hogar de modo queusaban una silla a modo de repisa.Sobre la silla colgaban sus calcetines elde su padre el de su madre el deCatherine el suyo y el minúsculoescarpín de Elizabeth. Su padre sereclinaba en el sillón Morris y Catherinese recostaba contra sus piernas. Sumadre ocupaba el otro sillón con ellibro abierto. No era fácil imaginar porqué su madre leía el poema dado quetodos lo conocían de memoria. Peroquizá era una costumbre. El seacurrucaba en el suelo con las manosalrededor de las piernas y contemplabala puerta de la estufa donde las llamassaltaban detrás de las ventanas de mica.La luna en el seno de lanieve reciente daba un esplendormeridiano a los terrenales entescuando ante mis ojos errantes noeran más que un menudo trineo yocho minúsculos renos...Ninguno de ellos olvidó jamás elpoema. Podían recitarlo íntegro encualquier momento del año porque erael poema de Navidad. Al oírlo parecíaque un delicioso aire de misterio sefiltrara en la sala. Cada miembro de lafamilia tenía un pequeño escondite paralos regalos en algún sitio de la casadonde los otros no los pudieran ver. Eramuy deshonesto andar espiando el díaantes de Navidad de modo que nadie lohacía pero no había nada de malo enespecular acerca de dónde podían estar.El rostro de su madre mientras leíaparecía asumir un cálido resplandor defelicidad. Estaba allí en su casa rodeadapor su familia y todos estaban vivos yera Navidad y ella leía el poema quehabía leído siempre. Era tan cálido tanseguro tan reconfortante estar en casa enNavidad en una bonita sala con unabuena estufa sentir de algún modo queaquí había un oasis en el desierto unsitio seguro para siempre un sitio úniconunca dañado nunca invadido. Yahora... qué haría su madre estanoche... su padre muerto y él lejano ynuevamente era víspera de Navidad. Sepreguntó si en algún lugar del mundo sumadre estaría leyendo el poema en estemomento. Casi podía oír su voz temblarexcitada cuando se acercaba a suculminación.Ahora enérgico ahoradanzarín ahora altivo y sereno —en cometa en Cupido conapremio tempestuoso— de loalto del soportal a lo alto de lapared ahora salpica salpica losalpica todo...Los ojos pardos de Catherinemiraban fijamente desde su refugio juntoa los pies de su padre mirabansobriamente aunque centelleaban conpequeños fulgores de emoción. Los ojosde su padre se velaban como si sehubiesen replegado un poco eimaginaran la escena desde su adultez.Había vivacidad en el rostro de sumadre y su voz era triunfante cuandollegaba la parte en que Santa Claus sedeslizaba por la chimenea y sacudía lacabeza y se ponía a trabajar con supequeña barriga trémula de risa. Ydespués la parte en que se llevaba undedo al costado de la nariz hacía unmovimiento con la cabeza y la chimeneasubía. Después el tejado desde donde sepodía escuchar a los renos que raspabancon sus patitas ansiosos por levantarvuelo hacia la próxima casa.Saltó en su trineo a su equipoun silbido dio y lejos todosvolaron cual semillas deamargón. Pero le oí exclamarantes de partir Feliz Navidad atodos y a todos buenas noches...Mientras la voz de su madre seapagaba todos se quedaban un momentoen silencio. Nadie decía una palabraporque todavía faltaba algo. Su madrehacía a un lado el libro de poemas ybuscaba otro libro. Tenía una marca enla biblia y allí la abría y volvía a leer.Leía la historia del pequeño cristo delniño Jesús y de cómo había nacido en unpesebre y cómo la estrella brillabasobre Belén y cómo los reyes magosllegaron hasta él y todos los ángeles delcielo esa noche se acercaron a la tierrapara cantar a la paz y al niño Jesús y ala buena voluntad entre los hombres.Podía escuchar su voz leyendo suavey reverentemente. Las palabras brotabancomo una música de sus labios. Eraextraño que él nunca hubiese leído lahistoria bíblica de la Navidad. Sólo lahabía escuchado cuando la leía sumadre. No podía recordar las palabraspero aún podía rememorar las imágenesque acudían a su mente mientras sumadre leía. Conocía la historia dememoria.Todo el mundo iba a Belén porqueera la época de pagar impuestos y teníanque presentarse ante la corte yregistrarse y pagar. La afluencia habíasido constante durante todo el día yahora de noche el pueblo estaba lleno degente. Entre los que venían había unhombre de nombre José carpintero en elpueblo de Nazareth.José había tenido que terminar condiversos quehaceres domésticos antesde marcharse y María su mujer estabaencinta y no pudo ayudarle así quellegaron tarde. Cuando alcanzaron losalrededores de Belén ya habíaoscurecido. José conducía el burro porlas riendas y la pobre muchacha Maríade ojos remotos cabalgaba deseandollegar pronto porque ya sentía losdolores y sabía que no faltaba muchotiempo. Era su primer hijo y ella nosabía qué hacer cuando se acercara elmomento.Apenas llegaron al pueblo Joséempezó a recorrer los hospedajesbaratos. No era muy hábil para ganardinero y apenas tenían lo suficiente parapagar sus impuestos y una noche dealbergue. Iban de hostal en hostalmientras María se asustaba cada vezmás a medida que se intensificaban susdolores pero todos los hostales estabanllenos porque hasta en aquel entonceshabía mucha gente pobre y todos habíanalquilado antes que José losalojamientos baratos. Por últimocontaron su dinero y José resolvióintentar en un hotel. Podían obtener unahabitación interior y quizá él podríarealizar algún trabajito en la casa por lamañana si el dinero no alcanzaba.Pero el hotel también estaba repleto.Entonces José habló muy seriamentecon el gerente del hotel. Vea le dijovengo desde muy lejos y tengo a mimujer conmigo que va a tener un niño.Mírela ahí sobre el burro. Es muy joveny está asustada. Para empezar no tendríaque haber venido pero no podía dejarlasola y no pude arreglarlo para quealguien se quedase con ella por la nocheporque están todos aquí pagando susimpuestos. Tengo que encontrar un sitiopara que ella duerma. Eso es todo.El gerente del hotel se asomó a laoscuridad y vio el rostro blanco einquieto de María. Es bonita pensó ytambién está asustada como dice sumarido. Pero qué embrollo si llega atener ese niño la gente sin medios nodebería tener hijos pero ¿qué le vamos ahacer? Está bien le dijo a José. Creo quepuedo encontrar un sitio para usted. ¿Veese pasaje allí? Sígalo todo recto yllegará al granero. En el fondo hay unpesebre. Haré que uno de los muchachosponga un poco de heno y le resultarácómodo. No tengo inconveniente endecirle que espero que no tenga el niñoaquí esta noche porque si gritainquietará a mis huéspedes toda gente decategoría incluso tres senadoresromanos. Pero vaya usted.José agradeció y fue a buscar aMaría. ¡Ah! casi me olvidaba gritó elhotelero no encienda fuego porque miseguro lo prohíbe y no quiero que me locancelen. José gritó que no sepreocupara que sería muy cuidadoso y elhotelero volvió al calor del fuego y sequedó un rato pensando es unavergüenza que a la gente se le ocurraparir en cualquier parte hace frío estanoche confío en que ella no haga unescándalo.En el pesebre José encendió unalinterna y preparó un bonito lecho deheno y María se tendió allí y tuvo supequeño. Era un niño. Le envolvieron enuna manta que habían traídoespecialmente y María que era una jovensana y fuerte abrazaba a su pequeño confuerza. Sabía que sería un varón le dijoa José. ¿Qué nombre le pondremos?preguntó José. Creo que desearíallamarle Jesús dijo ella. Mirófugazmente al pequeño y luego a José.Sus ojos ya no reflejaban miedo en suslabios había una sonrisa.Pero José que les contemplaba aambos no sonreía. María lo advirtió ydijo ¿qué te ocurre José? no parecesfeliz es un hermoso niño mira esasmanos regordetas ¿por qué no sonríes?Y José respondió una luz rodea lacabeza de nuestro pequeño. Unresplandor suave como la luz de la luna.María asintió como si no le causara lamenor sorpresa y dijo pienso que debehaber una luz como ésa alrededor de lacabeza de todos los recién nacidosporque acaban de venir del cielo. Y Josédijo con voz desfalleciente como si depronto hubiera perdido algo también tútienes una luz alrededor de la cabeza.En las colinas más allá de Belén unpastor de ovejas intentaba descansar.Las ovejas estaban echadas y la genteque había acudido a Belén de todaspartes había provocado una agitación tangrande que con seguridad los lobos sehabrían retirado asustados en direccióna las montañas de modo que podríadormir un rato sin peligro. Dormíacuando súbitamente se despertó por unaluz que brillaba sobre su rostro. Abriólos ojos y miró a su alrededor. Por uninstante no pudo ver nada porque la luzde la estrella le había cegado. Cuandopor fin pudo recuperarse vio una estrellasuspendida a baja altura en el cielo deBelén. Una estrella tan cercana que casise la podía alcanzar y tocar y tanbrillante que iluminaba todo el pueblo.Los muros y los tejados de Belén serecortaban nítidos y claros y blancos yen el cerro en torno suyo pudo ver susovejas como terrones de plata sobre latierra.Luego oyó ruidos en el camino ymiró a la izquierda. Al pie del cerrodonde el camino se curvaba hacia Belénvio tres camellos con tres jinetes. Porsus ropas el pastor dedujo que eranforasteros. Los adornos de plata de sussillas de montar reflejaban la luz de laestrella de Belén. Les observó uninstante pensando que parecían muyricos como para tener que pagarimpuestos y entonces oyó la música. Elaire se pobló de ángeles que cantaban ala luz de la estrella. Esta noche cantabanen el pueblo de Belén ha nacido un niñoque será el salvador del mundo. Es elpríncipe de la paz y el hijo de Dios y sunombre es Jesús. Paz en la tierra y buenavoluntad entre los hombres. Alegraostodos y cantad con los ángeles porqueesta noche ha nacido el salvador. Pazpaz paz en la tierra y buena voluntadentre los hombres.El pastor de ovejas no estabahabituado a que los ángeles cantaran enel cielo justamente en el sitio donde éltrabajaba. Por lo tanto supo que setrataba de una especie de milagro y searrodilló y bajó la cabeza en oración.Durante un largo rato no elevó los ojosaunque temía que todo ese ruido pudieraespantar a sus ovejas y se vieraobligado a pasar la noche buscándolas.Muy lejos en Roma un hombre en unpalacio se revolvió en su sueño. Casidespertó y luego volvió a adormecersepreguntándose entre sueños por quéestaba inquieto. En el pesebre de BelénMaría escuchaba a los ángeles y noparecía sentirse tan feliz como cuandovio a su niño por primera vez. Mirabafijamente a los reyes magos que habíanacudido con sus regalos. Abrazaba confuerza a su pequeño. Sus ojos estabanllenos de dolor y miedo por el niño.18Cuando por fin se obligó suspensamientos a apartar de la Navidad lafeliz Navidad comenzó a cabecearnuevamente. Sólo que esta vezcabeceaba con firmeza con vigor llenode esperanza y convicción porque sedaba cuenta de que esta nueva enfermeraesta maravillosa nueva enfermera seesforzaba en pensar tanto como él y enla misma cosa. Sabia claramente comosi ella se lo hubiese dicho que estabaresuelta a quebrar el silencio que seinterponía entre él como un hombremuerto y él como un hombre vivo. En lamedida en que ya había pensado en unaforma de hablarle sabía que prestaríaatención cuando él intentara responder.Las otras demasiado ocupadas oexhaustas o bien no muy inteligentes nohabían sido capaces de comprender suintención. Habían considerado sucabeceo como un tic nervioso como unaenfermedad como el capricho de un niñoo un síntoma de locura. Todo menoscomo un significado real todo menoscomo un grito desde la oscuridad unavoz desde la muerte una súplicasilenciosa de amistad y de alguien conquien hablar. Pero la nueva enfermera leentendería y le ayudaría.Cabeceó con mucho cuidado muylentamente para demostrarle que habíaun método en lo que hacía. Del mismomodo que ella había repetido el dibujode la letra M sobre su pecho una y otravez así comunicaba él ahora su señal deangustia mediante el cabeceo. Perolenta... tan lentamente. Punto puntopunto punto punto punto punto punto.SOS. Socorro. La repitió una y otra vez,De tanto en tanto se detenía al completarla señal. Ese era su signo deinterrogación de mismo modo que laspausas habían sido un signo deinterrogación para ella. Se detenía eintentaba conceder una expresiónexpectante a todo aquello que eravisible de él su pelo y la mitad de lafrente encima de la máscara. Luego al norecibir respuesta recomenzaba. Ymientras seguía cabeceando sabia queella estaba cerca observando ypensando.Después de un largo rato de esperary observar y pensar ella comenzó ahacer cosas. Las hacía muydeliberadamente tan deliberadamenteque hasta sus movimientos parecíanpensativos. Primero deslizó el orinalbajo las mantas colocándolo junto a sucuerpo para que el pudiera reconocerlo.El sacudió la cabeza. Se llevo el orinaly trajo la bacinilla. El sacudió lacabeza. Ella retiró la bacinilla. Ahorano había vacilación en sus movimientos.Parecía tener pensado cada movimientoantes de completar el anterior.Trabajaba con habilidad e inteligenciapara eliminar una por una todas lasposibles causas de su cabeceo sinpausas intermedias. El comprendió quemientras estaba a su lado observando ypensando había elaborado un plan queahora ponía en práctica de la maneramás directa posible.Le quitó la manta dejándole sólo conuna sábana. Él sacudió la cabeza. Volvióa poner la manta y colocó otra encimapara abrigarle mas. Él sacudió lacabeza. Había detenido el cabeceoesperando atentamente a que ella llevaraa cabo su plan. Ella le descubriótotalmente y le modificó la posición deltubo en su garganta. Él sacudió lacabeza. Dio una palmada sobre la vendaen su costado. Él sacudió la cabeza.Sacudió la cabeza y se asombró deconservar la sensatez que exigía hacerlodado que estaba tan excitado que apenaspodía pensar. Ella le levantó la camisaque le cubría y comenzó a trotarle elcuerpo lentamente. Él sacudió la cabeza.Volvió a cubrirle y se dirigió hacia lacabecera de la cama. Le frotó la frenteapaciguadoramente. El sacudió lacabeza. Le alisó el pelo le rascó elcráneo y le masajeó los nudillos. Élsacudió la cabeza. Le aflojó la cuerdaque sujetaba la máscara sobre su rostro.Él sacudió la cabeza. Levanto lamáscara y le abanicó suavemente paraque entrase aire y asegurarse de que nose pegaba. Él sacudió la cabeza. Dejócaer la máscara y no hizo nada más. Élsintió que estaba en pie junto a lacabecera de la cama mirándoleatentamente tan alerta y ansiosa como él.Había hecho todo cuanto se le habíaocurrido y ahora estaba en pie quietacomo diciéndole ahora le toca a ustedpor favor haga todo lo posible porexplicarme y yo haré todo lo posible porcomprender.Él empezó a cabecear nuevamente.Le pareció que su respiración sedetenía. Le pareció que su corazón sedetenía y que la sangre de su cuerpo secongelaba. Le pareció que la única cosaviviente en el mundo era su cabezamientras la golpeaba una y otra vezcontra su almohada. Sabía que era ahorao nunca. No valía la pena engañarse.Todo debía decidirse en este instante eneste mismo instante. Nunca más volveríaa tener una enfermera como ésta. Dentrode cinco minutos podría dar la vuelta ymarcharse de la habitación para noregresar nunca. Cuando se marchara sellevaría su vida con ella se llevaría lalocura la soledad y todos sus gritossilenciosos dejados de la mano de Diosy no lo sabría nunca. Nunca escucharíaesos gritos. Simplemente se marcharía yél quedaría olvidado. Ella era lasoledad y la amistad era la vida y lamuerte y ahora aguardaba inmóvil que élle dijese qué quería.Mientras cabeceaba rezaba. Nuncahabía tenido muy en cuenta la oraciónpero ahora si. Se decía oh Dios porfavor haz que comprenda lo que intentodecirle. He estado tanto tiempo soloDios he estado aquí años y añosahogándome asfixiándome muerto envida como un hombre que ha sidoenterrado en un ataúd bajo la tierra y sedespierta y grita estoy vivo estoy vivoestoy vivo déjenme salir levanten la tapaquiten la tierra de encima por favorCristo misericordioso ayúdame pero nohay nadie que lo pueda oír así que estámuerto. Sé que estás muy ocupado Diossé que hay millones de personas querezan una plegaria por minuto por horapor algo que necesitan sé que hay muchagente importante que te pide cosasgrandes que se refieren a naciones ycontinentes enteros y tal vez a todo elmundo. Lo sé Dios y comprendo que norespondas inmediatamente nadie esperfecto pero lo que te pido es taninsignificante. Si te pidiese por ejemploun millón de dólares o un yate particularo un rascacielos comprendería que nome lo otorgaras porque no hay tantosdólares ni tantos yates ni tantosrascacielos. Pero sólo quiero que cojasuna pequeña idea que está en mi mente yla pongas en la mente de ella que estásólo a dos o tres pies de distancia. Estodo lo que quiero Dios. La idea es tanpequeña tan liviana que hasta un colibrípodría llevarla una mariposa nocturnauna mosca el aliento de un niño. Sepuede hacer en muy poco tiempo y nopuedo expresar cuánto significa para mí.Sinceramente no te lo pediría Dios peroes una cosita tan insignificante. Taninsignificante...Sintió el dedo de ella contra sufrente.Asintió.Sintió que el dedo de ella golpeabacuatro veces su frente. Esa es la letra Hpensó pero ella no lo sabe no tiene ideagolpea para comprobar si es eso lo quequiero.Asintió.Asintió con tanta fuerza que sintiódolor en el cuello y le pareció que lacabeza le daba vueltas. Asintió con tantafuerza que toda la cama se estremeció.Oh gracias Dios pensó. Ella entiendetú le has puesto la idea en la mentecuando te lo pedí gracias. Graciasgracias gracias.Sintió que la mano de ella leoprimió la frente por un momento comotranquilizándole. Después advirtió lavibración de sus pasos que se alejabanrápidamente. Imaginó que salía de prisade la habitación para decirlo a losdemás. La puerta se cerró con estrépito.El sonido repercutió en los resortes delcolchón metálico como un impactoeléctrico. Se había marchado.Se quedó tendido asombrado alcomprobar cuán exhausto estaba. Eracomo si hubiese trabajado tres nochesconsecutivas en la panadería durante elverano cuando no podía dormir de día.Se le había acabado el aliento lepalpitaba la cabeza y tenía todos losmúsculos del cuerpo resentidos. Sinembargo por dentro todo era una fiestacon confetis banderas que ondeaban enlo alto bandas de música que marchabana paso ligero en línea recta hacia el sol.Lo había logrado había tenido éxito latarea estaba cumplida y aun cuandoyaciera perfectamente inmóvilabsolutamente agotado le parecía ver almundo entero a sus pies. No había formade decirlo de pensarlo de imaginarlo. Sesentía tan feliz.Era como si todos los hombres delmundo los dos mil millones de sereshumanos le hubiesen cerrado la tapa desu ataúd pisoteando la tierra hastasolidificarla sobre la tapa apilandograndes piedras sobre la tierra paramantenerle allí. Y sin embargo él habíasalido. Había levantado la tapa habíaexcavado la tierra había lanzado al aireel granito como si fuese un bola de nievey ahora se encontraba en la superficie depie en el aire saltando y a cada paso seelevaba millas por encima del suelo.Era distinto a todos los que habíanvivido. Había hecho tanto que era comoun dios.Los médicos que traían a sus amigospara que le viesen ya no podrían decirhe aquí un hombre que ha vivido sinbrazos piernas oídos ojos nariz boca ¿noes extraordinario? Dirían he aquí unhombre que piensa. He aquí un hombreque yace en su cama con un solofragmento de carne que le mantiene vivoy sin embargo pensó en una forma dehablar. Escuchadle. Como veis su menteestá intacta habla como tú y como yo esuna persona tiene una identidad es partedel mundo. Y es parte del mundoúnicamente porque por sí solo tal vezcon la ayuda de una plegaria y un diosimaginó una forma de hablar. Miradle yluego permitidnos que os preguntemos sieso no es aún más maravilloso que todaslas espléndidas operaciones querealizamos sobre su tronco mutilado.Ahora supo que nunca en su vidahabía sido realmente feliz. Hubo vecesen que pensó que era feliz pero ningunase parecía a ésta. En una ocasión sepasó un año entero deseando un juego depiezas para edificar distintas casas ymaquinarias y en Navidad se loregalaron. Probablemente ése fue elmomento más feliz de su infancia.También hubo un momento en queKareen le dijo que le amaba y ése fue elinstante más feliz que conoció hasta queexplotó la granada y le apartó delmundo. Pero esta felicidad esta nuevasalvaje frenética felicidad era másgrande que cualquier otra que pudieraconcebir. Era algo tan absoluto tanimponente tan fuera del mundo que leprovocó los efectos de un delirio. Suspiernas destrozadas y mutiladas seirguieron y bailaron. Sus brazospudriéndose durante esos cinco seissiete años se movían fantásticamentelibres a su costado siguiendo el ritmo dela danza. Los ojos que le habíanarrebatado miraron desde el montón debasura donde habían sido confinados yvieron todas las bellezas del mundo. Losoídos hechos pedazos y llenos desilencio de pronto captaron una música.La boca que le habían serruchado yahora estaba llena de polvo volvió acantar. Porque lo había logrado. Habíaalcanzado lo imposible. Les habíahablado como Dios desde una nubedesde una densa nube y ahora flotabaencima de la nube y era nuevamente unhombre.Y la enfermera...Podía imaginarla corriendo por lospasillos. Podía oírla alborotando comoun fantasma ruidoso por los pasillos dela muerte. Podía sentirla corriendo depabellón en pabellón desde el pabellónde los lisiados al de los sordos al de losciegos al de los mudos reuniendo a todoel personal del hospital comunicándolesel milagro ocurrido. Podía oír su vozmientras les contaba que en una pequeñahabitación apartada del resto delhospital se había levantado la tapa de unataúd se había desplazado la piedra quesellaba una tumba y un hombre muertocabeceaba y hablaba. Los muertos nohabían hablado nunca. Nunca desde lamuerte de Lázaro y Lázaro no habíadicho nada. Ahora él les diría todo.Hablaría desde los muertos. Hablaría ennombre de los muertos. Les contaríatodos los secretos de los muertos. Ymientras pensaba en lo que les diría laenfermera corría corría corría por lospabellones y los pasillos de piso en pisodesde el sótano al desván por todo eseenorme sitio de donde habían salidotantos muertos. Al igual que el ángelGabriel haría sonar su trompetadiciéndoles que se acercaran yescucharan la voz de los muertos.Mientras esperaba que toda esagente llegara hasta él podía sentir supresencia como un actor debe sentir lapresencia de un millar de personas en elmomento en que está a punto delevantarse el telón. Podía sentir lasvibraciones de sus pasos decenas depasos que se agolpaban en su habitación.Podía sentir que empujaban su cama deun lado a otro porque en su ansiedad seapretaban contra ella. Los resortes de sucama parecían emitir un constantezumbido a medida que sus visitantescambiaban de posición para podercontemplar mejor al muerto que hablaba.La temperatura de la habitación sevolvió más cálida tanto que pudo sentirel calor de sus cuerpos apiñados en lapiel de su cuello y la mitad de su frentedescubierta por encima de la máscara.Después se abrió la puerta. Sintió lavibración de unos pasos livianos lospasos de la enfermera. Intentó oír losotros. Percibió la vibración de otro pasomás pesado que pertenecía a un hombre.Esperó a los demás esperó la vibraciónde los resortes. Pero todo estabatranquilo. Todo estaba inmóvil. Nohabía nadie en la habitación parapresenciar el gran evento. Sólo él y suenfermera y este desconocido depesados pasos. Nadie más que ellostres. Sintió una extraña congoja quesurgía del desengaño tanta indiferenciahacia un acontecimiento tan importante.Y después recordó que para él habíaalgo más significativo que lasmultitudes. Se quedó rígido quieto másparecido a un muerto que nunca. Sequedó allí esperando una respuesta.Un dedo salió de la oscuridad undedo tan enorme que golpeó sobre sufrente con el estrépito de un martinete.Repercutió en su cerebro como un truenoen una caverna. El dedo empezó arepiquetear....-- .... .- -W H A T-.. ---D O-.-- --- ..-Y O U.-- .- -. -W A N T(¿Qué quieres?)19Cuando entendió la pregunta cuandotuvo la seguridad de haberlainterpretado correctamente permanecióinmóvil un instante. Era como estarsentado en una habitación silenciosaaguardando a alguien muy importante aalguien a quien se ha esperado muchotiempo y de pronto escuchar que llamana la puerta. Por un instante vacilas y tepreguntas quién puede ser y qué quiere ypor qué ha venido. Por un segundosientes temor porque aunque hayasesperado años nunca creíste realmenteque llegara. Luego te pones en pie yabres la puerta al principio sólo unarendija preparándote para el impacto deldesengaño cuando descubras que no esla persona que esperabas. Pero cuandoencuentras que lo imposible ha ocurridoque el visitante que aguardabas con tantaexpectativa ha llegado sientes tantoalivio tanta sorpresa que no sabes quédecir ni por dónde empezar.¿Qué quería?Era como alguien que anhela el mary un barco y de pronto le dieran su barcoy luego le preguntaran adónde quería ir.Como nunca había esperado el barcosino que había pasado el tiempodeseándolo no se había preguntadojamás qué haría con él cuando lotuviera. Nunca había confiado realmenteen lograrlo había pasado tanto tiempo ya él le había costado tanto hacerseentender. No había sido más que unaidea una esperanza y un trabajo y cuantomás difícil se volvía más importanciaasumía hasta que por fin casi le volvíaloco. Pero hasta hacía una hora no habíaimaginado que lo lograría. Ahora lohabía conseguido. Estaba hecho y lepreguntaban qué quería. Y aunque todocuanto le quedaba de vida parecíadepender de esa respuesta no podíaarticular sus pensamientos no lograbaformular algo que tuviese sentido para ély mucho menos para los demás.Entonces lo pensó de otra forma. Talvez no se trataba de lo que él quería sinode aquello que podían darle. Así era. ¿Yqué podían darle? Empezó a sentirseagraviado por la pregunta misma y laforma en que la habían transmitido y laignorancia que subyacía en ella. ¿Qué secreían y qué pensaban que podían darleque él quisiera? ¿Pensaban que pediríaun helado? ¿Pensaban que pediría unbuen libro y un fuego en la chimenea yun gato ronroneando? ¿Pensaban quepediría ir a un cine y después a un barpara beber una buena limonada fresca?¿Pensaban que pediría lecciones debaile o un par de binóculos o un cursode piano? Imagina qué sorpresa se van allevar tus amigos.Tal vez pensaban que quería un trajenuevo o una camisa de seda. Tal vezesperaban que se quejara porque lacama era un poco dura y por favor démeun vaso de agua. Quizá pensaran quepediría un cambio de menú. El café queintroducen por el tubo últimamentenecesita un poco más de azúcar resultaamargo a mis intestinos de modo que porfavor agreguen media cucharadita deazúcar y por favor revuélvanlo bien. Lacubierta del colchón está demasiadohúmeda y necesita que la ventilen. Creoque me apetecería un dulce dechocolate. La próxima vez que echen elalimento por ese tubo metan un poco dedulce de chocolate no demasiadoazucarado ni demasiado fuerte sinosuave y ligeramente tibio me he pasadoesperando todos estos años ycabeceando todos estos meses porqueme apetece tanto el dulce de chocolate.Deberían saber qué era lo quedeseaban estos hijos de puta y deberíansaber que no se lo podían dar. Queríalas cosas que a ellos les parecíannaturales las cosas que nadie podríadarle jamás. Quería ojos para ver. Dosojos para ver el sol y la luna y lasmontañas azules y los altos árboles y laspequeñas hormigas y las casas dondevivía gente y las flores abriéndose porla mañana y la nieve sobre la tierra y losarroyos y los trenes que van y vienen yla gente por la calle y un cachorro quejuega con un viejo zapato desafiándole ygruñendo y retorciendo y amenazando ymoviendo el rabo y tomándose al zapatomuy en serio. Quería una nariz para olerla lluvia y la leña en el fuego y lacomida y el tenue perfume que perduraen el aire cuando pasa una muchacha.Quería una boca para poder comer yhablar y reír y saborear y besar. Queríabrazos y piernas para poder trabajar ycaminar y ser como un hombre como unser viviente.¿Qué quería? ¿Qué podía desear?¿Había algo que alguien pudiese darle?La respuesta cayó sobre él conviolencia y aullando como un torrente deagua que fluye por una compuerta rota.Quería salir. Ante la sola idea sintió quesu corazón se aceleraba y su carne seponía tensa. Quería salir. Quería salirpara poder sentir el aire fresco en supiel e imaginar aunque no pudiese olerloque venía de las montañas o de lasciudades o de los campos. Quería salirpara poder sentir la gente a su alrededor.No importaba que no pudiera verlesoírles hablarles. Si salía por lo menossabría que estaba entre ellos y noencerrado en una habitación aparte. Noera justo que encerraran a un hombre enuna habitación. No era justo que fuese uneterno prisionero. Un hombre necesitabaestar entre otros hombres. Toda cosaviviente necesitaba estar entre susiguales. El era un hombre una parte de lahumanidad y quería que le llevaran fuerapara sentir a otros hombres en derredor.Déjenme salir pensó eso es todo loque quiero. He estado acostado aquíaños y años en una habitación en unacama en una pequeña envoltura de piel.Ahora quiero salir. Tengo que salir. Nopueden tener a un hombre preso así.Tiene que estar haciendo algo paraverificar que aún vive. Aquí soy unprisionero y no tienen derecho aretenerme porque no he hecho nadamalo. Una habitación una cama como enuna cárcel como en un asilo como en unatumba con seis pies de tierra encima. Nocomprenden que un hombre no puedesoportar todo esto sin volverse loco. Measfixio y no puedo asfixiarme más nopuedo soportarlo. Si tuviera brazospodría moverme podría empujar lasparedes para ensancharlas podría retirarlas mantas podría ir a un sitio másgrande. Si tuviera voz podría gritar yclamar pidiendo ayuda podría hablarconmigo mismo y hacerme compañía. Situviera piernas podría correr podríamarcharme podría salir hacia un sitiodonde haya aire donde haya espaciodonde no me esté ahogando en unagujero. Pero no tengo ninguna de esascosas no puedo hacer ninguna de esascosas así que ustedes deben ayudarme.Deben ayudarme de prisa porque pordentro me estoy volviendo loco sufrocomo ustedes no pueden imaginar.Dentro de mí grito y aúllo y empujo ylucho en busca de espacio de aire paraescapar del ahogo. De modo quedéjenme salir donde pueda sentir el airey sentir la gente. Por favor déjenme salirdonde tenga espacio para respirar.Déjenme salir de aquí y llévenme denuevo al mundo.Estaba a punto de comenzar acabecear en un torrente de puntos yrayas cuando se le ocurrió que podríansurgir dificultades. Después de todo élno era un tío común que podía serliberado de una cárcel cualquiera parallevar una vida corriente. Era un casomuy excepcional. Toda su vida encualquier parte que estuviese alguiendebería ocuparse de él. Eso significabadinero y él no tenía dinero de modo quese convertiría en una carga para la gente.El gobierno o quien quiera que seocupara de él probablemente no teníadinero para tirar mimando a un tío nigastaría una fortuna para atenderle demodo que pudiera sentir el aire y l

Johnny got his gunWhere stories live. Discover now